¡El retorno del Grandioso!
Wicket estaba
tumbado junto a su amigo en la suave hierba del bosque. Bostezó y dijo:
-No hay nada
como la paz y la tranquilidad del bosque en la Estación del Sol, ¿eh, Teebo?
Teebo se puso en
pie.
-Salvo que hace
demasiado calor. ¡Vamos! Te echo una carrera hasta la presa. Podemos
refrescarnos allí.
Los dos ewoks
corrieron por el bosque hacia la presa que estaba más arriba del poblado.
-¡Cudvarrk!
–jadeó Wicket, deteniéndose para recuperar el aliento-. ¡No tan rápido!
-¡Dangar! –gritó
Teebo, deteniéndose de repente, porque el duro suelo del bosque de pronto
estaba cubierto de agua. Lo que debía haber sido tierra secada por el sol, era
barro pantanoso.
Antes de que
Wicket pudiera decir nada se escuchó un fuerte estruendo y el aire se llenó del
sonido del agua al correr.
-¡Es la presa!
–gritó Wicket-. Los duloks deben de haberla quebrado. Están intentando
inundarnos.
-Debemos
regresar al poblado lo más rápido posible –dijo Teebo con un jadeo-. Debemos
advertir al jefe Chirpa. –Mientras hablaba, corría hacia un caballo snarlf que
pastaba cerca-. Vamos, Wicket. Cabalgaremos de vuelta con esta belleza.
Los dos ewoks
saltaron a lomos del caballo y galoparon hacia el poblado.
Tan pronto como
escuchó lo que había pasado, el jefe Chirpa convocó a Chukha-Trok, el
carpintero.
-Necesitamos
construir un dique inmediatamente –dijo al fornido ewok-. La presa ha sido
saboteada.
-Dejádmelo a mí
–dijo Chukha-Trok. Pocos instantes después se escuchó el sonido de dos
poderosos hachazos del carpintero seguidos por un fuerte estruendo cuando
Chukha-Trok derribó un árbol gigantesco.
Justo a tiempo,
cayó en el camino de las aguas desbocadas que amenazaban con inundar el
poblado.
-¡Veek! –dijo
Teebo con un suspiro de alivio, cuando las aguas rodearon el árbol y cayeron
por un acantilado creando una espectacular cascada-. Ahora tenemos tiempo para
reparar la presa.
***
Los ewoks habían
vivido en el bosque durante cientos de años y creían que sabían todo lo que
había que saber de él... pero lo que no sabían era que en las profundidades
bajo el suelo del bosque había una vasta caverna oscura. Durante miles de años
nada había penetrado el fantasmal silencio, pero el día que se rompió la presa
una gota de agua se filtró profundamente en la tierra y aterrizó con un fuerte
“plop” que resonó en la caverna. Y luego otra... y otra.
De pronto, otro
sonido estremeció la caverna. Era un “¡Urrrrgggghhhhh!” muy, muy fuerte; tan
fuerte que las paredes de la caverna comenzaron a temblar: tan fuerte que mucho
más arriba, en el bosque, los ewoks temblaron de miedo.
-¿Qué es eso? –dijo
Teebo con un jadeo mientras la tierra se sacudía tan violentamente que tuvo que
agarrarse a un árbol para mantenerse en pie.
¡Kffllnnnch! Era
como si el bosque hubiera sido golpeado por un terremoto mientras los árboles
se caían y los escombros salían despedidos por todas partes. Un gigantesco
agujero apareció en el suelo y los ewoks miraron incrédulos como una monstruosa
cabeza aparecía en él. Salía vapor de los asombrosos orificios nasales de la criatura.
Abrió su ancha boca y los ewoks quedaron aterrorizados por los temibles
colmillos que asomaban. ¡Cada colmillo era tan grande como un ewok adulto!
El jefe Chirpa
jadeó.
-E-e-e-es un
k-k-k-kradak –tartamudeó-. Uno de los G-g-grandiosos. Llevaban miles de años
extinguidos.
Teebo buscó consuelo abrazándose a Wicket cuando el gigantesco monstruo
comenzó a salir de la tierra. Con cada sacudida de su terrible cuello, un árbol
del bosque caía con estrépito al suelo.
-¡Si rompe nuestro árbol de apoyo, estamos condenados! –gritó el jefe
Chirpa-. ¡Logray! –gritó-. Haz algo.
Logray, el viejo e inteligente sabio de los ewoks, salió corriendo de su
choza. Mientras corría hacia el jefe, una rama cayó de un árbol y le golpeó
dejándole sin sentido. La princesa Kneesaa corrió junto al viejo ewoks y se
arrodilló a su lado. Cuando vio que no estaba gravemente herido, salió
corriendo hacia su choza. Teebo y Wicket corrieron tras ella y la encontraron
mezclando una poción con las hierbas y aguas que Logray guardaba allí.
-¿Qué estás haciendo? –preguntó Wicket.
-A menudo he observado cómo Logray mezcla sus pociones –respondió la
princesa-. Creo que sé cómo ocuparnos del monstruo.
Teebo miró al exterior de la choza. El monstruo ya había logrado salir del
agujero y era tan alto que Teebo tenía que inclinar el cuello hacia atrás para
poder ver su cabeza. De sus orificios nasales salían grandes chorros de fuego.
A su alrededor, valerosos ewoks le golpeaban y le daban patadas, pero el
monstruo ni siquiera los advertía.
-¡Aprisa, Kneesaa! –gritó Teebo.
-¡Terminé! –exclamó la princesa Kneesaa, mientras salía corriendo de la
choza, sosteniendo un gran cuenco de un líquido verde humeante-. Esto debería
calmar al monstruo.
En su precipitación, la princesa no vio un manojo de ramas.
-¡Oh, no! –gimió mientras el cuenco se le escapaba de las manos, lanzando
su contenido sobre los ewoks que se encontraban en tierra más abajo.
Uno a uno, los ewoks cayeron al suelo y se quedaron inmóviles donde
cayeron.
-Kneesaa, patosa –dijo Wicket-. Has mezclado una poción somnífera. Todo el
mundo está inconsciente salvo tú, yo y Teebo...
-¡Y el monstruo! –exclamó Teebo.
Un fuerte rugido de la feroz bestia agitó las hojas de los árboles,
cubriendo de follaje a los tres amigos.
-Salgamos de aquí –gimoteó Teebo.
-No seas tonto –ladró Wicket-. Si no hacemos algo, nuestro poblado será
destruido.
Mientras tanto, Kneesaa había corrido de vuelta a la choza de Logray y
estaba ocupada mezclando otra poción.
-Mantened ocupado al monstruo –gritó.
-¿Que lo mantengamos ocupado? –gruñó Teebo-. ¿Qué quiere que hagamos? ¿Que
nos pongamos a jugar al Monopoly con él?
Justo entonces, la princesa Kneesaa salió corriendo de la choza llevando
otro cuenco. Esta vez el líquido del interior era amarillo.
-Creo que esto debería ser lo suficientemente fuerte como para hacer que el
kradak se duerma...
Y mientras hablaba se resbaló con una hoja húmeda y se deslizó a lo largo
de la rama. El cuenco se le cayó de las manos y su contenido se vertió sobre la
espada del monstruo.
Dejó escapar un furioso rugido cuando el líquido hirviente le quemó la
carne.
-¡Mirad! –gritó la princesa, señalando al kradak.
Los tres ewoks miraron asombrados cómo la criatura comenzó a encoger. Se
hizo más pequeña... y más... y más pequeña, hasta que no fue mayor que la mano
de un ewok.
-Kneesaa, eres fantástica –vitoreó Wicket-. Mezclaste una poción reductora,
en lugar de una somnífera. Estamos salvados.
Para cuando los demás ewoks volvieron en sí, Wicket y la princesa habían
construido una pequeña jaula para el diminuto monstruo que mostraba un aspecto
muy lamentable.
-Sabes, Teebo –dijo Wicket-. Si desviamos parte del agua del dique al
agujero antes de que reparemos la presa, podríamos hacer una súper piscina.
-Qué idea tan genial –convino Teebo-. Pero hagámoslo mañana. Ya he tenido
suficiente por un día.
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