lunes, 3 de noviembre de 2008

MedStar: Intermezzo (IV)

Barriss se limpió el sudor de la cara. Su túnica era de un material osmótico, con un tejido que permitía la circulación del aire mejor que la mayoría de la ropa. Podría volverse más ceñido para mantener el calor en invierno, o más suelto para estar más fresca en verano, pero cuando la temperatura ala sombra era mayor que la del cuerpo humano, incluso estar desnudo no podía evitarte transpirar. Simplemente tenías que aguantarlo.
Cuando atravesó la unidad médica, inspeccionando a varios pacientes, sintió una perturbación en la Fuerza. Esto en sí mismo apenas era inusual; en un cuarto lleno de heridos y personas agonizantes, los remolinos de energía eran a menudo erráticos y penetrantes. La muerte inminente y el dolor crónico tendían a elevar emociones, y tales sentimientos marcaban la Fuerza al nacer y pasar por ella.
Pero esto fue diferente. Era difícil de precisar, pero parecía ser más familiar que la mayoría de las irritantes sensaciones que venían de la unidad. Cuando se enfocó en ello, Barriss comprendió que estaba emanando de alguien que ella conocía mejor que los pacientes transeúntes. Estrechó todavía más su enfoque, y de repente supo quién era.
Jos Vondar.
De nuevo, esto no era inusual, no desde que Zan Yant murió. Podría pensarse que los doctores se habituarían a la muerte más que la mayoría, pero eso, en su experiencia, se daba raramente. Luchaban contra la oscuridad final a diario —a veces ganaban, a veces perdían— pero cuando llegaba a amigos o parientes, los doctores eran como todos los demás. Conocer al enemigo no es lo mismo que abrazarlo.
Barriss frunció el ceño. Aun así, aquí había algo raro. No era pesar lo que se sentía venir de Jos, que sólo estaba a un corto paseo de distancia, trabajando en cirugía. No, esto era algo más. ¿Ira? ¿Indignación? ¿Algo entre ambas?
Fuera lo que fuera, necesitaba ayuda. Ella podía sentirlo.
Barriss se acercó a la SO. Las cosas eran relativamente silenciosas por el momento; podría tardar unos minutos en descubrir lo que había causado la onda que todavía podía sentir.

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