Jos se quitó sus guantes. Apenas pudo hacerlo, de lo cansado que estaba.
La técnico ugnaught fue a su lado.
-El zabrak s’ha despertao, doc. Vaya boquita tiene, el jodío.
Jos asintió fatigadamente.
-¿Dónde está?
-Pre-op.
Sar Omant yacía bajo una fina hoja de repelfab, siguiendo el movimiento de Jos con los ojos ya que era incapaz de girar su cabeza. Nadie más estaba alrededor. Las sondas de monitorización colocadas al paciente alimentaban con sus datos a una estación de enfermería, y probablemente alguien estuviera siguiendo los trazos de las señales vitales allí.
-Ah, doctor Pielfina -lo saludó Omant-. ¿Por qué sigo aún vivo?
-Ésa es una buena pregunta . Estoy buscando una respuesta.
-No se preocupe por mí.
-Te hemos arreglado un problema del corazón, extraído un fragmento de esquirla de tu cordón espinal, y nos estamos preparando para sacar otro fragmento de metralla de tu plexo sub-esternal.
-Como dije, humano, no te molestes. Mejor muerto que desangrado por la cabeza.
-Mi mejor amigo en este planeta perdido era un cirujano zabrak -dijo Jos.
-Vas a mostrar lo tolerante que eres con las especies inferiores como nosotros los zabraks, ¿no?
-Su nombre era Zan Yant.
Aunque los músculos faciales de Omant no funcionaban muy bien, Jos creyó ver una expresión de sorpresa atravesar los otros rasgos.
-Conoces ese nombre.
No era una pregunta.
-¿Talusiano, verdad? Compositor de música, toca la quetarra -dijo Omant-. No soy un entusiasta de la música clásica, pero es bastante conocido en mi planeta natal. ¿Qué pasa con él?
-Está muerto -dijo Jos-. Tú lo mataste.
Omant lo miraba atentamente ahora.
-No es imposible -dijo-. He matado a mucha gente. No recuerdo haber liquidado recientemente a nadie de mi propia especie. Eh, cuando andas muy ocupado, te olvidas de algunas cosas, ¿verdad?
Jos quiso agarrar algo pesado y aplastar la astada cabeza de Sar Omant convirtiéndola en una masa sangrienta. Quiso golpearle una y otra vez.
-¿No te molesta? -preguntó-. ¿Matar a un ser de tu propia especie?
-No me molesta matar a un ser de ninguna especie, Pielfina. Es lo que yo hago. Por eso estamos todos nosotros en esta bola de lodo caliente, ¿no? Esto es una guerra, ¿no lo has notado?
Estaban solos en la cámara en ese momento. Jos supo que todo que tenía que hacer era poner su mano en el hombro de Sar Omant, como si hiciera un gesto amistoso, afable, y agitarlo. No muy fuerte. Un empujón breve o dos sería todo que se necesitaría. Lo sabía. Y sabía que Omant también lo sabía.
Se inclinó, poniendo su mano ligeramente sobre el hombro del zabrak. Durante un largo momento, los dos estuvieron muy inmóviles. Entonces Jos habló.
-Descansa. Lo necesitarás.
Se giró y abandonó la SO.
La técnico ugnaught fue a su lado.
-El zabrak s’ha despertao, doc. Vaya boquita tiene, el jodío.
Jos asintió fatigadamente.
-¿Dónde está?
-Pre-op.
***
Sar Omant yacía bajo una fina hoja de repelfab, siguiendo el movimiento de Jos con los ojos ya que era incapaz de girar su cabeza. Nadie más estaba alrededor. Las sondas de monitorización colocadas al paciente alimentaban con sus datos a una estación de enfermería, y probablemente alguien estuviera siguiendo los trazos de las señales vitales allí.
-Ah, doctor Pielfina -lo saludó Omant-. ¿Por qué sigo aún vivo?
-Ésa es una buena pregunta . Estoy buscando una respuesta.
-No se preocupe por mí.
-Te hemos arreglado un problema del corazón, extraído un fragmento de esquirla de tu cordón espinal, y nos estamos preparando para sacar otro fragmento de metralla de tu plexo sub-esternal.
-Como dije, humano, no te molestes. Mejor muerto que desangrado por la cabeza.
-Mi mejor amigo en este planeta perdido era un cirujano zabrak -dijo Jos.
-Vas a mostrar lo tolerante que eres con las especies inferiores como nosotros los zabraks, ¿no?
-Su nombre era Zan Yant.
Aunque los músculos faciales de Omant no funcionaban muy bien, Jos creyó ver una expresión de sorpresa atravesar los otros rasgos.
-Conoces ese nombre.
No era una pregunta.
-¿Talusiano, verdad? Compositor de música, toca la quetarra -dijo Omant-. No soy un entusiasta de la música clásica, pero es bastante conocido en mi planeta natal. ¿Qué pasa con él?
-Está muerto -dijo Jos-. Tú lo mataste.
Omant lo miraba atentamente ahora.
-No es imposible -dijo-. He matado a mucha gente. No recuerdo haber liquidado recientemente a nadie de mi propia especie. Eh, cuando andas muy ocupado, te olvidas de algunas cosas, ¿verdad?
Jos quiso agarrar algo pesado y aplastar la astada cabeza de Sar Omant convirtiéndola en una masa sangrienta. Quiso golpearle una y otra vez.
-¿No te molesta? -preguntó-. ¿Matar a un ser de tu propia especie?
-No me molesta matar a un ser de ninguna especie, Pielfina. Es lo que yo hago. Por eso estamos todos nosotros en esta bola de lodo caliente, ¿no? Esto es una guerra, ¿no lo has notado?
Estaban solos en la cámara en ese momento. Jos supo que todo que tenía que hacer era poner su mano en el hombro de Sar Omant, como si hiciera un gesto amistoso, afable, y agitarlo. No muy fuerte. Un empujón breve o dos sería todo que se necesitaría. Lo sabía. Y sabía que Omant también lo sabía.
Se inclinó, poniendo su mano ligeramente sobre el hombro del zabrak. Durante un largo momento, los dos estuvieron muy inmóviles. Entonces Jos habló.
-Descansa. Lo necesitarás.
Se giró y abandonó la SO.
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