sábado, 4 de junio de 2011

El honor de los Jedi (126)

126
Continúan recorriendo el pasillo sin hacer comentarios durante dos kilómetros. Finalmente, Luke no puede contener su rabia por más tiempo.
-Comprendo cómo debes sentirte por tu familia -dice-, pero eso ha sido la cosa más estúpida que le he visto hacer a nadie, Erling.
-¿Qué? -pregunta Erling a la defensiva.
-¿Qué? -replica Luke con un chillido agudo-. ¡Gideon está muerto!
-La Rebelión exige sacrificios.
-¡No sabes nada de la Rebelión! -exclama Luke-. He visto hombres y mujeres morir por millares en nombre de la libertad... pero esta es la primera vez que veo a alguien morir en nombre de la estupidez.
-Algunos de nosotros no hemos tenido el beneficio de un entrenamiento de la Alianza -replica Erling-. Y si eres un guerrero tan bueno, ¿por qué no salvaste a mi familia de los imperiales?
-¡No creas que no lo intenté! -dice Luke, tratando de rechazar su ira. Aunque la pregunta de Erling está lejos de ser justa, Luke comprende que probablemente sea una consecuencia del pesar del aristócrata. Sin embargo, resulta dolorosa, porque Luke no puede evitar sentir algo de culpa por la destrucción de Tredway 24-. Todos lo hicimos... especialmente el hombre que hiciste que matasen.
-El hombre está muerto... ni siquiera yo puedo traerlo de vuelta. ¿Qué es lo que quieres?
-Nada -dice Luke-. Esperaba más del hijo de un Jedi.
Erling resopla.
-¿Qué significa eso?
-Ser un Jedi no salvó a mi padre. Su triste devoción a la “Fuerza misteriosa” no trajo sino dolor y mala suerte... y dejó a mi madre sola para criar a sus hijos.
-¿Culpas a la Fuerza de su muerte?
-No: a la ausencia de la Fuerza. No existe.
-¿Cómo estás tan seguro? -pregunta Luke.
-Lo estoy. -No hay el menor rastro de duda en su negación.
-Ciertamente nos has dado muchas razones hasta ahora para confiar en tu buen juicio -responde Luke. El ataque de Erling a los Jedi le toca muy de cerca.
Erling responde con un silencio herido, lo que a Luke le parece perfecto. Pero Sidney no se conforma con dejar el asunto así.
-Erling, ¿puedo hacer una pregunta?
-Desde luego. ¿Te conozco, verdad?
-He asistido a muchas conversaciones de la resistencia. Cuando disparaste al Gobernador Parnell, ¿pretendías matarle, verdad?
Erling tarda un rato en responder.
-Bajo ciertas condiciones -dice finalmente-, matar es justificable.
-¿Qué condiciones? -pregunta Sidney-. Allá en Tredway, maté en defensa propia y de mis amigos, y sigo sin poder justificarlo. ¿Cómo puedes justificar tu ataque? -Su voz era desesperada, no acusadora.
Aparentemente, Erling Tredway no está tan familiarizado con sus discípulos como le gustaría aparentar. Luke hace una mueca cuando se dirige al pada por un nombre incorrecto.
-¡Vamos, Seymour! ¡Ese hombre ordenó el asesinato de toda mi familia!
-No comprendo cómo su maldad justifica la tuya. ¿Acaso tus discursos consisten en palabras huecas? ¿Crees en la violencia?
-¿Cómo te atreves? -exclama Erling-. No tengo por qué justificar mis acciones ante ti... ni ante nadie, ya puestos.
Continúan viajando durante otra media hora en un silencio intranquilo. El pasillo alcanza una intersección con cuatro caminos. Luke se detiene. Ahí, la instalación subterránea pasa de ser pasillos a túneles cavernosos. Están repletos de cables, tubos, trampillas, rejillas, ventiladores, y otras formas oscuras. Luke no logra imaginar cómo los ingenieros y los droides de mantenimiento pueden encontrar su camino ahí abajo, por no hablar de localizar un problema. Una retorcida red de equipo ambiental se extiende en la oscuridad, una vasta maraña de maleza artificial que rivaliza con los mundos selváticos más inaccesibles de la galaxia.
Algo suelta un chasquido sobre sus cabezas.
Luke alza la mirada inmediatamente, pero no ve nada. Observa durante varios minutos, pero no detecta ningún indicio de que algo les esté acechando desde arriba.
-¿Alguna idea de dónde estamos, Erredós?
El droide zumba por un instante, luego suelta un pitido.
Luke mira a sus pasajeros. Ambos observan la penumbra sobre sus cabezas como si esperasen que una docena de soldados de asalto cayera sobre ellos en cualquier momento.
