martes, 26 de enero de 2010

Boba Fett: Un hombre práctico (VII)

Nom Anor: notas para el asalto a Birgis.

Fett se niega a usar villips e insiste en mantener sus propios medios de comunicación. Lamento que, por tanto, yo también deba mantener esta tecnología infiel.
Debo admitir que no esperaba que él y sus mercenarios los aceptasen. Y tratar de usar los villips aislados, sin yorik-kul o vonduun, sería poco satisfactorio de todas formas. Los mandalorianos parecen repeler especialmente la esclavitud mediante los yorik-kul, lo que encuentro irónico para una raza cuya historia está llena de pillaje, ocupación y matanza. Pero la esclavitud es algo que parece atormentarles: debe de haber jugado un papel doloroso en su propia historia. Obviamente, la temen.
Sin embargo, no temen a la muerte. No la abrazan, pero dicen que sigues viviendo mientras alguien recuerde tu nombre. Nunca se quitan esos cascos, de modo que no puedo juzgar sus expresiones, pero el tono de sus voces me dice que cuando nuestra cultura borre a la suya será peor que la muerte para ellos.
Sospecho que esta es la clave para mantenerlos leales. Mandalore permanecerá intacto mientras los necesite. Pero, al final, la esclavitud será el único modo de tratar con ellos.


Birgis: perímetro del espaciopuerto, una semana estándar después de la invasión de Helska 4.

Beviin debía asumir que los vongueses sabían lo que se hacían cuando se trataba de conquistar galaxias, pero no parecían preocuparse mucho por el sigilo.
El espaciopuerto principal de Birgis -que servía a naves tanto civiles como militares en este pequeño planeta- era el recurso más obvio que podían haber tomado como objetivo. Desde el punto de observación el el perímetro exterior, oculto en la hierba alta, podía ver deslizadores de asalto patrullando las pistas de aterrizaje con una ráfaga de luces destellantes. Otros no mostraban luces en absoluto, pero eran detallados objetivos verdes en su óptica de visión nocturna. Las naves y vehículos militares eran una mezcla ecléctica del escuadrón que tenía allí su base y los restos de otros que habían escapado a la implacable flota invasora y se habían reagrupado en ese lugar.
Destruir esos recursos en tierra sería la tarea más dura que Beviin podía imaginar. Jugar a ser agente doble estaba bien hasta que tenías que mantener la ilusión atacando a tu propio bando de forma convincente... y letal.
Y la Nueva República ni siquiera sabía aún que los mandalorianos eran ahora sus aliados.
-Sigo diciendo que deberíamos atacar la principal planta de energía civil si lo que quieren es una distracción -murmuró Cham, apoyado sobre un hombro mientras estaba tumbado a cubierto tras la hierba, calibrando un lanza-misiles portátil-. De todas formas, son ellos los que pagan. Ellos sabrán.
Fett dio unos golpecitos a una bolsa de su cinturón.
-Buena oportunidad para entregar estos datos. Especialmente ahora que incluyen la información sobre nuestras próximas dos misiones. Algo con lo que la Nueva República puede reaccionar.
-Tiene que haber algo que se me escapa. La gente de aquí no parece exactamente dispuesta a escucharnos.
-¿Tienes una idea mejor para contactar con la Nueva República mientras los vong rondan a nuestro alrededor?
-No, Mand'alor.
-Entonces vamos, y mostrad la imagen de un ataque de comandos creíble. -Fett hizo unos gestos para que tomaran posiciones-. Tratad de no matar a todo el mundo mientras no sepamos si hay un oficial con el que podamos contactar, y dejar uno o dos cazas intactos. ¿Lo habéis entendido todos? Alguien tiene que escapar de aquí para transmitir los datos.
Beviin había interceptado el tráfico de voz de la Nueva República y lo mantuvo en un canal de su comunicador. O de obvio, de acuerdo: estaban esperando un aterrizaje yuuzhan vong como los que habían irrumpido en el Borde Exterior, masivos bombardeos aéreos de magma y rocas ardientes seguidos por tropas lanzadas desde lo que sólo podía describirse como gusanos gigantes. El factor psicológico -naves y armas que parecían órganos deformados grotescamente- estaba golpeando casi tan duro como el propio poder destructivo de la flota vonguesa.
