viernes, 19 de diciembre de 2008

Ascensión y caída de Darth Vader (V)

Capítulo 4

La siguiente carrera no le fue bien a Anakin. Pilotando una vaina de carreras propiedad de Watto, se encontraba codo con codo con Sebulba… cuando el tramposo dug lanzó una ráfaga de sus impulsores hacia la cabina de Anakin, casi estampándole contra la zona del circuito conocida como Caída Metta. Anakin sobrevivió, pero tuvo un accidente con la vaina de Watto, dañando ambos motores. Watto estaba furioso, y Shmi dejó claro a Anakin que no quería que corriera nunca más, ni siquiera aunque Watto decidiese que quería que Anakin compitiera de nuevo.
Poco más de una semana después del accidente, Anakin había logrado que los procesadores de inteligencia de su droide de protocolo estuvieran reparados y en funcionamiento. Aunque el droide no tenía recuerdos de cómo había llegado a Tatooine, contaba con el Jawa y el tusken entre los seis millones de idiomas que hablaba. El droide pronunciaba frases entrecortadas con una voz con buenos modales, pero por alguna razón no siempre sabía cuando dejar de hablar. También se preocupaba mucho. Anakin llamó al droide C-3PO, eligiendo el número tres porque consideraba al droide el tercer miembro de su familia tras su madre y él mismo. C-3PO aún seguía sin recubrimiento metálico y sólo tenía un ojo que funcionase, pero cuando Watto encargó a Anakin que llevase un deslizador cargado de chatarra metálica y otras mercancías hasta el Mar de las Dunas para hacer algunos intercambios con los jawas, Anakin decidió llevarse en secreto al droide para esa excursión de cuatro horas estándar.
Anakin y C-3PO se reunieron con los jawas a la sombra del reptador de arena junto al Desfiladero Mochot, una singular formación rocosa a mitad de camino cruzando el Mar de las Dunas. C-3PO demostró ser un traductos eficaz ayudando a Anakin a negociar con los jawas, de los que se sabía que a veces intercambiaban mercancía dañada. Cuando terminó el intercambio, Anakin había adquirido dos droides mecánicos, tres prácticos droides multipropósito y un convertidor de hipermotor dañado que sólo necesitaba reparaciones menores.
De vuelta a Mos Espa, Anakin conducía el deslizador cargado de droides a través del Corredor Xelric, un cañón llano y espacioso cerca del borde del Mar de las Dunas, cuando vislumbrño algo. Era una forma sombría que parecía fuera de lugar en la base de las pareces rocosas del cañón. Cuando Anakin viró hacia la zona que había llamado su atención, C-3PO se puso nervioso y fijó su único ojo que funcionaba en su creador.
-Amo Anakin, ¿qué está haciendo? –dijo C-3PO con preocupación-. Mos Espa está siguiendo el cañón, no junto al lateral del… ¡oh, cielos! ¿Eso es lo que creo que es? –C-3PO también había visto la forma, y debido a que había aprendido acerca de las más peligrosas formas de vida de Tatooine, no le había gustado lo que había visto-. Amo, hay cientos de razones para que de la vuelta…
-Lo sé –interrumpió Anakin-. Sólo quiero echar un vistazo.
Anakin detuvo el deslizador cerca del muro del acantilado. Un montón de rocas descansaba bajo el muro, y bajo las rocas yacía un cuerpo humanoide inmóvil, con una pierna atrapada bajo un enorme pedrusco. El cuerpo llevaba una túnica de piel curtida, guantes de cuero, y botas. Estaba caído boca abajo, con la cabeza girada hacia un lado, permitiendo a Anakin ver la cabeza cubierta de vendajes, su rostro oculto con gafas y una mascarilla respiratoria. Un largo rifle bláster para dos manos yacía a cosa de uno metro de un brazo extendido.
Anakin había oído hablar lo suficiente acerca de los incursotes tusken como para saber qué aspecto tenían. Pero nunca antes había visto uno de cerca.
Desde el deslizador, Anakin observó la superficie rota y cincelada de los muros del acantilado. Pudo imaginarse fácilmente que el tusken había estado escondiéndose en algún lugar ahí arriba, cuando las rocas en las que se apoyaba se soltaron, enviándole de cabeza contra el suelo del cañón. Anakin saltó fuera del deslizador para mirar más de cerca.
La esquelética forma de C-3PO tembló.
-Amo Anakin, ¡no creo que eso sea una buena idea en absoluto!
Mientras Anakin se aproximaba, el tusken se estremeció, alzando su cabeza para mirar a Anakin, y luego dejándola caer de nuevo.
¡Sigue vivo! Según todo lo que Anakin había escuchado acerca de los tuskens, sabía que sería mejor irse inmediatamente. Si se quedaba por ahí, podrían llegar más tuskens. Si se retrasaba al llegar en Mos Espa o no conseguía volver con los droides y el deslizador, Watto se pondría furioso. Mientras C-3PO protestaba tras él, Anakin pensó en su madre. Sabía que se preocuparía, pero se preguntó: ¿Ella también me diría que me fuera? ¿Qué diría, si estuviera aquí?
-Trespeó –dijo al nervioso droide-, trae aquí a los demás droides.


