viernes, 27 de marzo de 2009

El honor de los Jedi (86)

86
Tol Ado es una cavidad en el telón estrellado del espacio. Es un mundo oscuro y sombrío sepultado por capas y capas de nubes negras como el carbón. Es como un remolino de ausencia negra donde deberían brillar las estrellas; es, en definitiva, el auténtico corazón de la oscuridad.
Sebastian Parnell ha elegido bien su planeta prisión. Sus nubes son tan negras que absorben la luz del débil sol naranja del sistema y la asimilan igual que la planta frutanegra digiere al insecto del néctar. La visión del planeta prisión succiona la esperanza y la fuerza de ánimo igual que un agujero negro succiona la luz. Cuanto más cerca se aventura un viajero, más teme que haya alcanzado finalmente ese oscuro lugar de leyenda… ese lugar oscuro del cual no escapa ningún alma.
A Luke Tol Ado le parece adecuadamente siniestro. No espera menos de la crueldad de Parnell. El Imperio otorga tal importancia a aplastar los ánimos, que el mero hecho de que semejante planeta negro exista garantiza que permanezca bajo control imperial. Pero Luke ya se ha enfrentado antes al corazón oscuro del Imperio, y sabe que puede iluminarse. Si tiene un modo de hacerlo, no tardará mucho en abrir un agujero en el manto negro de Tol Ado.
Un sistema de más de 100 estaciones orbitales regularmente espaciadas cuelga sobre el planeta. Pequeñas bolas con un par de alas revolotean de estación en estación, con sus gases de escape creando estelas que no recuerdan otra cosa más que una tela de araña. Si no fuera tan amenazador, el sistema de satélites contrastaría hermosamente contra las nubes de Tol Ado.
Gideon pilota la nave minera hacia la mayor de las estaciones, ubicada justo sobre el polo norte del planeta. Una voz rudamente eficiente les guía hacia una bahía de atraque en el extremo más alejado de la estación. Cuando finalmente descienden la rampa de entrada de la nave minera, un soldado de asalto armado les recibe.
-Formen una fila en la entrada –dice, señalando un mamparo. Una docena de otras criaturas ya están allí, esperando nerviosamente la siguiente visita. Tres “cabezas de calamar”, más correctamente conocidos como quarren, están los primeros de la fila. Los quarren, humanoides, tienen piel correosa, ojos color turquesa, y dedos con ventosas. Sus cabezas parecen calamares con cuatro tentáculos… de ahí el apodo que muchos viajeros espaciales prefieren.
Tras los cabezas de calamar hay siete miembros de una familia stictex. Los stictex no son siquiera remotamente humanoides. Tienen ocho patas, y pueden permanecer sobre dos cualesquiera de ellas. Un brillante caparazón cubre la parte trasera de sus cuerpos cilíndricos, y un conjunto de alas transparentes surge de una ranura en el centro de su caparazón. Para un humano, sus cabezas son desagradables… y simplemente no hay otro modo de describirlas. Una docena de nervios ópticos sobresalen en unos cortos palpos prensiles por todos los ángulos del cráneo. Seis rendijas del tamaño de un dedo sirven como nariz, mientras que un par de pinzas completamente articuladas sobresalen de una mandíbula dentada.
Un macho y una hembra twi’lek están tres metros por detrás de los stictex, con sus tentáculos craneales entrelazados en una muestra de cariño. Ambos sonríen esperando ansiosamente la visita.
Tan pronto como Luke y sus amigos asumen sus lugares en la fila, la puerta del mamparo se abre. Un oficial imperial se dirige al grupo.
-En nombre del gobernador general Sebastian Parnell, saludos. Esta muestra ha sido preparada para instruir a los ciudadanos acerca de las consecuencias de las actividades criminales en este sector del Imperio. Soy el teniente Salva, su guía en esta visita. Síganme.
Dirige al grupo hacia una sala de observación desde la que se veía directamente el planeta negro.
