Los
otros cinco miembros de la sesión de estrategia ya estaban esperando en la sala
de conferencias del puente del Destructor Estelar Imperial Amonestador cuando llegó el Capitán Superior Voss Parck.
-Mis
disculpas, almirante; caballeros –dijo mientras rodeaba la mesa hasta la silla
vacía a la derecha del gran almirante Thrawn-. Había un informe de última hora
del sistema Tantsor que pensé que podría ser relevante para nuestra discusión.
-¿Y
lo era? –preguntó el Enlace del Consejo Stromma, con su pelaje similar a hierba
brillando bajo las luces de la sala, su ceño anguloso fruncido sobre sus ojos
de color negro puro, y su tono sarcástico habitual más insolente incluso que de
costumbre.
-Sí
–dijo Parck, cuya dilatada experiencia le permitía no dejarse ofender por los
modales de Nyama. Una beligerancia extrema era una cualidad universal (y
altamente valorada) entre la jerarquía stromma, y los militares profesionales
de la especie no eran una excepción-. Los rumores de actividad resultaron no
ser más que un pequeño grupo de contrabandistas. Los investigadores no
encontraron conexión alguna entre ellos y Nuso Esva, ni ningún rastro de
auténticas naves de guerra.
-¿Y
para usted este desperdicio de esfuerzos constituye un progreso? –se burló Nyama.
-Lo
que el Enlace del Consejo Nyama pretende preguntar –dijo con un tono más
educado un stromma más joven sentado junto a Nyama- es si descartar un sistema
realmente estrecha la búsqueda del resto de las fuerzas de Nuso Esva,
especialmente cuando quedan tantas otras posibilidades.
-Incluso
la información negativa es útil –dijo Thrawn con calma, centrando sus
brillantes ojos rojos en Nyama-. Especialmente dado que los droides sonda que
dejamos atrás después de cada búsqueda nos aseguran que las fuerzas de Nuso
Esva no avanzan por detrás de nosotros.
Nyama
soltó un bufido de desprecio.
-Sabemos dónde está –dijo, golpeando la
mesa con el índice para mayor énfasis-. ¿Qué nos importa dónde se oculten los
restos dispersos de sus fuerzas?
-Mientras
él viva, siguen siendo una amenaza –dijo Parck-. Usted más que nadie debería
saber eso, Enlace del Consejo. Usted iba venciendo en la lucha contra esas
fuerzas antes de que él regresara a tomar personalmente el mando.
-La
situación era completamente diferente –gruñó Nyama-. Las fuerzas de Oristrom
estaban bien abastecidas y bien atrincheradas. Y eran muchísimo más numerosas. –Volvió
a golpear con el índice-. Además, Nuso Esva no va a abandonar Quethold. Ya no. En
cualquier caso, no con vida.
-El
Enlace Nyama tiene razón –dijo el comandante de las tropas de asalto Balkin
desde el otro lado de la mesa-. Donde quiera que se oculten esos remanentes,
seguramente Nuso Esva no tenga naves suficientes para atravesar nuestro
bloqueo.
-En
efecto, comandante –dijo Thrawn-. Por desgracia, muy pronto habrá que levantar
el bloqueo. Hay otros asuntos que requieren urgentemente mi atención, otras
amenazas para esta región y para aquellas que se han unido al Imperio de la
Mano.
-El
almirante está en lo cierto –secundó Parck-. Podría nombrar ahora mismo al
menos diez de esas amenazas, y aún habrá más.
-Entonces
acabemos con él –dijo Balkin firmemente-. Los soldados de asalto de la 501
están listos para avanzar y conseguir su cabeza.
Nyama
volvió a soltar un bufido.
-No
tiene ni idea de lo que está diciendo –dijo desdeñosamente-. Nunca se han
enfrentado a Soldados quesoth en la batalla. Nosotros, por otra parte, hemos
tratado con ellos como aliados y también como enemigos. Son incluso más grandes
que los Obreros, cuando se yerguen son casi tan altos como usted o yo. Y son
inmensamente fuertes. También tienen una lealtad feroz hacia su Reina,
obedeciendo sus órdenes sin dudarlo y sin tener en cuenta su propia seguridad.
