martes, 11 de noviembre de 2008

Cielo Rojo, Llama Azul (y V)

Un poco más tarde, los cadetes supervivientes se dirigieron hacia una corbeta atracada, con la intención de utilizar el sistema de comunicaciones para avisar de su situación al puesto avanzado Chiss más próximo. Mientras avanzaban por los pasillos, se abrieron camino entre los cuerpos de sus camaradas, arrastrados hasta allí para que pudieran rendir un último servicio. Los Chiss muertos reposaban en ligeras y brillantes placas de transpariacero, la sustancia que reflejaba el cielo y creaba la ilusión de que la cúpula era un gran lago.
La superficie estaba ligeramente ondulada, dando a todo lo que reflejaba una ilusión de profundidad y de consistencia.
Jag observó el techo. Varias sogas colgaban, algunas de las cuales todavía se balanceaban.
Momentos antes, cada Chiss capacitado colgaba de dos cuerdas apresuradamente sujetas a la estructura metálica del pasillo; una atada al pecho para mantener libres las manos, la otra a los tobillos.
Sus reflejos en los paneles de transpariacero se añadían a los Chiss muertos del suelo. A los ojos de los piratas que entrasen en el pasillo, el suelo aparecía cubierto de cuerpos.
Cuando los estudiantes comenzaron a disparar, la confusión golpeó a los invasores. Dispararon al suelo, girando hacia cada puerta que llevase al pasillo, pero nunca se dieron cuenta de que el peligro estaba sobre de sus cabezas. La batalla fue breve y desordenada.

***

-Una táctica inusual -concedió uno de los Chiss supervivientes, con sus ojos rojos brillando con aprobación mientras miraba el techo
Shawnkyr arqueó una de sus negras cejas.
-No tan inusual -repuso ella-. La derrota es a menudo el camino más corto al engaño, y el engaño puede conducir a la victoria. Todos los grandes tácticos saben que esto es cierto. ¿No es así, teniente?
Pasaron varios segundos antes de que Jag se diera cuenta de que él era el teniente al que se dirigía Shawnkyr y que los Chiss le miraban, esperando respetuosamente su respuesta. Ninguno de los otros cadetes le había llamado nunca por su rango. Cuando los Chiss estaban de buen humor, se dirigían a él por su nombre; si no, se contentaban con “humano”.
Midió cuidadosamente sus palabras, comprendiendo la importancia de ese momento.
-Todos nosotros hemos estudiado al Gran Almirante Thrawn -declaró lentamente-. Dicen que su retorno fue un engaño, que está muerto. Yo digo que eso es mentira.
Por una vez, a sus camaradas les faltó la proverbial sangre fría Chiss. El estupor se reflejaba en cada rostro. ¡Ese asunto no se había discutido nunca! Pero le observaron con calma, esperando sus palabras.
-Siempre estará con nosotros, mientras sigamos aprendiendo de su ejemplo.
Consideraron sus palabras.
-Siempre he soñado con servir a Thrawn -dijo Shawnkyr lentamente-. Eso no ocurrirá. Pero, yo también, puedo aprender de su ejemplo. Ha hecho falta mucho tiempo para que los Chiss se dieran cuenta del líder que fue y aprendieran a seguirle. Ese es un error que no pienso repetir.
Se giró hacia Jag y le ofreció su insignia de comandante de cadetes; luego se cuadró vivamente ante él. Tras un momento de duda, los demás hicieron lo mismo.
Con el ánimo levantado, Jag se alzó y les devolvió el saludo. El esfuerzo fue demasiado, y de nuevo el mundo comenzó a girar y flotar a su alrededor. Miró hacia abajo, intentando volver a orientarse.
Shawnkyr le puso una mano en el brazo y comenzó a acercarles a la corbeta.
-Tengo grandes esperanzas en usted, teniente -dijo suavemente-. No me decepcione intentando hacerse el héroe.
-¿Un miembro del ejército Chiss, aspirando a ser un héroe? -dijo fingiendo incredulidad-. ¿Qué diría Thrawn de eso?

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