Daye había tratado de relajarse cuando el
médico humano de Estación Plata le introdujo en el tanque y lo llenó de líquido
claro. Trató de respirar normalmente a través de la máscara. El fluido
sintético no le picó en los ojos.
A continuación, el médico liberó un
torrente de brillante bacta rojo en el tanque. Miles de millones de diminutas
criaturas parecían arrastrarse sobre él. Un olor extraño se deslizó en su
máscara de respiración. Su piel se retorció en los lugares donde había sido
herido y comenzó a sanar, ya fuese naturalmente o revestida de sintocarne. El
médico le había advertido de que su cuerpo podía resistirse al tratamiento. Tenía
que relajarse y tratar de dejar que el bacta actuase. Él buscaría la carne herida.
El tejido sano no se veía afectado a su paso.
Para no luchar contra ello, se puso a
pensar. Había tirado todo por la borda cuando hizo volar Armamento I’att. ¿En qué
se estaba convirtiendo? ¿En un idealista sin esperanza, en un luchador por la
libertad?
Ahora podría sobrevivir. El bacta podía
curarlo.
(Criaturas microscópicas picoteaban su
carne, mordisqueando sus cicatrices...)
Si el bacta lo sanaba, correría hacia
Tinian...
No. Seguiría apartando a Tinian de él,
tanto por su bien como para poder servir a la Alianza libremente. Además, pensar
en Tinian abría heridas frescas en otra parte de él que estaba tratando de
sanar.
Se preguntó si el bacta bailaba en sus
tímpanos o era que estaba escuchando una alarma. El médico se había marchado
varias vidas atrás, en realidad sólo minutos, pero... A través del líquido rojo
y el cristal divisó una enorme forma oscura seguida por otra con cuernos de gotal.
¿Woyiq y Toalar? Las formas llegaron con rapidez. La grande se redujo de nuevo,
alejándose.
Luego regresó, levantando algo encima
de su cabeza. Algo con un montón de ángulos rectos. ¿Una silla?
El tanque de Daye se abrió de par en
par. Los fluidos salpicaron el suelo de la clínica.
Toalar agarró a Daye y empezó a
desenganchar su mascarilla y su arnés. Hablaba rápidamente mientras trabajaba,
poniendo una cantidad asombrosa de expresión en su voz monótona.
-Estación Plata está bajo ataque. No sé
si los ranats nos han delatado o si han seguido nuestra nave, pero el Imperio
está aquí. Hay pulsos de escaneo rebotando por todas partes. Una Poot no tiene
ninguna fuerza de defensa. La estación se está cayendo a pedazos.
Toalar siempre había dicho que sus receptores
en forma de cono recogían las emisiones de energía.
-Toma, Daye. -Woyiq le arrojó un manojo
de tela marrón-. Es todo lo que pude encontrar. Lo siento. Espero que sea
suficiente...
Antes de que Woyiq se disculpase por
segunda vez, Toalar había deslizado a Daye dentro del manto givin usado. Sus
mangas colgaban sobre sus manos y el dobladillo inferior se arrastraba bajo sus
pies, pero al menos cubría su desnudez.
-¿Puedes levantarte? -preguntó Toalar-.
¿Ha funcionado el bacta?
-Lo intentaré. -Daye apretó los dientes
y trató de mover sus piernas. Una le siguió. La otra no-. Será mejor que me
llevéis.
-De acuerdo -dijo Woyiq-. Sube.
Se dio la vuelta.
Daye rodeó con sus brazos el cuello del
hombre grande. Woyiq se enderezó. Daye intentó agarrar la cintura de Woyiq con
las piernas, pero sólo funcionaba su pierna derecha. Al menos el hombro no le
dolía tanto como antes.
-Adelante -gruñó.
Se agarró hasta que ambos brazos y
hombros le dolieron, y luego siguió agarrándose. Toalar corría por delante de
Woyiq. Blandiendo una pistola, miró al otro lado de una esquina e hizo una
señal de todo despejado.
Tan pronto como Woyiq dobló esa
esquina, el pasillo estalló en fuego de bláster. Disparos de láser salpicaron
las paredes. Woyiq giró, y Daye salió volando. Golpeó un muro con los pies. Los
nervios recién regenerados gritaban con ansias homicidas.
