Servidor del Imperio
James L.
Cambias
Mace supo que estaba en problemas cuando comenzaron
los disparos.
Cuando el crucero de las Aduanas Imperiales había
llamado a su nave, Mace trató desesperadamente de ganar tiempo. Usó el viejo
truco del “fallo de comunicaciones”, seguido de la estrategia de “¿cómo sé que
no sois piratas?”. Estaba a punto de comenzar el número de la “fuga en el
reactor” cuando el crucero abrió fuego.
O bien la primera andanada era sólo una
advertencia, o bien los artilleros imperiales tenían pésima puntería. Mace puso
al máximo los motores y desactivó los bloqueos de seguridad. El Comerciante Ordinario saltó alejándose
del crucero como un tauntaun asustado.
¡Bum! La cabina se estremeció cuando un disparo
láser golpeó los débiles escudos de la nave. Le siguieron dos disparos más. El
panel de estado brillaba en rojo.
Muy bien, así
que no son malos tiradores, pensó Mace. ¿Pero
qué tal es su pilotaje?
Comenzó a realizar giros y quiebros con el Comerciante Ordinario. Les dio un minuto
para que se acostumbrasen al patrón, y entonces... el casco gimió cuando Mace
lanzó la nave en un cerrado giro en espiral, haciéndola descender hacia el
mayor de los gigantes gaseosos del sistema.
***
En el puente del crucero de patrulla Centinela, el comandante Panatic estaba
engañosamente relajado. Habitualmente un oficial serio de aspecto impecable, en
combate se desplomaba inmóvil en su asiento. Sólo sus ojos permanecían alerta,
pegados a la pantalla de seguimiento.
Cuando el fugitivo cambió su curso, Panatic apenas
parpadeó.
-Alférez Monidda, cambie a vector diez por
dos-noventa. Mantenga la velocidad.
-¡Va al sistema de anillos del planeta! –exclamó el
alférez Av, el astrogador.
-Síganle.
Cuando la vista de los anillos ante ellos cambió de
un tembloroso arco plateado a una barrera de icebergs a la deriva, el alférez
Monidda comenzó a ganarse la paga. El carguero fugitivo los esquivaba con giros
y rizos, y el Centinela se pegó
trabajosamente a su cola.
-¡Parada total!
El timonel apagó los motores con un suspiro de
alivio.
-¿Va a dejar que escape, señor? –Av parecía
confundido.
-Sáquenos de aquí. Vector cero por noventa.
–Panatic echó una mirada al astrogador-. No voy a jugar a este juego. Una vez
que salgamos de los anillos, pase a modo silencioso. Motores apagados, sensores
en modo pasivo. Dejaremos que sea él quien nos encuentre.
***
-¡Ja! –Mace se permitió una risita cuando su
escáner dejó de mostrar el crucero imperial-. Lo tienen bien merecido por
tratar de seguir a un piloto experto por un anillo de hielo.
Aminoró el Comerciante
Ordinario a una velocidad segura, e hizo un barrido de escáner. Ni rastro
de la nave imperial en ninguna parte. ¿Habrían chocado contra un pedazo de
hielo? Sintió una momentánea punzada de simpatía mientras maniobraba con
cuidado fuera del anillo y establecía un curso hacia el espacio abierto. Estaba
justo preparando el hipermotor cuando todo salió mal.
El crucero estaba justo enfrente, disparando sus
cuatro lásers. Antes de que Mace pudiera reaccionar o ajustar los escudos, el Comerciante Ordinario recibió tres
impactos. El panel de control de Mace se iluminó de rojo, mostrando los
impulsores de maniobra apagados, el escudo caído y el cañón láser
deshabilitado.
-¡Ríndase o será destruido! –aulló el altavoz del
comunicador.
-Vale, vale. Me habéis pillado.
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