martes, 2 de octubre de 2012

Un rayo de esperanza (III)


Alex trató de ahogar un bostezo, pero esa última conferencia en la universidad acerca de la estructura militar imperial debía ser lo más aburrido que podía ofrecerle el curso. Desafortunadamente, era obligatoria para todos los estudiantes desde que el Imperio había establecido una presencia en Garos.
Y Alex, a diferencia de muchos de sus compañeros de clase, tenía el potencial, pero no el deseo, de ir a la Academia Raithal. Ser una mujer podría haber puesto un freno a esa idea, pero Alexandra Winger era la hija de un gobernador imperial. Y era una estudiante brillante. Si los tiempos hubieran sido diferentes, sin duda a esas alturas ya estaría en la Academia.
Pero ése era el quid de la cuestión. El Emperador había muerto, y la flota imperial se encontraba en un estado de confusión desorganizada. Almirantes, gobernadores, y capitanes de la flota competían todos entre sí en busca de una posición tratando de poner orden en el caos. La cuestión era que no parecía haber mucho orden.
Ahora incluso había rumores de que la Nueva República estaba avanzando más y más profundamente en los Mundos del Núcleo hacia Coruscant. Algunos decían que cerca de la mitad de la galaxia estaba en sus manos. Garos IV no estaba tan lejos de la ruta establecida; apenas a cuatro días de distancia de Coruscant. Alex rezaba por el día en que la Nueva República hiciera su aparición en Garos. Era un día que todos los que trabajaban en la resistencia esperaban ansiosos.
La voz del comandante seguía zumbando monótonamente. Alex tuvo que frotarse los ojos sólo para mantenerse despierta. Sólo unos minutos más, pensó, mirando su crono. Cuando levantó la vista, descubrió a Lej Carner lanzándole una mirada furtiva. Le había conocido un año antes cuando su padre, un general de división del ejército imperial, había sido asignado para dirigir el complejo del centro minero. Y ella había tenido la desgracia de tenerlo por lo menos en una clase durante cada uno de los últimos tres trimestres.
¡Agh! Trató de sonreír. Encontraba a Lej repugnante; uno de los hombres más arrogantes que había conocido nunca. Pero había cultivado su amistad para descubrir todo lo que pudiera sobre el aumento de las actividades imperiales en las minas. Desafortunadamente, por lo que Alex pudo descubrir, Lej se mantenía voluntariamente poco informado de las actividades de su padre.
Sonó el timbre que indicaba el final de la clase. Alex se puso de pie, tratando de recoger sus cosas, cuando Trad Mays se estrelló contra ella.
-Lo siento, Alexandra –dijo-. Espera, déjame ayudarte con eso.
Se agachó para recoger los libros de datos que se habían estrellado contra el suelo, y Alex juraría que se había sonrojado.
Ella le sonrió, pasando por alto su torpeza, y le permitió recoger sus cosas cuando Lej se acercó a ella.
-Alexandra, unos cuantos de nosotros vamos a juntarnos en Chado dentro de una media hora. ¿Puedes venir? -preguntó.
Ella fingió decepción.
-Lo siento, Lej, tengo trabajo que hacer.
-Oh, vamos Alexandra. Ya sabes lo que dicen... Mucho trabajo y poca diversión...
-Lej, esto es algo que mi padre me pidió que hiciera. No puedo posponerlo -intentó explicar.
Él puso los ojos en blanco.
-¡Oh, sí, el gran gobernador en persona! Tú no trabajas para él, ¿sabes, Alexandra?
Trad entregó una pila de libros a Alex y le sonrió tímidamente.
-Nos vemos mañana -exclamó mientras la dejaba sola con Lej.
-Sólo estoy tratando de ser útil, Lej. Desde que mi madre murió el año pasado he asumido algunas de sus funciones extraoficiales.
-¡Oh, ya veo tu plan! Tratando de conseguir puntos extra para que tengan que admitirte en la Academia. ¡Lástima que no puedas ir este año conmigo!
-Sí -ocultó el alivio en su voz-, qué lástima.
-Bueno, supongo que te veré más tarde.
Alex se apresuró a salir del edificio MilInDoc hacia la Biblioteca Universitaria. Se detuvo en una de las terminales de la central de comunicación para comprobar sus mensajes, tecleando su identidad. En pocos segundos, el mensaje que esperaba apareció.
Reunión del grupo de estudio en L-25 a las 10:15.
