lunes, 23 de junio de 2014

Crisis de fe (IV)



La grabadora estalló en una confusa cacofonía de chirridos y chasquidos.

-Cruzad las puertas de la Morada –tradujo Nyama, con las orejas temblando de concentración mientras escuchaba la grabación que su contacto Circúleo había entregado una hora antes-. Rodead y proteged a los Huéspedes.

Se escuchó otro chirrido.

-Obedecemos a la Reina –tradujo Nyama. Se escuchó un débil sonido de pasos, y luego el ruido de unas puertas abriéndose y cerrándose-. Y se van-añadió Nyama, recostándose en su asiento-. Todo lo demás a partir de ahora debería ser en Lenguaje Común Quesoth. Supongo que lo comprenden.

-Lo entendemos –dijo Parck, mirando a Thrawn en la cabecera de la mesa de conferencias. Los brillantes ojos del gran almirante se habían reducido a dos estrechas rendijas, con toda su atención aparentemente dedicada a las fotos de la Morada de los Huéspedes que también había proporcionado la grabadora secreta-. ¿Qué sabe acerca del Lenguaje de los Soldados, Enlace Nyama? –preguntó Parck mientras programaba una búsqueda rápida en la pista de audio.

El stromma soltó un bufido.

-Obviamente, puedo entenderlo –dijo-. ¿Qué más hay que saber?

-Lo que el Enlace del Consejo Nyama quiere decir –indicó el conciliador-, es que no hay ninguna otra cosa que nadie salvo una Reina y un Soldado quesoth puedan saber. Es un lenguaje altamente secreto.

-Y aun así, usted lo conoce –señaló Parck-. Al igual que varios de nuestros reclutas stromma.

-Incluyendo dos de mis soldados de asalto –dijo Balkin.

-¿Y la comprensión les va a servir de algo? –replicó Nyama-. Desde ahora les digo que no será así. Hemos luchado contra los quesoth, capitán Parck. Todo lo que la comprensión del Lenguaje de los Soldados puede ofrecerles es la breve ventaja de saber cuál de sus soldados será el próximo en morir.

-Cosa que también puede resultar útil –dijo Thrawn, alzando la mirada de su tableta de datos-. Y aún más importante, la comprensión de un lenguaje es el primer paso para hablarlo o reproducirlo de alguna otra forma.

-No –dijo secamente Nyama-. No se puede reproducir el Lenguaje de los Soldados. Créame, almirante Thrawn, lo intentamos.

-Eso fue hace mucho tiempo –le recordó Thrawn-. Tenemos recursos de los que ustedes no disponían entonces.

-No se puede reproducir el Lenguaje de los Soldados –repitió Nyama, esta vez con tono más tajante-. Las reinas tienen un conjunto único de cuerdas vocales y cavidades de resonancia, que ni siquiera los propios soldados tienen. Aparte de eso, el lenguaje de los Soldados utiliza al menos cinco variantes de resonancia y tono distintas, por no mencionar un vocabulario completamente distinto al del Lenguaje Común. Los catorce altavoces que han dispuesto bajo la zona de paraguas de escudo tienen que haber sido diseñados especialmente para soportar todo ese rango.

-¿Así que no usan comunicadores en combate? –preguntó Fel.

-¿No me está escuchando? –dijo Nyama entre dientes-. He dicho que necesitaban altavoces espaciales. Ningún comunicador puede acercarse ni de lejos a soportar el rango de frecuencias necesario. Sus altavoces son simplemente muy pequeños.

-Sí, le hemos escuchado –dijo Fel-. Así que si podemos inutilizar los altavoces, cortamos toda comunicación entre la Reina y sus tropas.

-Para lo que les serviría eso... –dijo Nyama con desdén-. Se limitarían a seguir sus órdenes previas. Seguramente algo simple como “Matar a todos los atacantes”.

-Puede haber otras formas de aprovechar esa clase de sistema de comunicaciones –dijo Thrawn.

Nyama soltó un bufido.

-Si usted lo dice...

-Esperen... vuelve a oírse el Lenguaje de los Soldados –interrumpió Parck cuando el ordenador detectó las claves lingüísticas. Subió el volumen, torciendo el gesto cuando los sonidos chirriantes volvieron a asaltar sus oídos.

El monólogo fue breve.

-¿Enlace Nyama? –invitó Parck.

-Nada útil –dijo Nyama-. Soldados: Escoltad a vuestra Reina al Palacio.

-Creía que todos los Soldados estaban fuera –dijo Fel.

-Hay salidas de aire cerca del techo –dijo Thrawn, volviendo la mirada en las imágenes que había captado la holocámara-. Pueden escuchar las órdenes por ahí.

Pero Parck podía ver ahora que las líneas de tensión en el rostro de su comandante se habían suavizado.

-¿Ha encontrado algo, almirante? –preguntó.

-Creo que es posible que haya encontrado la solución –dijo Thrawn, dejando a un lado la tableta de datos-. De las obras de arte que Nuso Esva ha elegido para decorar su entorno, preveo que desplegará la mayoría de sus fuerzas en el extremo occidental de la ciudad, rodeando la Avenida del Sol Poniente.

Disimuladamente, Parck miró a Nyama. La habilidad única de Thrawn de leer el núcleo más profundo de la psicología de una especie a través del estudio de sus obras de arte era una de sus mayores fortalezas, permitiéndole anticipar los movimientos y tácticas de batalla de sus oponentes. Los nuevos aliados que veían una demostración por primera vez reaccionaban inevitablemente con sorpresa, asombro, o incredulidad.

Aparentemente, Nyama había elegido la tercera opción.

-Una deducción brillante –dijo el stromma con sarcasmo-. Por supuesto que concentrará allí sus fuerzas... ese es el único punto del perímetro donde sus tanques pesados Juggernaut pueden entrar a la ciudad. En todos los demás lugares, los paraguas de escudo de Nuso Esva tienen los bordes en un ángulo que impide el paso a vehículos de cualquier tamaño.

-Lo que sugiere que la Avenida del Sol Poniente es la entrada a una trampa –sugirió Balkin.

-Desde luego –convino Thrawn con calma-. Porque la zona no estará vigilada sólo por Soldados quesoth. También tendrá cierto número de emplazamientos de armas pesadas ocultos en la ruta, esperando a nuestros Juggernauts. Conforme nuestras fuerzas entren en la ciudad, hará descender el ángulo de los paraguas de escudo a lo largo de la ruta, para proteger los generadores de los escudos del fuego de los Juggernauts, así como para evitar que los tanques se desvíen de ese camino. Una vez los Juggernauts se hayan una distancia predeterminada en la ciudad, hará estallar el primero y el último de la hilera, atrapando así a todos los demás. Llegado a ese punto, puede destruirlos a su antojo.

Parck asintió, con sabor amargo en la boca. Era una táctica que había visto usar a Nuso Esva con efectos devastadores en encuentros previos contra algunos de los demás aliados del Imperio de la Mano.

-Entonces, ¿cómo lo evitamos? –preguntó.

-Primero le dejamos pensar que su plan está funcionando –dijo Thrawn-. Eso implica enviar la hilera de Juggernauts tal y como él espera. –Los ojos le brillaron-. Pero antes de que pueda lanzar su ataque, destruimos la trampa.

-Deje que adivine –gruñó Nyama-. El comandante de escuadrón Fel y sus expertísimos pilotos de TIE vuelan atravesando los huecos entre los paraguas de escudo y hacen volar las armas ocultas.

-Se burla, pero en realidad es muy posible hacerlo –dijo Fel-. Los escudos no se solapan tan bien como debieran. Hay numerosos huecos entre ellos, incluyendo al menos uno a lo largo de las partes más escarpadas de la colina principal de la ciudad que es lo bastante grande para atravesarlo volando si llegamos justo con el ángulo adecuado. Una vez que hayamos entrado, por debajo de los escudos, todo salvo el palacio y los terrenos del palacio estaría a nuestra merced.

-Eso asumiendo que sus pilotos sean capaces de introducirse en el ángulo necesario –replicó Nyama-. En el calor y el fragor de la batalla, tal precisión sería imposible.

Fel se encogió de hombros.

-Lo imposible es la especialidad del Escuadrón Gris.

-¿Y qué hay de los cañones láser dispersos por toda la ciudad? –insistió Nyama-. Les dimos esos cañones, comandante Fel, años antes de la intrusión de Nuso Esva en esta región. Cada uno de ellos es un cañón doble, con capacidad de fuego rápido y suficiente potencia para llevarse por delante a uno de sus tan cacareados cazas TIE de un solo disparo. Y tienen potentes escudos delanteros, lo que hace casi imposible destruirlos desde sus propias líneas de fuego.

-Pero sólo tienen sistemas manuales de puntería –les recordó Thrawn-. Y los mismos escudos que los protegen también los hacen pesados y poco manejables. Incluso los artilleros más expertos de Nuso Esva tendrán problemas con la velocidad de ataque de los TIE.

-A menos que los TIE vayan directos a ellos, como es el caso en el escenario planteado por el comandante Fel –dijo ácidamente Nyama-. No, almirante Thrawn. Confíe en mí: sus cazas TIE serán inútiles en esta batalla.

-Tal vez –dijo Thrawn-. Ya veremos.

-¿Ya veremos? –repitió Nyama-. Dígame, almirante: Si los turboláseres del Amonestador son incapaces de penetrar los escudos, ciertamente sus TIEs no serán capaces de hacerlo. ¿Para qué los utilizará entonces? ¿Para destruir los hogares de los Obreros y los Soldados que se encuentran fuera de la zona de escudos?

-No hacemos la guerra a los civiles, Enlace Nyama –dijo Thrawn, con voz súbitamente fría y brusca-. Un hecho que usted bien sabe.

Durante un segundo, la oposición de Nyama pareció flaquear. Enseguida, volvió a reafirmarse en la actitud natural de liderazgo propia de su especie.

-Entonces, ¿qué harán? –preguntó.

-Como el comandante Fel ya ha dicho, hay huecos entre los escudos –dijo Thrawn-. Mientras los Juggernauts se adentran en la ciudad, los TIEs dispararán por esos huecos con el objetivo de destruir uno o más de los generadores de escudo.

-¿Generadores que quedan protegidos por los mismos escudos que crean? –se mofó Nyama-. No se le puede dar a los generadores a menos que ya se esté bajo los escudos.

-A menos que se dé el caso de que un hueco entre dos escudos abra un vector de disparo hacia un tercero –señaló Thrawn-. Admito que la probabilidad es baja, pero como el comandante Fel ha señalado, la cobertura no es tan buena como habría sido si Nuso Esva hubiera tenido más escudos disponibles. Y si un ataque así tiene éxito, los TIEs estarían en posición de aprovecharse totalmente de la situación. Pero no, la perdición del plan de Nuso Esva no serán nuestros cazas TIE, sino nuestras tropas de asalto.

-¿Sus tropas de asalto?

Al otro lado de la mesa, Balkin se estremeció ante el desprecio implícito a sus fuerzas. Thrawn alzó la mano con gesto tranquilizador, y el otro imperial se calmó ligeramente.

-Nuso Esva habrá indicado a la Reina que disponga el grueso de sus soldados a lo largo de la Avenida del Sol Poniente para evitar una incursión desde los Juggernauts –dijo el almirante-. Por tanto, haremos que una pequeña fuerza de tropas de asalto entre a la ciudad al sudoeste del asalto principal, ascendiendo hacia el flanco sur de la hilera de Juggernauts, para que ataque los generadores de escudo de la avenida desde atrás.

Nyama meneó la cabeza.

-Nuso Esva no se quedará sentado de brazos cruzados dejando que eso ocurra. Ni tampoco la Reina de los Rojos. Los Soldados alineados en la ruta de ataque simplemente darán la vuelta y se lanzarán contra las tropas de asalto.

-Por supuesto que lo harán –dijo Thrawn-. Cuando eso ocurra, las tropas de asalto se retirarán, alejándolos aún más de los Juggernauts y los escudos-. Sonrió ligeramente-. Y cuando estén demasiado lejos para responder, emergerán las tropas de asalto del interior de los tanques, se abrirán paso entre los Soldados restantes, y destruirán los escudos.

Nyama soltó un bufido.

-¿Y todo esto contra Soldados quesoth? Tiene demasiada confianza en sus humanos, almirante Thrawn.

-Las tropas de asalto de la 501 están consisten en humanos y no humanos –le recordó Thrawn con calma-. Incluyendo varios de su propia gente.

-Ya no. –Abruptamente, Nyama se puso en pie-. Ya he escuchado suficiente. El consejo stromma no arriesgará a sus soldados en este ataque alocado. Y especialmente no en un ataque contra nuestros aliados. Por la presente retiro a todos ellos del servicio imperial, con efecto inmediato.

A su lado, el conciliador no pudo evitar que se le desencajara la mandíbula de pura incredulidad.

-Lo que el Enlace del Consejo Nyama quiere decir...

