martes, 23 de diciembre de 2008

Caza Tie: Las crónicas de Stele (XI)

Misión de vigilancia


La primera misión de Maarek como piloto oficial fue una misión de rutina en un punto de encuentro. Tenía su base temporalmente en una pequeña corbeta. Nada que ver con el inmenso destructor estelar.
Entraba en la sala de preparación de pilotos por primera vez. En realidad no era más que un largo pasillo flanqueado por trajes de vuelo de pilotos de TIE, coronados por filas de cascos casi hasta el infinito. Se diría que era una vitrina de trofeos orbital, y una visión pasó por la mente de Maarek: la de una criatura gigante que coleccionaba pilotos de TIE por placer. Expulsó esa visión de su mente y se puso a buscar su traje de vuelo.
Únicamente había otro piloto en la sala. Estaba enfundándose con facilidad su traje de vuelo, y Maarek se detuvo un momento para observarle. El piloto se puso su casco, lo selló con precaución al traje de vuelo, y finalmente se enfundó sus guantes. Se giró, como si se percatase por primera vez de la presencia de Maarek.
-Es una misión fácil -dijo, con la voz deformada por el sonido agudo y nasal del altavoz-. Me llamo Cadrath. ¿Tú eres el nuevo recluta? ¿Stele?
Maarek asintió.
Cadrath le tendió su mano enguantada, y Maarek le tendió la suya.
-Será mejor que te prepares. Despegamos en unos minutos. Mira, ese es el tuyo -dijo Cadrath, mostrándole un traje de vuelo idéntico a todos los demás.
Maarek alzó de nuevo la cabeza.
-Gracias -dijo, enfundándose en primer lugar el traje de vuelo, luego las botas, el casco y los guantes. Cadrath le explicó el proceso de verificación, especialmente de los tubos de respiración.
-Sin sistema de soporte de vida en los cazas TIE, estamos obligados a fiarnos de nuestro traje de vuelo para protegernos del vacío del espacio -dijo a Maarek-. Verifica siempre bien todo -añadió.
Maarek siguió a Cadrath hacia la bahía de carga. El muelle de cazas TIE de la corbeta era muy pequeño, y rápidamente encontró la nave que le había sido asignada. Era un antiguo modelo de caza TIE, que llevaba las marcas de numerosos combates, y Maarek se dijo para sí que más valiera que los talleres de reparación de la corbeta estuviesen bien equipados.
No tuvo tiempo de inspeccionar la nave. Maarek respiró profundamente y subió a bordo de la nave, se abrochó los arneses y verificó su quipo. A continuación encendió los motores y los brazos robotizados alzaron la nave para colocarla en posición hacia la compuerta. Unos instantes más tarde, estaba en el espacio, y sintió el hilarante efecto del vuelo en ingravidez. Luego, la voz de Cadrath resonó en su comunicador.
-Sígueme en formación, Stele. Estamos en misión de vigilancia.
Se trataba de una misión de rutina sin importancia. Bastaba con volar cerca de varios cargueros y transportes que habían salido del hiperespacio en el sector y escanearlos. Luego llegó un grupo de seis transportes, y Maarek empleo a fondo sus motores, virando para alcanzarlos. Activó su detector de objetivos para bloquearlo sobre el primer transporte y se dirigió recto hacia ellos. Cuando estuvo lo bastante cerca del transporte, sus sensores indicaron que transportaba un cargamento legal, alimentos.
Comida en camino hacia un planeta lejano..., pensó Maarek. Activó de nuevo el detector de objetivo para bloquearlo sobre el segundo transporte.
Realmente era una misión de rutina. Hasta que se aproximó al quinto transporte.
-¡Armas! -dijo por el comunicador-. Aquí tengo un cargamento de armas.
La respuesta fue inmediata:
-Buen trabajo, Stele, enviamos ayuda.
En el mismo instante, el ordenador de a bordo le indicó que varias lanzaderas acababan de emerger del hiperespacio. No se habían identificado, lo que probaba claramente sus intenciones hostiles. Maarek localizó la más próxima con el detector de objetivo y maniobró su TIE en un viraje cerrado.
Se aproximó rápidamente a la lanzadera, y vio el horrible emblema de la Alianza Rebelde sobre su alerón dorsal. La lanzadera rebelde era relativamente lenta, Y Maarek estuvo obligado a reducir la potencia del motor a dos tercios, incluso después de haber aumentado la potencia de carga de los lásers al máximo. Abrió fuego inmediatamente, alineado sobre la popa de la lanzadera. Cuando estuvo lo suficientemente cerca de ella, su identificación fue confirmada en el ordenador de a bordo. Vigilaba el indicador entre cada dos disparos para ver cómo resistía la lanzadera.
Mientras seguía ocupado disparando sobre la lanzadera, otros cazas TIE irrumpieron, y vio lásers enemigos llover en todos los sentidos.
-¡Vamos! -dijo impaciente. Les hablaba a sus lásers, que se tomaban un tiempo considerable para destruir la lanzadera. Tenía prisa para ir a ayudar a los otros pilotos. Pero los escudos de la lanzadera resistían bien, e incluso con los lásers a plena potencia, aguantaban mucho tiempo.
La lanzadera viró bruscamente a la derecha. Otra lanzadera apareció justo tras ella. Se dirigía directamente hacia el TIE sin escudos de Maarek. Su indicador de amenaza se encendió y giró en el último momento para evitar el disparo enemigo. Pero no había contado con los disparos de los otros cazas TIE, y estuvo a punto de cruzar el láser de un piloto que acababa de unirse al combate. Se salvó en el último segundo por sus reflejos.
Localizó rápidamente la lanzadera que se le había escapado, y maniobró para encontrarse de nuevo tras ella. Pero sus manos temblaban y podía sentir el sudor resbalar sobre su rostro, bajo el casco asfixiante. Su respiración era entrecortada. Realmente era fácil morir en uno de esos aparatos. Pargo tenía razón.


Al final, Maarek sobrevivió a esa misión. Abatió a tres de las lanzaderas rebeldes, que llegaban por oleadas. Sólo se perdieron en la batalla dos cazas TIE, y los rebeldes fueron puestos en fuga. El comandante del escuadrón felicitó a los supervivientes y tuvo lugar una breve ceremonia en honor de aquellos que murieron en combate.
Maarek se retiró a su alojamiento temporal tras la ceremonia, y permaneció durante una hora sentado, con la cabeza entre las manos. Había visto morir a un piloto del Imperio. Su caza TIE chocó contra una nave rebelde y se desintegró. Los escudos de la nave rebelde recibieron un buen golpe, pero la lanzadera no fue destruida. Fue un momento dramático. Maarek se daba cuenta de que el único modo de sobrevivir de un piloto imperial era volar con la mejor nave. No había más que una forma de tener esa oportunidad. Debía ser el mejor piloto de su escuadrón. Debía ganarse el derecho de figurar entre los pilotos de élite. Porque solamente esos pilotos podían esperar sobrevivir suficiente tiempo.
De repente, una visión apareció ante los ojos de Maarek. Veía como una especie de túnel que estiraba hacia el futuro. En el extremo del túnel, una brillante luz le atraía. ¿Era una muerte brutal y prematura, o se convertiría en uno de los héroes de la élite imperial? Se hizo esa pregunta hasta que se durmió. En su sueño, escuchó la voz del Emperador.
“Maarek. Has sido elegido para unirte a nosotros, para unirte a nosotros por el bien de todos...”
“Tú me perteneces.”

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