viernes, 13 de marzo de 2009

El planeta de los hoojibs

El planeta de los hoojibs
de David Michelinie

Chewbacca dirigió con pericia la nave de vigilancia rebelde hacia la órbita de un misterioso planeta. La princesa Leia estudió la tierra verde y exuberante bajo ellos.
-Se llama Arbra, Chewie. Si nuestros informes son correctos, podría ser el lugar perfecto para una base rebelde secreta.
El wookiee soltó un rugido de advertencia.
Leia asintió.
-Claro, podría ser peligroso. Pero no es la primera vez que hemos estado en lugares que ponen los pelos de punta. Bueno, no quería ofenderte, Chewie.
Tras aterrizar, el equipo de vigilancia rebelde montó en sus motos aéreas y comenzó la exploración de Arbra. El droide dorado, C-3PO, se encargaba de recopilar y procesar la información.
-Ojalá Erredós estuviera aquí para ver todo esto. Es mucho más bonito que ese planeta de hielo, Hoth.
La princesa Leia se sentía animada por lo que estaba viendo.
-Buen clima. Cantidad de recursos naturales. El grueso espesor de los árboles nos dará perfecta cobertura aérea. Y, por lo que parece, no hay animales peligrosos. Puede que acabemos de encontrar lo que estábamos buscando. De acuerdo, equipo, acamparemos aquí para pasar la noche.
El lugar parecía suficientemente seguro. Pero mientras los rebeldes establecen el campo, estaban siendo cuidadosamente observados.
El exhausto equipo rebelde se estableció en su acogedor campamento. Pronto se encontraron rodeados por cientos de las criaturas peludas de grandes orejas que Leia había visto antes. C-3PO presentó a sus pequeños invitados.
-Son hoojibs, Alteza: nativos de este planeta. No muy inteligentes, me temo.
-Yo creo que son adorables.
Un hoojib especialmente juguetón pareció encariñarse de Chewbacca, para su disgusto. La pequeña criatura trepaba al rededor del cuello del gigante wookiee. Leia no pudo evitar bromear.
-Vaya, parece que te ha adoptado, Chewie. ¡Y tú que pensabas que estabas en peligro aquí! ¿Estabas equivocado o no?
Sin embargo, los instintos de Chewie eran correctos... ¡había peligro en el planeta! Y ni siquiera la patrulla nocturna podía proteger al durmiente campamento de él.
Pero no era ningún horrible terror en la oscuridad. El peligro estaba en los monos y adorables hoojibs con los que los desprevenidos rebeldes habían trabado amistad.
C-3PO estaba sentado en un tocón de árbol en el modo “desactivado” cuando sus sensores de emergencia se activaron. Se despertó para encontrarse con unos hoojibs hambrientos dándose un festín con los circuitos electrónicos de su pierna.
-¡Oh! ¡Me están devorando vivo! ¡Auxilio! ¡Oh, que alguien me ayude! ¡Fuera! ¡Fuera!
Gemmer, jefe de los guardias rebeldes, corrió al rescate.
-¡Código rojo! ¡Activad los focos! Asegurad la zona.
Pero cuando se pulsaron los interruptores, las grandes luces del campamento fallaron.
-Son los hoojibs. ¡Se nutren de energía! ¡Quítenmelos de encima! -exclamó C-3PO. Pero para cuando Gemmer llegó al droide, los hoojibs ya se estaban escapando.
La princesa Leia observaba las criaturas fugitivas.
-No podemos dejar que escapen. ¡Detenlos, Chewie!
El inmenso wookiee se agachó con calma y atrapó uno de los animales que escapaban. ¡Pero quedó asombrado cuando el pequeño hoojib habló!
-¡Suéltame, gran bestia peluda!
El pequeño cautivo fue entregado a una sorprendida princesa Leia.
-Eh, ese pequeñín habla. Pero los informes de nuestro equipo decían que Arbra no contenía vida inteligente.
El pequeño hoojib soltó un pequeño bufido.
-Soy Plif, buena criatura, y me atrevería a decir que soy más inteligente que esa bestia desgarbada que me atrapó.
-Entonces dime por qué os habéis merendado en plena noche nuestras reservas de energía.
-Sí, creo que os debemos una explicación. Mucho tiempo atrás, nuestros ancestros hoojibs construyeron su hogar en una cueva de cristal cerca de aquí. Dentro hay inmensos cristales que extraen energía del centro del planeta y la transforman en energía pura. De eso obtenemos nuestro sustento.
-Pero si tenéis tanto alimento en casa, ¿por qué atacarnos para cenar?
-¡Nos hemos visto obligados a abandonar nuestro hogar por una b-b-bestia!
Leia agitó la cabeza.
-Vamos, Plif. ¿Qué bestia?
-¡E-esa!
¡Una ráfaga de viento golpeó el campamento cuando una inmensa bestia alada paso rugiendo por encima! Una masa de tentáculos retorcidos en la parte inferior del cuerpo del monstruo atrapó a un soldado indefenso.
Leia extrajo su arma láser y apretó el gatillo. ¡No pasó nada!
-¡Los hoojibs han vaciado incluso las baterías de nuestros blásteres!
Gemmer corrió a su lado.
-Yo estaba de guardia cuando atacaron. Tome, mi bláster aun está cargado.
¡Leia atrapó el arma y disparó! La bestia aturdida dejó caer al soldado y huyó volando.
Plif se estremeció.
-Es el slivilith. Tras flotar a la deriva por el espacio durante varios años, consiguió llegar a nuestro hogar. Nos vimos obligados a huir, sobreviviendo con cada pizca de energía que podamos encontrar.
La princesa suspiró.
-¡Ahora estamos todos en el mismo barco! Os ayudaremos a libraros de vuestro huésped indeseado para que podamos recargar nuestras reservas de energía.
Mientras Leia y Plif planeaban su estrategia, el resto del equipo rebelde preparó lanzas improvisadas. Tras una marcha forzada a través de la noche, llegaron al exterior del cavernoso hogar de los hoojibs.
-De acuerdo, escuadrón, esto será peligroso. Espera, Plif, ¿adónde piensas que vas?
-No dejes que nuestro tamaño te engañe. ¡Vamos a ayudaros a recuperar nuestro hogar!
Los valerosos hoojibs saltaron a la boca de la caverna. Una vez en posición, las pequeñas criaturas atrajeron a la bestia con sus agudos chillidos.
Algo retumbó en las profundidades de la caverna. Plif y sus amigos corrieron como locos en busca de refugio. ¡De repente el slivilith salió de la cueva, haciendo huir despavoridos a los hoojibs! Leia esperó hasta que la bestia estuvo justo sobre ellos.
-De acuerdo... ¡AHORA!
¡Una andanada de lanzas caseras pilló a la chillona criatura por sorpresa!
Mientras el slivilith estaba distraído, Leia tomó los blásteres descargados.
-¡Chewie, Gemmer, vamos! ¡Tenemos que llegar a la caverna y recargar estas cosas antes de que se nos acaben todas esas lanzas!
Los tres corrieron hacia la apertura de la cueva mientras los demás rebeldes continuaban enfrentándose valientemente a la bestia.
¡De pronto se oyó un agudo chillo! Leia se giró. ¡Era Plif atrapado en un de los ondulantes tentáculos del monstruo!
Leia apuntó el único bláster que funcionaba.
-¡Suelta a ese hoojib! -El disparo golpeó limpiamente al slivilith. Plif cayó ileso.
-Gracias, Leia. Te debo una.
El airado slivilith se giró y salió disparado hacia Leia. La princesa entró corriendo a la caverna.
-¡Espero que Chewie siga ahí o estoy perdida!
Se dirigía hacia un saliente de roca cuando el horrible monstruo rugió en la cueva tras ella. Entonces Leia tropezó y cayó indefensa ante la bestia.
De pronto, desde detrás de una roca, Chewbacca saltó. El gigantesco wookiee atrapó a la bestia, deteniéndola a mitad de vuelo. Usando el gran tamaño del slivilith contra él, Chewie lo estrelló contra un muro de afiladísimos cristales de energía.
Un sonido inquietante, como de cristales rotos, retumbó por la caverna cuando el slivilith cayó sin remedio por el túnel que conducía al feroz núcleo del planeta.
¡Alegres rebeldes y hoojibs se apresuraron a entrar en la cueva cuando Chewbacca lanzó un rugido de victoria!
Entonces los rebeldes se quedaron en silencio cuando echaron el primer vistazo al sobrecogedor poder y belleza de la caverna. Los cristales de energía brillaban con luz sobrenatural. Gemmer lanzó un suave silbido.
-Esto es perfecto. El Imperio nunca nos encontrará aquí.
Plif se aclaró la garganta.
-Quisiera recordarle, señor, que esto es NUESTRO hogar.
Leia sonrió con tristeza.
-Plif tiene razón. El Imperio nos arrebató nuestros hogares. No haremos lo mismo con los hoojibs.
Las desilusionadas tropas rebeldes asintieron con la cabeza.
-Tiene razón, princesa. Vamos, equipo. Continuemos con nuestra misión. Lo siento Plif. Supongo que nos dejamos llevar.
Los hoojibs vieron con tristeza como los rebeldes se giraban para marcharse. Finalmente, Plif habló.
-La amistad es lo que verdaderamente hace que un hogar sea un hogar. Y sois bienvenidos a compartir nuestro hogar con nosotros.
Leia estaba radiante de alegría.
-Plif, creo que te quiero.
Tras recargar la radio, Leia envió las noticias a la flota rebelde que aguardaba.
-Nuestros informes de reconocimiento eran correctos: ubicación perfecta, suministro de energía ilimitado, y ocultamiento total. Pero hemos encontrado algo muy importante que no estaba en los informes... ¡hemos encontrado amigos!

No hay comentarios:

Publicar un comentario