Y en la Ciudad Roja hay miles de ellos.
-Ya
nos hemos enfrentado antes a enemigos leales y numerosos –dijo Balkin-. Y estos
caerán de igual modo.
-Pero
a un alto coste-advirtió Nyama-. ¿Está usted dispuesto a aceptar tales
pérdidas, gran almirante Thrawn?
-No
acepto pérdidas innecesarias de ningún tipo, Enlace del Consejo –dijo Thrawn,
con su rostro de piel azul impasible-. Pero no tenía conocimiento de que
hubiera luchado antes contra los quesoth.
-Fue
hace mucho tiempo, durante la estúpida arrogancia a la que llamamos Periodo de
Expansión –dijo Nyama. Por una vez, advirtió Parck, la beligerante voz era casi
introspectiva-. Incluso con las primitivas armas ceremoniales que siguen
usando, sufrimos gravemente antes de que recobráramos la razón e hiciéramos las
paces con ellos. –Sus orificios nasales se abrieron-. Y ustedes también sufrirán
si prosiguen en esta senda de locura.
-Tal
vez alguien del consejo podría hablar con la Reina de los Rojos –sugirió Parck-.
Si pudieran convencerla de entrar en razón...
-Las
reinas de los quesoth crean su propia razón –dijo Nyama-. Sea cual sea la
lógica que siguió para aceptar a Nuso Esva bajo su cuidado, no podrá hacérsele
cambiar de idea.
-Entonces
sufrirá –dijo Thrawn.
-Todos
sufriremos –dijo secamente Nyama-. Ese es el camino de la vida.
Parck
hizo una mueca. Los quesoth sufrirían, en efecto, como las más de veinte
especies que ya habían sufrido bajo el reinado de terror de Nuso Esva. Desde
que el alienígena y su gente -los guerreros a los que orgullosamente llamaba
sus “Elegidos”- habían surgido de un planeta aún sin identificar de las
Regiones Desconocidas, dejando a su paso un letal rastro por pueblos, mundos, e
incluso pequeñas federaciones. De todos los que habían sido atacados, sólo
Thrawn había mostrado la habilidad y la resolución necesaria para bloquear la
expansión de Nuso Esva y, poco a poco, para comenzar a hacerle retroceder.
Pero
la victoria había llegado a un coste terrible. Los Elegidos luchaban con fanático
celo, y obligaban a los pueblos subyugados bajo su control a luchar a su lado
con la misma tenacidad.
Y
aún peor; con cada retirada forzada, los Elegidos seguían la política de Nuso
Esva de incinerar y destruir todo aquello que no podían llevarse consigo, no
sólo las armas para la guerra, sino también los medios para que la población
local pudiera sobrevivir al siguiente invierno o temporada de sequía. Millones
de seres habían muerto en las conquistas de Nuso Esva, y millones más lo habían
hecho como secuela de sus retiradas.
Incluyendo
cientos de miles de stromma que habían quedado atrapados en el fuego cruzado y
las tierras calcinadas cuando Thrawn finalmente consiguió expulsar a Nuso Esva
de sus mundos. Lo que, para Parck, hacía que la actitud de Nyama fuera mucho
más sorprendente. ¿Acaso no quería que los quesoth, sus aliados declarados,
fueran liberados de las ataduras de Nuso Esva?
-Sin
embargo, nuestro trabajo como seres civilizados es minimizar ese sufrimiento
tanto como podamos –dijo Thrawn. Si estaba molesto por la aparente falta de
compasión de Nyama, no lo mostró en su voz ni en su expresión-. Me gustaría ver
los registros de sus guerras contra los quesoth. Con una especie insectoide,
incluso las batallas de hace mucho tiempo pueden iluminarnos.
