Sconn levantó la vista del terminal de navegación.
-Ya casi estamos allí. Y los otros dos deslizadores de asalto están muy por detrás de nosotros.
Shandria echó a reír, una risa de sorpresa.
-¡Creo que realmente vamos a lograrlo!
Un rugido sordo llenó la cabina cuando algo pasó por encima. Sconn y Shandria intercambiaron una mirada. El techo se sacudió cuando algo aterrizó sobre él.
-¿Qué fue eso? -dijo Sconn mientras miraba hacia arriba.
Shandria miró hacia arriba, alarmada.
-Alguien está en el techo.
-Dame tu bláster de mano. Voy a echar un vistazo.
Shandria le entregó el pequeño bláster.
-Ten cuidado.
-Siempre tengo cuidado -dijo Sconn mientras abría la escotilla superior. Al abrirla, el fuerte viento agitó el pelo de Sconn contra su rostro, cegándolo. Se apartó el flequillo de la cara y, blandiendo el bláster ante él, salió al exterior.
No había nada en la parte posterior del deslizador, salvo el bláster pesado de repetición integrado en el vehículo, que colgaba inútilmente de su soporte y esperaba ser disparado. Encogiéndose de hombros, el ladrón se volvió a comprobar la parte delantera del vehículo.
Unas fuertes manos se cerraron alrededor del brazo de Sconn que sostenía el bláster, así como alrededor de su cuello, apretando fuerte, y levantándolo con fuerza inhumana.
***
Shandria se llenó de inquietud cuando Sconn fue levantado en vilo y lanzado fuera del deslizador de asalto. Vio sus piernas pateando por un instante, y luego ya no estaba. Con los ojos como platos, se volvió para mirar a la carretera. Su voz salió como un susurro.
-Oh, no...
***
Pentix Graphyt era enorme. Un hombre, si eso es lo que realmente era, grande como una montaña. Sconn no podría decirlo exactamente, ya que la cara del gigante estaba cubierta por un casco que parecía un espejo. Toda lo que el ladrón veía era el reflejo de sí mismo siendo estrangulado hasta la muerte.
Una de las grandes manos enguantadas del cazarrecompensas le estaba aplastando la garganta, mientras que la otra estaba ocupada haciéndole polvo los huesos de la muñeca derecha. Sconn rugió de dolor mientras trataba de apuntar a su captor con el bláster.
Graphyt simplemente apretó más fuerte. El dolor era demasiado, y Sconn soltó el arma. Cayó al techo, luego rebotó, deslizándose fuera de su alcance. El arma finalmente cayó al camino y se rompió en mil pedazos.
El ladrón pensó que la considerable masa del cazarrecompensas, junto con la pesada armadura negra y quitinosa que llevaba, lo mantenía en pie incluso frente a los fuertes vientos. Sconn también se dio cuenta de que si el gigante le soltaba, sufriría el mismo destino que el bláster de mano de Shandria.
Sconn apenas podía respirar. Tenía que pensar en algo rápido. Graphyt sostenía su brazo derecho, pero el láser adosado a su muñeca seguía apuntando en la dirección necesaria. Si pudiera estirar el brazo...
Sconn gritó de dolor, pero se las arregló para girar su muñeca lo suficiente y disparó el láser. Golpeó al cazador de recompensas en la pieza del hombro derecho de su armadura, pero para sorpresa y horror de Sconn, ni siquiera dejó un rasguño en la brillante superficie.
Por debajo de la máscara de espejo, un vozarrón profundo echó a reír.
Sconn se enfureció. Echó atrás su brazo izquierdo, tanteando bajo su capa casi en el aire y envolvió con sus dedos el familiar mango de metal grueso de su vara aturdidora.
Sin embargo, el cazador de recompensas estaba un paso por delante de él, y golpeó a Sconn en la parte baja de su espalda, haciendo girar dolorosamente el brazo izquierdo del ladrón, casi dislocándolo, y sujetándolo detrás de él. Sconn estaba en agonía mientras Graphyt clavaba la articulación de la rodilla de su armadura justo en su vientre. En todo momento, el gigante mantenía su agarre sobre el cuello y la muñeca de Sconn.
El ladrón comenzaba a tener problemas para ver. Todo estaba oscuro y no podía respirar. Sconn comenzó a darse cuenta de que definitivamente se había quedado sin trucos. Esto es todo, pensó con enojo. Este era el fin. Vencido por algún idiota blindado que se dejó caer de la nada...
