Para sorpresa de Tinian, Una Poot los
convocó a ella y a sus compañeros para que volvieran al comedor esa noche.
Detrás de la anciana se encontraba un enorme wookiee de un color que Tinian
nunca había visto. Su pelaje era de color marrón oscuro, pero cada pelo tenía
un brillo plateado en la punta. El efecto le hacía brillar.
-Este es Chenlambec -dijo Una Poot-. Puede
que él sea capaz de ayudarte a pasar ese mensaje.
Tinian ladró un breve saludo.
Chenlambec ladró de nuevo. Una Poot levantó sus dos escasamente pobladas cejas.
-¿Dónde aprendiste a hablar wookiee?
-Wrrl me enseñó -explicó Tinian-. ¿Chenlambec
trabaja para usted?
El wookiee se inclinó hacia delante,
riendo.
-No por el momento. -Una Poot sonrió
con ambos lados de su boca esta vez-. Él es un cazador de recompensas.
Tinian le miró fijamente. Había oído
hablar de seres que cazaban a otros por dinero... que mataban por lucro, no por
patriotismo. Despreciaba la idea. Nunca había soñado que pudiera encontrarse
frente a un cazador.
-Los dos podéis hablar en mi alcoba
privada, si lo deseáis. -Sonriendo, Una Poot señaló una escotilla a un lado del
comedor.
Tinian entrecerró los ojos, asqueada
por el sentido del humor de la mujer.
Chenlambec soltó una rápida frase en
shyriiwook, preguntando cómo había conocido a Wrrlevgebev.
No creía que el cazador de recompensas
apreciase saber públicamente que Wrrl había sido esclavo de su familia. Era
evidente que tendría que dirigirse a él en privado, si es que decidía hablarle.
Y eso habría significado mucho para
Wrrl. Podía hacerlo por Wrrl. Condujo al gran wookiee hacia la alcoba privada de
Una Poot.
Era pequeño y desnudo con una sola luma
antigua colgando del techo.
-Yo tenía 12 años cuando conocí a Wrrl.
Tinian cerró la escotilla y apoyó la
espalda en ella. Colocó la mano cerca del control que la abriría de nuevo.
Chenlambec se inclinó para ponerse en
pie bajo el techo bajo de la alcoba. Se quedó en una esquina frente a ella.
-Había esclavistas en Il Avali, la
ciudad donde crecí. Uno de ellos estaba golpeándole... parecía como si quisiera
matarle con un látigo choque. Más tarde, descubrí que había tratado de evitar
que vendieran a una joven kitonak apartándola de su hijo. En cualquier caso, me
solté de mi abuela y salté en medio. -Nunca había sido consciente del peligro-.
Me tiré sobre la pobre criatura ensangrentada y le grité a los esclavistas que
yo lo compraría. Mi abuela discutió conmigo, pero yo gané. Así fue como conocí
a Wrrl. -Wrrl había sido absolutamente ético, totalmente leal. ¿Cómo podía
ningún wookiee rebajarse a la caza de recompensas?
Chenlambec cruzó sus brazos plateados.
Una ancha bandolera negra le cruzaba el pecho desde el hombro derecho a la
cadera izquierda, tachonada con extraños cubos plateados. Ladró una pregunta.
-Yo entonces no sabía nada sobre tu
pueblo y la deuda de vida -respondió ella-. Pero lo descubrí tan pronto como
aprendí a hablar shyriiwook. Por favor, dile a su clan que cumplió su deuda por
completo, Chenlambec. Murió ayudándome a escapar de los soldados de asalto
imperiales que mataron a mis abuelos.
Él inclinó la cabeza y ladró
suavemente.
-De nada -dijo ella, confusa pero impresionado
por su educadas maneras.