Miró su cronómetro. Dentro de cinco minutos. Cerró la sesión en la terminal y se dirigió a su "grupo de estudio".
Ya le estaban esperando en las entrañas de la biblioteca, a través de un laberinto de pasillos que llevaban a la entrada secreta de un sistema subterráneo de túneles. Se decía que podías cruzar toda Ariana bajo su superficie, si sabías orientarte.
Los hombres estaban sentados a la mesa de reuniones de la pequeña habitación. El Dr. Carl Barzon y Magir Paca eran dos líderes del movimiento de resistencia en Garos IV. Estos hombres eran parte del puñado de personas cuya identidad Alex conocía. Barzón había sido el primer contacto de Alex con la resistencia. Y Paca era un viejo amigo de la familia, por lo menos hasta que sus actividades sediciosas habían sido descubiertas.
-¿Qué pasó? -preguntó Paca a Alex.
-Había guardias adicionales en las minas. Y debían de haber sido desplegados por el perímetro antes de incluso llegar nosotros. Nunca vimos a nadie hasta que comenzaron los disparos -les dijo-. ¿Alguna noticia del Equipo Dos?
-Scat fue capturado. Está siendo retenido en el centro de detención. Y debido al incidente de anoche, los esquifes se encuentran bajo fuerte custodia en el centro minero.
Ella asintió con la cabeza.
-¿Qué está pasando en las minas? ¿Han descubierto algo que no sepamos?
-Teníamos la esperanza de que pudieras ser capaz de averiguar más acerca de eso -dijo el Dr. Barzon-. Han confiscado todas mis notas de investigación. No me atrevo a añadir nuevos datos a lo que ya tienen.
-¿Su investigación sobre el mineral? -preguntó Alex.
-Sí. Hicimos un gran avance; aislamos el componente del mineral que crea las capacidades naturales de camuflaje. Me estoy acercando a perfeccionar una técnica que nos permitirá fabricar armas camufladas a una fracción del costo que ahora requiere de construir dispositivos de camuflaje, y con ninguno de los requisitos de energía que los dispositivos actuales utilizan. Puedes imaginar las consecuencias para la galaxia si tales conocimientos cayeran en las manos equivocadas.
Alex ni siquiera necesitaba imaginarlo. Resultaba muy claro que esa nueva tecnología podría poner al Imperio de nuevo a la ofensiva.
-Me pregunto si su investigación tiene algo que ver con la visita del Destructor Estelar Justiciero a Garos -dijo Alex.
-¿El Justiciero está aquí? –preguntó Barzon.
-Sí. Esta noche tengo que ayudar a mi padre a ofrecer una cena para sus oficiales superiores. Tal vez sea capaz de averiguar algo útil.
-No lo dudo -dijo Barzon-. Ten cuidado.
-¿Qué hay de Scat? -preguntó Alex. Habían sacado a gente de su detención otras veces, pero durante esas misiones había habido muchos menos soldados de asalto imperiales a los que hacer frente.
-El Equipo Cinco va a entrar a las 04:00.
-Me gustaría ayudar –se ofreció.
-Es demasiado arriesgado, Alex.
-¡Riesgo es mi segundo nombre!
-Con el aumento de la actividad imperial, simplemente no creo que...
-Paca, sé lo que estoy haciendo -insistió.
-De acuerdo. Reúnete con el Equipo Cinco a las 03:00 en el túnel C-21 -dijo Paca.
Ella asintió con la cabeza.
-¿Usted dijo que las lanchas de abastecimiento están todavía en la mina?
-Sí. Nuestro contacto en el Ministerio de Defensa dijo que saldrán a las 12:30 de hoy. Se supone que deben llegar al puerto espacial a las 13:00.
-Así que están llevando el mineral fuera del planeta.
-Sí.
-¿A dónde?
-No lo sabemos todavía. Nuestro contacto está trabajando en eso. Tal vez escuches algo esta noche.
-Debe ser por eso que el Justiciero está aquí -comentó Alex-. Entonces, ¿a qué hora atacamos el espaciopuerto?
-No podemos atacarles allí, Alexandra.
-¿No tenemos a nadie que pueda llegar a la lanzadera que está recibiendo el mineral? ¿Sabotearla?
-La seguridad es muy estrecha... Hemos tenido problemas infiltrándonos en el espaciopuerto, pero estamos trabajando en ello -dijo Paca-. Por ahora, tendremos que atacar el convoy por el camino, antes de que llegue al espaciopuerto.
-¿A plena luz del día? –preguntó Barzon.
-No tenemos otra opción -dijo Paca-. ¿Estáis dentro? -Alex asintió con la cabeza, mostrando una determinación sombría en su rostro-. Está bien. Este es el plan...

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