4
Mano sobre mano, Obi-Wan y Jesson descendieron por un hueco tubo de piedra apenas más ancho que sus hombros. Mientras se aferraba a cada escalón de la escalera de mano, Obi-Wan se preguntaba: ¿qué harían si el final estaba sellado? ¿O bloqueado? En un lugar tan terriblemente estrecho, no había espacio para maniobrar. A los caníbales les bastaría con dejar caer rocas sobre ellos hasta que...
Entonces su pie tocó el suelo. Jesson alcanzó el fondo un momento más tarde, y se encontraron en una gran cámara rocosa.
Usando su lanza capturada como bastón, Jesson condujo a Obi-Wan lejos de la escalera de mano, a través de una cámara tan ancha como un estadio de Chin-Bret. Oscuras coronas de moho iluminaban algunas de las paredes: estatuas inmensas se alineaban en la sala, gigantescas imágenes de x’ting regios, en varias imponentes posturas, cada una de ellas de por lo menos treinta metros de altura, algunas de dos veces ese tamaño. Apenas podía distinguir los rasgos insectoides. La mayoría estaban construidas en una de las paredes, en una hilera aparentemente interminable. Unas pocas eran independientes.
El Jedi se dio cuenta de que, a pesar de la lanza, Jesson estaba cojeando, y parecía jadeante.
-Podemos descansar, si lo necesitas -dijo Obi-Wan.
-No -articuló Jesson con dificultad-, quiero alejarme de la entrada tanto como sea posible.
Obi-Wan miraba atrás.
-No parece que nos estén siguiendo -dijo.
Jesson se detuvo, frunciendo el ceño.
-Tienes razón. Me pregunto por qué.
Obi-Wan consideró las posibilidades, y no le gustó lo que le vino a la mente. ¿Bajo qué circunstancias dejaban los depredadores de perseguir carne fresca en espacio abierto?
-¿Estas estatuas están huecas?
-Quizás. -Jesson hizo una pausa-. Creo haber oído hablar de ello, sí.
-Quizás ellos viven allí. Podrían estar mirándonos ahora.
-¿Pero por qué no nos siguen?
-Miedo. De nosotros, o... -De repente, el suelo abierto de la caverna parecía demasiado expuesto y vulnerable para el gusto de Obi-Wan-. Permanezcamos en movimiento, ¿de acuerdo?
Jesson asintió y dirigió la marcha por el espacio abierto entre la escalera de mano y su destino, una pared de la caverna a unos centenares de metros de distancia. El suelo bajo sus pies era esponjoso, más como el fango de una granja que como la tierra de una cueva rocosa.
-Por aquí -dijo Jesson, y cuando ellos hubieron cruzado la caverna, se apoyó contra la pared, abriendo la boca para tomar aire.
Mientras se tomaban un respiro, Obi-Wan miró el camino por el que habían venido. Las vastas estatuas se difuminaban tanto en la oscuridad que apenas podía distinguirlas. ¡Menuda vista tendía esta cámara con una buena iluminación! La estatua por la que habían bajado a la cámara era la más grande de todas, con su contorno desvaneciéndose en las sombras. Era la imagen de algún gran líder o guerrero, ¿quizás la última gran reina que había tragado su orgullo para llevar a su pueblo a los brazos de la República...?
Jesson hizo una pausa, tomando un sorbo de un pequeño frasco de agua. Agitó su cabeza, y las gotas de agua cayeron sobre el mechón de pelaje de su tórax.
-¿Estás bien? -preguntó Obi-Wan.
-No -contestó Jesson. Hizo una pausa y luego agregó-: Gracias por salvarme. -Lo dijo de mala gana, como si las palabras dolieran en su boca.
-Somos compañeros -contestó simplemente Obi-Wan-. ¿Por dónde, ahora?
-Bueno... la otra entrada, la que se selló tras de un intento fallido, estaría por estos túneles. -Se empujó lejos de la pared, y caminaron a lo largo del borde lejano de la caverna. Los pies de Obi-Wan se hundían en la tierra escamosa a cada paso, una sensación no completamente placentera. La tierra se endureció, y de repente se encontraron en una tira de roca de un metro de ancho que subía a lo largo de la pared.
Obi-Wan estaba contento estar lejos del suelo suave de la cueva. Algo sobre eso lo perturbó. ¿Qué había pasado aquí exactamente? Su mente intentó resolver el enigma, enfocando el problema desde distintas direcciones mientras el suelo bajo ellos empezaba a convertirse en una cuesta escarpada.
Treparon a lo largo del camino ascendente durante varios minutos, alcanzando finalmente un grupo de rocas caídas que enterraban la senda. No había ningún camino a su alrededor. Obi-Wan se asomó por un lado: estaban ya tan lejos del suelo que el rayo de su barra luminosa simplemente se disolvía en la oscuridad. Jesson atizó y empujó las rocas con la lanza.
-Mi hermano debió de haber tropezado aquí con un desprendimiento -dijo. Un alud en miniatura, diseñado para proteger el camino secreto. El hermano de Jesson había seguido un mapa erróneo, o quizás sólo cometió un error. Obi-Wan y el x’ting treparon sobre las rocas y miraron fijamente al otro lado. Jesson apuntó hacia el camino-. Allí es donde está la otra puerta. A partir de aquí, todo parece correcto.
-Así lo espero -dijo Obi-Wan sobriamente-. No me agrada demasiado la idea de volver a través de la estatua.
-Ni a mí. Bien. Bueno. Tenemos asegurada nuestra vía de escape... creo. Sigamos el mapa.
Descendieron de las rocas caídas, y entonces siguieron la rampa hasta un poco más abajo. Brillando a la luz de la barra había más estatuas de varios x’ting en poses heroicas. Jesson las estudió cuidadosamente.
-Esto es lo que necesitamos -dijo. Entonces comenzó a murmurar para sí mismo en el idioma chasqueante de su pueblo.
Algunas de las imágenes grabadas representaban x’ting con los brazos primarios y secundarios cruzados, y las piernas abiertas. Algunas estaban en el estado de machos, y otras en el de hembras. Alrededor de las cabezas de estas imágenes de gran tamaño había grupos de grabados en miniatura de similar diseño.
De repente Obi-Wan comprendió lo que estaba mirando: jeroglíficos, imágenes extraídas de pictogramas x’ting y pasajes cestianos. Todo era muy antiguo, de los inicios del idioma escrito. Jesson estaba leyendo la pared.
-Sonidos y olores -dijo Jesson-. Nuestra cultura está basada en ambos. Hay un código escrito aquí, y si tan solo pudiera recordar el antiguo x’tingiano, seremos capaces de encontrar el próximo pasaje.
Olfateó a lo largo de la pared, la estudió, apoyándose casi al borde de la rampa. Obi-Wan miraba hacia abajo, al vacío negro como la tinta. Había cincuenta metros hasta el suelo. Una mala caída.
-Dale más fuerza a la luz -susurró Jesson.
Obi-Wan lo hizo. Había otro nivel de imágenes sobre el más bajo, y Jesson sonrió.
-¿Ves estas imágenes? Aquí dice: No somos individuos, sino parte de la colmena. No debemos esforzarnos solos, sino hombro con hombro, y sobre los hombros de los anteriores héroes de la colmena.
Obi-Wan asintió. Un hermoso sentimiento.
-Por favor. Elévame -pidió Jesson, dejando su lanza a un lado.
Por un momento, Obi-Wan asumió que estaba pidiéndole que le iluminase, pero luego se dio cuenta de que Jesson hablaba bastante literalmente. Ahuecó sus manos, y el x’ting subió, balanceándose con sus cuatro manos extendiéndose contra la pared, palpando a su alrededor. Entonces sus dedos encontraron sus objetivos, y Obi-Wan oyó un agudo chasquido.
La pared se deslizó hacia atrás, y una abertura apareció. Jesson se lanzó hacia ella y desapareció en el agujero. Por un momento Obi-Wan estuvo preocupado; luego la cabeza de Jesson reapareció.
-Todo despejado. Un pasaje entre las cámaras.
Alargó un brazo, y Obi-Wan le pasó la lanza. Jesson agarró la punta mientras Obi-Wan recogió la Fuerza a su alrededor y brincó a la abertura. Entonces el x’ting desapareció en el agujero.
El agujero tenía menos de un metro de ancho, lo suficientemente grande para arrastrarse, pero no mucho más. La oscuridad los tragó completamente, pero Jesson avanzaba delante de él, y Obi-Wan no tenía ninguna opción salvo seguirle.
Estaban en las profundidades de la colmena. Las paredes y el techo eran completamente de piedra masticada. El tubo, aproximadamente pentagonal, se ramificaba en numerosos túneles laterales. Una y otra vez Jesson olfateaba el camino y encontraba un marcador de viejo olor que indicaba el camino.
La aspereza de la superficie masticada amenazaba con desgastar las manos de Obi-Wan, y la tensión de apoyarse en los dedos de los pies al arrastrarse estaba quemando lentamente los músculos de sus pantorrillas y hombros. La fuerza de su respiración resonaba en el tubo, haciendo parecer el pequeño espacio aún más reducido.
Entonces Jesson suspiró, un sonido largo, bajo. El guerrero x’ting fue perfilado por un fulgor oscuro que venía de alguna parte de delante de ellos. Hizo un leve murmullo de chasquidos, y desapareció de la vista.
Entonces su pie tocó el suelo. Jesson alcanzó el fondo un momento más tarde, y se encontraron en una gran cámara rocosa.
Usando su lanza capturada como bastón, Jesson condujo a Obi-Wan lejos de la escalera de mano, a través de una cámara tan ancha como un estadio de Chin-Bret. Oscuras coronas de moho iluminaban algunas de las paredes: estatuas inmensas se alineaban en la sala, gigantescas imágenes de x’ting regios, en varias imponentes posturas, cada una de ellas de por lo menos treinta metros de altura, algunas de dos veces ese tamaño. Apenas podía distinguir los rasgos insectoides. La mayoría estaban construidas en una de las paredes, en una hilera aparentemente interminable. Unas pocas eran independientes.
El Jedi se dio cuenta de que, a pesar de la lanza, Jesson estaba cojeando, y parecía jadeante.
-Podemos descansar, si lo necesitas -dijo Obi-Wan.
-No -articuló Jesson con dificultad-, quiero alejarme de la entrada tanto como sea posible.
Obi-Wan miraba atrás.
-No parece que nos estén siguiendo -dijo.
Jesson se detuvo, frunciendo el ceño.
-Tienes razón. Me pregunto por qué.
Obi-Wan consideró las posibilidades, y no le gustó lo que le vino a la mente. ¿Bajo qué circunstancias dejaban los depredadores de perseguir carne fresca en espacio abierto?
-¿Estas estatuas están huecas?
-Quizás. -Jesson hizo una pausa-. Creo haber oído hablar de ello, sí.
-Quizás ellos viven allí. Podrían estar mirándonos ahora.
-¿Pero por qué no nos siguen?
-Miedo. De nosotros, o... -De repente, el suelo abierto de la caverna parecía demasiado expuesto y vulnerable para el gusto de Obi-Wan-. Permanezcamos en movimiento, ¿de acuerdo?
Jesson asintió y dirigió la marcha por el espacio abierto entre la escalera de mano y su destino, una pared de la caverna a unos centenares de metros de distancia. El suelo bajo sus pies era esponjoso, más como el fango de una granja que como la tierra de una cueva rocosa.
-Por aquí -dijo Jesson, y cuando ellos hubieron cruzado la caverna, se apoyó contra la pared, abriendo la boca para tomar aire.
Mientras se tomaban un respiro, Obi-Wan miró el camino por el que habían venido. Las vastas estatuas se difuminaban tanto en la oscuridad que apenas podía distinguirlas. ¡Menuda vista tendía esta cámara con una buena iluminación! La estatua por la que habían bajado a la cámara era la más grande de todas, con su contorno desvaneciéndose en las sombras. Era la imagen de algún gran líder o guerrero, ¿quizás la última gran reina que había tragado su orgullo para llevar a su pueblo a los brazos de la República...?
Jesson hizo una pausa, tomando un sorbo de un pequeño frasco de agua. Agitó su cabeza, y las gotas de agua cayeron sobre el mechón de pelaje de su tórax.
-¿Estás bien? -preguntó Obi-Wan.
-No -contestó Jesson. Hizo una pausa y luego agregó-: Gracias por salvarme. -Lo dijo de mala gana, como si las palabras dolieran en su boca.
-Somos compañeros -contestó simplemente Obi-Wan-. ¿Por dónde, ahora?
-Bueno... la otra entrada, la que se selló tras de un intento fallido, estaría por estos túneles. -Se empujó lejos de la pared, y caminaron a lo largo del borde lejano de la caverna. Los pies de Obi-Wan se hundían en la tierra escamosa a cada paso, una sensación no completamente placentera. La tierra se endureció, y de repente se encontraron en una tira de roca de un metro de ancho que subía a lo largo de la pared.
Obi-Wan estaba contento estar lejos del suelo suave de la cueva. Algo sobre eso lo perturbó. ¿Qué había pasado aquí exactamente? Su mente intentó resolver el enigma, enfocando el problema desde distintas direcciones mientras el suelo bajo ellos empezaba a convertirse en una cuesta escarpada.
Treparon a lo largo del camino ascendente durante varios minutos, alcanzando finalmente un grupo de rocas caídas que enterraban la senda. No había ningún camino a su alrededor. Obi-Wan se asomó por un lado: estaban ya tan lejos del suelo que el rayo de su barra luminosa simplemente se disolvía en la oscuridad. Jesson atizó y empujó las rocas con la lanza.
