Peter Schweighofer
-Y eso es todo lo que
hay que contar -dijo Starter.
-Eso es una sarta de
mentiras -exclamó Platt, inclinando hacia atrás su cabeza, haciendo ondear su
pelo rubio platino-. Qué montón de estiércol de bantha.
-Me gustó
especialmente la parte en la que secuestraste el Destructor Estelar sin ayuda
de nadie -dijo Tru'eb, casi con seriedad-. Tienes un gran talento para la
heroica.
-Oye, eso es lo que
pasó -declaró Starter-. En serio.
-Tal vez, pero tienes
que admitir que es una gran historia -agregó Jai.
-Oye, Harkness, has
estado bastante callado toda la noche -dijo Starter-. Sin duda tienes alguna
historia que mejore mi relato del Destructor Estelar.
Harkness levantó la
vista de su jarra, observó a sus compañeros reunidos alrededor de la mesa central
en el Reposo de Gorkin, y se rascó el parche blanco sobre su ojo izquierdo.
Volvió a bajar la
mirada hacia su jarra.
-Eh, Harkness, no nos
vengas con ese aspecto deprimido -dijo Platt-. Te conocemos demasiado bien.
-Vamos, Dirk, cuenta
sólo una historia -pidió Jai, frotando su mano en el hombro de Harkness.
Harkness puso su jarra
sobre la mesa, se recostó en su silla y apoyó las botas sobre la mesa.
-Una historia. No más.
-¡Genial! Cuéntanos
cómo un viejo cascarrabias como tú terminó en la Rebelión y todo eso -dijo
Starter.
-No siempre fui un cascarrabias
-comenzó Harkness-. Yo solía ser un tipo bastante despreocupado. Todo comenzó hacia
la época en que se destruyó la primera Estrella de la Muerte. Tenía unos
20 ó 21 años...
-¡Eso no es verdad! –dijo
Jai, golpeándole el hombro-. No eres tan joven.
Harkness sonrió a Jai.
-Yo había estado
trabajando en un carguero como mecánico de la nave. La primera oficial y yo,
bueno, teníamos una historia juntos.
-Esa era Chessa, ¿no? –preguntó
Jai.
-Sí, su nombre era
Chessa, y era posiblemente la persona más inteligente que haya conocido
surcando el espacio en aquella época. Solíamos sentarnos junto a la estación de
ingeniería y soñar con casarnos, vivir en un pequeño mundo pacífico y formar una
familia.
"Pero al igual
que todos los caminos de nuestras vida, el Imperio también tuvo que cruzarse en
éste.
"Acabábamos de
terminar de descargar un cargamento de motores repulsores en el puerto estelar
de Kelada. El capitán Granf ya se había ido hacia el puerto estelar para terminar
algunos tratos, dejándonos a Chessa y a mí descargando el cargamento. Yo
suponía que los equipos de transporte terrestre se habían hecho cargo de todas
las cajas, cuando Chessa se acercó a mí, pidiéndome que la ayudara a cargar
unas cajas sueltas en un esquife de carga...
***
-¿Qué es todo esto? –preguntó
Dirk, deslizando la última caja alargada en el esquife de carga.
Chessa estaba
asegurando en el esquife el resto de las cajas.
-Oh, sólo algunas
piezas de repuesto que he apartado para un pedido especial. Un tipo que conozco
en Kelada tiene un taller de reparación de repulsoelevadores y le gusta tener
un buen suministro de repuestos a su alrededor.
-¿Y qué vas a hacer
después de hacer esta entrega especial? –preguntó Dirk.
Chessa se inclinó
sobre las cajas y la barandilla del esquife y besó suavemente a Dirk en la
frente.
-¿Por qué no vamos a
un lugar que conozco...?
-Podría invitarte a
cenar -sugirió Dirk.
-O podría invitarte a
cenar yo -dijo Chessa, besándolo en la frente de nuevo-. Me tengo que ir.
-Bueno, estaré dentro haciendo
limpieza -dijo Dirk, subiendo por la rampa de carga del carguero-. Te veo en un
rato.
Se detuvo justo dentro
de la bodega de carga para mirar melancólicamente cómo Chessa aseguraba el
resto de las cajas.
Dirk estaba a punto de
dirigirse hacia la escotilla de ingeniería cuando oyó una voz diferente en la
bahía de atraque.
-¡Alto! –exclamó el
sargento de las tropas de asalto.
Dirk se asomó de una
esquina de la escotilla de la bahía de carga. Ocho soldados de asalto estaban
avanzando hacia Chessa desde el ancho puerto de carga de la bahía de
aterrizaje.
-¿Qué hay en esas
cajas? -dijo el sargento-. Queremos ver alguna identificación...
El bláster brilló,
hubo gritos, soldados de asalto cayeron y Dirk gritó. Siguió apretando el
gatillo hasta que sus orejas ardieron por el sonido de sus disparos.
