de Jane Mason
Eran tiempos problemáticos. Un malvado Imperio Galáctico gobernaba la galaxia mientras una banda de valientes rebeldes luchaban por la libertad.
En los remotos confines de la galaxia había un planeta llamado Tatooine. Muy lejos de casi todo, este cálido desierto era el hogar de tan sólo unas pocas criaturas y una pequeña población de humanos... incluyendo un adolescente llamado Luke Skywalker.
Luke vivía y trabajaba en una granja de humedad con su tía Beru y su tío Owen. Recolectaban humedad del aire y la vendían a otros moradores del desierto.
Luke amaba a su tía y a su tío, pero la vida de granjero no estaba hecha para él. Más que nada, Luke ansiaba la aventura.
Un día, Luke y su amigo Windy se dirigieron a una remota zona de Tatooine llamada el Cañón del Mendigo.
–Hagamos puntería con algunas ratas womp –sugirió Luke mientras subían a su saltacielos T-16.
¡Por fin, un día de diversión!
Luke condujo hacia el Cañón y el saltacielos se deslizaba a toda velocidad sobre las arenas de Tatooine. Los muros rocosos del cañón se alzaron frente a ellos, y pronto los dos chicos estuvieron esquivando los escarpados picos.
–¡Yuju! –gritó Windy sobre el viento.
Cuando el saltacielos tomó una curva a toda velocidad, Luke abrió los ojos de par en par. ¡Habían llegado a un giro muy pronunciado! Luke giró con todas sus fuerzas hacia la izquierda, ¡pero el saltacielos chocó contra un muro de roca!
En un estallido de llamas, el saltacielos cayó al suelo del cañon.
–¿Estás bien? –preguntó Luke mientras salían de los restos.
–Creo que sí –respondió Windy a duras penas.
Por suerte, nadie había sido herido de gravedad.
¡En pocos instantes, Luke y Windy se vieron rodeados por un grupo de chatarreros jawas! Las pequeñas criaturas extrañas peinaban el desierto en busca de chatarra –viejas naves y trozos de metal– que pudieran arreglar y vender a los habitantes de Tatooine. ¡Y ahora iban a por el T-16 de Luke!
–¡Ey! ¡Fuera de aquí! –gritó Luke.
Gritando y agitando los brazos mucho, Luke y Windy consiguieron finalmente alejar a los jawas. Pero poco después, llegaron visitantes más peligrosos.
–¡Moradores de las arenas! –exclamó Luke con preocupación–. ¡Será mejor que nos escondamos!
Luke y Windy se apresuraron a esconderse tras un gran pedrusco. Asomándose desde su escondrijo, vieron una banda de nómadas de aspecto desagradable descender de sus gigantescos y peludos banthas y aproximarse al T-16.
¡Entonces uno de los moradores de las arenas comenzó a buscar supervivientes! Luke y Windy contuvieron el aliento cuando el nómada pasó junto a su escondite... ¡y siguió caminando! ¡Fiu!
Para cuando los moradores de las arenas montaron en sus banthas y se marcharon, ya estaba oscureciendo.
–Será mejor que acampemos –dijo Luke.
Por suerte, los moradores de las arenas no habían encontrado las mantas ni la estufa que Luke guardaba escondidas en su T-16. Luke las sacó, mientras Windy encontraba un lugar con aspecto de cueva para su campamento.
Justo entonces, un terrible rugido resonó por las paredes del cañón.
–¡Un dragón krayt! –musitó Windy, abriendo los ojos como platos.
Luke miró nerviosamente a su alrededor. Los dragones krayt eran los animales más feroces de Tatooine. ¡Atacaban casi a cualquier cosa!
De pronto, una de esas aterradoras bestias salió corriendo de la oscuridad... ¡directamente hacia ellos!
Presa del pánico, Luke y Windy buscaron una escapatoria. Pero el cañón se alzaba hacia arriba justo tras ellos, y el dragón bloqueaba el camino frente a ellos. ¡Estaban atrapados!
