Vader a la
deriva
Ryder Windham
-¿Ha escuchado lo de Darth Vader, señor?
El soldado de asalto veterano volvió su cabeza
cubierta en un casco blanco para ver a su joven compañero que se acercaba a él
cruzando la plataforma de despegue de lanzaderas del espaciopuerto.
-¿Qué pasa, TK-813? –dijo el soldado veterano con
voz cavernosa.
El soldado más joven se detuvo.
-Darth Vader, señor. Está aquí.
El veterano observó la gran lanzadera con forma de
caja que acababa de tomar tierra y que ahora reposaba sobre sus impulsores
junto a una grúa cercana.
-¿Lord Vader está en la guarnición?
-No. –TK-813 señaló el cielo-. En el Tarkin.
Los dos soldados de asalto estaban entre aquellos
estacionados en el espaciopuerto del planeta Hockaleg, en el sistema Patriim,
donde el Tarkin, una estación de
batalla imperial, estaba siendo construido en la órbita de Hockaleg. Bautizado
en honor del difunto Gran Moff Tarkin, la estación de batalla consistía en un
inmenso cañón iónico capaz de hacer pedazos un planeta, rodeado por motores de
hipervelocidad y generadores de escudo defensivo. Con la forma de un disco
cóncavo, el cañón iónico se parecía a la batería de ataque principal de la
Estrella de la Muerte, pero sin ninguno de los defectos que la Estrella de la
Muerte tenía... o eso afirmaban sus diseñadores. Aunque el Tarkin era considerablemente más pequeño que la Estrella de la
Muerte, aún era tan grande como para ser visible en el cielo azul de Hockaleg
como un satélite rectangular.
El Imperio había reclutado a cierto número de humanos
para operaciones de tierra en el espaciopuerto de Hockaleg –una abigarrada
extensión de estructuras en su mayoría desvencijadas-, y el veterano miró a su
alrededor para asegurarse de que ninguno de los lugareños estaba escuchando.
Satisfecho, el veterano echó la cabeza hacia atrás para mirar al cielo.
-¿Quién te ha dicho que Lord Vader estaba en el Tarkin? –dijo.
TK-813 lo pensó por un instante.
-Mugres escuchó a alguien mencionarlo en el
cuartel.
-¿Mugres? –El veterano volvió la mirada a TK-813-.
¿Quién es Mugres?
-Ya sabe, señor. Es TK-592. No, quiero decir, es...
eh, TK-529.
El veterano suspiró con impaciencia a través del
respirador de su casco.
-¿Cuándo te lo dijo?

El veterano miró la lanzadera posada en tierra y
volvió a mirar a TK-813.
-En nuestra próxima rotación –dijo-, tú, “Mugres” y
yo vamos a volver al cuartel para que podamos tener una charla sobre la
importancia de mantener el protocolo militar y de distribuir la información en
su justa medida. Sospecho que varios de los trabajadores de Hockaleg no le
tienen ningún afecto al Imperio. Por lo que sabemos, algunos podrían ser espías
rebeldes.
-Sí, señor.
Pero el veterano no le estaba escuchando. Estaba
concentrado en el destello brillante y amarillento que parecía crecer en la
parte superior del casco de TK-813. El veterano dobló bruscamente el cuello
para volver a mirar al cielo. El punto de luz rectangular que había visto antes
se había transformado en una creciente bola de fuego.
TK-813 siguió la mirada del veterano.
-Oh, no –dijo-. ¿Eso es el Tarkin?
-Era.
-Señor, ¿qué deberíamos...?
Pero el soldado de más edad ya estaba corriendo a
la lanzadera, tomando su rifle bláster con él.
***
Darth Vader estaba sentado en la cabina de su caza
TIE lisiado. La ventana de transpariacero del caza estaba hecha añicos y su ala
de estribor era un amasijo informe. Si no fuera por su traje presurizado
blindado y por el casco reforzado del caza, el Señor Oscuro de los Sith podría
no haber sobrevivido a la colisión con los grandes bloques de hielo que se
materializaron en su camino menos de un minuto antes de que el Tarkin explotara. Dado que la explosión
había liberado miles de millones de fragmentos de escombro, así como radiación
electromagnética que impedía cualquier transmisión de nave a nave –incluyendo
señales de emergencia-, todo lo que Vader podía hacer por el momento era estar
sentado en su caza, escuchar el áspero sonido de su trabajosa respiración
mecanizada, y reflexionar en cómo había perdido una vez más una oportunidad de
capturar a su hijo, Luke Skywalker.