Cuando Harkness abrió
los ojos, estaba en la entrada de personal a la bahía de atraque. Dejó caer la
pistola bláster de su mano temblorosa y se apoyó contra la puerta. Oyó voces
detrás de él en la bahía de atraque. No miró atrás. Harkness salió corriendo a
las calles del puerto estelar de Kelada.
Harkness no sabía
cuánto tiempo estuvo corriendo; todo era una confusión de calles de la ciudad, espaciantes
mirándole, vistas del suelo, del cielo, el rugido de los cargueros despegando y
las entradas de a las bahías de atraque girando en su cabeza.
Se detuvo delante de
un pequeño escaparate, podría haberse tratado de un bar.
-Entra, muchacho -dijo
un espaciador que pasaba y que lo empujó hacia la puerta-. Parece que necesitas
un trago.
Las puertas se
abrieron de golpe y Harkness tropezó con una confusa multitud de espaciantes,
humo y conversaciones.
-¡Oye, cuidado, amigo!
-Gley Hinga to'el
Natcha!
-¿Estás bien, muchacho?
-Yulek nak otkev!
-La barra es por ahí.
La barra se
materializó ante los ojos de Harkness y casi se estrelló contra ella. Dejó caer
los brazos en la barra y enterró su rostro en ellos.
-Hey, hola, chico,
¿puedo ponerte un trago?
La mujer detrás de la
barra probablemente era lo bastante mayor para ser la madre de Harkness, y
había algo de maternal en ella. Tal vez fuera su grasiento delantal de camarera.
Harkness levantó la
vista, con los ojos llorosos e inyectados en sangre. Asintió con la cabeza.
-¿Qué vas a tomar?
-preguntó la mujer.
Harkness encogió de
hombros. Golpeó dos dedos en la barra.
-¿Qué tal si te pongo
un Arréglalo-todo Nooniano? Tal vez te ayude a olvidarte de tus problemas.
Cuando la mujer
regresó, deslizó la bebida delante de Harkness. Él rebuscó en sus bolsillos en
busca de algunos créditos, pero sólo encontró algunas arandelas ventrator de
repuesto y algunas abrazaderas para un alimentador de corriente.
La mujer detrás de la
barra examinó un momento a Harkness.
-¿Un poco corto escaso
de créditos? No te preocupes, esta va a cuenta de la casa.
Harkness bajó la vista
y dio un sorbo a su bebida. Cuando levantó la vista de nuevo, la mujer había
desaparecido.
Sostuvo la bebida en
sus manos. Era más fuerte de lo que hubiera preferido, pero no le importaba.
Chessa estaba muerta.
Al otro lado de las botellas
de cerveza y los tubos de las máquinas de mezcla automática había otros parroquianos
en una segunda barra. La ajetreada multitud y la congestión del bar estuvieron
a punto de hacer que Harkness se desmayase. Apoyó la cabeza en la barra antes
de tomar otro sorbo de su bebida.
Casi saltó hacia atrás
cuando vio al hombre al otro lado de la barra. Miraba directamente a Harkness
como un gundark acorralado. ¿Era espuma lo que goteaba de sus labios? El hombre
simplemente se quedó mirando. Su cabello estaba enmarañado en todas
direcciones, y su rostro era una gran mancha de suciedad y lágrimas.
-No te asustes
demasiado -dijo la mujer detrás de la barra, bloqueando la vista de Harkness-. Sólo
es un espejo. Este antro está completamente lleno de ellos.
Harkness se quedó
mirando su imagen en el espejo, el rostro de un hombre perdido. No parecía el
ingeniero de una nave, parecía algo sacado de una pila de sucio y húmedo pelaje
de bantha. Sus ojos habían cambiado; ahora no había luz en su interior.
-Somos amigos de
Chessa -dijo el otro a través de su bigote oscuro-. Hemos oído que le ocurrió algo.
Harkness trató de
decirles que estaba muerta, pero de sus labios no salió ninguna palabra.
Los dos hombres se miraron
entre sí y luego se volvieron hacia Harkness.
-Puedes contárnoslo
más tarde -dijo el hombre de la barba, tomando suavemente a Harkness por el
brazo-. Ahora tenemos que llevarte a un lugar seguro.
***
-Y así fue como conocí
al general Corros y me uní a la
Rebelión.
-¿Nada de Destructores
Estelares estallando ni grandes combates aéreos? –exclamó Starter con
incredulidad.
-Eso es todo -dijo
Harkness, retirando los pies de la mesa y apartándose a su rincón.
-Tengo que admitirlo -dijo
Platt-. Tu historia es casi tan tenue poco animada y melancólica como tú.
-Pero sí que revela
las complejidades detrás del origen de la disposición de Dirk -agregó Tru'eb.
-¿Qué pasó después de
que conocieras a Corros? –preguntó Starter-. ¿Cómo te involucraste con la Inteligencia de la Alianza ?
-Como he dicho, sólo
una historia por esta noche.
Harkness devolvió la
mirada al fondo de su jarra.
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