Bitácora de contrabandista
Peter Schweighofer
Liadden entró a trompicones en la cabina del Setenta y Siete Estrellas, donde su
mentor, el twi’lek To’iir, acababa de activar el motivador de hipervelocidad.
Soltó un suspiro de alivio cuando las estrellas se alargaron y la nave saltó al
hiperespacio.
-Volatilicé el último de los cazadores de cabezas
Z-95 de Roff –dijo, desplomándose en el asiento del copiloto-. Aunque nos han
golpeado bien. Me sorprende que el hipermotor aún funcione.
-Diría que conseguimos escapar de esa basura sólo
con daños menores –dijo To’iir, mirando por encima de sus anteojos pasados de
moda al parpadeante panel de control de daños-. No está mal para un encuentro
con los matones de Roff.
-Ese pequeño panel brillante de ahí no te cuenta el
resto de las malas noticias –dijo Liadden, tratando de descifrar las lecturas-.
Cuando el acoplamiento de energía del escudo estalló, se llevó consigo la
válvula de flujo del tanque de agua. Hay agua estancada goteando por toda la
bodega. Está empezando a oler realmente rancio ahí atrás. Luego, cuando los
sensores se sobrecargaron, el autochef se volvió loco... y lanzó esa masa
amarilla que hace llamar comida por toda la cocina. Afrontémoslo, To’iir,
necesitamos una nave mejor... y unas vacaciones.
El viejo twi’lek se recostó en su silla y dejó
escapar un largo suspiro.
-No te preocupes, jovencita –dijo, cerrando
adormecido los ojos.
-¿Qué? ¿Estamos yendo a uno de esos planetas de los
que siempre hablas? Ya sabes, esos realmente remotos y primitivos.
-No esta vez –dijo To’iir-. Necesitamos suministros
y reparaciones menores, pero no podemos arriesgarnos a encontrarnos con más
hombres de Roff. Necesitamos uno de mis agujeros seguros.
-¿Agujero seguro? –preguntó Liadden-. ¿Qué es eso,
y por qué no me habías hablado aún de ello?
-Todo a su debido tiempo –dijo To’iir-. La
aprendiza no puede esperar que el maestro se lo enseñe todo de una sola vez.
Vamos a ir a un mundo remoto donde tengo almacenados unos suministros muy
valiosos. Un buen lugar para esconderse y descansar por un tiempo. Al menos
hasta que hayas reparado los escudos.
Curioso que este sea el único Smuggler's Log... Creo que hay más fragmentos que se pueden extraer de los que aparecieron en las Adventure Journal anteriores.
ResponderEliminarLos he revisado y, aunque todos están escritos estilo "in-universe" por Platt Okeefe, este es el único que tiene esta especie de prólogo en forma de microrelato (en el que, por cierto, nada tiene ella que ver)
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