Luego él levantó la cabeza y contó una extraña
historia. Evidentemente, varias de las recompensas que el Imperio le había
pagado fueron en vano. En realidad, había ayudado a que varias
"adquisiciones" escapasen a la Alianza Rebelde, y luego había donado
la mayor parte de los fondos que el Imperio le había pagado... a Una Poot para
la compra de armas, esta vez; la vez anterior, a un grupo de refugiados. Agregó
que Una Poot era una de las tres personas -cuatro, ahora- que sabían su
secreto. Le pidió que lo honrase.
Tinian, boquiabierta, cerró la
mandíbula y deseó que Daye estuviera allí... no sólo porque lo echaba de menos tan
desesperadamente, sino porque él habría sabido si el enorme extraño estaba
mintiendo. Dependiendo de sí misma, tenía que confiar en su intuición de que
Chenlambec era lo que decía -alguien cuya misión realmente la emocionaba- y que
quería a cambio su respeto. Cheeve y Yccakic habían tratado de consolarla cuidando
de ella, pero ella necesitaba cuidar de alguien más.
Extendió una mano.
Él la estrechó con un agarre tan suave
y fuerte como lo había sido el de Wrrl. Seriamente, le dio las gracias de
nuevo. Luego hizo un gesto invitándola a salir por la escotilla.
-Espera –exclamó ella.
Chenlambec retrocedió una larga zancada.
Se preguntó de dónde -en todos los miles
y miles de mundos- había sacado esa loca idea. Pero ella no era música. Y sabía
de explosivos. Y Chenlambec le daba ganas de vivir
-¿Me dejarías ser tu aprendiz?
Chenlambec soltó un ladrido de sorpresa.
-Lo digo en serio –dijo-. Crecí en una
fábrica de armamento. Mis conocimientos sobre explosivos podrían ser útiles en
tu negocio.
Los ojos azules del wookiee brillaron mientras
se disculpaba y se negaba: era demasiado pequeña y delicada para la caza de
recompensas. Él había sobrevivido a la muerte de dos socios, uno muy
recientemente. A partir de ahora, él cazaría solo.
-No tengo miedo de morir -insistió
Tinian-. En tu profesión, si muriera, sería de forma limpia y rápida.
No necesariamente. Él se cruzó de
brazos y miró a media distancia, una pose que Wrrl había utilizado sólo cuando se
negaba rotundamente.
-Ya veo -dijo ella con tristeza-.
Bueno. Gracias por llevar esa noticia por mí.
Salió de la alcoba preguntándose qué
iba a hacer con el resto de su vida. Había descubierto de nuevo cómo
preocuparse, y que quería preocuparse, y había sido un alivio... aunque
temporal. Tal vez Una Poot tuviera un lugar para ella.
La anciana no estaba esperando con
Cheever y Yccakic.
-¿Está todo bien? -preguntó Yccakic.
Tinian se encogió de hombros.
-Sí. Adiós, Chenlambec.
El wookiee alzó una mano en señal de
despedida y luego la dejó sola con sus compañeros de viaje. Desanimada, siguió
a Cheeve y Yccakic de vuelta a la habitación de literas. Mientras ella estaba
hablando con el cazador de recompensas, ellos habían accedido a tocar un concierto
de crucero especial para Una Poot y su círculo íntimo, mañana por la tarde a
bordo de su nave cisterna personal... a cambio del alquiler de su camarote.
-¿Alquiler? –exclamó Tinian-. ¿En este
agujero?
Cheeve se encogió de hombros.
-Es una oportunidad para actuar. ¿Ganas
de cantar?
Tinian se aclaró la garganta. La esposa
de Cheeve, Twilit Hearth, podría derretir un blindaje de energía con su voz.
-Yo no os haría justicia. ¿Sabéis suficientes
temas instrumentales?
-Podemos llevar el espectáculo si contribuyes
en una o dos canciones...
-¿Alguien está cansado? -preguntó
Yccakic-. Será mejor que apaguemos las luces y descansemos un poco, si vamos a
actuar mañana.
Tinian se acostó, pero no podía dormir.
