martes, 27 de abril de 2010

El honor de los Jedi (119)

119
-Pero estoy a 300 kilómetros de cualquier parte -protesta Luke-, y tengo dos prisioneros.
-Tenemos nuestras órdenes -responde el soldado.
El twi'lek desaparece en la escotilla de acceso y el oficial cierra el panel con un golpe. Ahora, la escotilla es indistinguible del resto del suelo. El comandante se yergue.
-Espere, TX-567 -dice-. Acérquese, coronel.
Luke se abre paso más allá de los soldados de asalto, que apuntan con sus armas a Sidney y Gideon.
-Necesito su carro repulsor.
-¿Dónde ha capturado esos prisioneros? -pregunta el comandante, ignorando la petición de Luke.
-Cerca de la bahía de atraque -responde Luke.
-¿Cuál?
Luke hace una pausa. No había escuchado ninguna designación de bahías de atraque.
-Entregaré mi informe directamente al Mando -dice.
El comandante sonríe.
-Eso no será necesario. Podemos interrogar a sus prisioneros, coronel.
-Creo que le supero en rango -responde cauteloso Luke.
-El coronel seguramente recordará la orden general BT346 que requiere que todo el personal coopere con la fuerza de trabajo de la sub-instalación. -El comandante camina hacia los prisioneros, ignorando a Luke-. Me llevaré a los fugados, intendente -insiste.
Luke desengancha su sable de luz.
-¡No, no lo hará!
Activa la hoja. Tanto el oficial y los soldados de asalto se vuelven para mirar la fuente del zumbido siseante.
-¿Qué significa...?
Luke ataca más allá del oficial y atraviesa con su hoja de energía los torsos de ambos soldados de asalto. Un corte humeante aparece en cada una de sus placas pectorales. El primero de los soldados de asalto lanza lejos su rifle y retrocede tambaleándose, su agonía resonando por los muros. El segundo soldado simplemente deja caer su arma y se dobla sobre sí mismo.
El oficial trata de alcanzar el rifle bláster del segundo soldado. Luke gira a su izquierda, atravesando con su hoja el costado derecho del imperial. El hombre grita de dolor, y luego cae.
Luke agarra un rifle bláster, luego abre el panel de acceso del suelo. El twi'lek ya no está. Gideon arrastra a un soldado de asalto a la apertura y lo arroja dentro.
-Podríamos ofrecerles un entierro digno -dice.
Luke asiente.
-Lo que sea con tal de evitar que los descubran durante unas cuantas horas.
Con esfuerzo, acerca el cuerpo acorazado del otro soldado de asalto hasta el agujero y lo deja caer dentro, y Sidney arroja reticentemente también al oficial.
Mientras suben a bordo del vehículo repulsor, Luke estudia las manchas del suelo. Cualquiera que se detuviera a investigar inmediatamente se daría cuenta de que esa sustancia era sangre, pero los rebeldes no tienen el tiempo ni el material para limpiarlas. Deben confiar en que quien quiera que pase por allí no se moleste en mirar al sucio suelo.
Luke arranca el carro repulsor y lo acelera por el pasillo. El pequeño vehículo se maneja como un deslizador de Tatooine, y Luke se permite disfrutar de la emoción de pilotar una nave pequeña a gran velocidad.

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