martes, 30 de abril de 2013

Varados

Varados
Chuck Truett

El día se convierte en noche rápidamente en las llanas mesetas de Karra. Pronto la oscuridad sólo se rompe por la hoguera que arde entre las chozas del poblado y vuestra nave mientras tú, el Dr. Nardah y su ayudante os  reunís con los nativos para la comida vespertina.
Educadamente –tal y como ha solicitado el Dr. Nardah-, te obligas a comer las bastas gachas que los lugareños os han preparado, un espeso guiso de tubérculos de desagradable sabor servido en un pulido bol de barro que refresca tus manos a pesar del calor de su contenido.
Mientras comes, observas como Tist, uno de los alienígenas de mayor tamaño, continua fascinado con vuestras armas, manipulando torpemente un rifle bláster con sus manos de largos dedos.
Te horrorizas cuando alza el arma para disparar, sabiendo que, como todas las veces anteriores, fallará el blanco. Tu única esperanza es que nadie salga herido.
Pero no dispara.
En cambio, arroja el rifle al suelo.
-Inútil –te dice-. Derrotaremos a los imperiales con nuestras propias fuerzas.
El Dr. Nardah –que ha desarrollado la capacidad de comer las gachas como si realmente disfrutase de su sabor-, resopla sonoramente por la nariz; un gesto de bienestar que ha adoptado de los nativos.
-Amigo –dice-, no podéis esperar derrotarlos sin nuestra ayuda.
-Pero lo haremos –responde Tist-, como siempre hemos hecho. Siempre hemos conquistado, y siempre lo haremos.
Los demás guerreros karranos agitan sus lenguas y zumban, señalando su acuerdo.
El Dr. Nardah se pone en pie y camina junto a Tist. Son una extraña pareja, el menudo humano de pelo blanco contrasta con el alto alienígena de pelaje negro. El Dr. Nardah da una palmada en el antebrazo del karrano, otro gesto de los nativos, esta vez de compañerismo.
-Somos hermanos, es justo que os ofrezcamos ayuda.
-Pero nosotros os mostraremos, Doctornardah, os mostraremos que tenemos fuerza, y entonces nosotros os ofreceremos ayuda a vosotros –responde de nuevo Tist-. Atacaremos. Destruiremos a los imperiales, como nuestros ancestros destruyeron a todos aquellos que se opusieron a ellos.
Tú ríes, en silencio, para ti mismo. Ojalá fuera tan fácil.

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