Gran
Quince
Peter
Schweighofer
-Todavía no puedo creer que pudieras cambiar tanto
-dijo Starter, saliendo tambaleante del Reposo de Gorkin y apoyándose en Platt
para mantener el equilibrio-. Quiero decir, ¿quién iba a pensar que el viejo
malhumorado Dirk Harkness pudiera enamorarse nunca o incluso sonreír?
-¿No crees que una crisis pueda cambiar a la
gente tan rápidamente? –preguntó Tru'eb.
-Estoy segura de que el joven piloto aquí presente
siempre ha sido tan arrogante como de costumbre -dijo Platt, retirando la mano
de Starter de su hombro.
Tru'eb se volvió a Starter y le echó una
mirada astuta.
-¿Creería un joven como tú que una vez fue el
jefe de sirvientes de un señor esclavista, y que antes de eso estaba a punto de
heredar el cargo de miembro principal del clan en una ciudad de Ryloth? –preguntó
Tru'eb preguntó.
-Yo lo creería -dijo Platt.
Tru'eb la fulminó con la mirada.
-No es justo, Platt. Tú ya conoces la
historia.
-¿Qué historia? –exclamó Starter.
-Hace muchos años, antes de comenzar mi
carrera como empresario de artillería, yo era un joven e idealista muchacho en
mi ciudad natal de Kala'uun, en Ryloth -comenzó Tru'eb-. Estaba a punto de
heredar el cargo de mi padre como miembro principal del clan de la ciudad. Mi astuto
primo, Ku'amar, aspiraba a ascender a la misma posición, por lo que conspiró
para hacer que me secuestraran y me entregasen a los esclavistas. Y pronto me
encontré como un involuntario sirviente personal del infame esclavista Gran Quince...
***
Gran Quince se sentó en su sofá de mando en el
puente de la Muchacha de Quincey, la inmensa nave esclavista
que surcaba los Territorios del Borde Exterior, recogiendo y vendiendo su
cargamento viviente. Las patas del sludir colgaban del sofá, y su torso se
apoyaba en la pica de fuerza que llevaba. Los tripulantes del puente corrían a
su alrededor, preparándose para el salto al hiperespacio.
-¡Twi'lek! -exclamó. Tru'eb se adelantó. Como
sirviente personal de Quince, era el único esclavo al que se le permitía
permanecer en presencia de su amo, y nunca fue confinado a los corrales de
esclavos en las bodegas inferiores.
-¿Sí, oh clemente...?
-Vamos a volver a reunirnos con nuestro viejo
amigo el Moff Jellrek -dijo Big Quince-. Desciende a los corrales de esclavos y
elige una esclava humana, no una de las chicas Twi'lek, para ofrecérsela al buen
Moff. Alguien que no vaya a sacarle los ojos.
Tru'eb miró a los otros mercenarios del
puente. Varios llevaban parches en los ojos...
-Llévala a mi cuarto, límpiala, y tenla
dispuesta en el hangar de atraque dentro de dos horas -ordenó Quince.
-Como usted desee, señor -dijo, haciendo una
reverencia mientras se alejaba del sludir.
Se dirigieron al camarote de Gran Quince.
Tru'eb entró con la mujer, y los dos esclavistas quedaron haciendo guardia en
la puerta. Los aposentos estaban adornados con tesoros robados de varios
mundos. Un tapiz andaliano cubría una pared, varias cabezas de trofeo adornaban
otro, y dos lámparas de fantasía enmarcaban un gran ventanal. Varias cajas
metálicas estaban apiladas frente al bar cerca de otro sofá de tamaño apropiado
para un sludir.
Tru'eb indicó a la mujer que avanzase hacia la
inmensa bañera que normalmente alojaba el gigantesco cuerpo de Gran Quince.
Mantuvo en alto sus muñecas atadas para que Tru'eb
las viera. Él dio un paso adelante y con cuidado retiró la costosa tira de
tela.
-¿Tienes un nombre?
-¿Y a ti qué te importa? -respondió ella.
-¿Tienes algún término por el que pueda
referirme a ti? -preguntó Tru'eb-. Algo que no sea esclava...
Ella levantó una ceja.
-Puedes llamarme Oakie.