Sconn ojos se abrieron como platos cuando vio la mochila cohete en la espalda del gran cazador de recompensas. Eso explicaba el ruido que habían oído. ¡Así es como el cazador llegó a bordo! El ladrón vio que las rejillas de ventilación lanzaban pequeños hilillos de humo y un plan comenzó a formarse rápidamente en la cabeza de Sconn.
El ladrón casi se desmayó durante un segundo, pero luchó contra la oscuridad con fuerza de voluntad. Se centró en la unidad de enfriamiento del cohete, clavando sus ojos en ella. Al mismo tiempo, torció su muñeca y apuntó con el láser. Olas de inconsciencia comenzaron a fluir a través de él, una marea de oscuridad tiraba de él hacia abajo. Sus ojos temblaban salvajemente. Ahora o nunca, pensó Sconn... y entonces disparó el rayo.
Su puntería fue buena. El láser perforó la unidad de refrigeración, y una ráfaga de llamas se mezcló con el vapor que escapaba. Graphyt volvió la cabeza para mirar cuando un pitido de aviso comenzó a sonar, seguido de una metálica voz computarizada.
-¡Peligro! Brecha en el núcleo de refrigeración. Un minuto para autodestrucción. Por favor, aléjese.
Los indicadores parpadeaban con luces rojas. La mochila estaba a punto de explotar. Gruñendo, el cazador soltó a Sconn y retrocedió, tratando desesperadamente de arrancarse las correas de la espalda y los hombros.
Sconn gruñó y rodó sobre sí mismo, agarrándose a la escotilla abierta para sujetarse mientras el viento trataba de llevarse su ligero cuerpo. Inclinó la cabeza hacia abajo y vio a Shandria mirándolo. Su cara pasó de la sorpresa al alivio.
-Gracias a los dioses... -Se sonrojó un poco ante la emoción que la había inundado con su última frase y, a continuación, su rostro volvió a ser todo seriedad-. ¡Han sellado la entrada al puerto estelar! ¡Y los otros dos deslizadores de asalto están justo detrás de nosotros!
Sconn alzó la mirada contra el viento, y vio que era cierto. Una gran formación de soldados de asalto imperiales, personal de seguridad del puerto estelar y deslizadores de combate bloqueaban la entrada. No había vuelta de hoja. Estaban atrapados.
Mientras consideraba sus opciones, el sonido de un gruñido detrás de él atrajo la atención del ladrón. Sconn se dio la vuelta y vio que el cazador de recompensas aún estaba peleando para soltarse la mochila. Las correas estaban atrapadas en los segmentos articulados de la armadura, lo que dificultaba aún más los movimientos del gigante.
-Treinta segundos para autodestrucción -entonó la computadora, y Sconn sonrió. Se inclinó para gritarle a Shandria.
-¡Acelera!
-¿Qué?
-¡Hazlo!
-Estás loco, ¿lo sabías?
-Es mi mejor cualidad.
-¿Cuál es la peor? ¡No importa, no quiero saberlo!
Riendo, Sconn metió la mano en su bolsa y sacó dos semiesferas de plata. Saltó sobre la espalda del cazador de recompensas que se debatía y las adhirió al cuerpo cilíndrico de la mochila. Graphyt se dio la vuelta y trató de golpearle, pero el ladrón se agachó bajo el brazo y se levantó justo frente al cazarrecompensas, usando su gran cuerpo como escudo contra el viento.
-Quince segundos para autodestrucción -anunció la voz.
Sconn alcanzó la unidad de control de la mochila cohete sujeta a la placa pectoral derecha de Graphyt y presionó el botón de encendido. El ladrón se echó rápidamente al techo del vehículo y rodó hacia delante. El movimiento de Sconn condujo su cuerpo enroscado directamente a las piernas del cazarrecompensas, derribando a Graphyt hacia adelante justo cuando la mochila se activaba violentamente, emitiendo una ráfaga de energía increíble.
Gritando, Graphyt y su jet pack fugitivo salieron disparados hacia adelante al doble de la velocidad del deslizador.
Desde la cabina, Shandria vio con asombro como el gigante pasaba volando por encima, agitándose, y dirigiéndose a toda velocidad directamente hacia el bloqueo imperial.
Sonriendo, Sconn bajó de nuevo a la cabina de un salto y sacó la unidad de control plateada. Cuando el cazador de recompensas chocó contra la parte frontal del bloqueo, Sconn pulsó el interruptor de control.
La explosión que siguió sacudió toda la zona, lanzando dos de los deslizadores de combate por los aires como si fueran juguetes. Una lengua de llamas rugió desde el centro de la explosión.
Sconn señaló salvajemente al hueco.
-¡Ahí está nuestro hueco! ¡Atraviésalo!