Sólo habían pasado unas pocas semanas desde su
duelo con Luke en Ciudad Nube. Había viajado a Hockaleg en su nave insignia
personal, el Super Destructor Estelar Ejecutor,
para inspeccionar el Tarkin. Nunca
había tenido en gran estima las llamadas super-armas, y había sentido una
diversión malsana al saber que la nueva estación de combate recibía el nombre
del oficial bajo cuyo mando se perdió la Estrella de la Muerte. Sin embargo, su
interés por el Tarkin cambió en el
momento en que sintió la presencia de Luke a bordo.
Previamente, Vader había fracasado en sus intentos
de capturar a Luke en los astilleros de Fondor. Y en el planeta Aridus. Y en
Monasterio. Y en Mimban y en Verdanth, y, más recientemente, en Ciudad Nube. Con
esas experiencias a sus espaldas, Vader no tenía intención de dejar que Luke se
le escabullera en el Tarkin.
Sospechando que el joven rebelde trataría de
sabotear el reactor de energía principal de la estación de combate, Vader dio
instrucciones a un oficial imperial, el coronel Nord, de que retirara todo el
personal de seguridad de las zonas del reactor y de que incrementara la
vigilancia en todas las posibles rutas de escape. Y entonces Vader permaneció
en el exterior de una sala del generador y esperó a que Luke caminara de lleno
en su trampa.
Vader no había previsto que el coronel Nord
trataría de matarle.
El intento de asesinato había distraído a Vader el
tiempo suficiente para que Luke pudiera escapar en un transporte imperial.
Vader no tuvo tiempo de tratar con el oficial traidor antes de tomar su caza
TIE para perseguir a Luke. Ni tampoco pudo impedir que Luke pasara al cada vez
más irritante Halcón Milenario, que
había aparecido de la nada. Y cuando alguien soltó las reservas de agua del Halcón, Vader fue incapaz de esquivar el
muro de hielo que se formó rápidamente en la estela del Halcón.
Desde su caza dañado, Vader observó cómo el Tarkin rotaba para dirigir su cañón iónico
hacia el Halcón, y se dio cuenta de
que el disparo inminente también destrozaría su caza. No tenía la menor duda de
que era el coronel Nord quien estaba apuntando el arma, ni de que sus opciones
de escapar a la explosión eran menos que nulas.
Pero entonces el Tarkin explotó sobre Hockaleg, lanzando amplios tentáculos de
combustible ardiente en todas direcciones. Dos Destructores Estelares cercanos
fueron consumidos al instante junto a docenas de naves más pequeñas. La onda de
choque de la explosión golpeó el caza de Vader, empujándola lejos del hielo y
lanzándola dando tumbos por el espacio. Los escombros del Tarkin pasaron a toda velocidad junto al caza y golpearon el ala de
babor. Vader luchó con sus controles de vuelo, luchando por evitar que el caza
se desviara demasiado de la órbita de Hockaleg. Pasó varios segundos girando
sin control antes de conseguir activar un único impulsor y hacer que el caza se
quedara prácticamente quieto antes de que el impulsor se agotase.
Los ojos de Vader trataron de enfocar más allá de
las lentes de su negra máscara de metal mientras miraba a través de la ventana
dañada de su cabina. Había escombros por todas partes. Varios kilómetros más
allá de los ardientes restos del Tarkin,
el Ejecutor estaba aparentemente
intacto, pero Vader sintió poco consuelo por ello, ya que, debido a la
interferencia electromagnética, ni siquiera podía indicar al Ejecutor que saliera en persecución del Halcón Milenario. Pensó que, incluso si
conseguía hacer llegar una señal, el Halcón
probablemente ya habría abandonado el sistema Patriim.
Y entonces vio un borrón con forma de platillo
blanco saliendo a toda velocidad de la órbita de Hockaleg, y se dio cuenta de
que estaba viendo el Halcón. Estaba a
punto de usar la Fuerza para llamar a Luke, pero entonces el carguero se
desvaneció en el hiperespacio. Y una vez más, Vader se sintió robado.