Cada vez que cerraba los ojos, veía a Daye... o a Wrrl, atacando a los soldados
de asalto que finalmente lo mataron... o saboteadores, amenazando con hacer
agujeros en Estación Plata... De pronto se incorporó de golpe. ¡Se había
dormido en los laureles! Debería estar husmeando por los pasillos en busca de
explosivos.
El bláster de mano de Cheeve colgaba de
un bolsillo de su pantalón, que había colgado descuidadamente sobre un extremo
de su litera. Ella lo guardó en el bolsillo de su chaleco y salió furtivamente al
pasillo.
Dos horas más tarde, captó un débil efluvio
de algo que hizo que se le pusieran de punta los pelos de la nuca: JL-12-F, un
producto de uno de los competidores de Armamento I'att. Fabricado para
demoliciones controladas en superficies planetarias, explotaba en un patrón
simétrico, casi lineal. No debía estar a bordo de una estación espacial.
Sabotaje. Siguiendo el rastro del olor,
siguió un corredor que conducía a la zona de aterrizaje.
Eso no podía estar bien. Se dio la vuelta
y corrió en la dirección opuesta. El olor se hizo más fuerte. Ella lo siguió bajando
por una escalera de acceso.
En el cuarto nivel, lo perdió. Retrocedió
de nuevo y se bajó de la escalera en un área que estaba ligeramente más
ordenada que otras, que quizá albergase la clase alta de Estación Plata... o
algo parecido. Ahí abajo, el olor se hizo tan fuerte que se preguntó por qué
nadie más lo había notado. Sujetó con fuerza el pequeño bláster en una mano y siguió
avanzando hacia adelante.
Dos formas oscuras y peludas estaban
agachadas junto al mamparo plano exterior de la construcción original de
Estación Plata.
-¡Hey! –gritó Tinian. Apuntó con el bláster.
Los alienígenas se volvieron hacia
ella. Cada uno tenía un hocico largo y puntiagudo y orejas pequeñas y redondas.
-¡Hey! –repitieron ambos a coro.
Luego atacaron.
Tinian disparó. Un ranat calló hecho un
ovillo, chillando. El otro siguió avanzando. Dientes largos y afilados se cerraron
sobre su pierna izquierda. Tinian gritó y luchó por obtener un tiro limpio
sobre la odiosa criatura sin dispararse a sí misma en el pie. El ranat sacudía su
pierna tan fuerte que las estrellas danzaban delante de ella. Se inclinó
buscando mantener el equilibrio.
¡Un tiro limpio! Tinian lo aprovechó. Las
poderosas mandíbulas soltaron su pantorrilla, y la criatura le gritó. Ella
retrocedió y volvió a disparar.
El ranat atacó contra su otra pierna.
Ella disparó otra ráfaga. El ranat se
derrumbó a sus pies.
Lo pateó lejos, salpicándolo con la
sangre de su pierna.
El otro ranat no se había movido. Pero,
¿qué pasaba con ese explosivo? Avanzó cojeando. Su pierna lesionada tembló
cuando intentó agacharse.
Mantén la calma, se aconsejó. Se
agachó, aunque le doliera. El JL-12-F estaba empaquetado en un cilindro
estándar, soldado al mamparo exterior. Soldados en su otro extremo había un
cebador y un circuito integrado. De alguna manera, los ranats habían obtenido
un detonador de estado sólido, casi a prueba de fallos.
Sin embargo, el circuito integrado tenía
dos puntos vulnerables, donde el circuito principal entraba y salía del
mecanismo temporizador. Tinian volvió de nuevo junto al primer ranat y lo registró.
Encontró un cuchillo en su cinturón, volvió cojeando junto a la bomba y
delicadamente cortó las conexiones. Eso desactivó el detonador.
