sábado, 16 de enero de 2010

Boba Fett: Un hombre práctico (V)

Notas de Nom Anor: valoración final de inteligencia. Tiempo estimado de llegada de la vanguardia de la flota yuuzhan vong: dos días.

Algunos días casi me parece que los mandalorianos son parientes nuestros. Algunos de ellos realmente prefieren hogares vivos, no cosas construidas como otros infieles. Crean casas en plataformas entre las ramas de los árboles. Y entonces los veo como son, con su pasión por la tecnología totalmente artificial. Sí, son una de cal y otra de arena, como dicen los infieles. Pero no necesito que me caigan bien, sólo comprender lo útiles que son para las sutilezas de la guerra que nuestra poderosa flota no siempre puede conseguir. Me han ayudado a preparar el campo de batalla: ahora veamos cómo responden ante la batalla propiamente dicha.
Le he pedido a Fett un encuentro en un punto de nuestra ruta de invasión. Quiero que lo mandalorianos estén entre los primeros que vean a sus nuevos amos cuando entremos en esta galaxia.
La flota ya casi está aquí. No tendré que disfrazarme ni ocultarme por más tiempo.


Punto de encuentro para la reunión informativa con las fuerzas de Udelen, alcance y tipo sin identificar, en el Borde Exterior: 25 aDBY.

-Si me pasara algo, ¿cuidarás de Dinua?
La voz de Briika Jeban rompió el silencio en el enlace de comunicaciones compartido mientras el escuadrón esperaba a que apareciera Udelen. Beviin, alimentado por la espera y absorto por la observación a través de la cabina del Gladiador del velo de estrellas y nebulosas, volvió con un sobresalto al aquí y ahora.
-Sí -dijo-. Pero no va a pasarle nada a nadie. En todo caso... sí.
-¿Puedo decir algo al respecto? -preguntó Dinua. Beviin no estaba seguro si les estaba recordando que ya era una adulta de catorce años, que podía hablar por sí misma, gracias, o si prefería la idea de una gai bal manda (adopción, literalmente nombre y alma) por parte de otra persona. Habitualmente solía ser lo primero-. Y no, no va a pasarle nada a nadie.
La muerte esa una realidad siempre presente en ese negocio. Beviin sabía que Dinua echaba de menos a su padre, y aunque nunca pudiera ser más que un amigo y un hermano para Briika, su deber era asegurarse de que su hija -incluso siendo adulta- no fuera nunca una huérfana. Ojalá Fett hubiera sido realmente parte de la comunidad mandaloriana, pensó Beviin: alguien lo habría adoptado, de modo que siempre habría tenido una familia, la necesitase o no. Pero nadie había sacado nunca ese tema de conversación delante de él. Probablemente nunca lo habrían hecho. No era un hombre dado a la familia, y seguía sin haber sitio en su vida para nadie excepto el fantasma de Jango.
-Tomaré eso como un acuerdo -dijo Beviin-. Y prometo que si alguna vez te adopto, no te haré llevar vestiditos cursis.
Fuertes risotadas, incluidas las de Dinua, llenaron su enlace de audio, pero Fett estaba en silencio: ni siquiera se escuchó un reproche. En formación a su alrededor, agrupados en torno al Esclavo I, estaban las dos mujeres en sus cazas Agresor y los hermanos Detta -Cham y Suvar- con Tiroc Vhon, todos ellos en Gladiadores.
-De lo único que va a morir hoy alguien es de aburrimiento -dijo Cham-. No nos hemos equivocado de plazo, ¿verdad?
-No -le cortó la voz de Fett-. No nos hemos equivocado. Tiene que estar a punto de llegar.
Beviin dio potencia a sus impulsores.
-Iré a explorar un poco.
El Gladiador giró 180 grados y se alejó del núcleo haciendo un rizo antes de volver con otro giro cerrado. No era aburrimiento, aunque nada estaba ocurriendo. Los otros podrían no decirlo, pero todos estaban teniendo ese momento de duda cuando pensabas en lo poco que sabías acerca de tu tliente, y -más concretamente- en lo poco que sabías acerca de la situación en la que tu cliente te iba a meter. El encuentro era sólo para tener una reunión informativa. Ese era el asunto: no una batalla, sin visibilidad o enemigo desconocido, sino una reunión informativa, de modo que luego podrían reagruparse con su nuevo servicio de inteligencia y prepararse adecuadamente. Si aceptabas el trabajo de un mercenario, razonaba Beviin, aceptabas que a veces los clientes te pusieran en su lista de quien-necesita-saber por debajo de sus tropas habituales.
Sí, adoptaría a Duina. Medrit estaría de acuerdo.
Pero no haría falta llegar a eso. Beviin regresó a la formación por la misma ruta que había tomado, comprobando sus escaneos de largo alcance en busca de objetos en movimiento o vehículos saliendo del hiperespacio.
Gai bal manda: como todas las ceremonias mandalorianas, era breve y directa a la cuestión. Nadie tenía tiempo, paciencia o créditos que perder en celebraciones pomposas. Termina con el asunto, y espera seguir vivo para disfrutar de unas botellas de narcoleto o ne'tra más adelante...
El sensor de proximidad sonó, y Beviin desplazó su atención desde su HUD hacia el parabrisas transparente del Gladiador.
Siempre prefería la confirmación visual. Por un momento pensó que el escáner se había equivocado, porque la nave desconocida -y tenía que ser una nave, dada la velocidad a la que se estaba moviendo- estaba mostrando un perfil más parecido al de un asteroide, lecturas de una masa de mineral; y era grande, bastante más de mil metros de largo, quizá dos mil. Pero esto no era un cinturón de asteroides. Shab, necesito volver a calibrar los instrumentos del Glad'. Su bolsillo iba a tener que sangrar algunos de sus recién ganados créditos.
Parecía que la nave se encontraba a su popa, y no confiaba en su escáner para librarse del problema. Inclinándose a estribor con un rápido acelerón, consiguió realizar un amplio arco para tener contacto visual con lo que fuera que tuviera a la cola.
Y allí, a la vista, había un gran objeto. Esa casi era la mejor descripción que podía conseguir.
Lo que veía no tenía sentido. Brillaba en los lugares donde era iluminado por la dura luz blanca de las estrellas y... no, no era un asteroide después de todo. La forma era más regular y ovalada que los habituales pedazos de roca dentados, y no rotaba o giraba como solían hacerlo los grandes, pero... Oh, no, esto no está pasando.
Como una especie de visión fuera de contexto, Beviin sintió por una fracción de segundo una ilusión totalmente ilógica: su cerebro le decía "explosión, escombros, agárrate para el impacto". Casi se agachó antes de darse cuenta de que el inmenso trozo de roca estaba siguiendo un curso con la misma decisión de una nave de guerra. Casi sin pensar, pasó su visor a aumento máximo y vio una roca gris surcada de arrugas con bandas inusualmente regulares de material brillante con aspecto de mineral ígneo o tectita. Arrastrándose desde sus extremos, casi como los tentáculos de un vaban de río helado, había formaciones con forma de rama de brillante color escarlata o azul, algunas con afiladas cápsulas con forma de saco pegadas a ellas.
Las cápsulas parecían tener más o menos el tamaño de un ala-X.
Beviin activó el comunicador de su casco.
-Mand'alor -dijo-. ¿Puedes enlazar con mi circuito de vídeo?
-Puedo verlo bien desde aquí. -La voz de Boba Fett estaba completamente tranquila-. De hecho, puedo ver más de esas...
-Están navegando. -Esta vez era la voz de Briika la que sonaba por el comunicador-. Todos sus cascos y sistemas estaban enlazados para compartir datos-. Es una flota.
-Ya hemos visto flotas antes.
-No como ésta, Mand'alor.
-No sabemos si es hostil o sólo cargueros que van de paso... -Beviin, haciendo lo que toda su vida había sido entrenado para hacer sin rechistar ni hacer preguntas, volvió a la formación con los otros cazas para flanquear al Esclavo I-. Pero esto no aparece en mi Gran Libro de los Mandos de Naves de Guerra Amistosas, de modo que no dejemos que nos pillen con los kut'ike bajados, ¿vale?
Una formación de combate habitualmente eran cuatro Gladiadores enlazados con un Perseguidor, pero este variopinto escuadrón encajaba bien, automáticamente y sin necesidad de palabras. Beviin vio los iconos de las armas de sus camaradas iluminándose casi simultáneamente en su HUD. El Esclavo I ya tenía los misiles, los cañones y los torpedos apuntado a la nave de vanguardia. No, Fett tampoco se dejaría pillar con los pantalones bajados.
Las otras naves asteroide eran ahora visibles, en fila india, tanto en el escáner como en el rango visual. Una se desvió a babor, rompiendo la línea, dirigiéndose hacia el escuadrón mandaloriano.
-Quietos -dijo Fett-. Esperad a que podamos verles el blanco de los ojos...
El resoplido de Cham fue audible.
-Más vale que tengan ojos.
La nave líder -si eso era lo que era- tendría una longitud como de un extremo de la granja de Beviin al otro. Era monstruosa en todos los sentidos de la palabra, y aún peor por ser francamente irreconocible como nave. La señal de audio de su casco crepitó cuando Fett comenzó a transmitir.
-Naves no identificadas, aquí el Esclavo I. -Fett debería estar ansioso, pensó Beviin, pero nunca había muestras de ello en su voz. Tal vez una vez que sobrevivías al Sarlacc, nada volvía nunca a asustarte de verdad-. No tengo señal de transpondedor para ustedes. Identifíquense.
Hubo un silencio con un ligero siseo, y Beviin de algún modo esperaba que no iba a pasar nada más. ¿Cuál respondería? Su atención oscilaba entre el escáner de su cabina y el vacío fuera de su cabina, ambos ahora llenos de objetivos que solamente podían ser una flota de naves. Ningún fenómeno natural se comportaba de forma tan precisa. Tensó los dedos alrededor de su palanca de control y hacía pasar su pulgar por el botón con forma de bola que dispararía uno de sus cuatro cañones o todos a la vez. Si podían hacer algo más que un rasguño a esa flota... bueno, haría todo lo que pudiera.
¿Por qué estoy asumiendo automáticamente que son hostiles?
¿Por qué no llamé a casa y hablé con Medrit cuando tuve la ocasión?
Sabía que no iba a morir mientras dormía, pero así no es como pensaba que sería.
Perdió la cuenta de los monstruos que había ya. La pantalla de su escáner estaba tan llena de puntos de luz etiquetados como NO IDENTIFICADO, que ya no podía poner ni un alfiler entre ellos. El vacío del espacio al otro lado de la cabina de transpariacero estaba punteado con estrellas de luz reflejada, como si hubiera llegado de repente una nueva galaxia.
La nube de objetos -de naves- llevaba rumbo a Belkadan.
-Mandalorianos -dijo una voz familiar a través del comunicador-. Venimos para liberaros a vosotros y a toda vuestra galaxia de la herejía de la tecnología y enseñaros el respeto a los Grandes.
-Udelen... -dijo Beviin.
-Soy Nom Anor, Ejecutor, y lo que veis es la vanguardia de la flota yuuzhan vong. Nos ha costado décadas llegar hasta aquí, y ahora vuestra galaxia será reformada. Transformada.
Beviin escuchó la sutil respiración de Fett. Viniendo de él, eso era un jadeo de asombro.
-Creo que cierta gente podría querer discutir eso antes. -Las armas de Fett seguían apuntando-. Dependiendo de a qué os estéis refiriendo por “reformada”.
-Podrías llamar a esto una invasión. Y vosotros tenéis el privilegio de estar entre los primeros infieles que atestigüen nuestra llegada.
Beviin esperó durante un gélido segundo, inseguro entre abrir fuego o esperar las órdenes de Fett. Sí. Realmente era una nueva galaxia que había venido de visita. Se esforzó por asimilarlo. En el comunicador abierto, eran audibles las respiraciones de todos, y sonaban urgentes, difíciles... asustadas.
-Fett, sigue estas coordenadas y entra en mi nave. Te mostraremos el futuro de vuestra galaxia, y el papel que jugaréis para conseguir esta transformación tan necesaria.
La respuesta de Fett normalmente habría sido una andanada de cañón iónico bien apuntada y una rápida huida. Nada había cambiado ni aumentado en la pantalla compartida del HUD. Beviin le escuchó tragar saliva antes de responder.
-Entonces, dejaré a mis tropas esperando que regrese a salvo.
-Estoy de acuerdo en que no hace falta que entren todos. Y tú responderás por ellos.
-Dado el tamaño de tu flota, ¿qué podrían hacer de todas formas un puñado de naves pequeñas?
-Mand'alor, te escoltaré -interrumpió Beviin. No llegó a planearlo ni pensarlo. Simplemente se oyó a sí mismo reaccionar-. Nos unimos con el Mandalore. Así es como sobrevivimos. Te seguiré dentro.
-Cuando averigüe qué significa “dentro” -dijo Fett-, entonces hazlo.
Beviin bajó la energía de sus armas e inclinó su Gladiador para colocarse detrás del Esclavo I mientras la nave avanzaba hacia la nave de guerra con forma de roca guante y estriada.
-Ke'pare -susurró en el comunicador. Fett no hablaba Mando'a, pero tampoco lo hacían esos yuuzhan-lo-que-sea-que-fuesen. Casi ningún aruetii lo hacía-. Ke baslana meh mhi Kyrayc.
Esperad, y salid de aquí si no lo volvemos.
Sabían qué hacer, y cuándo hacerlo. Todos ellos lo tenían bien grabado en el cerebro por su entrenamiento.
El asteroide gris se convirtió en una montaña que llenó su campo de visión conforme seguía al Esclavo I a una distancia prudencial de sus toberas hacia la apertura con forma de boca de la nave de guerra.
-Oya -respondió Suvar. A por ellos. Y mantente con vida. Una palabra curiosa, oya. Se adaptaba a cualquier situación. Oya. Beviin la abrazó buscando en ella coraje. Tenía la sensación de que aún no había visto nada.

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