Podía escuchar al personal de operaciones poniendo en pre-alerta a naves y cazas en cinco ciudades del hemisferio norte, recopilando informes de avistamientos de naves enemigas... y bases de mundos cercanos al borde de la galaxia que simplemente habían dejado de responder a las señales. El avance de los yuuzhan vong podía trazarse siguiendo la estela del silencio de comunicaciones que dejaban detrás.
Aunque ciertamente el personal de este lugar no esperaría encontrarse con que los mandalorianos se infiltrasen en su puerto y tomasen el centro de control.
Fett sincronizó la lectura de su crono con la de los otros seis y volvió a ponerse en cuclillas, pulsando ocasionalmente algún control en la placa de su antebrazo. Dinua siguió observando la torre de control. Conforme movía lentamente la cabeza, escaneando, Beviin captó la luz verde del punto de mira en la línea de iconos a un lado de su campo de visión.
Briika había hecho un buen trabajo entrenando a la niña. La chica estaba en ese difícil lapso entre convertirse en adulta a los trece y en esposa a los dieciséis, pero desde luego era un soldado totalmente competente. La sociedad Mando siempre había sido así; pero Beviin a veces observaba a niños aruetii de la misma edad y sentía que trece años era una edad demasiado temprana para cargar con semejante responsabilidad.
Y si le decía eso a ella, estaba seguro de que le habría abofeteado sin pensárselo dos veces. Era tan dura como su madre. Se preguntaba qué destino le había ocurrido a su padre, y decidió esperar a que ella se lo dijera cuando lo estimara conveniente.
Al menos había tenido la oportunidad de dejarle un mensaje a Medrit. No te preocupes. No es lo que parece. No te muevas.
-Ahora recordad -dijo Fett-. Quiero veros actuar bien. Golpead lo bastante fuerte como para parecer convincentes, pero no acribilléis a todos porque necesitamos al menos un superviviente. -Hizo una pausa y Beviin le escuchó tragar saliva-. Treinta segundos.
Hicieron la cuenta atrás con el temporizador sincronizado que se proyectaba en sus HUDs. A los quince segundos, Cham se agachó apoyándose sobre una rodilla y equilibró el lanza misiles en su hombro derecho, presionando la placa de su mejilla contra el tubo y estabilizando el agarre con la mano izquierda.
Tenía la costumbre de balancear ligeramente la cabeza mientras hacía la cuenta, pero eso nunca afectaba a su puntería. Su cabeza dejó de balancearse finalmente durante tres segundos y una llamarada de fuego amarillo salió disparada hacia atrás con un sonido de gas. Instantes después la parte superior de la torre del espaciopuerto explotaba con una bola de llamas blancas que ascendían en el cielo nocturno, iluminando sólo por un instante la pista de aterrizaje con el resplandor de la luz del día.
Fett no necesitaba decir ni una palabra. Conforme los escombros caían desde las ruinas y los vehículos y el personal salían en todas direcciones, los mandalorianos comenzaron la carrera de cien metros hacia el edificio principal, comenzando cada uno unos segundos después que el anterior y tomando distintos caminos, mientras Cham mantenía por unos instantes ocupada a la batería anti-aérea con un misil salvajemente dirigido que golpeó de lleno una torre de agua, enviando un torrente que chocó contra los parabrisas de los deslizadores aparcados.
Fingir un ataque era más difícil de lo que parecía cuando toda tu vida habían sido matanzas de eficiencia despiadada. Era especialmente duro cuando el objetivo realmente pensaba que lo querías muerto y contraatacaba con la fuerza de la desesperación. Beviin abrió de un disparo un par de puertas de seguridad que daban al complejo principal, brillantemente iluminado, y entró en él tras Fett y con Briika y Dinua pisándole los talones. Suvar y Tiroc cubrieron la salida y un pasillo que conducía al exterior para proteger su ruta de escape. Corrieron por el pasaje principal hasta un par de puertas marcadas con los símbolos de PELIGRO DE ELECTROCUCCIÓN.
Normalmente, ese habría sido el lugar obvio para entrar y causar el mayor daño posible; la sala del generador. Esta vez no era así. Fett pasó de largo y llegaron a una intersección en el pasillo donde se encontraron con disparos de bláster.
Beviin retrocedió de un salto y aprovechó la oportunidad para recargar.
-Bien. Hay alguien en casa.
-Ahora consigamos que dejen de disparar lo suficiente para explicarles que tenemos un recado para ellos. -Fett y Briika se asomaron al descubierto y abrieron fuego. Otra ráfaga de ardientes disparos blanco-azulados rozaron la coronilla del casco de Fett, añadiendo otra quemadura negra a la pintura verde-. Si no responden a la puerta, tendremos que entrar.
-Somos buenos en eso.
-Sin matarles.
-Esa es la parte difícil. -Beviin extrajo una holo-sonda del bolsillo de su manga y la asomó cautelosamente por la esquina del muro. La imagen que transmitía a sus HUDs mostraba una zona de cocina: mesas, pilas de bandejas metálicas, un par de sillas vueltas del revés, fuentes abandonadas. La gente había salido huyendo. Tal vez había sido la pausa de la comida de una tripulación. Habrían ido corriendo al aeródromo para poner en marcha los cazas.
Sin embargo, alguien seguía allí. Vio una ráfaga de movimiento naranja. Traje de vuelo. Piloto. Los pilotos podían difundir la noticia. No había que dejar a los pilotos demasiado heridos o aturdidos para que pudieran escapar de allí bajo el ataque vong-. Bob'ika.
-Puedo hacerlo yo mismo.
-¿Quién tiene la armadura de duracero, y quién tiene la versión de beskar? Y me refiero al beskar casi a prueba de sable de luz.
-Si realiza un disparo afortunado, esa extravagante antigüedad no te salvará.
-Nunca he entendido por qué no usas beskar -dijo Beviin-. Pero dejemos esto para luego. En tres...
Beviin se puso en pie de un salto y corrió todo lo que pudo hacia el fuego de bláster. Por un momento se distanció de la escena, pensando que Medrit se pondría furiosa con él por correr semejante riesgo y preocupándose más por eso que por el disparo que le había golpeado en la placa pectoral, enviando aire hirviente hacia el respirador de su visor. La adrenalina era algo maravilloso. Pensó en eso justo cuando se lanzó sobre el borrón de extremidades vestidas de naranja, y quedó ensordecido por los gritos de su propia voz.
-¡Suelta el arma! ¡Cállate y escucha!
Una armadura chocó contra la suya. Dinua y Briika aterrizaron sobre él. Estaba casi en la parte inferior de una pesada pila que sujetaba a un piloto.
-Levantaos, le vamos a aplastar...
-¿Tienes su bláster?
-Lo tengo.
-¿Tienes sus brazos?
El piloto gritó. Ciertamente, Dinua había agarrado algo. Ese era un truco que no había visto usar desde hacía bastante. Beviin retrocedió un poco y alzó al piloto para sentarlo, y descubrió que él era en realidad ella, una enfadada rubia de cabello cortado al raso que ahora tenía un golpe en su mejilla derecha que se estaba convirtiendo en un ojo morado.
-Mandos -escupió-. Estáis trabajando para esas cosas. Sucios...
-Sí, nosotros también te queremos. Ahora escucha al Mandalore. -Beviin la giró para que pudiera ver a Fett.
-¿Dónde está tu casco? Tienes que hacer un viaje.
-¿Por qué? -Había un casco en una mesa cercana, e iba a servirle lo quisiera o no-. ¿Para vosotros?
