Dos por uno
Paul Danner
-¿Quieres que te ayude a robar un Destructor
Estelar? –dijo Sconn, con un tono de voz excesivamente elevado.
Después de lanzar una furiosa mirada llena de
reproche a su sobrino, Cavv examinó rápidamente la muchedumbre congregada en el
Cargas Ligeras. La mayor parte del grupo de aspecto desaliñado estaba ocupado
con sus propios negocios turbios y no prestaba la menor atención a la pareja.
Un rodiano particularmente feo de la mesa contigua les miró por un instante y
luego continuó su propia conversación. Sin embargo, el compañero del rodiano,
un pequeño mixtwirk, había girado disimuladamente sus antenas en dirección a
ellos.
Cavv se inclinó hacia él y cerró la mano firmemente
agarrando los apéndices auditivos del mixtwirk.
-Si quieres seguir teniendo estas cosas pegadas al
cuerpo, te sugiero que las apuntes a otra parte, amigo.
El pequeño alienígena graznó furioso a Cavv, quien
respondió apretando más fuerte.
El rodiano se recostó en su asiento, aparentemente
apartándose del conflicto. En realidad, la mano del alienígena estaba
deslizándose hacia su pistolera.
Sconn mostró una sonrisa al rodiano y lentamente
negó con la cabeza. Los bulbosos ojos del alienígena siguieron la mano de Sconn
mientras este se recogía la manga. El láser de muñeca oculto debajo apuntaba
directamente al pecho del rodiano.
Cavv soltó una risita.
-Creo que es hora de que os marchéis de aquí,
muchachos.
El pequeño alienígena trinó indignado.
-Porque soy el dueño de este sitio –respondió Cavv,
soltando su presa-. Y ya que esta ha sido vuestra última comida aquí, la casa
invita. Os sugiero que empecéis a mover los pies fuera de aquí antes de que se
agoten mis reservas de altruismo.
El mixtwirk pareció considerar la conveniencia de
replicar algo, pero luego se lo pensó mejor e hizo un gesto al rodiano para que
se fueran.
Cavv volvió a sentarse en su silla.
-Bueno, ¿dónde estaba?
-A un paso del Hogar del Viajero Espacial Jubilado
–dijo Sconn.
-Hilarante, sobrino. A menudo me he preguntado si
era el único de nuestra familia con sentido del humor. Ahora sé seguro... que
sí lo soy.
-Bueno, hay una cosa que nunca he encontrado ni
pizca de graciosa... la muerte. –Sconn hizo un gesto de rechazo con la mano-. Y
lo que estás proponiendo es un suicidio.
-Dijiste que ayudarías.
-Eso es porque cuando me pediste que te ayudase a
“adquirir” una nave para la República, olvidaste mencionar que iba a ser un
Destructor Estelar Imperial.
Cavv parecía haber encontrado algo muy interesante
en el suelo a lo que mirar.
-O bien el fantasma del Emperador acaba de
materializarse bajo nuestra mesa, o hay algún otro detalle interesante del que
no me has hablado.
Cavv volvió la mirada a su sobrino.
-Bueno, técnicamente, esta nave no es un Destructor
Estelar.
-Gracias a la Fuerza por los pequeños favores.
-Es más bien un Super Destructor Estelar.
Sconn no pudo decir ni palabra. Su boca se abrió
ligeramente, pero no salió ningún sonido.
-Lo prometiste –dijo Cavv con su mejor sonrisa-. Y
por lo que he oído, Sienn Sconn siempre mantiene sus promesas, ¿verdad? Como
dice el viejo dicho devaroniano, Incluso
un loco puede descubrir que...
Sconn rápidamente levantó un dedo en el aire para
interrumpirle.
-De acuerdo. Tú ganas. Haremos que nos maten. Pero
no empieces con esos malditos refranes.
***
Sconn se revolvió incómodo en su asiento. Un
problema con los gobiernos recién establecidos es que sus líderes aún piensan
como los revolucionarios que una vez fueron. En la Alianza, nadie malgastaba
recursos en comodidades materiales, por lo que ni siquiera un distinguido
general tenía sillas acolchadas en su oficina. A Sienn Sconn le gustaban esos
detalles... disfrutaba de la buena vida. Desgraciadamente, por el modo en que
estaba hablando el general Airen Cracken, la vida de Sconn estaba a punto de
cambiar para mal. Muy mal.
-...se estima que el complemento de tripulación
restante del Super Destructor Estelar Guardián
en 250.000 efectivos, de los cuales unos 40.000 son combatientes entrenados
–decía el general como si tan sólo estuviera pidiendo pormork asado en el restaurante
espacial de la esquina. Eso ponía extremadamente nervioso a Sconn.
Cryle Cavv le miró fijamente y pudo adivinar por la
expresión de su sobrino que Sconn estaba vagando por el hiperespacio. Le
propinó un sutil pero contundente codazo en las costillas.
El general continuó:
-Sólo podemos tener una estimación de la fuerza del
armamento y los escudos de la nave, pero estamos seguros de que el hipermotor
está temporalmente fuera de servicio.
Cavv asintió.
-Según recuerdo, el Guardián sufrió bastantes daños en Tantive V antes de poder
escapar.
-Creemos que ese fue el último salto que hizo. –El
general bajó el tono de su voz-. El Guardián
sigue todavía ahí fuera, en alguna parte, golpeado y herido. Esperándonos.
Sconn alzó su dedo índice.
-Cuando usted dice “nosotros”, ¿a quién se está
refiriendo exactamente?
-¡Sobrino!
Cracken sonrió.
-Una pregunta válida, Cavv. Hablo metafóricamente
de la República, y más concretamente de la Unidad de Adquisiciones Especiales
de la Nueva República.
Sconn se animó un poco. La UAE. Eso empezaba a
sonar muy profesional. Luego el ladrón se dio cuenta de algo.
-Nunca he oído hablar de esa unidad.
-Eh... –Cracken fijó su mirada en la pared
opuesta-. Es de reciente creación.
Sconn arrugó la nariz.
-¿Cómo de reciente?
-Hace sólo unos minutos.
-Oh, bueno, como mi tío siempre dice –Sconn miró
significativamente a Cavv-: A garral
regalado no le mires los dientes; es probable que te arranque la cabeza de un
mordisco.
Cavv se aclaró ruidosamente la garganta.
-¿Exactamente quién dirige esa unidad? –preguntó
Sconn.
Cracken hizo una pausa, y luego señaló con aire
teatral. A Cavv.
-Un legendario especialista en adquisiciones.
-¿Y su equipo?
-Una unidad veterana compuesta –hubo otra pausa
antes de que el general finalmente dijera- por ti.
-Yo –replicó Sconn. Añadió esperanzado-: ¿Alguien
más?
-No.
Sconn inspiró profundamente por la nariz y se
acomodó en su asiento. Lo intentó, al menos. Era como sentarse en una roca al
rojo.
Cavv junto las puntas de sus dedos.
-Después de todos estos años, ¿cómo habéis
encontrado este hallazgo?
-Suerte, en realidad. Algunos de nuestros droides
sonda se han encontrado con varias lanzaderas de clase Lambda que aparecían en sistemas controlados por el Imperio
solicitando piezas para reparar el hipermotor de una gran nave capital. Ha
hecho falta escarbar un poco y ha costado mucho tiempo, pero la investigación
posterior reveló que las lanzaderas eran parte de la dotación del Guardián. –Los ojos de Cracken brillaron
como si estuviera reviviendo el momento-. La nave se encuentra extremadamente
vulnerable al ataque y su potencial captura. Conseguir un Super Destructor
Estelar intacto sería uno de los mayores golpes en la historia de la Nueva
República. Sé que no será tarea fácil.
-No me digas –murmuró Sconn.
-Por desgracia, debido a los esfuerzos de la INR
para descubrir quién se encuentra detrás de los misteriosos atentados
terroristas con bombas por todos los sectores del Núcleo, no tengo demasiado
personal ni naves disponibles. Y, por supuesto, primero hay que localizar el Guardián.
-Eso es más fácil hacerlo que decirlo –dijo Cavv
haciendo un gesto de desdén con la mano.
-Creo que ese lo has entendido al revés, tío.
Los ojos de Cavv casi estaban brillando. Sconn
reconoció esa mirada.
-Mis fuentes, y son bastante fiables, han
descubierto que tendrá lugar un encuentro clandestino dentro de menos de una
semana en el planeta Vohai del sector Parmel. Está previsto que una lanzadera
clase Lambda se encuentre con el
afamado Unirail de Vohai en la Estación Sensyno.
A Sconn no le estaba gustando nada todo eso. El
rostro de Cracken estaba ocupado por una sonrisa perturbadoramente similar a la
que estaba mostrando su tío.
-Burgo Teage, un ruin tratante del mercado negro,
va a reunirse con los ocupantes de la lanzadera para cerrar cierto trato en el
que unos componentes del hipermotor de una nave capital juegan un papel
bastante importante. –Cavv alzó las cejas y se recostó en su asiento con un
gesto totalmente teatral.
Cracken ya se encontraba pulsando el panel
intercomunicador de su escritorio.
-Gerind, voy a necesitar dos billetes para el
próximo viaje del Unirail de Vohai.
Cavv colocó la palma de su mano en el hombro de
Sconn, sacudiendo jovialmente a su sobrino.
-Buenas noticias, muchacho. Te vas de vacaciones.
Con tu tío favorito, nada menos.
-Eres mi único tío –le recordó Sconn.
-Es curioso que menciones eso. ¿Sabes? Los rodianos
tienen un curioso dicho acerca de la familia y el favoritismo...
El general Cracken trató valientemente de mantener
la seriedad en su rostro mientras Sconn conseguía hundirse aún más en su silla.
***
-Bienvenidos a bordo del transporte expreso SV-45
de Translineas Corellianas con destino a Vohai –dijo una voz con un tono culto
y cuidadosamente cultivado-. Soy Duran Har, su capitán. Siéntense, relájense, y
disfruten del viaje. Si hay algo que podamos hacer para hacer más agradable su
viaje, usen el botón de llamada a su derecha, y uno de nuestros asistentes
estará con ustedes de inmediato. –El capitán continuó entonces con una
descripción abreviada de Vohai y el resto de planetas del sector Parmel.
Sconn puso los ojos en blanco con fastidio cuando
el robusto StarSpeeder 3000 saltó al hiperespacio.
-Uno pensaría que la gente de Cracken podría haber
encontrado algo menos turístico.
Cavv alzó la vista de su tableta de datos.
-No queremos levantar ninguna sospecha. Y no lo
olvides, de ahora en adelante llámame Burgo Teage.
-Déjame adivinar, yo soy tu encantador ayudante.
-Correcto. Salvo por lo de encantador. –Cavv volvió
a mirar su tableta de datos y dijo-: Gronk.
-¿Perdón?
-Gronk. –Cavv comenzó a reírse-. Ese es tu nombre.
Gronk.
A Sconn no le hacía ni pizca de gracia.
***
Sconn alzó la mirada a la estrecha vía del unirail
a través de la claraboya de transpariacero.
-¿Algo va mal? –preguntó Cavv.
-El hecho de que estemos a unos dos kilómetros
sobre la superficie colgando de un cable super-conductor que no parece capaz de
soportar el peso de un wookiee, y mucho menos de 46 vagones.
-Tranquilo. Hasta la fecha el Vohai tiene un
historial de seguridad perfecto.
-Sí, bueno, hasta la fecha nosotros no habíamos montado en él.
Estaban sentados en el nivel superior del coche
restaurante/casino, sosteniendo en sus manos copas aflautadas de vino renano.
Su mesa, ubicada en una esquina, ofrecía una excelente vista de los turboascensores
que bajaban a la parte del vagón que servía de casino.
Sconn comprobó su cronómetro.
-Tranquilo, sobr... –Cavv frunció los labios-.
Quiero decir, Gronk. Aún queda algo de tiempo hasta que nuestro invitado haga
su incursión de cada noche en las mesas de apuestas. Y no está previsto que
lleguemos a la Estación Sensyno hasta dentro de otra hora. –Dejó que su mirada
vagase hasta la ventana cercana. Las nubes se habían aclarado un poco y el
cielo nocturno se desplegaba a su alrededor. Grupos de brillantes luces
parpadeantes en el horizonte marcaban la ubicación de algunas de las ciudades
de Vohai-. Tómate un momento para disfrutar de la espectacular vista, saborea
tu vino, deléitate en los sencillos placeres del instante. –Cavv alzó su copa
en un brindis.
-Pensé que te habías retirado para hacer
precisamente eso.
-Lo hice. Pero esta era una misión que no podía
rechazar. Así que me des-retiré. –La voz de Cavv cobró una cualidad distante-.
Estamos en un negocio muy extraño, sobrino. Robas una cartera, y te meten en la
cárcel. Le robas la esposa a un hombre, y consigues que te dejen la nariz
sangrando. Pero si robas algo lo bastante grande, te haces famoso. ¡Un Super
Destructor Estelar! Esto nos convertirá en los ladrones más grandes que jamás
hayan vivido.
-O moriremos en el intento –dijo Sconn secamente,
agitando los restos de su vino en la copa y tomando después un trago.
-¿Sabes? No has hecho otra cosa que mostrarte
pesimista desde que empezamos este viaje.
-Tal vez porque no quiero morir.
-Todos morimos, sobrino. Es el orden natural de las
cosas.
-No tengo ningún deseo a ayudar a que ocurra. Y en
este momento parezco estar en el carril de avance rápido hacia el Gran Más
Allá.
-En realidad, creo que esta pequeña aventura será buena para ti. Te has convertido en todo un rancio. Algunas de esas caras que pones podrían agriar la cerveza lum. –Cavv hizo un gesto-. ¡Ves! ¡A esto me refiero!-Tú me invitaste.
-No tenías por qué aceptar.
-Y me lo dices ahora.
Hubo un largo silencio.
-¿Va todo bien, sobrino?
Sconn permaneció en silencio, mirando a través de la ventanilla las nubes que pasaban.
-¿Sabes? –Cavv se detuvo en seco por un microsegundo, y luego continuó, lanzándose de lleno a decir lo que pensaba-. Desde que Shandria te dejó, tu actitud ha hecho que los barabeles parezcan perfectamente apacibles comparados contigo.
El rostro de Sconn enrojeció.
-Shandria no me dejó. Fue una decisión mutua. Considerando que pareces saberlo todo, me sorprende que te hayas equivocado con ese pequeño dato.
-Nadie es perfecto, sobrino. Todos cometemos errores. –La voz de Cavv se suavizó-. Aunque es una lástima que dejases escapar a una chica tan agradable. Hacíais una pareja adorable, cuando no tratabais de mataros el uno al otro.
-Todo eso ya se acabó –dijo Sconn entre sus dientes apretados-. Al igual que esta conversación.
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