Armaduras blancas aparecieron en el
otro extremo del pasaje.
-¡Marchaos! –exclamó Daye-. ¡Yo sólo os
retrasaré!
-Buen intento -murmuró Woyiq mientras
se inclinaba sobre Daye-. Casi te perdimos una vez.
Cogió Daye por ambos brazos y se lo
echó por encima del hombro.
Daye levantó la cabeza para mirar hacia
atrás. Un soldado de asalto se agachó a posición de disparo. El hombro de Woyiq
se clavó en el estómago de Daye. Se enroscó alrededor de ese hombro, tratando
de amortiguar los golpes en su estómago... y de presentar un blanco más
pequeño.
-¡Alto! –gritó Toalar. Daye levantó la
cabeza de nuevo, trató de orientarse, y se sintió caer. Se agarró a algo.
Espuma amarilla roció sus manos.
-¡Ahí vienen! –gritó Toalar de nuevo.
Woyiq bajó su hombro y corrió hacia una
escotilla bien cerrada.
Daye entrecerró los ojos para ver lo
que había activado. Parecía un extintor de incendios, enganchado por un clip al
tabique. Se abalanzó sobre el clip y lo soltó, y luego se deslizó hacia atrás
para apoyarse contra el tabique. Apuntó con el espeso espray amarillo hacia el pasaje, más allá de Woyiq y
Toalar.
Una forma blanca se abalanzó en su
línea de fuego. Llegó en posición vertical, se puso diagonal, y se deslizó
fuera de la vista en posición horizontal. Woyiq presentó su otro hombro y
embistió de nuevo la escotilla. Sonó como una enorme campana. Apareció luz a lo
largo de un borde.
-¡Lo has conseguido! –gritó Daye, manteniendo
constante el espray. Otro soldado de asalto se deslizó en la sustancia
resbaladiza, a través de ella, y pasó de largo... pero ahora tenían soldados a
ambos lados.
Woyiq recogió a Daye y lo empujó por la
estrecha abertura. Daye la atravesó, golpeando la pared por arriba y por abajo.
Algo cedió. La escotilla se abrió. Daye cayó a través de un cambio de gravedad
de 90 grados y golpeó la cubierta de nuevo. Esta vez rodó, absorbiendo el
impacto. Le dolía por todas partes.
Woyiq lo levantó como un muñeco y lo
llevó en ambos brazos. Toalar cubrió su retirada, disparando detrás de ellos.
Woyiq giró a la derecha.
-¡No! –gritó Toalar-. ¡Recto! ¡Ya casi
estamos en el muelle principal!
Woyiq aceleró por un último pasaje, giró
una esquina más, y subió una rampa de acceso. Se detuvo de golpe al ver el
cañón de un rifle bláster.
-¡Somos amistosos! -exclamó Toalar-. ¡Una,
déjenos pasar!
***
¡Gracias
a la Fuerza!
-¡Date prisa! -gritó Una-. ¿Lo habéis
traído?
La nave cisterna se estremeció. Woyiq corrió
al interior del pasillo principal.
-Han dispararon los cierres explosivos -exclamó
Toalar-. Estamos en marcha.
-¿Ese es Daye? -Una odiaba repetir las
preguntas. Especialmente las urgentes-. Necesitamos a ese muchacho.
Woyiq se dio la vuelta para que Daye y Una
Poot pudieran verse el uno al otro. Manchas rosadas en el rostro de Daye
evidenciaban un tratamiento de bacta incompleto.
-Bien –dijo ella-. Llévalo al puente.
Daye preguntó:
-¿Están las piezas de armadura a bordo?
-Sí, aunque no sé por qué. -Una Poot
agarró el brazo de Woyiq y tiró del enorme humano conforme avanzaban. Se sentía
como una chadra-fan acarreando a un whiphid-. Nuestra gente no puede permitirse
el lujo de armadura personal-. Sin embargo, conocía a gente que podría ser
capaz de desarrollarla. Le vino a la mente la Alianza uniformada. Esta vez, no
descartó la idea. Con Estación Plata a punto de estallar, tendría pasar
desapercibida por un tiempo... tan pronto como su nave cisterna entregase un
envío al sistema Monor-. ¿Por qué tardasteis tanto? -resopló.