-Como pueden haber observado, Tol Ado está enterrado en todo momento por una pesada cobertura de nubes. Estas nubes contienen una mezcla de fluoruro de hidrógeno, sulfato de hidrógeno, cloruro de hidrógeno, monóxido de carbono, dióxido de carbono, y otros compuestos químicos generalmente letales para la mayor parte de las formas de vida. Aparte de su atmósfera venenosa, el planeta también posee otra característica desagradable; una temperatura en la superficie de aproximadamente 477 grados Celsius. Es lo bastante caliente como para derretir algunos metales ligeros. Además, la presión atmosférica es diez veces la de la mayoría de los planetas habitables; lo suficiente para aplastar a un individuo de casi cualquier especie. No es necesario decir que escapar de las instalaciones de la prisión a la superficie del planeta es una imposibilidad. Síganme.
Camina al siguiente expositor, que contiene una imagen holográfica del sistema de satélites del planeta.
-El planeta está protegido por un sistema de 124 estaciones sensoras orbitales. Cada estación vigila un sector designado ante entradas o salidas no autorizadas. En caso de que alguien sea lo bastante estúpido para penetrar esta pantalla, cada estación alberga un caza estelar TIE. Podemos rodear fácilmente un intento de brecha en cualquier punto. Síganme.
El siguiente expositor es la reproducción de una celda.
-Tol Ado está compuesto por 1.400.036 bloques de celdas. Cada bloque de celdas contiene 4.000 celdas idénticas a esta. –Abre una puerta de duradero, y luego activa una antorcha de mano en el interior-. Cada celda tiene exactamente tres metros de largo y dos metros de ancho. Contiene una litera como esta… -Dirige la luz a una lámina de metal que cuelga del muro-. Como pueden ver, las instalaciones sanitarias están ubicadas cerca de la cabecera de la litera. No malgastamos valiosos recursos iluminando las celdas de los prisioneros. Para evitar la ceguera, cada prisionero puede abrir la cobertura de esta rejilla de 50 centímetros cuadrados durante dos horas de cada 20.
-Bonito detalle –dice la hembra twi’lek. Tanto ella como el macho sueltan una risita.
El teniente Salva ignora el comentario.
-A través de este panel de acceso –señala una delgada ranura en la base de la puerta-, un droide sirve una comida equilibrada al día. Síganme.
El siguiente expositor era un holograma de una barcaza de suministros en un muelle de atraque.
-Alguno de ustedes puede haber calculado ya que tenemos cerca de seis mil millones de celdas en Tol Ado. Actualmente, tenemos una ocupación del 90%. Esto requiere un gran esfuerzo en apoyo logístico. En la superficie, tenemos alojamiento para más de 2.000.000 escuadrones de tropas de asalto, 3.000 tiendas de equipamiento, 10.000 muelles de suministros para recoger los suministros de nuestro almacén de Poe 76.995...
Salva continúa recitando estadísticas diseñadas para impresionar al turista ocasional con la eficiencia del encarcelamiento imperial de Tol Ado.
Finalmente, la visita termina y el grupo vuelve a la bahía de atraque. Los quarren parecen incómodos; desilusionados, o posiblemente asustados. Los twi’leks sonríen y ríen, aparentemente ellos han disfrutado bastante, y ¿quién puede decir qué sienten los stictex? Luke sube de nuevo a bordo de la nave minera de Gideon.
-¿Qué piensas? –pregunta Gideon.
-Debe haber un modo de entrar –dice Luke.
-Conseguir entrar es fácil –dice Gideon con una risita-. Tan sólo diles quién eres. Reconozco que conseguir salir es la parte difícil.
-Quizá podamos colarnos como polizones en la barcaza de suministros –sugiere Sidney-. Sabemos dónde está el almacén.
Gideon suelta un bufido.
-¿Y cómo vas a encontrar a Erling una vez que estés dentro?
Erredós silba con confianza.
Gideon mira al droide con una mezcla de malicia y asombro.
-De acuerdo, entonces. Incluso si lo encuentras, ¿cómo vas a sacarlo? Con tu nave, lo mejor sería que te abrieras camino luchando para llegar; al menos, si lo logras, sabrías que puedes volver a luchar para abrirte el camino de salida.
-Que la Fuerza nos proteja del loco sediento de sangre –murmura Sidney.
-¿Tienes alguna idea mejor? –pregunta el minero.

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