viernes, 17 de julio de 2009

El honor de los Jedi (9)

9
-Parnell se tomará su tiempo con Erling –dice Luke-. No tenemos nada que perder si advertimos a los Tredways sobre el arresto de Erling, y puede que descubramos algo útil.
Sidney agacha las orejas y deja escapar un siseo entre sus labios, pero no protesta más.
-Tomaremos mi Cubo de rocas –sugiere Gideon-. Tú, y también Sidney, deberíais dejar vuestras naves aquí. Nadie las va a molestar.
Luke sonríe con picardía.
-A la mía sí, especialmente si son soldados de asalto. Piloto un ala-X.
Tanto Gideon como Sidney alzan una ceja. La mayor parte de los pilotos saben que el ala-X es el caza estelar favorito de la Alianza. Sidney no puede evitar preguntarlo.
-Si tienes el ala-X...
-No hagas al muchacho preguntas que no pueda contestar -interrumpe Gideon-. Lo que está claro como una nova es que no podemos dejarla aquí, pero estaríamos aún más locos si la llevásemos a Tol Ado.
-Si los Tredways son dignos de confianza...
-Tan cierto como que el espacio es negro –promete Gideon.
-Bien –termina Luke-. Les pediremos que me la guarden.
Cuando Luke vuelve a su caza estelar, Erredós está repleto de advertencias y preguntas acerca de Parnell y sus soldados de asalto. Luke le explica pacientemente lo que ha pasado y que va a rescatar a Erling. Erredós pita y silba, lanzando comentarios en la videopantalla tan rápidamente que Luke apenas puede leerlos.
-¿Te gusta la idea? -Luke despega. La nave minera con forma de caja de Gideon ya flota sobre Henryson. Una anticuada batería turboláser sobresale de la cabina; Luke supone que esa batería ve más acción golpeando asteroides que naves-. Recuérdame que haga que revisen tus circuitos de motivación -continúa-. Además, tú no vas.
Erredós chirría y sisea enfadado.
-Porque yo digo que no, por eso -responde Luke-. Lo que voy a hacer ya es bastante malo. El general Dodonna se volvería loco si resultas dañado.
El droide permanece en silencio un largo rato, y luego muestra un breve mensaje en la videopantalla.
-¡Eso es chantaje! -exclama Luke-. No te atreverías.
El mensaje permanece.
Luke suspira.
-Vale, pero definitivamente voy a hacer que revisen tus circuitos de motivación. ¿Quién ha oído hablar nunca de un droide con sed de aventuras?
Poco después, el Cubo de rocas de Gideon aminora la marcha. El altavoz de la cabina de Luke crepita.
-Tenemos problemas ahí delante –dice Gideon-. Parece que Parnell se nos ha adelantado.
Luke se coloca en paralelo con Gideon. Ante él, un asteroide con forma de huevo gira lentamente alrededor de un eje situado en su extremo más grande. La roca es de unos 10 kilómetros de largo y seis de ancho. Cinco puntos de fuego zumban sobre su superficie como insectos hambrientos. Uno de los puntos de fuego se lanza ocasionalmente hacia un disco de luz parpadeante cerca del centro del asteroide.
Luke activa el modo de búsqueda activa de su computadora de vuelo. La sonda alerta al enemigo de su presencia, pero también revela la naturaleza de las naves que están acosando Tredway 24.
-Parece que son cuatro cazas TIE escoltando a una lanzadera de asalto –informa Luke-. ¿Estáis seguros de que este es el asteroide Tredway?
Gideon gruñe una respuesta afirmativa.
-¿Quién más crees que pueda ser? ¡Acabemos con ellos!
Sidney interrumpe.
-¿Quizá sería más acertado evitar este conflicto y viajar directamente a Tol Ado?
Luke duda. Probablemente no pueda contar con mucha ayuda por parte del Cubo de rocas de Gideon, y las probabilidades están contra él. Por otra parte, él es lo único que queda entre los imperiales y la completa aniquilación de Tredway 24.

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