-Muy bien, Oakie. El baño está preparado para
ti. Por favor, báñate y vístete con las ropas que se te han dado.
Mientras Oakie se bañaba, Tru'eb examinó las
cuatro cajas metálicas cerca del bar de Quince. Abrió una y pasó sus dedos por
el polvo blanco azulado del interior. Ryll. Probablemente parte del soborno que
Quince pagaba al Moff Jellrek por no interferir en su operación esclavista.
Tru'eb cerró la caja. Se quedó mirando las riquezas que adornaban la habitación
hasta que Oakie salió del baño.
-Dime, ¿por qué trabajas para ese sludir? -preguntó
Oakie, secándose y vistiéndose detrás de un panel ricamente decorado que había en
una esquina.
-Soy un esclavo -respondió Tru'eb-. Él me
ofreció trabajar como su sirviente, y yo sabía que no sobreviviría mucho tiempo
en los corrales de esclavos. Acepté, hasta que surja una oportunidad para
buscar mi libertad.
-Bueno, de un esclavo a otro, ¿qué te parece
si tratamos de escapar?
Oakie salió de detrás de la pantalla con un elegante
vestido. Tru'eb la encontró atractiva, para ser una mujer humana.
-No llegaremos muy lejos -dijo Tru'eb-. Hay
dos guardias en la puerta, y...
-No quiero decir ahora -dijo Oakie, pasando de
largo junto a Tru'eb pasado y yendo directamente hacia las cajas de ryll-. ¿Qué
planes tiene Quince para mí?
-Serás entregada al Moff Jellrek, junto con
las cajas de ryll, como soborno para apaciguar el interés del Moff en las
operaciones esclavistas de Quince.
-¿Dónde será mi intercambio? ¿En la plaza del
mercado local?
-Una vez que te hayas bañado y preparado
adecuadamente, debo escoltarte a la bahía de aterrizaje donde nos encontraremos
con el Moff Jellrek -explicó Tru'eb-. Sin duda, los guardias llevarán también
estas cajas de ryll.
-Hmm... -Oakie miró pensativa las cajas de
ryll, luego sus ojos comenzaron a vagar entre las riquezas esparcidas por la
habitación. Se fijaron en el mueble bar tallado junto al gran sofá sludir.
Comenzó a hurgar en el armario, y finalmente extrajo
una botella de tovash gruviano de forma extraña. Oakie dejó la botella llena sobre
una de las cajas ryll, y luego desapareció en el baño. Después de dejar correr
el agua un momento, regresó con un grande y pegajoso bulto gris.
-Es jabón sludir
–explicó-. Sin duda, Quince lo utiliza para mantener su piel dura. Cuando está
mojado, es flexible y pegajoso. ¿Te importaría abrir esa caja de ryll?
Tru'eb
abrió la caja, y luego observó como Oakie pegaba la bola de jabón pastoso en la
tapa con bisagras de la caja. Oakie tomó la botella de tovash gruviano, tomó un
generoso trago, luego colocó el corcho en su lugar y presionó la botella en la
bola de jabón sludir. Después de un momento, el jabón sostenía la botella en su
lugar.
-Ahora, cierra la tapa lentamente, pero deja
espacio suficiente para que pueda retirar el corcho antes de que esté cerrada
-dijo Oakie. Tru'eb obedeció, dejando justo el espacio suficiente para que sus
ágiles dedos quitasen el corcho. La botella estaba colocada de forma que nada
de su alcohol se derramaría hasta que la tapa de la caja se abriera.
-Gracias -dijo Oakie-. ¿Significa esto que me
ayudarás a escapar?
-Todavía no entiendo tu plan -dijo Tru'eb-.
Pero te ayudaré si su plan incluye liberarme a mí también.
-Confía en mí, lo incluye.
La puerta de los aposentos de Gran Quince se abrieron
y uno de los esclavistas dio un paso al interior.
-Daos prisa –gruñó-. Pronto saldremos del
hiperespacio.
Tru'eb miró a Oakie, que se fue al baño para
lavarse los restos del jabón sludir de las manos. Más esclavistas entraron para
llevarse las cajas de ryll. Tru'eb tomó nota de las marcas de la que contenía
la botella. Todavía tenía ni idea de lo que planeaba Oakie.