-Lleva estos datos a vuestro centro de mando más cercano -dijo Fett. Sacó el chip de datos de su cinturón y lo mantuvo ante su cara, demasiado cerca como para que ella enfocase bien la vista-. Necesitáis estos datos acerca de los vong. Diseños de naves, algunos datos biológicos, y dos planes de misión que muestras hacia donde se dirigen a continuación y sus órdenes de acción. Es todo lo que hemos podido reunir. Tan sólo llévaselo a alguien que haga buen uso de ello. Y no tenemos tiempo para hacer la mirada teatral de silencio asombrado. Muévete. Ahora.
Fett le ayudó a levantarse y ella se deslizó el chip en el bolsillo del muslo de su traje, con cautos ojos abiertos como platos
-Entonces, ¿de qué lado estáis?
-Del nuestro -dijo Briika-. Quiero que mi hija tenga hijas. Y no lo hará con los vongueses dirigiendo la función.
-Cham, llévala a su nave o a cualquier cosa que aún vuele, y asegúrate de que atraviese las líneas de los vong -dijo Fett, indicando la salida con su bláster-. Si no hay nada capaz de levantar el vuelo en las pistas, limpia los datos de seguridad de tu Gladiador y dale las llaves. Te compraré uno nuevo.
-Entonces será mejor que parezca que la estamos persiguiendo. -Cham tendió a la piloto su casco y la empujó para que avanzase delante de él-. Y voy a querer uno amarillo, para que esta vez haga juego con mi armadura. Personalizado.
No quedaba nada que hacer excepto salir de allí. Los tipos-cangrejo no sabrían si les habían devuelto el golpe o no: de todas formas, lo único que se suponía que tenía que hacer el escuadrón era derribar la torre y crear una distracción. Lo habían hecho. Dinua comenzó a correr, con el rifle en ambas manos, y cuando salieron del edificio vieron por qué no se habían tropezado con ninguna resistencia en el interior.
Las fuerzas de tierra de los yuuzhan vong se dirigían como un enjambre al espaciopuerto, volando sobre ellos con pequeñas naves que parecían órganos amputados. Frente a ellos, a lo largo del perímetro, había un muro de deslizadores hechos añicos, camiones repulsores, y cualquier otra cosa que pudiera haber sido confiscada para proporcionar una barrera defensiva. Personal de la flota con gran variedad de uniformes -incluso del cuerpo de cocineros- estaba tomando posiciones junto a los civiles, armados con una selección de armas que decía desesperación a gritos.
En las imágenes verdes del visor nocturno de Beviin, las armaduras con pinchos de los guerreros vongueses que se acercaban parecían un bosque ambulante. No había nada más que él o sus camaradas pudieran hacer. Excepto luchar junto a esas tropas de la Nueva República; sí, sus entrañas no sólo querían hacer eso, sino que le pedían que lo hiciera. Pero dio media vuelta para seguir a los demás de vuelta a sus cazas, y se odió a sí mismo por ello.
-¿Y qué ocurrirá cuando la Nueva República elogie a sus valientes aliados Mando por pasarles datos de espionaje? -preguntó a Fett-. Eso va a ocurrir. Y no creo que “huy” cuele con los vong.
-Entonces haré de tripas corazón y llegará el día de paga con los vong. -Fett puso su guante sobre su visor, y por un instante Beviin pensó que realmente iba a quitarse el casco. En lugar de eso, sólo limpio un fragmento de escombro-. Pero tomaremos todas las oportunidades que tengamos para golpearles. Un día cada vez.
-Al menos la Nueva República puede evacuar el siguiente objetivo antes de que se muestren.
-Sí -dijo Fett-. Veamos qué ocurre en Nuevo Holga.
-Cuando los tipos-cangrejo decidan finalmente remodelar Mandalore, seremos los últimos en saberlo.
-Eso también es lo que creen ellos -dijo Fett-. Ahora veamos si Cham consiguió que esa piloto escapase a salvo.
La piloto había escapado, y se reunieron con Cham unas horas después. Pero Beviin no podía resistirse a comprobar el estado de Birgis. Sabía que no debía, pero tenía que averiguarlo.
Lo averiguó. No hubo supervivientes.

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