Hizo falta la fuerza combinada de varios droides y el peso del deslizador para introducir una palanca que pudiera mover el pedrusco lo suficiente como para que Anakin pudiera liberar al tusken, ahora inconsciente. Tomando suministros del kit médico del deslizador, Anakin aplicó una escayola de secado rápido para inmovilizar la pierna herida del tusken, que estaba rota por varios lugares.
Los soles de Tatooine comenzaban a ponerse. Anakin sabía que nunca llegaría a Mos Espa antes de que cayera la noche, y no quería arriesgarse a cruzar el desierto en la oscuridad. Tras ocultar lo mejor que pudo el deslizador y los recién adquiridos droides bajo un saliente de la cara del acantilado, Anakin se sentí junto a C-3PO. Iluminados por una pequeña unidad luminosa que habían sacado del deslizador, estaban observando al tusken cuando este se despertó. El tusken estaba tumbado en la arena, mirando fijamente a Anakin a través de las lentes opacas de sus gafas, y luego se incorporó lentamente, teniendo cuidado de no mover demasiado su pierna herida.
-Eh, hola –dijo Anakin, deseando que su voz sonase amistosa.
El tusken no respondió.
-¿Tienes sed?
De nuevo, no hubo respuesta.
C-3PO acercó su cabeza de un solo ojo a Anakin.
-No creo que le gustemos demasiado –dijo en voz baja.
La cabeza del tusken se giró ligeramente. Anakin se dio cuenta de que el tusken había localizado su propio rifle bláster, que Anakin había dejado apoyado contra unas rocas más allá del alcance del tusken. Luego el tusken devolvió su mirada hacia Anakin.
Varios minutos después, el tusken habló. Anakin no entendió las palabras, como ladridos, así que se giró a C-3PO.
-Quiere saber qué va a hacer con él, amo Anakin –respondió el droide.
Confuso, Anakin volvió a mirar al tusken.
-Dile que no voy a hacer nada con él. Sólo estoy tratando de ayudarle a que se ponga bien.
El tusken no respondió, pero Anakin sentía que tenía miedo. Dado que casi todo el mundo creía que los tusken nunca tenían miedo, Anakin se sorprendió. ¿Por qué tiene miedo de mí? Yo no tengo miedo de él. Entonces Anakin pensó, con cierta sorpresa: No le tengo miedo a nada.
Pero mientras Anakin observaba el enmascarado rostro del tusken, vio su propio reflejo en las lentes de las gafas del tusken y se estremeció ligeramente. Había oído que los tusken nunca se quitaban sus máscaras ni desnudaban su carne, y el pensamiento de su cuerpo entero envuelto de una forma tan completa, sellado al exterior de modo que fuera incapaz de sentir nada –ni siquiera el roce de la mano de mi madre- hizo que Anakin comprendiera súbitamente una dolorosa verdad: Aunque nunca temía por sí mismo, a menudo temía mucho por su madre.
¿Qué pasaría si la perdiera? ¿Cuán valiente tendré que ser entonces?
Anakin continuó mirando al tusken hasta que se quedó dormido.