Tenía que lograr que Luke fuera su aliado. Luke
tenía que ceder al lado oscuro de la Fuerza y unirse a él. A menos que
ocurriera eso, Vader nunca sería capaz de derrocar a su propio maestro, el
Emperador Palpatine.
Vader vio un gran pedazo de metal retorcido que
avanzaba hacia su caza, y se extendió en la Fuerza para enviar el escombro en
una trayectoria diferente. Se preguntó cómo reaccionaría el Emperador cuando
conociera la destrucción del Tarkin.
Con la gran extensión de los poderes del Emperador, era posible que ya fuera
consciente de lo que había ocurrido en la órbita de Hockaleg. Aunque Palpatine
sin duda expresaría su disgusto por la pérdida del Tarkin, últimamente había estado más preocupado por la construcción
de la segunda Estrella de la Muerte en el sistema de Endor. Vader suponía que
era muy probable que el Emperador le enviara a Endor para asegurarse de que la
nueva Estrella de la Muerte no seguía el destino del Tarkin. Pensando en esa perspectiva, Vader se irritó. Era un
soldado, no un supervisor de construcción, y estaba más que harto de trabajar
con oficiales maquinadores y burócratas incompetentes.
Comprobó de nuevo su sistema de comunicaciones y no
escuchó nada salvo estática en todas las frecuencias. La tripulación del Ejecutor era consciente de que se
encontraba en su caza cuando el Tarkin
estalló, y suponía que ya habrían enviado equipos de búsqueda para recogerle.
También sospechaba que le aguardaba una larga espera. Incapaces de usar los
sensores de sus naves para localizar el caza, los equipos tendrían que usar sus
propios ojos para encontrarle entre los escombros dispersos. Aunque no confiaba
por entero en ningún miembro de su tripulación, sí que confiaba en que le
encontrarían más pronto que tarde. Después de todo, conocían el precio del
fracaso. El miedo mantenía a todos en su lugar.
Pero entonces pensó en el difunto coronel Nord,
quien sin duda también le había temido. Nord no había sido el primer oficial
imperial que intentaba matar a Vader y, como la mayoría de los demás aspirantes
a asesinos, no había tenido el coraje para enfrentarse directamente al Señor
Sith. El problema con esos cobardes,
decidió Vader, es que no tienen suficiente
miedo.
Mientras Vader buscaba cualquier signo de los
esperados equipos de búsqueda, se preguntó qué o quién trataría de matarle la
próxima vez. Pensaba en ello con algo parecido al fervor, ya que con los años
había desarrollado un ansia creciente por borrar de la galaxia cualquier cosa
que le amenazara o pusiera a prueba su paciencia. Daba la bienvenida a lo
inesperado porque sabía que no podría matarle. Confiaba en que seguiría
sobreviviendo porque siempre lo hacía. Creía sinceramente que su supervivencia
era la voluntad de la Fuerza.
Divisó una nave espacial moviéndose hacia su
posición. Se sorprendió al ver que no era una nave del Ejecutor, sino una lanzadera con forma de caja de Hockaleg. Probó
las luces de posición de su caza, y luego las hizo parpadear para llamar la
atención del piloto. Conforme la lanzadera se acercó más, Vader miró por su
ventana principal, y se sorprendió aún más al ver que la nave estaba pilotada
por un soldado de asalto imperial.
Vader encendió las luces interiores de su caza para
que el soldado pudiera verle claramente. Alzó una mano enfundada en un guante
negro, señaló a la lanzadera, y luego señaló sobre su cabeza a la escotilla de
acceso del caza. El soldado respondió asintiendo con la cabeza. Vader observó
cómo el soldado maniobraba la lanzadera con manos expertas para colocar su lado
de estribor lo más cerca posible de la parte superior de la cabina del caza.
Vader apartó la escotilla de acceso sobre su casco
negro, se levantó de su asiento, y se propulsó por el espacio hacia la
lanzadera que aguardaba. El soldado ya había abierto la esclusa de estribor.
Vader guió su cuerpo a bordo de la lanzadera, y la compuerta exterior de la
esclusa se cerró tras él. La cámara pronto se presurizó y entonces la compuerta
interior se abrió. Vader avanzó hacia el puente de la lanzadera, donde encontró
al soldado acorazado en posición de firmes. Vader miró al soldado de arriba
abajo, y su voz profunda resonó en el puente:
-¿Por qué no hay un piloto imperial al mando de
esta nave? –dijo.
Sin vacilación, el soldado respondió:
-Estaba destinado en la plataforma de despegue de
lanzaderas de Hockaleg cuando vi que el Tarkin
explotaba, señor. Dejé mi puesto en busca de supervivientes.
Vader reconoció la característica voz y la forma entrecortada
de hablar del soldado.
-Serviste en las Guerras Clon.
No era una pregunta.
Pero el soldado respondió:
-Sí, señor.
-Y eres un piloto con experiencia.
-Sí, señor.
-Entonces, -dijo Vader-, ¿por qué vistes armadura de tropas de asalto?
-Fui degradado, señor.
-¿Por qué?
-Desobedecí una orden y ataqué a un oficial
superior hace veinte años, señor –respondió el soldado, sin una pizca de
remordimiento en su voz.
Vader estaba impresionado por el fuerte autocontrol
del soldado. De hecho, no sentía miedo alguno en el soldado. Y aunque Vader
vivía y respiraba para inspirar miedo –especialmente en sus subordinados-, no
sentía ningún deseo de castigar a ese soldado en concreto, que exudaba tanto
confianza como lealtad. En cambio, Vader se limitó a preguntar:
-¿Cuál era tu unidad operacional durante las
Guerras Clon?
-Escuadrón Sombra, señor.
El aparato respirador de Vader hizo un pequeño
sonido chirriante.
-Si estuviste en el Escuadrón Sombra, fuiste
entrenado por...
-El general Skywalker, señor. ¿Desea regresar a su
Destructor Estelar?
-Aún no –dijo Vader. Señaló a los controles de la
lanzadera-. Deje una baliza luminosa de emergencia junto a mi caza y luego
lléveme a la guarnición de Hockaleg.
-Discúlpeme, señor –dijo el soldado mientras
desplegaba una baliza-, pero cuando el equipo de búsqueda encuentre su caza
vacío, pensarán que se encuentra usted a la deriva.
-Que así sea –dijo Vader mientras se sentaba en el
asiento del copiloto.
***
-Tengo curiosidad por los detalles de cómo fuiste
degradado –dijo Vader conforme la lanzadera descendía por la atmósfera de
Hockaleg.
-Todo está en los archivos, señor –dijo el soldado,
dirigiendo la lanzadera hacia el espaciopuerto.
-Preferiría escucharlo con tus propias palabras.
-¿Permiso para hablar con franqueza, señor?
-Concedido.
El soldado aclaró su garganta.
-¿Es usted consciente de que soy un clon, señor?
-Sí.
-Bueno, pues hace veinte años, después de que el
Escuadrón Sombra fuera disuelto, tuve un nuevo oficial al mando... un no-clon.
Cuando él me ordenó que matara a mi artillero, que había sido herido en
combate, aunque no mortalmente, me negué. Y cuando mi oficial al mando trató de
dispararme por negarme, le rompí la mandíbula. Pasé un año de reclusión en
solitario.
Vader pensó en lo que le había dicho.
-¿Qué ocurrió con el clon herido? –dijo después.
-Se recuperó, aunque murió varios meses después
durante un bombardeo.
-¿Lamentas tus acciones?
-No, señor. Todo el mundo muere. Me alegro de haber
ayudado a un amigo a vivir más tiempo.
-Si estuvieras sirviendo bajo mi mando –dijo Vader
cuando el espaciopuerto apareció ante ellos-, ¿alguna vez desobedecerías una
orden?
-Sí, señor, pero sólo si eso ayudaba a que usted
viviera más tiempo.
Vader quedó aturdido por las palabras del clon
envejecido y por la implicación de que podría desobedecer una de sus órdenes...
o de que podría considerar al Señor Sith como un amigo. Antes de poder pedir
una explicación al clon, el con probó el comunicador y recibió un fuerte
estallido de estática.
