domingo, 26 de junio de 2011

El honor de los Jedi (129)

129
A pesar de las palabras de Erling, Luke siente escasa simpatía por él. La muerte de Sidney está demasiado fresca en su mente. Sin embargo, no puede dejar que Erling muera... por sus propios motivos, además de los de Mon Mothma.
-Erling, no sé por qué eres tan importante para Sebastian Parnell. Desde luego, no eres un líder militar, y dudo que pudieras dirigir a un dewback hacia el agua. Pero no puedo dejar que mueras.
Por un instante, parece como si Erling fuera a protestar, pero como Luke no le aparta la mirada, permanece en silencio. Luke se dirige a Warburton.
-Hasta ahora, sólo mis compañeros han muerto. Por tanto, es mi derecho juzgar a este hombre.
Warburton estudia a Luke por un largo instante, luego mira al twi'lek. Finalmente, gruñe una larga respuesta.
-Dice que si permanecéis en nuestra ciudad, él es el juez del destino de esta persona. Si os marcháis, puedes juzgar tú.
-Entonces nos marcharemos.
Tormey les devuelve las armas, y luego sube a bordo del carro repulsor. Los escolta por un laberinto de pasillos que Luke cree que, en general, se alejan de la ciudad. Finalmente, les dice que paren.
-No volváis por aquí -advierte. Un instante después, el gorum desaparece en la oscuridad.
-¿Ahora hacia dónde, Erredós? -pregunta Luke.
El droide pita impotente.
-Yo nos sacaré de aquí -dice Erling.
-Claro. -Luke responde con la misma desesperanza que solía sentir cuando le pedía a su tío Owen que le mandase a la Academia. El pensamiento hace que cierre los ojos por un instante. Su testarudo y dogmático tío habría tenido mucho en común con Erling Tredway... si hubieran llegado a conocerse.
-Lo haré. Confía en mí.

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