Exhaló. Luego frunció el ceño. Puede
que el circuito electrónico estuviera muerto, pero no podía dejar un bote
explosivo tan cerca de un mamparo exterior. Si se encendiera una chispa allí,
todo el mundo a bordo estaría en peligro, desde Cheeve hasta Chenlambec. Trató
de hacer palanca con el cuchillo en una grieta entre el cilindro explosivo y el
detonador. Su hoja no se doble, lo que la preocupó. El acero debía ser frágil; Se
quebró sin previo aviso. Lo dejó caer a tiempo para salvarse de otro corte profundo
y desagradable.
Eso no era algo que pudiera desarmar
sin las herramientas adecuadas... pero el JL-12-F requería una chispa, no un
impacto, para detonar. Retrocedió junto al cilindro, se apoyó sobre su pierna
herida, y golpeó fuertemente con su talón. Fuertes oleadas de dolor atravesaron
su pierna. El cilindro se desprendió de la mampara y cayó sobre la cubierta.
Con cautelosa, lo recogió y lo llevó hacia
el interior la estación. Miró hacia atrás para ver si algún ranat la seguía. Un
rastro de salpicaduras rojas marcaba su camino. Cuando empezó a caminar de
nuevo, casi se resbaló en un charco rojo. ¡Se había formado rápidamente!
Dejó el bote explosivo en mitad de
pasillo y aporreó la puerta más cercana.
-¿Hola? –gritó-. ¡Esto es una
emergencia!
***
El trabajador de la estación la llevó a
un médico en el Nivel Tres y llamó a Cheeve. Cuando Tinian surgió una hora más
tarde, apoyada en Cheeve, un wookiee enorme y brillante la esperaba en el
pasillo exterior. Le habló aullando sombríamente.
-Estoy bien –aseguró Tinian a
Chenlambec (¡Tengo un amigo más en el
universo!)-. No tienen un droide médico, pero tienen un humano competente. Fusionó
la arteria. Se supone que simplemente debo permanecer en calma durante unos
días.
Él ladeó la cabeza y ladró una peculiar
pregunta: ¿se había dado cuenta de que él y docenas de otros tenían una deuda
de vida con ella?
Tinian rió.
-No, no. Salvé mi propia vida, también.
Así que no cuenta.
Él ladró una oferta. Tinian le miró
fijamente.
-¿Qué ha dicho? -preguntó Cheeve.
Tinian se sentía un poco extraña por
los analgésicos químicos.
-Yo, hum, ayer me ofrecí a asociarme
con Chenlambec en su negocio. Acaba de invitarme a bordo de su nave para ver qué
sé de su oficio.
-¿Pero no es un...?
Chenlambec unió sus manos cubiertas de pelaje,
con aspecto calmado.
-Es tu vida –dijo Cheeve poniéndole una
mano sobre el hombro-. Pero me gustaría que te quedaras con nosotros. ¿Quién va
a cantar en el bolo de esta noche?
-Habéis sido muy amables, Cheeve. Mucho
más amables de lo necesario, y os agradezco todo lo que habéis hecho. Pero no
soy cantante. Tengo que encontrar mi propio lugar. Es lo que queréis, ¿no?
-Por supuesto.
Yccakic se volvió para que Chenlambec
no pudiera ver su rostro.
-Tinian, ten cuidado. Él podría...
-Estaré bien.
Si Tinian entendía algo sobre los wookiees,
era sin duda la deuda de vida. Con razón o sin ella, Chenlambec se consideraba ligado
a ella.
Cojeando con su pierna entumecida, lo
siguió de vuelta a la zona de atraque, y luego a través de un pasillo de
conexión hasta una pequeña nave en forma de platillo con tres gigantescos motores.
Al igual que Estación Plata, había visto días mejores. Décadas mejores, decidió mientras frotaba una mancha de óxido.
Sin embargo, esta parecía ser su
oportunidad de herir al Imperio.
Chenlambec le indicó que se sentara
frente a su ordenador de a bordo. Hizo aparecer una sucesión de imágenes de armamento.
Tinian recitó sus características durante una hora. Entonces él le pasó un
rifle bláster. Ella lo desmontó y volvió a montar en cuatro minutos.