-No puedo establecer contacto con el control del
espaciopuerto, señor –dijo, apagando el comunicador-. No tenemos permiso para
aterrizar.
-¿Crees que algún soldado disparará a la lanzadera?
–dijo Vader.
-No lo sé, señor.
La lanzadera aterrizó junto a la grúa de
lanzamiento. La rampa de abordaje de la lanzadera se extendió y el clon salió
al exterior, llevando su rifle bláster. Mientras descendía la rampa de abordaje
por delante de Vader, se golpeó el lateral de su casco blanco.
-CT-4981
a TK-813 –dijo-, ¿me recibes? ¿TK-813? –Volvió la mirada
a Vader y dijo-: Sólo estática, señor. -Al final de la rampa, miró a su
alrededor-. ¿Dónde está todo el mundo? –añadió.
Vader escuchó gritos en la distancia, y luego el
sonido de disparos de bláster. Se volvió hacia el clon, y pudo ver por la
inclinación del casco del clon que él también había escuchado los disparos.
Miraron hacia un callejón entre dos edificios cercanos y vieron salir a un
soldado de asalto, disparando su rifle bláster tras él mientras corría. Tropezó
y cayó al suelo, dándose de bruces contra el suelo.
-¡TK-813!
El clon corrió hacia el soldado caído y le dio
media vuelta. Manaba sangre por debajo de la placa pectoral de TK-813. El clon
transportó al soldado de asalto más joven tras un pequeño cobertizo mientras
Vader caminaba hacia ellos con paso firme y los ojos fijos en el callejón.
-¿Qué ha pasado? –dijo el clon al soldado herido.
-Tenía usted razón acerca de los trabajadores,
señor –jadeó el soldado-. No les gusta... el Imperio. Después de que vieron
como... estallaba el Tarkin, atacaron
la base, y luego...
El cuerpo del soldado quedó fláccido.
-Ha muerto –dijo el clon.
-Quédate conmigo –dijo Vader. Caminó velozmente
hacia la lanzadera, y el clon le siguió de cerca. Estaban a mitad de camino a
la nave cuando cinco hombres armados, con monos de trabajo manchados de grasa,
aparecieron corriendo desde detrás de la grúa y comenzaron a dispararles. Sin
detener su marcha, Vader alzó su mano derecha y desvió con facilidad los rayos
de energía. Supuso que los cinco hombres le reconocieron y conocían sus
habilidades, porque se encogieron, boquiabiertos, mientras bajaban sus
blásters.
Con la mirada fija en los hombres, Vader se dirigió
al clon.
-Sube a la lanzadera y prepárala para...
Vader fue interrumpido por otra ráfaga de fuego
bláster, seguida de un repiqueteo de armadura tras él. Volvió la mirada y vio
al clon caído en el suelo, agarrándose el costado izquierdo. Otro grupo de
trabajadores había surgido de la plataforma de lanzamiento y ahora también se
enfrentaban a Vader. Todos ellos parecían aterrorizados.
Ignorando a los trabajadores, el Señor Oscuro se
arrodilló junto al clon. El clon seguía respirando, pero Vader pudo darse
cuenta de que no duraría mucho.
-No podía apartarme y... dejar que le dieran, señor
–dijo el clon.
Vader le quitó el casco al clon. Aunque el clon
seguía pareciéndose a Jango Fett, su rostro estaba más marcado por la edad y su
cabello era prácticamente blanco.
-Contrail –dijo Vader-, cuando estábamos con el
Escuadrón Sombra, en la batalla de la Nebulosa de Kaliida, tu código de llamada
era Sombra Once. Volaste bien.
El clon no pareció sorprendido de que Vader
conociera su nombre y detalles acerca del Escuadrón Sombra. Se limitó a
sonreír.
-Tuve un buen maestro, señor –dijo, y entonces sus
ojos se cerraron y murió.
Vader se levantó y dirigió su mirada a los hombres
que habían disparado al clon.
-Lord Vader, perdónenos, por favor –dijo uno de los
hombres-. No sabíamos que estuviera en Hockaleg.
-Estaba a la deriva –dijo Vader mientras extraía su
sable de luz y activaba su brillante hoja carmesí-. Permitidme que os dé las
gracias a todos por haberme traído de vuelta.
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