sábado, 16 de enero de 2010

Boba Fett: Un hombre práctico (IV)

Nom Anor: informe de inteligencia al Prefecto Da'Gara de la flota yuuzhan vong. Tiempo para la invasión: ocho semanas estándar. 25 aDBY en el calendario de los infieles.

Los mandalorianos parecen estar perfectamente capacitados para la infiltración, la recuperación, el asesinato y el sabotaje. En el año que llevo usándolos, han demostrado ser eficaces. Su escaso número los hace inservibles como ejército, aunque podrían resultar ser una excelente división de esclavos en el futuro.
Goran Beviin hizo un trabajo eficiente eliminando a B'Leph, y aún está teniendo lugar una guerra civil. Ha reclutado camaradas igualmente eficientes: incluso sus niños son luchadores salvajes.
Cuando hablé con su líder, al que llaman Mandalore -Boba Fett-, temí por un instante que pudiera desear más respuestas de las que yo podía darle. Pero el tipo de desestabilizaciones y ejecuciones en las que tanto destacan son cosas normales, cotidianas en esta corrupta galaxia; no tiene razones para preguntar por qué le pido a su pueblo las cosas que les pido.
Ha visto y luchado otras guerras antes. Como yo, es realista. Un hombre práctico. Casi estoy ansioso por conocerlo en persona.
Mandalore ya está en mi lista de mundos que serán más difíciles de conquistar.


Keldabe. capital de Mandalore: afueras de la ciudad.