Luego bostezó. Al instante, Chenlambec se
disculpó. Ella no tenía por qué hacer todo el camino de regreso a su habitación
de literas, insistió. Podía echar una siesta a bordo de su pequeña nave Wroshyr, llamada así por los árboles originarios
de Kashyyyk. Por la tarde, después de que hubiera echado una larga y reparadora
siesta, podrían discutir los términos... si ella todavía quería ser su aprendiz.
Se dejó caer en un banco que parecía
más suave que las nubes y se quedó dormida antes de que pudiera darle las
gracias.
***
Daye Azur-Jamin cerró los ojos y dejó
que sus compañeros lo llevaran a través de la esclusa de aire del pequeño burlador
de bloqueos. Retrasado en el Puerto Espacial de Doldur, habían agotado su último
medipac hace dos días, y el dolor había vuelto con toda su fuerza. No podía
sentir en absoluto una pierna, pero eso era una bendición. La otra pierna lo compensaba.
Una de sus manos también estaba aplastada, y sus compañeros le habían vendado
el hombro y la cabeza con sintocarne, pero debajo de esa capa curada superficialmente,
todo le palpitaba.
Woyiq, un humano fornido y grande,
llevaba el extremo de la camilla de Daye más cercano a sus pies. Soltó una mano
e hizo un gesto a un droide de la estación.
-¡Eh, tú! ¿Podrías... podrías traernos
una cama flotante? ¡Aquí tenemos un humano herido!
Era indicativo de la fuerza Woyiq que
la plataforma no se tambalease cuando soltó un lado.´
El androide se apresuró a acercarse.
Era una vieja unidad de protocolo, probablemente a cargo de los aterrizajes.
-Soy Toalar Yalom Yalom -dijo el gotal
que llevaba el extremo de cabeza de la camilla. Dos cuernos sensoriales en
forma de cono sobresalían de la parte superior de su cabeza-. Una Poot me
conoce. Querrá este hombre sea llevado a un médico de inmediato.
-Aquí en Estación Plata aún es primera
hora de la mañana -dijo el droide-, y acabamos de salir de una alerta de sabotaje.
Todavía estará durmiendo.
-Este hombre todavía podría recuperarse
si se le mete en bacta hoy mismo. –Las nudosas cejas de color marrón grisáceo
de Toalar bajaron sobre sus ojos rojos-. Llévanos a vuestra estación médica.
-Lo siento. Todas las llegadas deben
ser revisadas antes...
-Está bien. Llévanos a que nos revisen
ahora. –Los gotals hablaban con voz monótona, pero Toalar tenía un aspecto
feroz. Los cuernos ayudaban.
Evidentemente, el droide también estaba
programado para reconocer la ferocidad. O eso, o daba permiso automáticamente
en caso de emergencia. Los condujo a las profundidades de la estación de
paredes grises.
-¿Alerta de sabotaje? -murmuró Daye
mientras lo llevaban.
-Fuera lo que fuese, ya pasó -respondió
Toalar.
En un comedor lleno de mesas, Woyiq y
Toalar posaron la camilla de Daye. Toalar se acercó a una anciana que tenía
unos ojos increíblemente fríos. Toalar había dicho a Daye que la actuación de
Una Poot como una vieja incompetente era su versión de una buena tapadera,
aunque estaba un poco loca. Toalar afirmaba que tenía contactos y recursos que
le sorprenderían. Evidentemente, la célula de resistencia de Toalar allá en
Druckenwell dependía del apoyo táctico de Una Poot.
-Toalar -graznó ella-. Benditos sean
tus cuernos. No habías informado desde hace mucho tiempo. ¿La resistencia murió
en Druckenwell?
El rostro de Toalar se crispó. Era
plano donde un ser humano hubiera tenido una nariz.
-Nada más lejos. Druckenwell se
encuentra completamente revuelto en este momento. Necesito...
