viernes, 13 de diciembre de 2013

Engranajes en movimiento (II)


-¿Acomodándose para la noche, señor?
El droide explorador dio la vuelta al cartel de “cerrado” en la tienda de Amalk y echó un vistazo a su alrededor para asegurarse de que todo estaba seguro. La única luz del interior estaba sobre una mesa de trabajo donde había desplegadas cuidadosamente varias herramientas. La mayor parte de los droides se habían apagado. Unos pocos estaban en la habitación trasera tomando un baño de aceite y observando a las unidades R2 reunidas alrededor del tablero de juego holográfico.
-No. Esta noche voy a quedarme hasta tarde trabajando.
-¿En los astromecánicos de los jawas?
Amalk negó con la cabeza.
-A ellos les tocará mañana. Estoy más interesado en el droide de protocolo de una pierna.
-Un diseño elegante, señor. Nada que yo haya visto antes, y he visto unos cuantos pasando por su tienda. Puede que sea un modelo muy nuevo, o un diseño único realizado especialmente por encargo. Mmmm. Supongo que también podría ser uno muy viejo, una antigüedad que haya sido mantenida en buen estado. –El explorador ladeó la cabeza-. Excepto por la pierna que falta, por supuesto.
-Tendré que usar esa –dijo Amalk señalando una pierna color gris oliváceo que colgaba detrás del mostrador-. Al menos hasta que pueda conseguir una que haga juego con el resto de su cuerpo.
-Estoy seguro de que Y3-FE9 podría ayudar. Se está volviendo cada vez más eficiente soldado juntas. Yo ayudaría si pudiera. Pero la mecánica y la electrónica no son mis áreas de experiencia.
Amalk no respondió. Estaba ocupado transportando al droide de protocolo negro a su mesa de trabajo. Después de limpiar el polvo de su carcasa, el droide tenía un aspecto suave y brillante, con unos pocos ángulos pronunciados. No había ni un arañazo en su superficie metálica. Lo posó sobre la mesa casi con reverencia.
-Les dije a los jawas que sólo te compraba para usarte como piezas de recambio. Realmente pensaba eso en ese momento –dijo para sí mismo-. Pero tal vez consiga hacerte funcionar. Serás una pieza muy llamativa. Me pregunto qué lenguajes conoces. Cuántos. Me pregunto dónde has estado. ¿Quién te hizo?
-Si no me necesita para nada, señor, me gustaría ir atrás y ver el holojuego.
Amalk hizo un gesto con los dedos, dando permiso al droide explorador para que se fuera.
-Hmm. Tal vez pueda venderte a un señor del crimen que colecciona droides selectos. O a un mercader que viaja por las rutas imperiales. No importa a quién te venda, serás un magnífico informador. –Abrió la placa pectoral y comenzó a tararear. Seleccionando sus herramientas, Amalk comenzó a reparar el droide.
-Definitivamente se te podía arreglar –dijo después de que hubieron pasado unas cuantas horas y se terminase un concienzudo lavado de memoria-. No estabas en tan mala forma después de todo. No. En absoluto. El chip de lenguaje estaba intacto. Los jawas no sabían lo que tenían. Todo lo que necesitas ahora es una nueva pierna, un interruptor de reactivación especialmente modificado, y mi programa de inteligencia implantado profundamente. Indetectable, imborrable. Perfecto. –Continuó trabajando sobre el droide.
-Nadie descubrirá jamás que estás trabajando para la Alianza. Tus fotorreceptores y grabadores auditivos absorberán toda clase de actividad imperial, y me la transmitirás en cuanto puedas tengas un momento libre para descargar información. Vaya, tal vez incluso pueda venderte a un oficial imperial. Abrillantarte hasta atraer su atención. Obtendrías información de primera mano. Sí, serás una buena adición a la red de espionaje rebelde. ¿Sabes? He colocado casi 50 droides con mi programa insertado en sus entrañas. Llevan espiando al Imperio más de un año. Pronto te unirás a ellos.
Engrasó el motivador del droide negro, luego pulió cuidadosamente las placas metálicas que cubrían la mayor parte del cuerpo.
-Eres una belleza –susurró suavemente. La cara del droide estaba bien definida, no muy distinta al rostro del droide chef que había adquirido hacía unas semanas. Pero este era casi hermoso en términos humanos. El ceño inclinado hacia atrás para formar una cresta que parecía los nudillos redondeados de un puño cerrado-. A juzgar por ese locomotor sobredimensionado, diría que serás capaz de moverte muy rápido. Si te engrasas lo suficiente, también serás silencioso. Tienes algunos anexos y compartimentos interesantes. Les echaré un vistazo por la mañana.
Amalk se apartó del banco de trabajo y tomó la pierna gris oliva.
-Odio ponerte esto, pero quiero que puedas ponerte en pie y andar. Quedarás un poco inclinado, pero sólo durante un par de días. Efeenueve me ayudará a fabricarte una nueva pierna, negra y brillante, tan bien hecha que nadie salvo tú y yo (y Efeé, por supuesto) sabrá que no es tu pierna original. ¡Ya está! –Conectó los cables de la pierna gris a la cadera del droide, engrasó las juntas, y luego conectó la unidad de energía.
Los ojos del droide negro brillaron con luz blanca en sus oscuras cuencas.

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