-¿Alguna idea? -pregunta Luke.
-¡Shhhh! -insta Sidney. Las orejas del pada giran como antenas de radar localizando una nave-. Se ha ido -dice un minuto más tarde-. Algo estaba respirando sobre nosotros.
Luke estudia el techo oscuro.
-Buen oído -comenta-. ¿Has escuchado algo que pueda ayudarnos a salir de aquí?
Fuera lo que fuese que estaba sobre ellos, Luke duda de que fuera imperial.
Sidney niega con la cabeza.
-No soy muy bueno bajo tierra.
-Deberíamos continuar recto hacia adelante -dice Erling.
Luke le ignora y gira a la izquierda. Cincuenta metros más allá, un disparo bláster se cruza en su camino. Luke detiene el carro, pero no pasa nada más.
-¿Alguien más ha visto eso?
-¡Sssh! -Las orejas de Sidney están girando de nuevo. Frunce el hocico para concentrarse-. Ha vuelto a irse -dice finalmente.
-¿Qué? -pregunta Luke. Está más que ligeramente impaciente.
-Algo sobre nosotros. Es muy silencioso.
-Y está armado -observa Luke. Vuelve a avanzar por el pasillo, pero otro disparo se cruza en su camino. Luke se detiene de inmediato, dándose cuenta de que alguien, o algo, no quiere que vayan más allá. Erredós extiende un corto apéndice y apunta una luz hacia el techo. Algo grande y correoso se escabulle.
Erling dispara al techo en penumbra. Antes de que Luke pueda reprenderle, disparos bláster de todos los colores e intensidades cubren la zona. Luke salta fuera del carro y gira por el suelo. Se detiene para enfrentarse cara a cara con un par de ranuras rojas.
Erling grita furioso, y Sidney lanza un grito parecido a un graznido. Luke alza lentamente sus manos y luego mira a sus compañeros. Seis criaturas, negras como el vacío y visibles sólo por su silueta, cuelgan del techo por sus largas y estrechas colas. Tienen orejas cuadradas, como alerones. Sus ojos rojos brillan cuando les da la luz. Cada uno de ellos tiene un bláster en sus manos con garras.
La criatura sobre Erling sostiene el rifle bláster de Erling. Otra cuelga con su cara frente a la de un tembloroso Sidney.
-Dadme una razón por la que no deberíamos mataros a todos -dice la criatura sobre Erling.
-Soy... soy Erling Tredway -responde él, con el rostro blanco como la armadura de un soldado de asalto.
La criatura parece aceptar eso de momento, luego arruga el rostro en lo que debe ser un gesto de auto-desaprobación. Luke comienza a soltar una risita. No puede evitarlo, porque sean quien sean esas criaturas, Luke duda que les importe quién sea Erling Trewday.
La criatura que cuelga frente a Erling sisea rítmicamente, temblando con todo su cuerpo. El miedo de Erling deja paso a la rabia, y mira primero a Luke, luego al horror infernal que cuelga ante él.
-¿Qué eres? -pregunta.
La criatura deja de sisear, luego se inclina lentamente hacia delante hasta que sus orejas rozan las mejillas de Erling.
-Un gorum, y voy a succionarte el cerebro por las orejas. -Acaricia el puente de la nariz de Erling con una lengua bifurcada.
Las rodillas de Erling ceden y cae sobre un asiento. Su rostro se ha vuelto de un amarillo pálido. La criatura gira sobre su cola para mirar a Luke.
-Succionar su cerebro por las orejas, ¿sí?
Las seis criaturas comenzaron a sisear rítmicamente.
Luke sonríe.
-Lo tendría bien merecido. -Se pone en pie y se sacude el polvo de la ropa-. Estamos algo perdidos.
-¿Entonces no eres un coronel? -Señala a la insignia del cuello de Luke.
Luke examinó conscientemente su uniforme.
-No. Sólo tomé esto prestado. -Comienza a desabrocharse el cuello, dolorosamente consciente de que sólo podría causarle problemas.
-No te preocupes. Uno de nosotros te vio huir de los caparazones blancos.
Luke deja escapar un suspiro de alivio.
-Gracias a la Fuerza. ¿Podéis decirnos cómo salir de aquí?
-¿A dónde? La instalación subterránea es el único lugar libre de Tol Ado.
-Queremos escapar de Tol Ado.
Las criaturas estallan en una nueva serie de siseos.
-¿Escapar? ¿En serio?
-Sí -dice Luke.

-Venid conmigo. Entonces tal vez recobréis la razón.

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