Ella se acercó a la camilla de Daye.
-¿Quién es este?
Daye trató de incorporarse, pero su
mano y el hombro no soportarían el peso.
-Ayuda, Woyiq -pidió. El gran humano se
colocó en posición detrás de la cabeza Daye y deslizó sus manos bajo los
hombros de Daye para ponerlo en posición vertical-. Mi nombre es Daye
Azur-Jamin. Soy especialista en armamento. Quiero unirme a la rebelión.
-Bien. Pero, ¿por qué deberíamos aceptarte?
-Trabajé directamente con Strephan
I'att, de...
-¿Armamento I’att en Druckenwell? -cacareó
la vieja-. Entonces serviste al Imperio.
-Sí -admitió Daye. Percibió la
sinceridad de la mujer, a pesar de sus modales desagradables. Ella confiaría en
él sólo si era absolutamente honesto-. Strephan I'att y yo desarrollamos un
campo de armadura que habría hecho invulnerables a los soldados de asalto.
Al instante, sintió que la noticia sorprendía
a la mujer. ¿Le conocía? ¿Debería él conocerla? Ella le dio la espalda y caminó
varios pasos para hurgar en una caja en una mesa. Sacó un pequeño objeto
cuadrado. Cuando lo llevó para mostrárselo a Daye, había recuperado su
expresión de vieja escéptica.
-¿Reconoces esto?
Daye entrecerró el ojo bueno. Era un
circuito electrónico, y... ¡por la Fuerza, que lo reconocía!
-Esa es una unidad de procesamiento
preliminar –dijo-. La función de deflexión térmica de la armadura disipa
momentáneamente la energía, hasta que el campo anti-energía...
-Bien -dijo Una Poot-. Eres sincero.
-Tinian –suspiró él-. ¿Ha estado aquí?
¿Quién la trajo? ¿Está todavía aquí?
La risa de Una Poot sonó como un
gruñido.
-Ella no está a bordo, ya que eso es lo
que realmente quieres saber.
El sentido interno de Daye le dijo que
esa declaración era literalmente cierta... pero engañosa.
-¿Dónde está?
Una Poot enganchó un pie en un banco
del comedor.
-Escucha, hijo. He enterrado a tres
maridos en el espacio. El amor de juventud no dura. Mientras el Imperio siga
extendiéndose, hay trabajo más importante que hacer que sentarse a mirarse
mutuamente los ojos. ¿Puedes vivir con esa ética? Porque si no puedes, no te
quiero.
-Puedo -dijo Daye-. Dejé que Tinian
pensara que yo había muerto cuando la fábrica fue destruida. Cuando yo la hice
estallar... desde el interior.
Las arrugas de expresión de la anciana
se suavizaron.
-Oh -dijo en voz baja.
-Estoy decidido a dedicar lo que me
queda de vida para derrocar al Imperio.
Ella sonrió.
-Buena respuesta, chico. En ese caso,
bienvenido a la Alianza Rebelde. Llamaré al médico y le diré que vas de camino.
Pero tan pronto como estés fuera de la sopa, tendré trabajo para ti.
-Por supuesto. Para eso vine aquí. No
tenía ni idea de que tendría piezas con las que trabajar. Esto lo simplificará
todo.
Sintió la débil sorpresa de la mujer;
no tenía intención de asignarle trabajos de I+D. Pero ella respondió a sus
palabras como si ese hubiera sido su plan.
-No podemos darnos el lujo de construirlo
aquí. Ese es el único problema. ¿Toalar? -Una Poot se volvió a compañero gotal de
Daye-. ¿Te acuerdas de dónde está el centro médico? ¿Cubierta Tres?
-Creo que sí.
-Entonces lleva a Daye Azur-Jamin allí
abajo de inmediato.
***
Tinian despertó con una sirena de
alarma sonando en sus oídos. La pierna le palpitaba al mismo ritmo.
-¿Qué pasa? -exclamó. Entonces recordó
que estaba acostada en la nave de un extraño. ¿Había sido traicionada?
