Más limpio y ligeramente refrescado por su ducha, Jos se quedó esperando mientras un droide cuidadosamente colocaba al paciente en una camilla y lo transfería a la mesa. La actividad había bajado mucho, sólo quedaban un par de cirujanos que todavía trabajaban, pero Jos era consciente que aquellos que no estaban trabajando estaban mirándole. Barriss Offee permanecía unos metros más allá, con su mascarilla y sus guantes, también mirando.
El zabrak todavía estaba despierto. No le sedarían hasta el último momento, para evitarle permanecer inconsciente más de lo necesario. Lanzó a Jos una inmensa mirada llena de maldad.
-Doctor Pielfina. Cuanto tiempo sin verle. ¿Tienes algún mensaje que quieras que entregue a tu amigo cuándo llegue al otro lado?
Jos lo ignoró. Se volvió a la anestesista.
-Sédale -dijo.
Sar Omant aún estaba riéndose cuando el anestésico le hizo efecto.
Vaetes se acercó.
-Escucha, Jos. Si este tipo no sobrevive, nadie te culpará. Con esto no te estoy diciendo que debas...
Jos asintió.
-Sé lo que quiere decir, D'Arc. Gracias.
-Simplemente hazlo lo mejor que puedas.
Vaetes se marchó.
-Doctor -dijo la anestesista-, está entrando en Rhees-Verk.
-Redúcele un cuarto el goteo de effitol, y adminístrale una dosis de neurodan, cinco miligramos.
La respiración Rhees-Verk, un tipo de ritmo sincopado, a menudo conducía a la fibrilación ventricular.
Después de un momento, la anestesista habló.
-Se mantiene igual.
Mierda, pensó Jos.
-Vamos a ponerle en estasis cardiorespirat...
-Espera, espera. Se está estabilizando -la voz de la anestesista sonaba sorprendida-. No sé cómo o por qué, pero está estable de nuevo.
-No nos detengamos a preguntarnos el por qué -dijo Jos-. A sus puestos, todos. Vamos a entrar.
Barriss Offee, envuelta en la Fuerza, estaba trabajando duro para mantener regular la respiración del zabrak herido. Le tomaba toda su concentración, y si la relajase, sabía que su corazón primario empezaría a vibrar tan deprisa que no podría bombear sangre... y el zabrak probablemente moriría antes de que el subcorazón pudiera hacerse cargo. Ella podría mantenerlo estable, eso lo sabía, pero entonces no podría guardar energía para Jos. Cualquier decisión que fuera a hacer sobre el paciente, fuera cual fuera el modo como iba a tratar con sus demonios personales, él iba a tener que hacerlo sin ninguna ayuda de la Fuerza.
—Vibroescalpelo número dieciocho -dijo Jos.
Tolk mantuvo el asa del escalpelo en la palma de su mano.
—Vibroescalpelo dieciocho.
-Haciendo la incisión... bien. Ténsalo y coloca un campo de presión.
Jos hizo una pausa, mirando al paciente. Una área pequeña justo debajo del esternón permanecía abierta por los campos de presión, exponiendo las rosadas capas del plexo. Dentro de sus pliegues podía vislumbrar el gris mate de la esquirla alojada allí.
Miró la cara de Sar Omant. Incluso inconsciente, la expresión del zabrak era dura, rencorosa. La cara de un asesino.
¿Qué habría hecho Zan Yant, un tipo amable y tranquilo que había sido doctor, músico, y un buen amigo, si lo estuviera cortando él?¿Cuál era el mejor camino para Jos para servir a la memoria de su amigo? ¿Cuál era el mejor camino para servir a su propio futuro? ¿Cuál era el único camino para ayudar, aunque fuera infinitesimalmente, a empezar el proceso curativo que debía abarcar algún día a toda la galaxia?
Recordó entonces, por alguna razón, haber escuchado una pieza que Zan había estado tocando un par de meses antes, en su cubículo. Corta, y consistente principalmente en una o dos únicas y temblorosas notas. Un intermezzo, lo había llamado. Un momento entre movimientos, una respiración sostenida, una pausa antes de zambullirse de nuevo en la música que era la vida. “Lo que pasa en estos momentos, estos golpes intersticiales -le había explicado a Jos-, es tan importante como las propias piezas principales. Porque es en esos momentos entre medias donde ganamos claridad. Donde de repente sabemos sobre qué va a tratar realmente el próximo movimiento.”