-Esos
registros son antiguos e incompletos –dijo Nyama-. Y también serán inútiles. Ahora
mismo, lo que usarán serán las tácticas y estrategias de Nuso Esva.
-Desde
luego, él diseñará su estrategia general –dijo Thrawn, con tono pensativo-.
Pero dado que los Soldados quesoth aún usarán sus armas antiguas, puede que
también se aferren todavía a sus antiguas tácticas en el campo de batalla.
Junto
a Balkin, el comandante de escuadrón de TIE, barón Soontir Fel, se removió en
su asiento.
-Esos
paraguas de escudo que tienen en la parte central de la ciudad no son armas
antiguas en absoluto –señaló.
-Cierto
–concedió Thrawn-. Puede que el Enlace Nyama tenga razón. Puede que en realidad
nos enfrentemos a una mezcla de tácticas dispares, una mezcla que será difícil
de prever. –Miró a Parck-. Necesitamos información, capitán. Más información;
mejor información. Estamos trabajando a ciegas.
-Con
qué rapidez tropieza el indomable Maestro de Guerreros –dijo Nyama con sarcasmo.
-Lo
que el Enlace del Consejo Nyama quiere decir... –volvió a tomar la palabra el
joven conciliador- es que la información adecuada es desde luego parte
necesaria de la preparación del combate. –Sus ojos miraron brevemente a Nyama-.
También sugiere que puede que haya un modo de obtener la información que busca.
Thrawn
entrecerró ligeramente los ojos.
-Continúe.
Nyama
hizo una mueca.
-Como
ya he dicho, durante muchas generaciones hemos sido aliados de los quesoth.
Como resultado, tenemos contacto entre los Quesoth de los Rojos. Tal vez pueda
hablar por ustedes con alguno de ellos.
-Ya
nos ha dicho que su lealtad hacia su Reina es incuestionable –le recordó
Balkin-. ¿De qué serviría hablar con ellos?
-He
dicho que los Soldados eran leales –replicó
Nyama-. Los Soldados y los Obreros apenas poseen inteligencia, por no hablar de
ser capaces de tomar sus propias decisiones. Nunca dije que ese fuera el caso
de los Circúleos y los Midlis.
-¿Pero también son leales, no es así? –insistió Balkin.
-He dicho que pueden pensar por sí mismos –dijo Nyama,
prácticamente gritando-. ¿Está usted sordo, calvorota estú...?
-Lo que el Enlace del Consejo Nyama quiere decir –interrumpió
apresuradamente el conciliador-, es que existe una pequeña pero creciente
oposición a la alianza de la Reina con Nuso Esva. Si podemos contactar con
ellos, tal vez puedan obtener la información que buscan.
Nyama lanzó una Mirada furiosa al conciliador, pero
asintió con gesto reticente.
-Siempre y cuando ustedes quieran algo que entre
dentro de sus capacidades –gruñó.
-¿Y cuáles son sus capacidades? –preguntó Fel.
-No gran cosa –dijo Nyama-. Los Circúleos son los
consejeros de la Reina y los machos reproductores de casta más alta. Son los
quesoth más inteligentes, pero tratan con palabras y pensamientos, no con
acciones. La tarea de los Midlis es supervisar a los Obreros, así que no son
tan inteligentes. Pero se puede razonar con ellos, y pueden manejar equipo
hasta cierto punto.
-La tarea debería ser bastante fácil –le aseguró
Thrawn-. Todo lo que quiero es que uno de ellos introduzca clandestinamente una
holocámara en las cámaras de Nuso Esva.
-¿Una holocámara? –repitió Nyama con incredulidad.
-Nuso Esva apenas llevaba consigo algunas de sus
propias obras de arte cuando huyó a Quethold –explicó Thrawn-. La mayor parte
de lo que tiene será de la colección de la Reina. Necesito ver qué piezas ha
escogido.
Nyama soltó un bufido y meneó la cabeza.
-Gran almirante Thrawn, su obsesión con el arte es
más inquietante que su obsesión con el propio Nuso Esva.
-Su
obsesión con ambas cosas es lo que expulsó a Nuso Esva de Oristrom y le
proporcionó a usted la libertad para estar aquí hoy –dijo Fel.
Nyama le miró fijamente. Pero no tenía respuesta a
eso, y todo el mundo en la sala lo sabía.
-¿Tiene esa holocámara con usted? –gruñó,
volviéndose hacia Thrawn.
-Estará lista en cuanto confirme que uno de los
Circúleos o Midlis descontentos puede llevarla a las cámaras de Nuso Esva –dijo
Thrawn.
-Y que luego pueda volver a sacarla, supongo –gruñó
Nyama. Se puso abruptamente en pie-. Volveré ahora a mi nave y trataré de comunicarme
con los disidentes. ¿Qué
tamaño tendrá esa holocámara?
-Muy
pequeña –dijo Thrawn, mostrando su mano-. Del tamaño de uno de mis
nudillos. Podemos camuflarla del modo que sea necesario para facilitar su
introducción.
-Tal vez incluso pueda colocarse en uno de los
Obreros o Soldados que sirven a la Reina –sugirió Parck-. Tengo entendido que
doce de cada la acompañan dondequiera que va.
-Está usted bien informado –dijo Nyama-. Consultaré
cuál es el mejor modo de conseguir este objetivo, y me comunicaré con ustedes
cuando tenga algo más que decir.
Con una brusca inclinación de cabeza a Thrawn, se
dio la vuelta y salió a grandes zancadas de la sala, con el joven conciliador
apresurándose tras él. La puerta se deslizó para cerrarse tras ellos, y Thrawn
miró a su alrededor en la mesa.
-¿Algún
comentario? –invitó.
-Podría
funcionar –dijo Parck con cautela-. Aunque el número de variables sigue
siendo incómodamente elevado.
-Y si la actitud de Nyama es la típica de los
stromma –añadió Fel-, será mejor que asumamos que tendremos de ocuparnos de
Nuso Esva sin ellos.
-Son aliados de los quesoth, después de todo –murmuró
Balkin-. No es fácil enfrentarte a tus amigos.
-Especialmente cuando creen que pueden limitarse a
ganar tiempo –dijo Fel-. Dos años hasta que se acabe el tiempo de Nuso Esva en
Ciudad Roja, ¿no es así?
-Así
es, si los números de Nyama son acertados –confirmó Parck.
-Sus
números son acertados, pero su razonamiento está equivocado –dijo Thrawn-. Nuso
Esva podría causar gran cantidad de daño a la gente de la Ciudad Roja en esos
dos años. Ese no es un resultado que esté preparado a aceptar. –Dudó-. Tengan también
en cuenta que el Enlace Nyama habla en nombre del consejo stromma, y algunos de
sus miembros aún nos culpan por la destrucción que sufrieron sus mundos.
Fel murmuró algo entre dientes.
-Supongo que también culpan a sus cirujanos por
dañar pedazos de tejido sano al extirpar el gangrenado.
-No defiendo sus opiniones –dijo Thrawn con
suavidad-. Meramente hago constar que esas opiniones existen. En cualquier
caso, no podemos permitir que la gente común de la galaxia sufra meramente porque
sus líderes se nieguen a veces a enfrentarse a la realidad del universo.
-Bueno, aquí la realidad es que finalmente podemos derrotar
a ese hijo de... que podemos derrotar a Nuso Esva –corrigió rápidamente Fel-.
Le tenemos atrapado, y no tiene ningún lugar al que huir. Y comprendemos cómo
trabaja.
-Cierto.
–Thrawn sonrió ligeramente-. Y lo que es más importante, él comprende cómo trabajo
yo.
-Con
suerte, eso será suficiente –dijo Parck.
Thrawn
inclinó la cabeza.
-Ya
veremos.
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