No por un wookiee. Si él pensaba que
ella le había salvado la vida, lo último que haría sería traicionarla.
Avanzó cojeando en la única dirección
posible y encontró a Chenlambec sentado frente a la consola de mandos del Wroshyr.
-¿Qué pasa? -preguntó de nuevo.
Él enseñó los dientes y señaló la
pantalla de visión.
Una enorme nave en forma de cuña había
aparecido cerca de Estación Plata.
-Un Destructor Estelar -susurró. La
adrenalina la atravesó. Un enjambre de pequeñas naves, cazas TIE y demás, se
abalanzaron a través de la estrecha distancia entre el Destructor Estelar y la desamparada
estación. Algunas ya la habían alcanzado.
Una luz parpadeó en la consola de
Chenlambec. Pulsó un control. Una voz quebrada surgió de un altavoz de la cabina.
-...atracadas actualmente, al habla Una
Poot. Estamos bajo ataque y en inferioridad numérica. Evacuen si pueden. A todas
las naves atracadas...
Chenlambec rugió un desafío. Luego
señaló a la otra pantalla visora. Un escuadrón de cazas imperiales corría junto
a Estación Plata, derramando rayos de energía en la articulación donde se unían
dos de sus pasillos externos. Un largo cilindro se separó de su vecino. Surgieron
gases por el extremo cortado haciendo que el cilindro describiese un ángulo aún
más desesperado.
Tinian tragó saliva.
-¡Mis compañeros están ahí en alguna
parte! ¡Tenemos que ayudarles!
Chenlambec rugió una negativa: él no
podía permitirse retrasos, y ella no podía ayudar a sus compañeros muriendo con
ellos. Golpeó un control con su puño peludo, y a continuación activó una fila
de conmutadores enlazados.
-¿Estás arrancando la nave? -Tinian se agarró
a un conducto del techo-. ¿Vamos a pelear o a escapar?
Él no respondió. En el momento en que las
luces brillaron indicando que todo estaba listo, aceleró un momento... y a
continuación, pulsó la fila de conmutadores enlazados, apagándolos. El Wroshyr dio una sacudida. Tinian supuso
que acababan de desengancharse de la estación. Los imperiales, explicó él,
dispararían contra cualquier cosa que tratase de escapar con sus sistemas
activados, y sus escudos no eran lo suficientemente fuertes para absorber la
energía a esa corta distancia.
-¿Por qué no? -exclamó ella-. ¡Tienes
que tener escudos!
Él ladró: un blindaje completo costaría
más que la propia nave. Más de lo que podría ganar con una buena recompensa.
Tinian se quedó boquiabierta. ¿La gente
moría porque no podía pagar la protección? Siempre había dado el blindaje por
sentado. Ahora se daba cuenta de que la pobreza y el peligro a veces viajaban
juntos.
Poco a poco, Estación Plata parecía alejarse
a la deriva del Wroshyr. Tinian se
sorprendió conteniendo el aliento. Esto igual que antes, a la espera de ser
descubierta y fusilada. Cheeve, Redd y Yccakic... Espera. Había dormido toda la tarde. A estas alturas, deberían
estar a bordo de la nave cisterna privada de Una Poot. ¡Qué suerte! Cheeve
tenía un don para salir de la ciudad antes de que llegaran los problemas.
Chenlambec sugirió que si ella no
quería mirar, se apresurase a ir a popa y se abrochase los arneses de seguridad.
Tinian se hundió en su silla de
copiloto.
-Prefiero ayudar, si puedo.
Chenlambec pasó una mano a través de la
fila de los controles del motor: principales, laterales, retros. Él manejaría
el cañón laser de la nave si ella estaba dispuesta a encender todos los motores
al mismo tiempo. Él programaría una ignición en el ordenador de navegación.
Tinian siempre había aprendido mejor
bajo presión.
-Haré lo que pueda -prometió.
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