martes, 4 de marzo de 2014

Vader a la deriva

Vader a la deriva
Ryder Windham

-¿Ha escuchado lo de Darth Vader, señor?
El soldado de asalto veterano volvió su cabeza cubierta en un casco blanco para ver a su joven compañero que se acercaba a él cruzando la plataforma de despegue de lanzaderas del espaciopuerto.
-¿Qué pasa, TK-813? –dijo el soldado veterano con voz cavernosa.
El soldado más joven se detuvo.
-Darth Vader, señor. Está aquí.
El veterano observó la gran lanzadera con forma de caja que acababa de tomar tierra y que ahora reposaba sobre sus impulsores junto a una grúa cercana.
-¿Lord Vader está en la guarnición?
-No. –TK-813 señaló el cielo-. En el Tarkin.
Los dos soldados de asalto estaban entre aquellos estacionados en el espaciopuerto del planeta Hockaleg, en el sistema Patriim, donde el Tarkin, una estación de batalla imperial, estaba siendo construido en la órbita de Hockaleg. Bautizado en honor del difunto Gran Moff Tarkin, la estación de batalla consistía en un inmenso cañón iónico capaz de hacer pedazos un planeta, rodeado por motores de hipervelocidad y generadores de escudo defensivo. Con la forma de un disco cóncavo, el cañón iónico se parecía a la batería de ataque principal de la Estrella de la Muerte, pero sin ninguno de los defectos que la Estrella de la Muerte tenía... o eso afirmaban sus diseñadores. Aunque el Tarkin era considerablemente más pequeño que la Estrella de la Muerte, aún era tan grande como para ser visible en el cielo azul de Hockaleg como un satélite rectangular.
El Imperio había reclutado a cierto número de humanos para operaciones de tierra en el espaciopuerto de Hockaleg –una abigarrada extensión de estructuras en su mayoría desvencijadas-, y el veterano miró a su alrededor para asegurarse de que ninguno de los lugareños estaba escuchando. Satisfecho, el veterano echó la cabeza hacia atrás para mirar al cielo.
-¿Quién te ha dicho que Lord Vader estaba en el Tarkin? –dijo.
TK-813 lo pensó por un instante.
-Mugres escuchó a alguien mencionarlo en el cuartel.
-¿Mugres? –El veterano volvió la mirada a TK-813-. ¿Quién es Mugres?
-Ya sabe, señor. Es TK-592. No, quiero decir, es... eh, TK-529.
El veterano suspiró con impaciencia a través del respirador de su casco.
-¿Cuándo te lo dijo?
-No hace mucho, señor. Justo después de que usted diera permiso para despegar al último vuelo hacia el Tarkin.
El veterano miró la lanzadera posada en tierra y volvió a mirar a TK-813.
-En nuestra próxima rotación –dijo-, tú, “Mugres” y yo vamos a volver al cuarte para que podamos tener una charla sobre la importancia de mantener el protocolo militar y de distribuir la información en su justa medida. Sospecho que varios de los trabajadores de Hockaleg no le tienen ningún afecto al Imperio. Por lo que sabemos, algunos podrían ser espías rebeldes.
-Sí, señor.
Pero el veterano no le estaba escuchando. Estaba concentrado en el destello brillante y amarillento que parecía crecer en la parte superior del casco de TK-813. El veterano dobló bruscamente el cuello para volver a mirar al cielo. El punto de luz rectangular que había visto antes se había transformado en una creciente bola de fuego.
TK-813 siguió la mirada del veterano.
-Oh, no –dijo-. ¿Eso es el Tarkin?
-Era.
-Señor, ¿qué deberíamos...?
Pero el soldado de más edad ya estaba corriendo a la lanzadera, tomando su rifle bláster con él.

