viernes, 24 de julio de 2009

El honor de los Jedi (21)

21
Los TIEs abren su formación formando un amplio diamante y se aproximan lentamente. Sus puntos de fuego son ahora lo bastante brillantes para que Luke los pueda distinguir de las estrellas de fondo. Los imperiales parecen más interesados en mantener a los intrusos alejados del asalto que en atacar a un ala-X solitario y a una nave minera. Por desgracia, con la ventaja numérica de los TIEs, Luke duda de poder abrirse paso hacia la lanzadera.
-Será mejor que no nos metamos con esos tipos –dice Luke-. No vamos a poder ayudar a nadie si dejamos que nos maten.
-Tú eres el que pilota un caza estelar –replica Gideon-. Lo que tú digas.
Luke gira su caza estelar y acelera alejándose del asalto. Gideon le sigue, con su nave minera moviéndose sorprendentemente rápido para una nave de semejante tamaño. Los puntos de luz de los TIE se disipan rápidamente en la nada.
-Será mejor que escondamos ese caza estelar tuyo antes de que vayamos al centro de visitantes de Tol Ado, hijo –dice Gideon-. Sidney conoce el lugar perfecto. Síguenos.
A Luke le suena sospechoso que haya un centro de visitantes en un planeta prisión.
-No estoy seguro de querer ir a ese centro –dice-. ¿Por qué alguien construiría algo así?
-Sidney dice que Parnell cree que su prisión es una obra de arte –dice Gideon-. Sólo quiere mostrarla. También sirve para recordar a la gente lo que pasa cuando te sales del camino marcado. Pero podríamos sacar alguna ventaja de ello; no puedo pensar en un lugar mejor para hacer nuestros planes.
-De acuerdo –dice Luke.
Gideon lidera el camino hacia un asteroide catalogado como Milton 40.005. Al principio, el asteroide parece una partícula de polvo suspendida en una habitación oscura. Unos minutos después, sin embargo, más de cerca parecía un terrón de azúcar moreno flotando en un estanque de lodo negro.
Descienden en un pequeño cráter oscuro, de no más de 20 metros de ancho. Las luces de la parte delantera de la nave minera de Gideon iluminan los muros del cráter con claridad de día conforme la nave se adentra en la roca. El cráter es realmente un profundo túnel que conduce a las profundidades del asteroide. Luke admira la pericia y la confianza como piloto de Gideon. La nave del minero no tiene más de un metro de margen a cada lado.
Finalmente, tras tres tensos minutos, alcanzan un ensanchamiento en el túnel. Gideon hace girar su nave y hace descender una rampa desde la esclusa ventral. Luke aterriza el ala-X, se ajusta dentro su traje de vacío, y luego descarga a Erredós y lo ayuda a subir por la rampa.
El interior del Cubo de rocas de Gideon es oscuro sin llegar a ser tétrico. Como la mayor parte de las naves mineras, la nave de Gideon consiste principalmente en una destartalada bahía de carga usada para transportar mineral a la refinería. Los motores repulsores, lentos pero potentes, quedan justo a popa de la bahía de carga. Los camarotes de la tripulación, que Gideon mantenía inmaculados sin decoraciones extrañas, estaban organizados tanto para la comodidad como para la eficiencia.
-¿Por qué te has traído eso? -pregunta Gideon, señalando a Erredós Dedós.
-Es una larga historia -dice Luke-. Pero podría resultar útil. Ya he usado a este pequeñín en situaciones similares.
Gideon refunfuña, sin dejarse impresionar.
-A mí no me gustan demasiado los droides.
Erredós suelta un agudo silbido.
-¿Qué ha dicho? -pregunta Gideon.
Luke se encoge de hombros.
-No puedo entenderle a menos que esté conectado.
En este caso, Luke está seguro de que es una ventaja no poder entender al droide.
Gideon sube la rampa de la esclusa y luego conduce a Luke a un asiento. Unos minutos después, abandonan Milton 40.005 y avanzan lentamente hacia el centro de visitantes de Tol Ado.

Recuerda que Luke deja su caza estelar en el asteroide “Milton”. Puede necesitarlo más tarde.

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