En ese momento, una misteriosa figura surgió de la oscuridad... un hombre vestido con un a túnica con capucha.
Con un simple gesto, la figura alzó su mano frente al dragón. Extrañamente, el dragón retrocedió temeroso, y luego se escabulló en la oscuridad.
–¿Quién es usted? –preguntó Luke.
–Mi nombre es Ben –respondió el hombre–. Vivo en los páramos de Jundlandia.
–¿Cómo hizo eso? –preguntó Windy, aún asombrado por la partida del dragón.
Ben sonrió.
–Será mejor que vosotros dos durmáis un poco –dijo–. Tenemos un largo día ante nosotros si queremos llevaros de vuelta a casa.
Temprano a la mañana siguiente, el trío comenzó el largo trayecto hacia la granja del tío de Luke. Poco después, pasaron a través de una manada de dewbacks salvajes. Windy parecía preocupado, pero Luke notó que Ben se estaba encaminando hacia una de las grandes criaturas. Un instante después, ¡el animal caminaba justo hacia ellos!
Montando en el dewback, Luke, Windy y Ben pronto llegaron a la granja de humedad. Luke estaba aliviado por estar en casa, y excitado por contar a su tía y a su tío cómo Ben les había salvado.
Tras abrazar a su tía y a su tío, Luke se lanzó a contar la historia.
–¡Fue asombroso! –dijo. Pero entonces se dio cuenta de que el tío Owen parecía reconocer a Ben. ¿Sería posible que se conocieran?
Luke se giró hacia Ben, pero este ya estaba lejos en la distancia. ¡Desapareció en el paisaje desértico tan rápidamente como había aparecido en el Cañón del Mendigo la noche anterior!
Al día siguiente, Luke y Windy tomaron un montón de herramientas y se dirigieron de vuelta al Cañón del Mendigo en el deslizador de superficie de Luke.
Mientras Luke se inclinaba sobre el motor del saltacielos y se ponía manos a la obra, Ben vino a su mente. Casi podía sentir como si Ben le observara, como si siempre fuera a estar con él...
En los remotos confines de la galaxia había un planeta llamado Tatooine. Muy lejos de casi todo, este cálido desierto era el hogar de tan sólo unas pocas criaturas y una pequeña población de humanos... incluyendo un adolescente llamado Luke Skywalker.
Luke vivía y trabajaba en una granja de humedad con su tía Beru y su tío Owen. Recolectaban humedad del aire y la vendían a otros moradores del desierto.
Luke amaba a su tía y a su tío, pero la vida de granjero no estaba hecha para él. Más que nada, Luke ansiaba la aventura.
Un día, Luke y su amigo Windy se dirigieron a una remota zona de Tatooine llamada el Cañón del Mendigo.
–Hagamos puntería con algunas ratas womp –sugirió Luke mientras subían a su saltacielos T-16.
¡Por fin, un día de diversión!
Luke condujo hacia el Cañón y el saltacielos se deslizaba a toda velocidad sobre las arenas de Tatooine. Los muros rocosos del cañón se alzaron frente a ellos, y pronto los dos chicos estuvieron esquivando los escarpados picos.
–¡Yuju! –gritó Windy sobre el viento.
Cuando el saltacielos tomó una curva a toda velocidad, Luke abrió los ojos de par en par. ¡Habían llegado a un giro muy pronunciado! Luke giró con todas sus fuerzas hacia la izquierda, ¡pero el saltacielos chocó contra un muro de roca!
En un estallido de llamas, el saltacielos cayó al suelo del cañon.
–¿Estás bien? –preguntó Luke mientras salían de los restos.
–Creo que sí –respondió Windy a duras penas.
Por suerte, nadie había sido herido de gravedad.
¡En pocos instantes, Luke y Windy se vieron rodeados por un grupo de chatarreros jawas! Las pequeñas criaturas extrañas peinaban el desierto en busca de chatarra –viejas naves y trozos de metal– que pudieran arreglar y vender a los habitantes de Tatooine. ¡Y ahora iban a por el T-16 de Luke!