Shandria aceleró al límite el deslizador de asalto y el vehículo rugió en respuesta, atravesando el agujero en llamas a toda velocidad. Sconn envolvió a Shandria con sus brazos y ambos se agacharon cuando el parabrisas explotó por la expansión térmica.
El deslizador de asalto embistió dos aerodeslizadores más, soportando daños menores por las colisiones y las llamas. Finalmente salió rugiendo al otro lado del bloqueo a toda velocidad, dejando un rastro de fuego y restos detrás de él.
Sconn y Shandria levantaron la vista, sorprendidos de seguir aún con vida, y se dirigieron directamente hacia las bahías de atraque. Sconn dejó escapar un grito emocionado y Shandria no podía contener su sonrisa.
Su celebración fue interrumpida, sin embargo, cuando el deslizador de asalto comenzó a temblar y gemir.
-Esto no va a llegar mucho más lejos -dijo Sconn.
-Afortunadamente no tenemos que ir lejos. Mi bahía de atraque está justo ahí delante.
-Será mejor que nos demos prisa -advirtió Sconn mientras revisaba los equipos-. ¡No parece que esos imperiales estén dispuestos a renunciar todavía!
***
-¡No giréis, idiotas! ¡Seguid su camino!
El grito de Daraada resonó a través del deslizador de asalto mientras se lanzaba hacia los controles. El instinto del piloto había sido tratar de evitar los restos en llamas, pero había sido un error táctico, como Daraada había advertido. A la velocidad a la que iban, podría ser además un error mortal.
El otro deslizador de asalto perseguidor ya había tratado de desviarse, pero la maniobra resultó en que el vehículo se estrelló contra lo que quedaba del bloqueo y explotó.
La rapidez mental y de acción de Daraada salvó su vehículo y su vida. El deslizador rugió a través del agujero tan fácilmente como lo había hecho el robado. Los pilotos intercambiaron miradas de alivio, pero no duraron mucho cuando Daraada comenzó a ladrar órdenes en sus caras.
-¡Ahora seguid tras ellos! ¡No deben escapar! -Daraada se recostó en su silla y añadió en un susurro amenazante-: Pero si lo hacen, las salas de interrogatorio estarán ocupadas igualmente.
***
-Ahí está -exclamó Shandria-. ¡Ahí está mi nave!
El deslizador robado paró en seco a la entrada de la bahía de atraque 18, y Shandria casi saltó por la puerta. Sconn la siguió, echando un vistazo al interior del caza ala-Y.
-Hay espacio para dos, ¿sabes? -agregó Shandria suavemente.
El ladrón sonrió, y luego miró por encima del hombro al oír al otro deslizador de asalto que se aproximaba. Muy pronto estaría sobre ellos.
-Será mejor que te vayas -dijo en voz baja-. Los retendré todo el tiempo que pueda.
-¿Por qué no vienes conmigo? Nos vendría bien alguien con tu... talento.
-¿Yo? ¿Unirme a la Nueva República? -Sconn rió-. No lo creo.
Shandria miró al vehículo que se acercaba con una mirada de preocupación.
-No puedo dejarte aquí sin más. Te matarán.
-Si me atrapan, tal vez. No es tu problema. Tienes un trabajo que terminar. Ese es tu problema. Ahora, ve... sigue adelante.
-Nunca olvidaré esto. -Shandria lo abrazó con fuerza y le susurró al oído-. Nunca te olvidaré.
Antes de que Sconn pudiera decir nada, ella le dio un beso en los labios. Con suavidad y ternura.
-Eres realmente único en tu especie, Sienn Sconn.
Dicho eso, se dio la vuelta y corrió hacia su nave, pero Sconn estaba demasiado ocupado dejando que su perfumado suavemente aroma le envolviera para darse cuenta.
La inminente llegada del deslizador de asalto perseguidor le sacó de su ensimismamiento. Sconn se volvió y saltó de nuevo sobre el deslizador robado. Rápidamente cruzó el techo y saltó al nicho del artillero. El ladrón agarró el cañón bláster pesado montado y apuntó la gran arma hacia el otro deslizador de asalto. Abrió fuego, barriendo al vehículo que se aproximaba con disparos... y disminuyendo considerablemente su velocidad.
El rugido de potentes motores atrajo la atención de Sconn hacia arriba y observó cómo la nave de Shandria despegaba de su bahía de atraque. Vio su rostro por un instante y sonrió, guiñándole un ojo.
Dentro del Ala-Y, Shandria se limpió rápidamente una lágrima de la mejilla.
-Que la Fuerza te acompañe -susurró, y dio potencia a los motores.
El Ala-Y salió rugiendo hacia la atmósfera, y pronto no fue nada más que un conjunto de pequeñas luces titilantes.