-Mi hermano debió de haber tropezado aquí con un desprendimiento -dijo. Un alud en miniatura, diseñado para proteger el camino secreto. El hermano de Jesson había seguido un mapa erróneo, o quizás sólo cometió un error. Obi-Wan y el x’ting treparon sobre las rocas y miraron fijamente al otro lado. Jesson apuntó hacia el camino-. Allí es donde está la otra puerta. A partir de aquí, todo parece correcto.
-Así lo espero -dijo Obi-Wan sobriamente-. No me agrada demasiado la idea de volver a través de la estatua.
-Ni a mí. Bien. Bueno. Tenemos asegurada nuestra vía de escape... creo. Sigamos el mapa.
Descendieron de las rocas caídas, y entonces siguieron la rampa hasta un poco más abajo. Brillando a la luz de la barra había más estatuas de varios x’ting en poses heroicas. Jesson las estudió cuidadosamente.
-Esto es lo que necesitamos -dijo. Entonces comenzó a murmurar para sí mismo en el idioma chasqueante de su pueblo.
Algunas de las imágenes grabadas representaban x’ting con los brazos primarios y secundarios cruzados, y las piernas abiertas. Algunas estaban en el estado de machos, y otras en el de hembras. Alrededor de las cabezas de estas imágenes de gran tamaño había grupos de grabados en miniatura de similar diseño.
De repente Obi-Wan comprendió lo que estaba mirando: jeroglíficos, imágenes extraídas de pictogramas x’ting y pasajes cestianos. Todo era muy antiguo, de los inicios del idioma escrito. Jesson estaba leyendo la pared.
-Sonidos y olores -dijo Jesson-. Nuestra cultura está basada en ambos. Hay un código escrito aquí, y si tan solo pudiera recordar el antiguo x’tingiano, seremos capaces de encontrar el próximo pasaje.
Olfateó a lo largo de la pared, la estudió, apoyándose casi al borde de la rampa. Obi-Wan miraba hacia abajo, al vacío negro como la tinta. Había cincuenta metros hasta el suelo. Una mala caída.
-Dale más fuerza a la luz -susurró Jesson.
Obi-Wan lo hizo. Había otro nivel de imágenes sobre el más bajo, y Jesson sonrió.
-¿Ves estas imágenes? Aquí dice: No somos individuos, sino parte de la colmena. No debemos esforzarnos solos, sino hombro con hombro, y sobre los hombros de los anteriores héroes de la colmena.
Obi-Wan asintió. Un hermoso sentimiento.
-Por favor. Elévame -pidió Jesson, dejando su lanza a un lado.
Por un momento, Obi-Wan asumió que estaba pidiéndole que le iluminase, pero luego se dio cuenta de que Jesson hablaba bastante literalmente. Ahuecó sus manos, y el x’ting subió, balanceándose con sus cuatro manos extendiéndose contra la pared, palpando a su alrededor. Entonces sus dedos encontraron sus objetivos, y Obi-Wan oyó un agudo chasquido.
La pared se deslizó hacia atrás, y una abertura apareció. Jesson se lanzó hacia ella y desapareció en el agujero. Por un momento Obi-Wan estuvo preocupado; luego la cabeza de Jesson reapareció.
-Todo despejado. Un pasaje entre las cámaras.
Alargó un brazo, y Obi-Wan le pasó la lanza. Jesson agarró la punta mientras Obi-Wan recogió la Fuerza a su alrededor y brincó a la abertura. Entonces el x’ting desapareció en el agujero.
El agujero tenía menos de un metro de ancho, lo suficientemente grande para arrastrarse, pero no mucho más. La oscuridad los tragó completamente, pero Jesson avanzaba delante de él, y Obi-Wan no tenía ninguna opción salvo seguirle.
Estaban en las profundidades de la colmena. Las paredes y el techo eran completamente de piedra masticada. El tubo, aproximadamente pentagonal, se ramificaba en numerosos túneles laterales. Una y otra vez Jesson olfateaba el camino y encontraba un marcador de viejo olor que indicaba el camino.
La aspereza de la superficie masticada amenazaba con desgastar las manos de Obi-Wan, y la tensión de apoyarse en los dedos de los pies al arrastrarse estaba quemando lentamente los músculos de sus pantorrillas y hombros. La fuerza de su respiración resonaba en el tubo, haciendo parecer el pequeño espacio aún más reducido.
Entonces Jesson suspiró, un sonido largo, bajo. El guerrero x’ting fue perfilado por un fulgor oscuro que venía de alguna parte de delante de ellos. Hizo un leve murmullo de chasquidos, y desapareció de la vista.
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