-El Enlace del Consejo Nyama quiere decir exactamente lo que ha dicho –interrumpió Nyama-. Dé las órdenes, almirante Thrawn. O las daré yo por usted.

Por un largo instante, la sala pareció estremecerse con el silencio de la muerte inminente. Nyama se irguió sobre Thrawn, aún sentado, como una montaña cubierta de hierba, con fieros ojos negros y un gesto en los labios que advertía que era mejor no discutir con él.

Thrawn se removió en su asiento.

-Muy bien, Enlace del Consejo –dijo-. Si no desea ayudar a liberar a sus aliados de sus ataduras, ordenaré a su gente que vaya a sus transportes.

-Lo que no deseo es que mi gente muera en vano –se reafirmó Nyama-. Y será en vano. En dos años, Nuso Esva y lo que quede de sus Elegidos se darán cuenta que son los amos de una ciudad desierta. Si para entonces usted insiste en tener su venganza, gustosamente marcharemos a su lado y cantaremos una canción en su honor mientras le destruye. Pero no malgastaré mi gente en una batalla fútil e inútil.

Miró fijamente al conciliador, como si desafiase al joven stromma a que se atreviera a suavizar sus palabras. Pero el conciliador había aprendido su lección, y permaneció en silencio.

-Nuso Esva puede causar grandes daños en esos dos años –dijo Parck. Sabía que hacer eso no era algo especialmente diplomático, contradiciendo las palabras de un enlace del consejo stromma. Pero no tenía la intención de dejar que su comandante cargara él solo con todo el peso del desdén de Nyama-. Y hay instalaciones de manufactura en Ciudad Roja que podría usar con efecto devastador. ¿Está dispuesto a limitarse a quedarse a un lado y observar cómo ocurre eso?

-La Reina de los Rojos invitó a Nuso Esva a su ciudad –dijo Nyama, lanzando una mirada cargada de ácido a Parck-. Lo que ocurra ahora recae sobre su cabeza, y sobre las cabezas de su gente. –Se volvió hacia Thrawn-. Regreso a mi lanzadera, almirante Thrawn. Espero que todos los stromma bajo su mando se reúnan en la bahía del hangar del Amonestador antes de una hora.

-Daré la orden –dijo Thrawn.

Nyama mantuvo durante un par de segundos más la mirada del almirante, y luego se alejó de la mesa y salió de la sala con grandes pasos.

El conciliador se levantó, con el rostro lleno de dolor.

-Almirante...

-Vaya con su superior –dijo Thrawn, con rostro impasible.

El joven stromma miró con aire indefenso al resto de personas alrededor de la mesa, y luego asintió con la cabeza y se marchó sin más palabras.

-Bueno –dijo Fel, rompiendo el silencio-. Ha ido bien.

-Aunque era de esperar –dijo Parck pesadamente, mostrando su acuerdo.

-Cierto. –Fel miró a Thrawn, alzando una ceja-. Almirante, usted sabe que yo no estaba exagerando acerca del tamaño de ese hueco. Si entras con el ángulo equivocado y rozas uno de esos escudos, esa sección de ala queda destrozada y te da impulso suficiente para mandarte en espiral directo a tierra.

-Tengo plena confianza en que usted y sus pilotos harán que funcione, comandante. –Thrawn se volvió hacia Balkin-. Así como confío en que usted y sus tropas de asalto cumplan con su parte.

-Lo haremos, almirante –dijo Balkin con un hilo de voz.

-¿Entonces el plan sigue adelante? –preguntó Parck.

-Así es –confirmó Thrawn.

Parck sintió que le temblaba el labio.

-He hablado con algunos de los otros stromma que comprenden el Lenguaje de los Soldados quesoth –dijo-. Dicen que incluso si somos capaces de grabar suficientes órdenes de la reina durante la batalla, será imposible que podamos cortar y pegar las palabras para crear nuestras propias contra-órdenes.

-Mis reclutas stromma dicen lo mismo –confirmó Balkin-. Hay alguna clase de ritmo en la frecuencia de subarmónicos que un conjunto de palabras unidas aleatoriamente no podría reproducir.

-Ya lo veremos –dijo Thrawn-. ¿Alguna otra duda o comentario?

Parck miró en torno a la mesa. Nadie parecía inclinado a decir nada más.
-Entonces pueden marcharse –dijo Thrawn con aire formal-. Hagan sus últimos preparativos, y que sus fuerzas coman y descansen. –Sus ojos brillaron-. Mañana, a media mañana, atacaremos.

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