***

Darth Vader estaba sentado en la cabina de su caza TIE lisiado. La ventana de transpariacero del caza estaba hecha añicos y su ala de estribor era un amasijo informe. Si no fuera por su traje presurizado blindado y por el casco reforzado del caza, el Señor Oscuro de los Sith podría no haber sobrevivido a la colisión con los grandes bloques de hielo que se materializaron en su camino menos de un minuto antes de que el Tarkin explotara. Dado que la explosión había liberado miles de millones de fragmentos de escombro, así como radiación electromagnética que impedía cualquier transmisión de nave a nave –incluyendo señales de emergencia-, todo lo que Vader podía hacer por el momento era estar sentado en su caza, escuchar el áspero sonido de su trabajosa respiración mecanizada, y reflexionar en cómo había perdido una vez más una oportunidad de capturar a su hijo, Luke Skywalker.
Sólo habían pasado unas pocas semanas desde su duelo con Luke en Ciudad Nube. Había viajado a Hockaleg en su nave insignia personal, el Super Destructor Estelar Ejecutor, para inspeccionar el Tarkin. Nunca había tenido en gran estima las llamadas super-armas, y había sentido una diversión malsana al saber que la nueva estación de combate recibía el nombre del oficial bajo cuyo mando se perdió la Estrella de la Muerte. Sin embargo, su interés por el Tarkin cambió en el momento en que sintió la presencia de Luke a bordo.
Previamente, Vader había fracasado en sus intentos de capturar a Luke en los astilleros de Fondor. Y en el planeta Aridus. Y en Monasterio. Y en Mimban y en Verdanth, y, más recientemente, en Ciudad Nube. Con esas experiencias a sus espaldas, Vader no tenía intención de dejar que Luke se le escabullera en el Tarkin.
Sospechando que el joven rebelde trataría de sabotear el reactor de energía principal de la estación de combate, Vader dio instrucciones a un oficial imperial, el coronel Nord, de que retirara todo el personal de seguridad de las zonas del reactor y de que incrementara la vigilancia en todas las posibles rutas de escape. Y entonces Vader permaneció en el exterior de una sala del generador y esperó a que Luke caminara de lleno en su trampa.
Vader no había previsto que el coronel Nord trataría de matarle.
El intento de asesinato había distraído a Vader el tiempo suficiente para que Luke pudiera escapar en un transporte imperial. Vader no tuvo tiempo de tratar con el oficial traidor antes de tomar su caza TIE para perseguir a Luke. Ni tampoco pudo impedir que Luke pasara al cada vez más irritante Halcón Milenario, que había aparecido de la nada. Y cuando alguien soltó las reservas de agua del Halcón, Vader fue incapaz de esquivar el muro de hielo que se formó rápidamente en la estela del Halcón.
Desde su caza dañado, Vader observó cómo el Tarkin rotaba para dirigir su cañón iónico hacia el Halcón, y se dio cuenta de que el disparo inminente también destrozaría su caza. No tenía la menor duda de que era el coronel Nord quien estaba apuntando el arma, ni de que sus opciones de escapar a la explosión eran menos que nulas.
Pero entonces el Tarkin explotó sobre Hockaleg, lanzando amplios tentáculos de combustible ardiente en todas direcciones. Dos Destructores Estelares cercanos fueron consumidos al instante junto a docenas de naves más pequeñas. La onda de choque de la explosión golpeó el caza de Vader, empujándola lejos del hielo y lanzándola dando tumbos por el espacio. Los escombros del Tarkin pasaron a toda velocidad junto al caza y golpearon el ala de babor. Vader luchó con sus controles de vuelo, luchando por evitar que el caza se desviara demasiado de la órbita de Hockaleg. Pasó varios segundos girando sin control antes de conseguir activar un único impulsor y hacer que el caza se quedara prácticamente quieto antes de que el impulsor se agotase.
Los ojos de Vader trataron de enfocar más allá de las lentes de su negra máscara de metal mientras miraba a través de la ventana dañada de su cabina. Había escombros por todas partes. Varios kilómetros más allá de los ardientes restos del Tarkin, el Ejecutor estaba aparentemente intacto, pero Vader sintió poco consuelo por ello, ya que, debido a la interferencia electromagnética, ni siquiera podía indicar al Ejecutor que saliera en persecución del Halcón Milenario. Pensó que, incluso si conseguía hacer llegar una señal, el Halcón probablemente ya habría abandonado el sistema Patriim.