Anakin Skywalker tuvo muchos sueños esa noche. En uno de los sueños, ya no tenía nueve años. Era un hombre adulto. Y no un adulto cualquiera, sino un Caballero Jedi con un sable de luz.
Corría por las calles de Mos Espa, buscando a los pocos esclavistas que se le habían escapado. Su misión era liberar a todos los esclavos de Tatooine. Durante demasiado tiempo, los esclavistas del Borde Exterior se habían considerado inmunes a las leyes de la República Galáctica. Anakin iba a cambiar eso.
-¡Liberad a los esclavos ahora –les decía- y no recibiréis ningún daño!
En los edificios que bordeaban las calles de Mos Espa, algunos vecinos se asomaban a sus ventanas y animaban a Anakin. Incluso aunque había desactivado la hoja de su sable de luz, la mayoría de los esclavistas se aterrorizaban ante la visión de él y a su arma, y se rendían al verle. Anakin les daba algo de crédito por ser lo suficientemente listos como para no enfrentarse a un Jedi.
Una sombra se asomó desde el curvo exterior de un edificio cercano. Por el ángulo de la sombra, Anakin rápidamente determinó que era producida por un alienígena humanoide desde lo alto del tejado de un edificio de las cercanías. Proviniendo de un lugar elevado a su espalda, Anakin escuchó el chasquido del mecanismo de seguridad de un bláster al desactivarse. ¡Ajá!, pensó. ¡Un esclavista que no es lo suficientemente listo!
El sable de luz de Anakin se encendió con un fuerte zumbido mientras se giraba para mirar al tejado, justo a tiempo de ver cómo el alienígena apretaba el gatillo de su bláster. Antes de que el destello laser disparado pudiera alcanzar el pecho de Anakin, balanceó rápidamente su sable de luz y devolvió el disparo contra su atacante. El alienígena se agarró el hombro y cayó del tejado, aterrizando con un fuerte golpe en la calle cubierta de arena. El polvo aún se estaba posando cuando Anakin escuchó una voz de mujer llamándole por su nombre.
Anakin se giró para ver a la mujer. Era su madre, vestida con sus bastas ropas de trabajo. Anakin desactivó el sable de luz.
-¡He vuelto, mamá! –dijo-. ¡Como te prometí! ¡Eres libre!
Su madre sonrió y abrió sus brazos a Anakin. Él corrió para abrazarla, pero antes de poder alcanzarla, se desvaneció. Aún estaba tanteando en el aire en el lugar donde ella había estado, cuando de repente se vio rodeado por moradores de las arenas.


Anakin se despertó sobresaltado. Justo cuando habían aparecido en su sueño, un grupo de moradores de las arenas le rodeaban en ese momento, recortados contra el cielo previo al alba. Llevaban rifles bláster y largos bastones gaffi, armas con forma de hacha de doble filo hechas con metal recuperado de vehículos desguazados o abandonados. Anakin estaba completamente a su merced.
Mientras se preguntaba qué iban a hacerle los moradores de las arenas, Anakin escuchó un cercano murmullo gutural. Más allá del grupo que le rodeaba, más moradores de las arenas alzaban y se llevaban al tusken que había rescatado. El tusken herido era quien había hablado, y sus palabras hicieron que los otros tusken se alejaran lentamente de Anakin.
En pocos segundos, todos los moradores de las arenas se fueron, dejando a Anakin ileso. Quizá me estaban agradecidos por ayudar a su amigo. Quiza los tusken no son tan horribles después de todo.-¡Amo Anakin, se han ido! –gritó C-3PO mientras abandonaba su posición junto al deslizador, donde se había estado escondiendo-. ¡Oh, tenemos suerte de seguir vivos! ¡Gracias al cielo no le hirieron!
Anakin se puso en pie y miró a su alrededor. El deslizador y los demás droides seguían donde los había dejafo, pero el rifle bláster del tusken herido había desaparecido. Las únicas pruebas de su encuentro con los moradores de las arenas eran los contenidos que faltaban en el kit médico del deslizador y las huellas de sus pies en la arena.
Casi es como si todo esto nunca hubiera ocurrido. Cuando los soles gemelos comenzaron a alzarse y las estrellas desaparecieron del cielo que comenzaba a iluminarse, Anakin decidió que ya era hora de dirigirse a casa.


Su retorno a Mos Espa fue como Anakin esperaba. Tras ocultar de nuevo a C-3PO en el barrio de los esclavos, su preocupada madre casi le asfixió con sus abrazos. Cuando entregó los droides a Watto, el furioso toydariano casi se queda sin voz tras gritarle reprimendas durante varios minutos. Watto se calmó un poco tras ver la calidad de los droides que Anakin había obtenido de los jawas, pero al final del día nada había cambiado. Tatooine seguía siendo un mundo severo y sin leyes, y Anakin seguía siendo un esclavo.
Al día siguiente, sin embargo, algo notorio sucedió. Aquel fue el día en el que una nave de Naboo aterrizó en Tatooine, y la vida de Anakin cambió para siempre.

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