Capítulo 8
Los soles comenzaban a ponerse cuando Anakin se detuvo en el exterior de la cúpula de entrada del hogar de la familia Lars. Owen le había ofrecido a Anakin su moto barredora, y la moto estaba ahora estacionada flotando a poca distancia de la cúpula. No debería estar enfadado con Owen y Cliegg por rendirse, pensó Anakin. Se preocupaban por mi madre, pero sólo son humanos. Sólo pueden hacer eso.
Padme salió de la cúpula de entrada y se acercó a Anakin. Sabía que ella quería ayudar, pero también sabía que por nada del mundo iba a arriesgar su vida más de lo que ya había hecho.
-Tendrás que quedarte aquí -dijo-. Son buena gente, Padme. Estarás a salvo.
-Anakin...
Se abrazaron. Anakin casi deseó haber podido congelar ese momento, sólo para mantener a Padme por siempre junto a él. Pero la oscuridad estaba acercándose rápidamente, y su madre seguía en algún sitio ahí fuera. Está viva, sentía. ¡Sé que lo está!
Separándose de los brazos de Padme, Anakin caminó hacia la moto barredora.
-No tardaré -dijo. Saltó sobre la moto, encendió el motor, y salió disparado cruzando la superficie del desierto.
Con el cálido viento ondeando su túnica, Anakin cruzó los Páramos de Jundlandia, donde se sabía que los incursores tusken se ocultaban y cazaban entre las inmensas formaciones rocosas. No se preguntó por qué los tuskens se habían llevado a su madre, o por qué no la habían matado igual que habían hecho con los otros granjeros. Por lo que sabía, los tusken estaban actuando siguiendo algún tipo de ritual profano. Sus motivos no le importaban. Sólo quería recuperar a su madre.
Pero además quería recuperarla intacta. Pensó en lo que los tuskens habían hecho a Cliegg Lars, y aceleró la moto sobre los Páramos.
Estaba a unos 150 kilómetros del hogar de los Lars cuando avistó las altas siluetas de los reptadores de arena contra el cielo crepuscular. Era un campamento jawa. Aunque los jawas temían a los incursores tusken tanto como cualquiera en Tatooine, Anakin sabía que los pequeños chatarreros de ojos brillantes estarían más que dispuestos a proporcionar información si les daba algo a cambio. Una multiherramienta y un escáner portátil que encontró en las alforjas de su moto prestada sirvieron para que, a cambio, los jawas le dijeran que debía dirigirse al este para encontrar un campamento tusken.
Los soles de Tatooine ya se habían ocultado hacía un buen rato, y las lunas colgaban a poca altura sobre el horizonte cuando Anakin vio el racimo de oscilantes hogueras en las profundidades de un profundo valle. Dejando la moto barredora al borde de un alto acantilado, se mantuvo en las sombras mientras se aventuraba hacia la parte baja del valle y avanzaba silenciosamente hacia el campamento.
El campamento consistía en cerca de dos docenas de tiendas hechas con pieles y trozos de madera recuperados de los desaparecidos bosques de Tatooine. Dos tuskens permanecían a corta distancia de una tienda, vigilándola. Anakin lanzó sus sentidos de la Fuerza y percibió que su madre estaba dentro. Sin hacerse notar, rodeó la tienda hasta la parte trasera, usó su sable de luz para abrir un agujero a través de la gruesa cubierta de piel, y pasó al interior.
Anakin encontró a su madre en el centro de la tienda, amarrada a un marcho fabricado con finas estacas de madera. Un pequeño fuego ardía en un pote cercano y recortaba cálidas y retorcidas sombras por las paredes de la tienda. Shmi no se movía.
-¿Mamá? -dijo Anakin, asustado como un niño pequeño. No hubo respuesta. Pudo ver por la sangre seca en su rostro y sus brazos que había sido terriblemente golpeada-. ¿Mamá? -Seguía sin haber respuesta. Apenas estaba viva. Gimió mientras él le liberaba las muñecas de las tiras de cuero que la habían sujetado al marco. Suavemente la descendió al suelo, acunando su torso en sus brazos-. ¿Mamá?
Los magullados párpados de Shmi se abrieron con dificultad, y tuvo que esforzarse para enfocar el rostro de Anakin.
-¿Ani? -balbuceó-. ¿Eres tú?
-Estoy contigo, mamá -dijo-. Estás a salvo.
-¿Ani? ¿Ani? -Parecía confusa, como si tratase de discernir si realmente él estaba allí. Entonces, de forma increíble, consiguió sonreírle-. Qué guapo estás, hijo-. Ella frotó el rostro de él con su propio pelo, y él besó la palma de la mano abierta de ella-. Hijo mío. Mi hijo que ya se ha hecho grande. Estoy muy orgullosa de ti, Ani.
Anakin tragó saliva con dificultad y sintió el aguijón de las lágrimas en sus ojos.
-Te he echado de menos.
-Ahora estoy completa -dijo Shmi-. Te quier...
Anakin se tensó cuando su voz se cortó.
-Aguanta un poco, mamá. Todo se...