-Lo siento -dijo Woyiq-. Realmente, lo
siento...
-Nos detuvimos para jugar al tú la
llevas con tropas de asalto. -Toalar enfundó su bláster y se frotó los cuernos sensoriales-.
Ha sido un día muy largo.
-Subid aquí -ordenó Una-. Poned a Daye
donde pueda ver la pantalla principal. -Este ataque le costaría muy caro. Ahora
nunca conseguirían meterle en bacta a tiempo para una regeneración completa. Necesitaría
prótesis, y por la contracción nerviosa en su cara, parecía saberlo. Ella debía
darle esperanzas. Estos sensitivos solían ser delicados.
La nave cisterna se estremeció.
-¡Nos han dado! -gritó uno de los
tripulantes.
-No os preocupéis -gruñó Una-. Estos escudos
soportarán cuatro o cinco impactos directos. El Pato de Feria era una buena nave incluso con dos docenas de tanques
de gas culslon a remolque. Lo lograremos. Ahí, hijo. Mira. -Señaló un vector.
Estación Plata se contrajo en la
distancia. Más lejos, una pequeña nave con forma de platillo se abalanzaba
hacia un caza TIE, disparando ráfagas de energía. El imperial explotó. El
platillo salió disparado fuera de la nebulosa y desapareció.
Aún mecido por Woyiq, Daye tiró de la
túnica givin para cerrarla sobre su pecho.
-En cualquier caso, alguien les ha
devuelto el golpe -dijo.
-Esa ha sido tu dama -alardeó Una-.
Ella también escapó a salvo.
Tinian también había utilizado un valioso
tiempo de comunicaciones rogando a Una que rescatara a Cheeve, Redd y Yccakic.
Una había transmitido su respuesta: estaban tan a salvo como ella.
-Gracias -exclamó Daye-. Pero, ¿cómo
sabe que es Tinian?
-Se alió con un amigo mío, un wookiee
grande y fuerte. Chenlambec necesitaba un socio con su clase de habilidades.
Asociar a esa pareja había sido un
golpe de suerte poco común. Otra larga mecha chisporroteaba ahora bajo el trono
del Emperador.
-Los activistas wookiees no son
conocidos por llevar una vida tranquila -objetó Daye suavemente.
Drogue también había sido sobreprotector.
Él sentía dolor cuando Una lo sentía.
-¿Quieres luchar contra el Imperio? Ella
también. Pero ella necesita a alguien que le enseñe. ¿Vas a negárselo?
Antes de que pudiera contestar, Toalar
señaló a la pantalla de popa.
-¡Mirad!
Dos escuadrones de cazas TIE perseguían
a la nave cisterna a toda velocidad. Estaba claro que no alcanzarían distancia
de disparo antes de que el Pato
saltase al hiperespacio.
-Esta es una buena nave. -Daye tiró de
la túnica Givin para cerrarla de nuevo.
Una sonrió.
-Por eso la reservamos para la
evacuación final. Es mía, y he mantenido al equipo preparado.
-Pero Estación Plata está en manos imperiales.
-Daye agitó la cabeza-. Estamos derrotados, ¿no, Una Poot?
Una pensó en la chusma rebelde que la
esperaba en Monor y en la carga escondida en sus bodegas. Plantó ambas manos en
sus caderas.
-Nunca. El Imperio no puede ganarnos, mientras
uno de nosotros siga con vida. Cada vez que escapamos, vivimos para luchar otro
día. Si se alzan suficientes mundos, expulsaremos al imperio de la galaxia.
Los ojos oscuros de Daye brillaron.
-Espero que podamos sobrevivir a ver
eso.
Misión cumplida: su tristeza se había
disipado. Ella le palmeó el hombro lesionado.
-Tan pronto como saltemos a la
velocidad de la luz y mi médico te mire, ¿qué tal un poco de música para
ayudarte a descansar? Disfrutará de la banda de mi sobrino Cheeve...
-¿Cheeve? –Las extrañas cejas de Daye
se alzaron-. ¿Sprig Cheever, de Druckenwell?
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