-Fórceps -murmuró a Tolk. Ella se lo dio, y pudo ver que ella estaba sonriendo bajo su máscara.
Al igual que él.
El zabrak todavía estaba despierto. No le sedarían hasta el último momento, para evitarle permanecer inconsciente más de lo necesario. Lanzó a Jos una inmensa mirada llena de maldad.
-Doctor Pielfina. Cuanto tiempo sin verle. ¿Tienes algún mensaje que quieras que entregue a tu amigo cuándo llegue al otro lado?
Jos lo ignoró. Se volvió a la anestesista.
-Sédale -dijo.
Sar Omant aún estaba riéndose cuando el anestésico le hizo efecto.
Vaetes se acercó.
-Escucha, Jos. Si este tipo no sobrevive, nadie te culpará. Con esto no te estoy diciendo que debas...
Jos asintió.
-Sé lo que quiere decir, D'Arc. Gracias.
-Simplemente hazlo lo mejor que puedas.
Vaetes se marchó.
-Doctor -dijo la anestesista-, está entrando en Rhees-Verk.
-Redúcele un cuarto el goteo de effitol, y adminístrale una dosis de neurodan, cinco miligramos.
La respiración Rhees-Verk, un tipo de ritmo sincopado, a menudo conducía a la fibrilación ventricular.
Después de un momento, la anestesista habló.
-Se mantiene igual.
Mierda, pensó Jos.
-Vamos a ponerle en estasis cardiorespirat...
-Espera, espera. Se está estabilizando -la voz de la anestesista sonaba sorprendida-. No sé cómo o por qué, pero está estable de nuevo.
-No nos detengamos a preguntarnos el por qué -dijo Jos-. A sus puestos, todos. Vamos a entrar.
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Barriss Offee, envuelta en la Fuerza, estaba trabajando duro para mantener regular la respiración del zabrak herido. Le tomaba toda su concentración, y si la relajase, sabía que su corazón primario empezaría a vibrar tan deprisa que no podría bombear sangre... y el zabrak probablemente moriría antes de que el subcorazón pudiera hacerse cargo. Ella podría mantenerlo estable, eso lo sabía, pero entonces no podría guardar energía para Jos. Cualquier decisión que fuera a hacer sobre el paciente, fuera cual fuera el modo como iba a tratar con sus demonios personales, él iba a tener que hacerlo sin ninguna ayuda de la Fuerza.
***
—Vibroescalpelo número dieciocho -dijo Jos.
Tolk mantuvo el asa del escalpelo en la palma de su mano.
—Vibroescalpelo dieciocho.
-Haciendo la incisión... bien. Ténsalo y coloca un campo de presión.
Jos hizo una pausa, mirando al paciente. Una área pequeña justo debajo del esternón permanecía abierta por los campos de presión, exponiendo las rosadas capas del plexo. Dentro de sus pliegues podía vislumbrar el gris mate de la esquirla alojada allí.
Miró la cara de Sar Omant. Incluso inconsciente, la expresión del zabrak era dura, rencorosa. La cara de un asesino.
¿Qué habría hecho Zan Yant, un tipo amable y tranquilo que había sido doctor, músico, y un buen amigo, si lo estuviera cortando él?¿Cuál era el mejor camino para Jos para servir a la memoria de su amigo? ¿Cuál era el mejor camino para servir a su propio futuro? ¿Cuál era el único camino para ayudar, aunque fuera infinitesimalmente, a empezar el proceso curativo que debía abarcar algún día a toda la galaxia?
Recordó entonces, por alguna razón, haber escuchado una pieza que Zan había estado tocando un par de meses antes, en su cubículo. Corta, y consistente principalmente en una o dos únicas y temblorosas notas. Un intermezzo, lo había llamado. Un momento entre movimientos, una respiración sostenida, una pausa antes de zambullirse de nuevo en la música que era la vida. “Lo que pasa en estos momentos, estos golpes intersticiales -le había explicado a Jos-, es tan importante como las propias piezas principales. Porque es en esos momentos entre medias donde ganamos claridad. Donde de repente sabemos sobre qué va a tratar realmente el próximo movimiento.”
-Fórceps -murmuró a Tolk. Ella se lo dio, y pudo ver que ella estaba sonriendo bajo su máscara.
Al igual que él.
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