La mujer regresó.
-No te preocupes –susurró-. La caja
proporcionará una distracción. Cuando veas humo, corre hacia la lanzadera del
Moff.
Tru'eb le ató las manos con el caro cinturón,
pero utilizó un nudo que podría soltarse fácilmente. Cuando la puerta se abrió
de nuevo, llegaron varios esclavistas para conducir a Tru'eb y Oakie a la bahía
de atraque. Otros vinieron para llevar las cajas de ryll que quedaban.
***
Gran Quince y varios esclavistas estaban
alineados en la bahía de atraque cuando llegaron Tru'eb, Oakie y los esclavistas
que llevaban las cajas ryll. La rampa de acceso de la lanzadera imperial recién
llegada estaba bajando, y Tru'eb podía ver los pies de los soldados de asalto
esperando para desembarcar. Cuando la rampa golpeó contra la cubierta, un
escuadrón de soldados de asalto salió, seguido por el Moff Jellrek, un hombre
delgado con una barba de aspecto maligno.
Gran Quince avanzó pesadamente, todavía
apoyado en su pica de fuerza.
-Saludos, buen Moff –bramó-. Le hemos traído
algunos presentes de nuestro botín. -Hizo un gesto a los esclavistas que
llevaban las cajas, quienes las depositaron a los pies del Moff Jellrek-. El mejor
ryll azul de Ryloth -explicó Quince-. Y una esclava.
Tru'eb sabía cuál era su señal. Condujo a
Oakie hacia delante tirando de la banda que sujetaba sus manos.
El Moff Jellrek la miró, sonrió con ironía y
se volvió hacia las cajas de ryll.
-Ábrela -ordenó a un soldado de asalto.
Tru'eb vio que era la caja con el tovash gruviano.
Miró a Oakie, que miraba nerviosamente hacia la rampa de la lanzadera.
-Rápido, interfiere las comunicaciones -ordenó
Oakie.
Tru'eb trasteó con algunos controles y logró
encender las armas de la lanzadera antes de que Oakie alargase la mano y
accionase el interruptor correcto.
-¿Nunca ha pilotado una nave espacial, verdad?
-preguntó Oakie.
-Eres muy observadora.
-Cuando salgamos de esta, tendré que enseñarte
sobre naves espaciales. –Tiró del acelerador, y la lanzadera se alejó del
Destructor Estelar-. Dame un minuto y tendré algunas coordenadas de astrogación
para sacarnos de aquí -dijo.
Un disparo de turboláser sacudió la lanzadera.
-Pensé que habíamos interferido sus
comunicaciones -dijo Tru'eb.
Oakie miró por la ventanilla. La Muchacha de Quincey les estaba dando caza, disparando
sus baterías turboláser-. Supongo que Quince es más inteligente de lo que
pensaba. Levanta los escudos de popa... el panel de control a la derecha.
Tru'eb acertó con los controles justo antes de
que otro disparo golpease a la lanzadera.
-Desde luego, estás apurando al máximo.
-Hey, sólo es la segunda vez que piloto una de
estas cosas -espetó Oakie-. Dame otro segundo y... ¡ya está!
Se encendieron unas luces verdes en el panel
de control de Oakie. Tiró de varias palancas, las estrellas se alargaron, y la
lanzadera desapareció en el hiperespacio.
***
-No explotó -explicó Platt-. El Ryll reacciona
violentamente cuando se mezcla con ciertas sustancias químicas, incluyendo el
tovash gruviano. El resultado es un humo azul. En pequeñas cantidades no es
perjudicial. De hecho, conozco a algunos adictos ryll que beben chupitos de tovash
después de ingerir una pequeña cantidad de ryll. Eructan volutas de humo azul.
En cantidades mayores, el humo azul puede parecer como si viniera de un
incendio o una explosión.
-Entonces, ¿Oakie te enseñó algo acerca de
naves espaciales? -preguntó Jai.
-Todo lo que sé -respondió Tru'eb, dirigiendo
a Platt una sonrisa puntiaguda-. Tengo que admitir, Platt, que estabas bastante
atractiva como esclava.
-Gracias –respondió-. Nunca más...
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