Y entonces vio un borrón con forma de platillo blanco saliendo a toda velocidad de la órbita de Hockaleg, y se dio cuenta de que estaba viendo el Halcón. Estaba a punto de usar la Fuerza para llamar a Luke, pero entonces el carguero se desvaneció en el hiperespacio. Y una vez más, Vader se sintió robado.
Tenía que lograr que Luke fuera su aliado. Luke tenía que ceder al lado oscuro de la Fuerza y unirse a él. A menos que ocurriera eso, Vader nunca sería capaz de derrocar a su propio maestro, el Emperador Palpatine.
Vader vio un gran pedazo de metal retorcido que avanzaba hacia su caza, y se extendió en la Fuerza para enviar el escombro en una trayectoria diferente. Se preguntó cómo reaccionaría el Emperador cuando conociera la destrucción del Tarkin. Con la gran extensión de los poderes del Emperador, era posible que ya fuera consciente de lo que había ocurrido en la órbita de Hockaleg. Aunque Palpatine sin duda expresaría su disgusto por la pérdida del Tarkin, últimamente había estado más preocupado por la construcción de la segunda Estrella de la Muerte en el sistema de Endor. Vader suponía que era muy probable que el Emperador le enviara a Endor para asegurarse de que la nueva Estrella de la Muerte no seguía el destino del Tarkin. Pensando en esa perspectiva, Vader se irritó. Era un soldado, no un supervisor de construcción, y estaba más que harto de trabajar con oficiales maquinadores y burócratas incompetentes.
Comprobó de nuevo su sistema de comunicaciones y no escuchó nada salvo estática en todas las frecuencias. La tripulación del Ejecutor era consciente de que se encontraba en su caza cuando el Tarkin estalló, y suponía que ya habrían enviado equipos de búsqueda para recogerle. También sospechaba que le aguardaba una larga espera. Incapaces de usar los sensores de sus naves para localizar el caza, los equipos tendrían que usar sus propios ojos para encontrarle entre los escombros dispersos. Aunque no confiaba por entero en ningún miembro de su tripulación, sí que confiaba en que le encontrarían más pronto que tarde. Después de todo, conocían el precio del fracaso. El miedo mantenía a todos en su lugar.
Pero entonces pensó en el difunto coronel Nord, quien sin duda también le había temido. Nord no había sido el primer oficial imperial que intentaba matar a Vader, y como la mayoría de los demás aspirantes a asesinos, no había tenido el coraje para enfrentarse directamente al Señor Sith. El problema con esos cobardes, decidió Vader, es que no tienen suficiente miedo.
Mientras Vader buscaba cualquier signo de los esperados equipos de búsqueda, se preguntó qué o quién trataría de matarle la próxima vez. Pensaba en ello con algo parecido al fervor, ya que con los años había desarrollado un ansia creciente por borrar de la galaxia cualquier cosa que le amenazara o pusiera a prueba su paciencia. Daba la bienvenida a lo inesperado porque sabía que no podría matarle. Confiaba en que seguiría sobreviviendo porque siempre lo hacía. Creía sinceramente que su supervivencia era la voluntad de la Fuerza.
Divisó una nave espacial moviéndose hacia su posición. Se sorprendió al ver que no era una nave del Ejecutor, sino una lanzadera con forma de caja de Hockaleg. Probó las luces de posición de su caza, y luego las hizo parpadear para llamar la atención del piloto. Conforme la lanzadera se acercó más, Vader miró por su ventana principal, y se sorprendió aún más al ver que la nave estaba pilotada por un soldado de asalto imperial.
Vader encendió las luces interiores de su caza para que el soldado pudiera verle claramente. Alzó una mano enfundada en un guante negro, señaló a la lanzadera, y luego señaló sobre su cabeza a la escotilla de acceso del caza. El soldado respondió asintiendo con la cabeza. Vader observó cómo el soldado maniobraba la lanzadera con manos expertas para colocar su lado de estribor lo más cerca posible de la parte superior de la cabina del caza.
Vader apartó la escotilla de acceso sobre su casco negro, se levantó de su asiento, y se propulsó por el espacio hacia la lanzadera que aguardaba. El soldado ya había abierto la esclusa de estribor. Vader guió su cuerpo a bordo de la lanzadera, y la compuerta exterior de la esclusa se cerró tras él. La cámara pronto se presurizó y entonces la compuerta interior se abrió. Vader avanzó hacia el puente de la lanzadera, donde encontró al soldado acorazado en posición de firmes. Vader miró al soldado de arriba abajo, y su voz profunda resonó en el puente:
-¿Por qué no hay un piloto imperial al mando de esta nave? –dijo.
Sin vacilación, el soldado respondió:
-Estaba destinado en la plataforma de despegue de lanzaderas de Hockaleg cuando vi que el Tarkin explotaba, señor. Dejé mi puesto en busca de supervivientes.
Vader reconoció la característica voz y la forma entrecortada de hablar del soldado.
-Serviste en las Guerras Clon.
No era una pregunta.
Pero el soldado respondió:
-Sí, señor.
-Y eres un piloto con experiencia.
-Sí, señor.
-Entonces, -dijo Vader-, ¿por qué vistes armadura de tropas de asalto?
-Fui degradado, señor.
-¿Por qué?
-Desobedecí una orden y ataqué a un oficial superior hace veinte años, señor –respondió el soldado, sin una pizca de remordimiento en su voz.
Vader estaba impresionado por el fuerte autocontrol del soldado. De hecho, no sentía miedo alguno en el soldado. Y aunque Vader vivía y respiraba para inspirar miedo –especialmente en sus subordinados-, no sentía ningún deseo de castigar a ese soldado en concreto, que exudaba tanto confianza como lealtad. En cambio, Vader se limitó a preguntar:
-¿Cuál era tu unidad operacional durante las Guerras Clon?
-Escuadrón Sombra, señor.
El aparato respirador de Vader hizo un pequeño sonido chirriante.
-Si estuviste en el Escuadrón Sombra, fuiste entrenado por...
-El general Skywalker, señor. ¿Desea regresar a su Destructor Estelar?
-Aún no –dijo Vader. Señaló a los controles de la lanzadera-. Deje una baliza luminosa de emergencia junto a mi caza y luego lléveme a la guarnición de Hockaleg.
-Discúlpeme, señor –dijo el soldado mientras desplegaba una baliza-, pero cuando el equipo de búsqueda encuentre su caza vacío, pensarán que se encuentra usted a la deriva.
-Que así sea –dijo Vader mientras se sentaba en el asiento del copiloto.

***

-Tengo curiosidad por los detalles de cómo fuste degradado –dijo Vader conforme la lanzadera descendía por la atmósfera de Hockaleg.
-Todo está en los archivos, señor –dijo el soldado, dirigiendo la lanzadera hacia el espaciopuerto.
-Preferiría escucharlo con tus propias palabras.
-¿Permiso para hablar con franqueza, señor?
-Concedido.
El soldado aclaró su garganta.
-¿Es usted consciente de que soy un clon, señor?
-Sí.
-Bueno, pues hace veinte años, después de que el Escuadrón Sombra fuera disuelto, tuve un nuevo oficial al mando... un no-clon. Cuando él me ordenó que matara a mi artillero, que había sido herido en combate, aunque no mortalmente, me negué. Y cuando mi oficial al mando trató de dispararme por negarme, le rompí la mandíbula. Pasé un año de reclusión en solitario.
Vader pensó en lo que le había dicho.
-¿Qué ocurrió con el clon herido? –dijo después.
-Se recuperó, aunque murió varios meses después durante un bombardeo.
-¿Lamentas tus acciones?
-No, señor. Todo el mundo muere. Me alegro de haber ayudado a un amigo a vivir más tiempo.
-Si estuvieras sirviendo bajo mi mando –dijo Vader cuando el espaciopuerto apareció ante ellos-, ¿alguna vez desobedecerías una orden?
-Sí, señor, pero sólo si eso ayudaba a que usted viviera más tiempo.
Vader quedó aturdido por las palabras del clon envejecido y por la implicación de que podría desobedecer una de sus órdenes... o de que podría considerar al Señor Sith como un amigo. Antes de poder pedir una explicación al clon, el con probó el comunicador y recibió un fuerte estallido de estática.