Keldabe tenía el aspecto de un complejo de fábricas venido a menos que alguien había arrojado a un bosque y abandonado porque suponía demasiados problemas disponer de ello adecuadamente.
Ni siquiera he vivido aquí nunca. Y yo soy el líder de la nación.
Fett pilotó el Esclavo I a escasa altura sobre las selvas de Mandalore a cuarenta y cinco grados al norte del ecuador y se recordó que al menos era un planeta fácil de defender si las circunstancias obligaban a ello. La población residente rondaba en torno a unos modestos cuatro millones; Coruscant tenía pequeños vecindarios con más habitantes que eso. Como Concord Dawn y el resto del sector, esto era terreno fronterizo, sólo junglas, bosques, desiertos y llanuras en las que los granjeros causaban poco impacto. En términos galácticos, era una pequeña ciudad que los extranjeros tomaban por un mundo.
Eso encaja. Unos pocos mandalorianos forman un ejército, después de todo.
El comunicador de la consola trinó.
-Mand'alor, la nave de Udelen acaba de aterrizar en el espaciopuerto.
-Le seguiré enseguida -dijo Fett-. No le perdáis de vista mientras tanto.
-No le perdemos de vista a nadie.
El Esclavo I podía volar por sí mismo, pero Keldabe era un lugar en el que incluso un piloto novato podría volar sin aparatos. Era -en términos básicos- una gran colina fortificada rodeada por un meandro del río Kelita y, más allá de eso, bosques moteados con asentamientos. La extensión de los edificios que componían MandalMotors era el rasgo más grande del paisaje, y si Fett usaba la torre de cien metros de alto de la planta como señal de tránsito navigacional con el mástil de comunicaciones del espaciopuerto, podría alinearse y bajar limpiamente hacia la pista de aterrizaje.
Mandalore era MandalMotors, miles de pequeños talleres de ingeniería, granjas de subsistencia, extracción de mineral, y un horrible montón de árboles... y eso era todo. Sin los depósitos de beskar, el inigualable hierro mandaloriano, no había nada remarcable en ese lugar excepto la gente. Y el beskar había sido largamente esquilmado por el Imperio.
Tal vez si estuvieran más organizados formalmente... no, Fett rechazó ese pensamiento. Los Mandos estaban todo lo organizados que hacía falta para sobrevivir.
Y, al ser Mandos, tampoco disponían una alfombra roja y una banda para recibir a su líder. Fett posó el Esclavo I sobre sus pies de aterrizaje en una bahía designada como cualquier otra persona, y caminó por la pista.
Abrió una comunicación con la torre.
-¿Qué nave?
-La azul que parece un T-77. -Hubo una pausa, como si el portavoz de la sala de control se hubiera inclinado fuera del alcance del micro para consultar a otra persona-. Hay un lanzagranadas apuntándole, ret'lini... por si acaso.
Fett no se sintió ofendido porque alguien pudiera pensar que necesitaba apoyo. Nunca necesitaba que nadie le cubriese las espaldas, pero los mandalorianos siempre tenían un plan B “por si acaso”.
Casi era como un reflejo, del tipo que se encuentra integrado en una sociedad militarizada.
Fett pensó que se trataba de una cortés precaución, aunque no la precisase. Activó el panel de armamento del Esclavo I a través del enlace de su casco, calculó las coordenadas de la nave de Udelen, y dejó que su nave hiciera el resto. El icono en su HUD le dijo que el cañón láser de babor había girado hacia delante para quedarse apuntando al deslizador aéreo azul. Su mochila-cohete estaba preparada para una acción evasiva. Por si acaso también estaba profundamente integrado en Fett.
Quedó de pie frente a la nave a una distancia sensata y esperó a que su cliente potencial descendiera la rampa.
-No había esperado que Mandalore fuera tan... inexplotado -dijo Udelen-. De algún modo pensaba que estaría más industrializado. Incluso tienen algunas viviendas en los árboles.
-Tenemos todo tipo de viviendas -dijo Fett. ¿Qué es, un turista?-. Algunos lugareños siguen prefiriendo los árboles al nivel del suelo.
-¿Quién dirige el gobierno? ¿Quiénes son los administradores?
¿Por qué te interesa?
-A los mandalorianos nos gustan las cosas informales y amistosas. ¿De qué quiere hablar?
Udelen se detuvo durante una fracción de segundo, tan disimuladamente que Fett casi no lo percibió. Tal vez no le guste que haya rechazado sus preguntas. Se recuperó instantáneamente.
-He venido a decirle que su gente puede prepararse para estar ocupada en los próximos meses. Se acerca una guerra.
-Debe usted ser nuevo en esta galaxia -dijo Fett, sin el menor asomo de sorpresa-. Siempre hay una guerra teniendo lugar en alguna parte, siempre la ha habido, siempre la habrá. Por eso los mandalorianos nunca han estado sin trabajo.
-Podría aumentar de escala.
-¿Eso afectaría al sector de Mandalore?
Udelen hizo una pausa, y a Fett no le gustó su expresión de súbita satisfacción.
-Podemos esperar que no sea así.
No me vengas con juegos mentales. Reconozco el chantaje cuando lo oigo.
-Más vale que quien sea que esté pensando en luchar aquí también lo espere así
Fett no pensaba que Udelen fuese tan feo como Beviin se lo había descrito; no obstante, de él provenía un olor débil pero característico. A Fett le recordaba la espuma de las olas del mar levantada por las tormentas de Kamino en su infancia. Los olores siempre tenían el poder de hacerte recordar.
-Asumo por tanto que nuestro acuerdo se extiende al trabajo de mercenarios -dijo Udelen-. A la tarifa habitual.
-No todos los mandalorianos son mercenarios. Eligen el trabajo que realizan.
-Entonces pediré que usted y unos cuantos soldados de su elección esperen para un encuentro dentro de dos semanas.
-Será mejor que me diga qué podemos esperarnos, para que podamos llevar las herramientas adecuadas para el trabajo. -Yo no soy tu ejército, amigo. Soy mi propio jefe-. Nos reservamos el derecho a declinar su oferta, como siempre.
-No me ha preguntado quienes serán los combatientes.
-No me lo iba a decir.
-Cierto.
-Entonces asumiré lo peor.
Udelen casi sonrió. A Fett tampoco le gustó eso. Aunque los créditos siguieran llegando, decidió mantener una mentalidad abierta hacia la generosidad de su cliente.
El núcleo de cazarrecompensas y soldados mandalorianos que Udelen parecía preferir para sus actividades estaba teniendo una buena situación financiera. Eso estaba bien... siempre y cuando Udelen comprendiese que la legendaria disciplina mandaloriana no era obediencia ciega. Hasta un Mandalore debía comprender eso.
Fett observó cómo el deslizador aéreo despegaba y desactivó el cañón del Esclavo I a través del enlace de su casco.
Pero sabía que la torre de control del espaciopuerto lo seguiría hasta que abandonase la órbita de Mandalore. Por si acaso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario