martes, 15 de diciembre de 2015

¡El retorno del Grandioso!

¡El retorno del Grandioso!

Wicket estaba tumbado junto a su amigo en la suave hierba del bosque. Bostezó y dijo:
-No hay nada como la paz y la tranquilidad del bosque en la Estación del Sol, ¿eh, Teebo?
Teebo se puso en pie.
-Salvo que hace demasiado calor. ¡Vamos! Te echo una carrera hasta la presa. Podemos refrescarnos allí.
Los dos ewoks corrieron por el bosque hacia la presa que estaba más arriba del poblado.
-¡Cudvarrk! –jadeó Wicket, deteniéndose para recuperar el aliento-. ¡No tan rápido!
-¡Dangar! –gritó Teebo, deteniéndose de repente, porque el duro suelo del bosque de pronto estaba cubierto de agua. Lo que debía haber sido tierra secada por el sol, era barro pantanoso.
Antes de que Wicket pudiera decir nada se escuchó un fuerte estruendo y el aire se llenó del sonido del agua al correr.
-¡Es la presa! –gritó Wicket-. Los duloks deben de haberla quebrado. Están intentando inundarnos.
-Debemos regresar al poblado lo más rápido posible –dijo Teebo con un jadeo-. Debemos advertir al jefe Chirpa. –Mientras hablaba, corría hacia un caballo snarlf que pastaba cerca-. Vamos, Wicket. Cabalgaremos de vuelta con esta belleza.
Los dos ewoks saltaron a lomos del caballo y galoparon hacia el poblado.
Tan pronto como escuchó lo que había pasado, el jefe Chirpa convocó a Chukha-Trok, el carpintero.
-Necesitamos construir un dique inmediatamente –dijo al fornido ewok-. La presa ha sido saboteada.
-Dejádmelo a mí –dijo Chukha-Trok. Pocos instantes después se escuchó el sonido de dos poderosos hachazos del carpintero seguidos por un fuerte estruendo cuando Chukha-Trok derribó un árbol gigantesco.
Justo a tiempo, cayó en el camino de las aguas desbocadas que amenazaban con inundar el poblado.
-¡Veek! –dijo Teebo con un suspiro de alivio, cuando las aguas rodearon el árbol y cayeron por un acantilado creando una espectacular cascada-. Ahora tenemos tiempo para reparar la presa.

***

Los ewoks habían vivido en el bosque durante cientos de años y creían que sabían todo lo que había que saber de él... pero lo que no sabían era que en las profundidades bajo el suelo del bosque había una vasta caverna oscura. Durante miles de años nada había penetrado el fantasmal silencio, pero el día que se rompió la presa una gota de agua se filtró profundamente en la tierra y aterrizó con un fuerte “plop” que resonó en la caverna. Y luego otra... y otra.
De pronto, otro sonido estremeció la caverna. Era un “¡Urrrrgggghhhhh!” muy, muy fuerte; tan fuerte que las paredes de la caverna comenzaron a temblar: tan fuerte que mucho más arriba, en el bosque, los ewoks temblaron de miedo.
-¿Qué es eso? –dijo Teebo con un jadeo mientras la tierra se sacudía tan violentamente que tuvo que agarrarse a un árbol para mantenerse en pie.
¡Kffllnnnch! Era como si el bosque hubiera sido golpeado por un terremoto mientras los árboles se caían y los escombros salían despedidos por todas partes. Un gigantesco agujero apareció en el suelo y los ewoks miraron incrédulos como una monstruosa cabeza aparecía en él. Salía vapor de los asombrosos orificios nasales de la criatura. Abrió su ancha boca y los ewoks quedaron aterrorizados por los temibles colmillos que asomaban. ¡Cada colmillo era tan grande como un ewok adulto!
El jefe Chirpa jadeó.
-E-e-e-es un k-k-k-kradak –tartamudeó-. Uno de los G-g-grandiosos. Llevaban miles de años extinguidos.
Teebo buscó consuelo abrazándose a Wicket cuando el gigantesco monstruo comenzó a salir de la tierra. Con cada sacudida de su terrible cuello, un árbol del bosque caía con estrépito al suelo.
-¡Si rompe nuestro árbol de apoyo, estamos condenados! –gritó el jefe Chirpa-. ¡Logray! –gritó-. Haz algo.
Logray, el viejo e inteligente sabio de los ewoks, salió corriendo de su choza. Mientras corría hacia el jefe, una rama cayó de un árbol y le golpeó dejándole sin sentido. La princesa Kneesaa corrió junto al viejo ewoks y se arrodilló a su lado. Cuando vio que no estaba gravemente herido, salió corriendo hacia su choza. Teebo y Wicket corrieron tras ella y la encontraron mezclando una poción con las hierbas y aguas que Logray guardaba allí.
-¿Qué estás haciendo? –preguntó Wicket.
-A menudo he observado cómo Logray mezcla sus pociones –respondió la princesa-. Creo que sé cómo ocuparnos del monstruo.
Teebo miró al exterior de la choza. El monstruo ya había logrado salir del agujero y era tan alto que Teebo tenía que inclinar el cuello hacia atrás para poder ver su cabeza. De sus orificios nasales salían grandes chorros de fuego. A su alrededor, valerosos ewoks le golpeaban y le daban patadas, pero el monstruo ni siquiera los advertía.
-¡Aprisa, Kneesaa! –gritó Teebo.
-¡Terminé! –exclamó la princesa Kneesaa, mientras salía corriendo de la choza, sosteniendo un gran cuenco de un líquido verde humeante-. Esto debería calmar al monstruo.
En su precipitación, la princesa no vio un manojo de ramas.
-¡Oh, no! –gimió mientras el cuenco se le escapaba de las manos, lanzando su contenido sobre los ewoks que se encontraban en tierra más abajo.
Uno a uno, los ewoks cayeron al suelo y se quedaron inmóviles donde cayeron.
-Kneesaa, patosa –dijo Wicket-. Has mezclado una poción somnífera. Todo el mundo está inconsciente salvo tú, yo y Teebo...
-¡Y el monstruo! –exclamó Teebo.
Un fuerte rugido de la feroz bestia agitó las hojas de los árboles, cubriendo de follaje a los tres amigos.
-Salgamos de aquí –gimoteó Teebo.
-No seas tonto –ladró Wicket-. Si no hacemos algo, nuestro poblado será destruido.
Mientras tanto, Kneesaa había corrido de vuelta a la choza de Logray y estaba ocupada mezclando otra poción.
-Mantened ocupado al monstruo –gritó.
-¿Que lo mantengamos ocupado? –gruñó Teebo-. ¿Qué quiere que hagamos? ¿Que nos pongamos a jugar al Monopoly con él?
Justo entonces, la princesa Kneesaa salió corriendo de la choza llevando otro cuenco. Esta vez el líquido del interior era amarillo.
-Creo que esto debería ser lo suficientemente fuerte como para hacer que el kradak se duerma...
Y mientras hablaba se resbaló con una hoja húmeda y se deslizó a lo largo de la rama. El cuenco se le cayó de las manos y su contenido se vertió sobre la espada del monstruo.
Dejó escapar un furioso rugido cuando el líquido hirviente le quemó la carne.
-¡Mirad! –gritó la princesa, señalando al kradak.
Los tres ewoks miraron asombrados cómo la criatura comenzó a encoger. Se hizo más pequeña... y más... y más pequeña, hasta que no fue mayor que la mano de un ewok.
-Kneesaa, eres fantástica –vitoreó Wicket-. Mezclaste una poción reductora, en lugar de una somnífera. Estamos salvados.
Para cuando los demás ewoks volvieron en sí, Wicket y la princesa habían construido una pequeña jaula para el diminuto monstruo que mostraba un aspecto muy lamentable.
-Sabes, Teebo –dijo Wicket-. Si desviamos parte del agua del dique al agujero antes de que reparemos la presa, podríamos hacer una súper piscina.
-Qué idea tan genial –convino Teebo-. Pero hagámoslo mañana. Ya he tenido suficiente por un día.

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