-No puedo establecer contacto con el control del espaciopuerto, señor –dijo, apagando el comunicador-. No tenemos permiso para aterrizar.
-¿Crees que algún soldado disparará a la lanzadera? –dijo Vader.
-No lo sé, señor.
La lanzadera aterrizó junto a la grúa de lanzamiento. La rampa de abordaje de la lanzadera se extendió y el clon salió al exterior, llevando su rifle bláster. Mientras descendía la rampa de abordaje por delante de Vader, se golpeó el lateral de su casco blanco.
-CT-4981 a TK-813 –dijo-, ¿me recibes? ¿TK-813? –Volvió la mirada a Vader y dijo-. Sólo estática, señor. -Al final de la rampa, miró a su alrededor-. ¿Dónde está todo el mundo? –añadió.
Vader escuchó gritos en la distancia, y luego el sonido de disparos de bláster. Se volvió hacia el clon, y pudo ver por la inclinación del casco del clon que él también había escuchado los disparos. Miraron hacia un callejón entre dos edificios cercanos y vieron salir a un soldado de asalto, disparando su rifle bláster tras él mientras corría. Tropezó y cayó al suelo, dándose de bruces contra el suelo.
-¡TK-813!
El clon corrió hacia el soldado caído y le dio media vuelta. Manaba sangre por debajo de la placa pectoral de TK-813. El clon transportó al soldado de asalto más joven tras un pequeño cobertizo mientras Vader caminaba hacia ellos con paso firme y los ojos fijos en el callejón.
-¿Qué ha pasado? –dijo el clon al soldado herido.
-Tenía usted razón acerca de los trabajadores, señor –jadeó el soldado-. No les gusta... el Imperio. Después de que vieron como... estallaba el Tarkin, atacaron la base, y luego...
El cuerpo del soldado quedó fláccido.
-Ha muerto –dijo el clon.
-Quédate conmigo –dijo Vader. Caminó velozmente hacia la lanzadera, y el clon le siguió de cerca. Estaban a mitad de camino a la nave cuando cinco hombres armados, con monos de trabajo manchados de grasa, aparecieron corriendo desde detrás de la grúa y comenzaron a dispararles. Sin detener su marcha, Vader alzó su mano derecha y desvió con facilidad los rayos de energía. Supuso que los cinco hombres le reconocieron y conocían sus habilidades, porque se encogieron, boquiabiertos, mientras bajaban sus blásters.
Con la mirada fija en los hombres, Vader se dirigió al clon.
-Sube a la lanzadera y prepárala para...
Vader fue interrumpido por otra ráfaga de fuego bláster, seguida de un repiqueteo de armadura tras él. Volvió la mirada y vio al clon caído en el suelo, agarrándose el costado izquierdo. Otro grupo de trabajadores había surgido de la plataforma de lanzamiento y ahora también se enfrentaban a Vader. Todos ellos parecían aterrorizados.
Ignorando a los trabajadores, el Señor Oscuro se arrodilló junto al clon. El clon seguía respirando, pero Vader pudo darse cuenta de que no duraría mucho.
-No podía apartarme y... dejar que le dieran, señor –dijo el clon.
Vader le quitó el casco al clon. Aunque el clon seguía pareciéndose a Jango Fett, su rostro estaba más marcado por la edad y su cabello era prácticamente blanco.
-Contrail –dijo Vader-, cuando estábamos con el Escuadrón Sombra, en la batalla de la Nebulosa de Kaliida, tu código de llamada era Sombra Once. Volaste bien.
El clon no pareció sorprendido de que Vader conociera su nombre y detalles acerca del Escuadrón Sombra. Se limitó a sonreír.
-Tuve un buen maestro, señor –dijo, y entonces sus ojos se cerraron y murió.
Vader se levantó y dirigió su mirada a los hombres que habían disparado al clon.
-Lord Vader, perdónenos, por favor –dijo uno de los hombres-. No sabíamos que estuviera en Hockaleg.
-Estaba a la deriva –dijo Vader mientras extraía su sable de luz y activaba su brillante hoja carmesí-. Permitidme que os dé las gracias a todos por haberme traído de vuelta.

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