Varados
Chuck Truett
El día se convierte en noche rápidamente
en las llanas mesetas de Karra. Pronto la oscuridad sólo se rompe por la
hoguera que arde entre las chozas del poblado y vuestra nave mientras tú, el
Dr. Nardah y su ayudante os reunís con
los nativos para la comida vespertina.
Educadamente –tal y como ha
solicitado el Dr. Nardah-, te obligas a comer las bastas gachas que los lugareños
os han preparado, un espeso guiso de tubérculos de desagradable sabor servido
en un pulido bol de barro que refresca tus manos a pesar del calor de su
contenido.
Mientras comes, observas como
Tist, uno de los alienígenas de mayor tamaño, continua fascinado con vuestras
armas, manipulando torpemente un rifle bláster con sus manos de largos dedos.
Te horrorizas cuando alza el arma
para disparar, sabiendo que, como todas las veces anteriores, fallará el
blanco. Tu única esperanza es que nadie salga herido.
Pero no dispara.
En cambio, arroja el rifle al
suelo.
-Inútil –te dice-. Derrotaremos a
los imperiales con nuestras propias fuerzas.
El Dr. Nardah –que ha
desarrollado la capacidad de comer las gachas como si realmente disfrutase de
su sabor-, resopla sonoramente por la nariz; un gesto de bienestar que ha
adoptado de los nativos.
-Amigo –dice-, no podéis esperar
derrotarlos sin nuestra ayuda.
-Pero lo haremos –responde Tist-,
como siempre hemos hecho. Siempre hemos conquistado, y siempre lo haremos.
Los demás guerreros karranos
agitan sus lenguas y zumban, señalando su acuerdo.
El Dr. Nardah se pone en pie y
camina junto a Tist. Son una extraña pareja, el menudo humano de pelo blanco
contrasta con el alto alienígena de pelaje negro. El Dr. Nardah da una palmada
en el antebrazo del karrano, otro gesto de los nativos, esta vez de
compañerismo.
-Somos hermanos, es justo que os
ofrezcamos ayuda.
-Pero nosotros os mostraremos,
Doctornardah, os mostraremos que tenemos fuerza, y entonces nosotros os
ofreceremos ayuda a vosotros –responde de nuevo Tist-. Atacaremos. Destruiremos
a los imperiales, como nuestros ancestros destruyeron a todos aquellos que se
opusieron a ellos.
Tú ríes, en silencio, para ti
mismo. Ojalá fuera tan fácil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario