jueves, 5 de junio de 2014

Crisis de fe (II)



Los otros cinco miembros de la sesión de estrategia ya estaban esperando en la sala de conferencias del puente del Destructor Estelar Imperial Amonestador cuando llegó el Capitán Superior Voss Parck.
-Mis disculpas, almirante; caballeros –dijo mientras rodeaba la mesa hasta la silla vacía a la derecha del gran almirante Thrawn-. Había un informe de última hora del sistema Tantsor que pensé que podría ser relevante para nuestra discusión.
-¿Y lo era? –preguntó el Enlace del Consejo Stromma, con su pelaje similar a hierba brillando bajo las luces de la sala, su ceño anguloso fruncido sobre sus ojos de color negro puro, y su tono sarcástico habitual más insolente incluso que de costumbre.
-Sí –dijo Parck, cuya dilatada experiencia le permitía no dejarse ofender por los modales de Nyama. Una beligerancia extrema era una cualidad universal (y altamente valorada) entre la jerarquía stromma, y los militares profesionales de la especie no eran una excepción-. Los rumores de actividad resultaron no ser más que un pequeño grupo de contrabandistas. Los investigadores no encontraron conexión alguna entre ellos y Nuso Esva, ni ningún rastro de auténticas naves de guerra.
-¿Y para usted este desperdicio de esfuerzos constituye un progreso? –se burló Nyama.
-Lo que el Enlace del Consejo Nyama pretende preguntar –dijo con un tono más educado un stromma más joven sentado junto a Nyama- es si descartar un sistema realmente estrecha la búsqueda del resto de las fuerzas de Nuso Esva, especialmente cuando quedan tantas otras posibilidades.
-Incluso la información negativa es útil –dijo Thrawn con calma, centrando sus brillantes ojos rojos en Nyama-. Especialmente dado que los droides sonda que dejamos atrás después de cada búsqueda nos aseguran que las fuerzas de Nuso Esva no avanzan por detrás de nosotros.
Nyama soltó un bufido de desprecio.
-Sabemos dónde está –dijo, golpeando la mesa con el índice para mayor énfasis-. ¿Qué nos importa dónde se oculten los restos dispersos de sus fuerzas?
-Mientras él viva, siguen siendo una amenaza –dijo Parck-. Usted más que nadie debería saber eso, Enlace del Consejo. Usted iba venciendo en la lucha contra esas fuerzas antes de que él regresara a tomar personalmente el mando.
-La situación era completamente diferente –gruñó Nyama-. Las fuerzas de Oristrom estaban bien abastecidas y bien atrincheradas. Y eran muchísimo más numerosas. –Volvió a golpear con el índice-. Además, Nuso Esva no va a abandonar Quethold. Ya no. En cualquier caso, no con vida.
-El Enlace Nyama tiene razón –dijo el comandante de las tropas de asalto Balkin desde el otro lado de la mesa-. Donde quiera que se oculten esos remanentes, seguramente Nuso Esva no tenga naves suficientes para atravesar nuestro bloqueo.
-En efecto, comandante –dijo Thrawn-. Por desgracia, muy pronto habrá que levantar el bloqueo. Hay otros asuntos que requieren urgentemente mi atención, otras amenazas para esta región y para aquellas que se han unido al Imperio de la Mano.
-El almirante está en lo cierto –secundó Parck-. Podría nombrar ahora mismo al menos diez de esas amenazas, y aún habrá más.
-Entonces acabemos con él –dijo Balkin firmemente-. Los soldados de asalto de la 501 están listos para avanzar y conseguir su cabeza.
Nyama volvió a soltar un bufido.
-No tiene ni idea de lo que está diciendo –dijo desdeñosamente-. Nunca se han enfrentado a Soldados quesoth en la batalla. Nosotros, por otra parte, hemos tratado con ellos como aliados y también como enemigos. Son incluso más grandes que los Obreros, cuando se yerguen son casi tan altos como usted o yo. Y son inmensamente fuertes. También tienen una lealtad feroz hacia su Reina, obedeciendo sus órdenes sin dudarlo y sin tener en cuenta su propia seguridad. Y en la Ciudad Roja hay miles de ellos.
-Ya nos hemos enfrentado antes a enemigos leales y numerosos –dijo Balkin-. Y estos caerán de igual modo.
-Pero a un alto coste-advirtió Nyama-. ¿Está usted dispuesto a aceptar tales pérdidas, gran almirante Thrawn?
-No acepto pérdidas innecesarias de ningún tipo, Enlace del Consejo –dijo Thrawn, con su rostro de piel azul impasible-. Pero no tenía conocimiento de que hubiera luchado antes contra los quesoth.
-Fue hace mucho tiempo, durante la estúpida arrogancia a la que llamamos Periodo de Expansión –dijo Nyama. Por una vez, advirtió Parck, la beligerante voz era casi introspectiva-. Incluso con las primitivas armas ceremoniales que siguen usando, sufrimos gravemente antes de que recobráramos la razón e hiciéramos las paces con ellos. –Sus orificios nasales se abrieron-. Y ustedes también sufrirán si prosiguen en esta senda de locura.