Quería decir que todo iba a ir bien. Y quería decirle muchísimo más. Pero antes de que pudiera decir nada, Shmi volvió a hablar.
-Te quie...
Entonces sus ojos se cerraron u su cabeza cayó hacia atrás. Ella murió en sus brazos.
Anakin se sentó en el tenso silencio, simplemente sosteniendo a su madre. Si hubiera llegado allí antes, habría podido salvarla. Pasó sus dedos por el enmarañado cabello de Shmi. No la dejaré aquí. Me la llevaré de vuelta en la moto deslizadora. Pero esos guardias tusken...
Recordó al tusken que se encontró cuando era un niño.
¡Le salvé la vida!
Antes, Anakin no se había cuestionado los motivos de los tusken. Ahora, se preguntaba si se habrían llevado a su madre de haber sabido que su hijo una vez salvó a uno de los suyos. ¿O es que es así como los tusken dicen gracias? Se preguntó de pronto si el tusken que rescató seguiría vivo, posiblemente en ese mismo campamento. ¡Debería haberle dejado morir! ¡Debería haberlo hecho!
Pensó en cómo los tusken se habían llevado a su madre, imaginó por lo que había pasado en el último mes...
¿Por qué harían esto? ¿Cómo puede nadie hacer esto?
La respuesta le llegó de los oscuros rincones de su propio corazón. Han hecho esto porque querían hacerlo. Lo han hecho porque podían hacerlo. Mientras su pesar se convertía en odio, supo exactamente lo que iba a hacerles a los guardias tusken.
Abandonando temporalmente el cadáver de su madre, Anakin Skywalker salió fuera de la tienda y reactivó su sable de luz.
No se detuvo con los guardias.
Cuando Anakin volvió al hogar de los Lars con el cuerpo de su madre envuelto en una manta, Cliegg Lars, Owen, Beru, Padme y C-3PO surgieron de la cúpula de entrada. Le observaron en silencio mientras alzaba a su madre muerta de la moto y la llevaba hacia la entrada de la cúpula. Anakin no estaba de humor para hablar, y había reconsiderado su afirmación de que la familia Lars estuviera compuesta por “buena gente”.
¿Qué ventaja tiene ser bueno si eres débil?
Su expresión sombría y ceñuda se fijó en Cliegg Lars, quien bajó la mirada.
¿Quizá estás deseando no haberla dado por perdida tan pronto?
Sin perder el ritmo de zancada, Anakin redirigió su mirada a Owen y Beru.
¿Quizá mi madre nunca te habló acerca de cómo prepararse para cuidar de las cosas?
Anakin ni siquiera miró a Padme ni al droide de protocolo mientras bajaba con su madre hacia la residencia subterránea.
Más tarde, Anakin estaba junto a un banco de trabajo en el garaje del domicilio, reparando una pieza de la moto barredora, cuando Padme entró llevando una bandeja de comida.
-Te he traído algo. ¿Tienes hambre?
Anakin siguió examinando la pieza de la moto, moviéndose lentamente, como si estuviera ligeramente aturdido.
-Se le ha roto el cambio -dijo-. La vida parece más sencilla cuando arreglas objetos. Soy bueno arreglando cosas. Siempre lo he sido. Pero no he podido... -Dejó de trabajar y miró a Padme-. ¿Por ha tenido que morir? ¿Por qué no he podido salvarla? Sé que habría sido capaz. -Se dio la vuelta, mirando a un rincón oscuro del desordenado garaje. Su rabia había dejado paso momentáneamente al dolor.
-A veces hay cosas que nadie puede arreglar -dijo Padme-. No eres todopoderoso, Ani.
-¡Pues tendría que serlo! -le respondió en un grito, causando que Padme se estremeciera-. Algún día lo seré -continuó-. ¡Me convertiré en el Jedi más poderoso que haya existido! Eso te lo prometo. Y aprenderé a evitar que las personas mueran.
Padme se quedó clavada en el sitio, confusa y alarmada ante sus palabras.
-Anakin...
-Toda la culpa es de Obi-Wan. ¡Tiene celos! ¡No me deja avanzar! -Lanzó una llave cruzando el garaje. Chocó contra un muro y cayó con estrépito al suelo.
-¿Qué te pasa, Ani?
Evitando aún su mirada, Anakin trató de calmar su voz.
-Los... los maté. Sí, a todos. Están muertos. Todos están muertos. -Se giró lentamente para mirar a Padme, revelando las lágrimas que corrían por su rostro-. Y no sólo los hombres, también las mujeres, al igual que los niños. Son como animales, ¡y los he aniquilado como animales! -Luego rugió-: ¡Los ODIO!
Anakin comenzó a sollozar y se derrumbó en el suelo. Padme se arrodilló a su lado y le rodeó con sus brazos.
-Enfurecerse es humano -dijo.
-Soy un Jedi -balbuceó Anakin entre sollozos-. Sé que estoy por encima de esto.
Y además también sabía otra cosa, algo mucho peor que el haberse permitido darle rienda suelta a su rabia.
Matar a los tuskens le había dado satisfacción.
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