–¡Ey! ¡Fuera de aquí! –gritó Luke.
Gritando y agitando los brazos mucho, Luke y Windy consiguieron finalmente alejar a los jawas. Pero poco después, llegaron visitantes más peligrosos.
–¡Moradores de las arenas! –exclamó Luke con preocupación–. ¡Será mejor que nos escondamos!
Luke y Windy se apresuraron a esconderse tras un gran pedrusco. Asomándose desde su escondrijo, vieron una banda de nómadas de aspecto desagradable descender de sus gigantescos y peludos banthas y aproximarse al T-16.
¡Entonces uno de los moradores de las arenas comenzó a buscar supervivientes! Luke y Windy contuvieron el aliento cuando el nómada pasó junto a su escondite... ¡y siguió caminando! ¡Fiu!
Para cuando los moradores de las arenas montaron en sus banthas y se marcharon, ya estaba oscureciendo.
–Será mejor que acampemos –dijo Luke.
Por suerte, los moradores de las arenas no habían encontrado las mantas ni la estufa que Luke guardaba escondidas en su T-16. Luke las sacó, mientras Windy encontraba un lugar con aspecto de cueva para su campamento.
Justo entonces, un terrible rugido resonó por las paredes del cañón.
–¡Un dragón krayt! –musitó Windy, abriendo los ojos como platos.
Luke miró nerviosamente a su alrededor. Los dragones krayt eran los animales más feroces de Tatooine. ¡Atacaban casi a cualquier cosa!
De pronto, una de esas aterradoras bestias salió corriendo de la oscuridad... ¡directamente hacia ellos!
Presa del pánico, Luke y Windy buscaron una escapatoria. Pero el cañón se alzaba hacia arriba justo tras ellos, y el dragón bloqueaba el camino frente a ellos. ¡Estaban atrapados!
En ese momento, una misteriosa figura surgió de la oscuridad... un hombre vestido con un a túnica con capucha.
Con un simple gesto, la figura alzó su mano frente al dragón. Extrañamente, el dragón retrocedió temeroso, y luego se escabulló en la oscuridad.
–¿Quién es usted? –preguntó Luke.
–Mi nombre es Ben –respondió el hombre–. Vivo en los páramos de Jundlandia.
–¿Cómo hizo eso? –preguntó Windy, aún asombrado por la partida del dragón.
Ben sonrió.
–Será mejor que vosotros dos durmáis un poco –dijo–. Tenemos un largo día ante nosotros si queremos llevaros de vuelta a casa.
Temprano a la mañana siguiente, el trío comenzó el largo trayecto hacia la granja del tío de Luke. Poco después, pasaron a través de una manada de dewbacks salvajes. Windy parecía preocupado, pero Luke notó que Ben se estaba encaminando hacia una de las grandes criaturas. Un instante después, ¡el animal caminaba justo hacia ellos!
Montando en el dewback, Luke, Windy y Ben pronto llegaron a la granja de humedad. Luke estaba aliviado por estar en casa, y excitado por contar a su tía y a su tío cómo Ben les había salvado.
Tras abrazar a su tía y a su tío, Luke se lanzó a contar la historia.
–¡Fue asombroso! –dijo. Pero entonces se dio cuenta de que el tío Owen parecía reconocer a Ben. ¿Sería posible que se conocieran?
Luke se giró hacia Ben, pero este ya estaba lejos en la distancia. ¡Desapareció en el paisaje desértico tan rápidamente como había aparecido en el Cañón del Mendigo la noche anterior!
Al día siguiente, Luke y Windy tomaron un montón de herramientas y se dirigieron de vuelta al Cañón del Mendigo en el deslizador de superficie de Luke.
Mientras Luke se inclinaba sobre el motor del saltacielos y se ponía manos a la obra, Ben vino a su mente. Casi podía sentir como si Ben le observara, como si siempre fuera a estar con él...
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