-Tal vez alguien del consejo podría hablar con la Reina de los Rojos –sugirió Parck-. Si pudieran convencerla de entrar en razón...
-Las reinas de los quesoth crean su propia razón –dijo Nyama-. Sea cual sea la lógica que siguió para aceptar a Nuso Esva bajo su cuidado, no podrá hacérsele cambiar de idea.
-Entonces sufrirá –dijo Thrawn.
-Todos sufriremos –dijo secamente Nyama-. Ese es el camino de la vida.
Parck hizo una mueca. Los quesoth sufrirían, en efecto, como las más de veinte especies que ya habían sufrido bajo el reinado de terror de Nuso Esva. Desde que el alienígena y su gente -los guerreros a los que orgullosamente llamaba sus “Elegidos”- habían surgido de un planeta aún sin identificar de las Regiones Desconocidas, dejando a su paso un letal rastro por pueblos, mundos, e incluso pequeñas federaciones. De todos los que habían sido atacados, sólo Thrawn había mostrado la habilidad y la resolución necesaria para bloquear la expansión de Nuso Esva y, poco a poco, para comenzar a hacerle retroceder.
Pero la victoria había llegado a un coste terrible. Los Elegidos luchaban con fanático celo, y obligaban a los pueblos subyugados bajo su control a luchar a su lado con la misma tenacidad.
Y aún peor; con cada retirada forzada, los Elegidos seguían la política de Nuso Esva de incinerar y destruir todo aquello que no podían llevarse consigo, no sólo las armas para la guerra, sino también los medios para que la población local pudiera sobrevivir al siguiente invierno o temporada de sequía. Millones de seres habían muerto en las conquistas de Nuso Esva, y millones más lo habían hecho como secuela de sus retiradas.
Incluyendo cientos de miles de stromma que habían quedado atrapados en el fuego cruzado y las tierras calcinadas cuando Thrawn finalmente consiguió expulsar a Nuso Esva de sus mundos. Lo que, para Parck, hacía que la actitud de Nyama fuera mucho más sorprendente. ¿Acaso no quería que los quesoth, sus aliados declarados, fueran liberados de las ataduras de Nuso Esva?
-Sin embargo, nuestro trabajo como seres civilizados es minimizar ese sufrimiento tanto como podamos –dijo Thrawn. Si estaba molesto por la aparente falta de compasión de Nyama, no lo mostró en su voz ni en su expresión-. Me gustaría ver los registros de sus guerras contra los quesoth. Con una especie insectoide, incluso las batallas de hace mucho tiempo pueden iluminarnos.
-Esos registros son antiguos e incompletos –dijo Nyama-. Y también serán inútiles. Ahora mismo, lo que usarán serán las tácticas y estrategias de Nuso Esva.
-Desde luego, él diseñará su estrategia general –dijo Thrawn, con tono pensativo-. Pero dado que los Soldados quesoth aún usarán sus armas antiguas, puede que también se aferren todavía a sus antiguas tácticas en el campo de batalla.
Junto a Balkin, el comandante de escuadrón de TIE, barón Soontir Fel, se removió en su asiento.
-Esos paraguas de escudo que tienen en la parte central de la ciudad no son armas antiguas en absoluto –señaló.
-Cierto –concedió Thrawn-. Puede que el Enlace Nyama tenga razón. Puede que en realidad nos enfrentemos a una mezcla de tácticas dispares, una mezcla que será difícil de prever. –Miró a Parck-. Necesitamos información, capitán. Más información; mejor información. Estamos trabajando a ciegas.
-Con qué rapidez tropieza el indomable Maestro de Guerreros –dijo Nyama con sarcasmo.
-Lo que el Enlace del Consejo Nyama quiere decir... –volvió a tomar la palabra el joven conciliador- es que la información adecuada es desde luego parte necesaria de la preparación del combate. –Sus ojos miraron brevemente a Nyama-. También sugiere que puede que haya un modo de obtener la información que busca.
Thrawn entrecerró ligeramente los ojos.
-Continúe.
Nyama hizo una mueca.
-Como ya he dicho, durante muchas generaciones hemos sido aliados de los quesoth. Como resultado, tenemos contacto entre los Quesoth de los Rojos. Tal vez pueda hablar por ustedes con alguno de ellos.
-Ya nos ha dicho que su lealtad hacia su Reina es incuestionable –le recordó Balkin-. ¿De qué serviría hablar con ellos?
-He dicho que los Soldados eran leales –replicó Nyama-. Los Soldados y los Obreros apenas poseen inteligencia, por no hablar de ser capaces de tomar sus propias decisiones. Nunca dije que ese fuera el caso de los Circúleos y los Midlis.
-¿Pero también son leales, no es así? –insistió Balkin.
-He dicho que pueden pensar por sí mismos –dijo Nyama, prácticamente gritando-. ¿Está usted sordo, calvorota estú...?
-Lo que el Enlace del Consejo Nyama quiere decir –interrumpió apresuradamente el conciliador-, es que existe una pequeña pero creciente oposición a la alianza de la Reina con Nuso Esva. Si podemos contactar con ellos, tal vez puedan obtener la información que buscan.
Nyama lanzó una Mirada furiosa al conciliador, pero asintió con gesto reticente.
-Siempre y cuando ustedes quieran algo que entre dentro de sus capacidades –gruñó.
-¿Y cuáles son sus capacidades? –preguntó Fel.
-No gran cosa –dijo Nyama-. Los Circúleos son los consejeros de la Reina y los machos reproductores de casta más alta. Son los quesoth más inteligentes, pero tratan con palabras y pensamientos, no con acciones. La tarea de los Midlis es supervisar a los Obreros, así que no son tan inteligentes. Pero se puede razonar con ellos, y pueden manejar equipo hasta cierto punto.
-La tarea debería ser bastante fácil –le aseguró Thrawn-. Todo lo que quiero es que uno de ellos introduzca clandestinamente una holocámara en las cámaras de Nuso Esva.
-¿Una holocámara? –repitió Nyama con incredulidad.
-Nuso Esva apenas llevaba consigo algunas de sus propias obras de arte cuando huyó a Quethold –explicó Thrawn-. La mayor parte de lo que tiene será de la colección de la Reina. Necesito ver qué piezas ha escogido.
Nyama soltó un bufido y meneó la cabeza.
-Gran almirante Thrawn, su obsesión con el arte es más inquietante que su obsesión con el propio Nuso Esva.
-Su obsesión con ambas cosas es lo que expulsó a Nuso Esva de Oristrom y le proporcionó a usted la libertad para estar aquí hoy –dijo Fel.
Nyama le miró fijamente. Pero no tenía respuesta a eso, y todo el mundo en la sala lo sabía.
-¿Tiene esa holocámara con usted? –gruñó, volviéndose hacia Thrawn.
-Estará lista en cuanto confirme que uno de los Circúleos o Midlis descontentos puede llevarla a las cámaras de Nuso Esva –dijo Thrawn.
-Y que luego pueda volver a sacarla, supongo –gruñó Nyama. Se puso abruptamente en pie-. Volveré ahora a mi nave y trataré de comunicarme con los disidentes. ¿Qué tamaño tendrá esa holocámara?
-Muy pequeña –dijo Thrawn, mostrando su mano-. Del tamaño de uno de mis nudillos. Podemos camuflarla del modo que sea necesario para facilitar su introducción.
-Tal vez incluso pueda colocarse en uno de los Obreros o Soldados que sirven a la Reina –sugirió Parck-. Tengo entendido que doce de cada la acompañan dondequiera que va.
-Está usted bien informado –dijo Nyama-. Consultaré cuál es el mejor modo de conseguir este objetivo, y me comunicaré con ustedes cuando tenga algo más que decir.
Con una brusca inclinación de cabeza a Thrawn, se dio la vuelta y salió a grandes zancadas de la sala, con el joven conciliador apresurándose tras él. La puerta se deslizó para cerrarse tras ellos, y Thrawn miró a su alrededor en la mesa.
-¿Algún comentario? –invitó.
-Podría funcionar –dijo Parck con cautela-. Aunque el número de variables sigue siendo incómodamente elevado.
-Y si la actitud de Nyama es la típica de los stromma –añadió Fel-, será mejor que asumamos que tendremos de ocuparnos de Nuso Esva sin ellos.
-Son aliados de los quesoth, después de todo –murmuró Balkin-. No es fácil enfrentarte a tus amigos.
-Especialmente cuando creen que pueden limitarse a ganar tiempo –dijo Fel-. Dos años hasta que se acabe el tiempo de Nuso Esva en Ciudad Roja, ¿no es así?
-Así es, si los números de Nyama son acertados –confirmó Parck.
-Sus números son acertados, pero su razonamiento está equivocado –dijo Thrawn-. Nuso Esva podría causar gran cantidad de daño a la gente de la Ciudad Roja en esos dos años. Ese no es un resultado que esté preparado a aceptar. –Dudó-. Tengan también en cuenta que el Enlace Nyama habla en nombre del consejo stromma, y algunos de sus miembros aún nos culpan por la destrucción que sufrieron sus mundos.
Fel murmuró algo entre dientes.
-Supongo que también culpan a sus cirujanos por dañar pedazos de tejido sano al extirpar el gangrenado.
-No defiendo sus opiniones –dijo Thrawn con suavidad-. Meramente hago constar que esas opiniones existen. En cualquier caso, no podemos permitir que la gente común de la galaxia sufra meramente porque sus líderes se nieguen a veces a enfrentarse a la realidad del universo.
-Bueno, aquí la realidad es que finalmente podemos derrotar a ese hijo de... que podemos derrotar a Nuso Esva –corrigió rápidamente Fel-. Le tenemos atrapado, y no tiene ningún lugar al que huir. Y comprendemos cómo trabaja.
-Cierto. –Thrawn sonrió ligeramente-. Y lo que es más importante, él comprende cómo trabajo yo.
-Con suerte, eso será suficiente –dijo Parck.
Thrawn inclinó la cabeza.
-Ya veremos.

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