Sconn sonrió y saludó marcialmente a la nave que desaparecía.
Fuego de bláster golpeó su deslizador, agitándolo. Justo cuando Sconn salía del asiento del artillero, el cañón bláster recibió un impacto. La pesada arma explotó, y la fuerza de la explosión lo derribó en la cabina del vehículo.
Gruñendo de dolor por su aterrizaje forzoso, Sconn se puso en pie y comprobó los controles del deslizador. No iba a ir a ninguna parte en ese momento. El ladrón miró por la ventana lateral.
El último deslizador de asalto se acercaba, seguido de una gran fuerza que parecía fluir desde todos los rincones del puerto espacial.
Sconn frunció el ceño, salió rápidamente del deslizador inútil y comprobó la bahía de aterrizaje. Estaba definitivamente atrapado.
-Hmmm. Más vale pecar de precavido que dejar que te entierren -dijo al ladrón en voz baja-. Pero, ¿cómo precaverse ante esto?
Sconn comenzó a retroceder rápidamente, hacia la bahía de atraque, lejos de los vehículos que se aproximaban.
-Piensa, piensa. Vamos, Sconn...
La parte posterior del pie derecho del ladrón golpeó una tubería de combustible de gran tamaño y cayó hacia atrás, aterrizando sobre su trasero.
-Genial. No sólo voy a morir, sino que voy a morir sin un ápice de dignidad.
Cuando Sconn se puso en pie, vio sobre qué había aterrizado. Era un panel de acceso metálico, cerrado, que decía: "Cuidado: conducto de mantenimiento de energía y combustible – sólo para uso del personal del puerto estelar." Una sonrisa se extendió rápidamente a través de la cara del ladrón mientras activaba su láser de muñeca.
-Por otra parte, tal vez estar bajo tierra no sea tan malo después de todo...
***
Los soldados de asalto se acercaron a Daraada, que observaba con el ceño arrugado como sus hombres desguazaban literalmente el deslizador robado.
-No hay rastro de nadie, señor -informó el primer soldado.
Daraada frunció el ceño, pareciendo como si estuviera a punto de estallar de cólera ciega. Asintiendo con la cabeza, hizo un gesto con la mano a los soldados para que se marchasen. Habían logrado escapar... al menos la mujer lo había hecho, con la tarjeta de datos robada. Y no podía encontrarse a su cómplice en ninguna parte. El comandante dejó caer sus hombros. Ese no era su día...
Poco a poco, sin embargo, una sonrisa se deslizó por su rostro mientras contemplaba al equipo de mando del deslizador. Su sala de interrogatorios no tendría rebeldes, pero estaría ocupada, no obstante. Sonriendo maliciosamente ante la idea de presos pidiendo que les perdonara sus miserables vidas, Daraada se dirigió hacia el grupo. El comandante pasó justo junto al panel de acceso de mantenimiento, pero estaba tan concentrado en sus futuras presas, que ni siquiera lo vio.
***
Sconn dejó de arrastrarse por un momento al oír la pesada pisada en el panel de acceso resonando por el túnel de mantenimiento. Respiró hondo y esperó.
Ningún otro sonido la siguió. Exhalando de alivio, el ladrón continuó reptando hacia adelante en el estrecho y escasamente iluminado conducto, dando gracias cada pocos metros de no haber heredado los hábitos alimenticios de su tío.
Sucio y un poco desaliñado por su paseo por el túnel de mantenimiento, Sconn se movió rápidamente a través del puerto estelar lleno de gente, sin mirar atrás. Por primera vez en su vida, el ladrón único en su especie se alegró de tener un rostro que no se destacaba en la multitud.
Sconn vio un espejo y sonrió a su imagen, alisándose la capa al pasar. Sus dedos golpearon algo duro en un costado. El ladrón se registró el bolsillo con curiosidad. Dentro había una ficha de crédito. Sorprendido, Sconn examinó rápidamente la lectura de la pantalla. Veinticinco mil créditos, y un mensaje. Lo reprodujo y leyó:
Trata de no robar a nadie por un tiempo, ¿de acuerdo?
-Shandria
Sconn estuvo riéndose todo el camino a su apartamento, llegando cuando cayó la noche... justo a tiempo para pagar a su casero.
Después de que el devaroniano tomara sus créditos y se fuera, subió al tejado y se sentó bajo el manto de la noche. Conforme la brisa fresca se apoderaba de él, Sienn Sconn miró hacia las titilantes estrellas, preguntándose a cuál se dirigía Shandria. Y una cálida sonrisa se dibujó lentamente en su rostro.
Había sido un día realmente bueno...
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