lunes, 30 de marzo de 2009

Ascensión y caída de Darth Vader (XI)

Capítulo 9

Anakin se arrodilló ante el lugar de descanso eterno de su madre, un cementerio a las afueras del complejo de los Lars, donde dos lápidas antiguas se alzaban junto a la nueva.
-No fui tan fuerte como para salvarte, mamá -dijo, tratando de no ahogarse con las palabras. He fallado, pensó. No sólo como hijo tuyo, sino como Jedi-. No fui lo bastante fuerte -repitió-. Pero te prometo que no volveré a fallar. -Se puso en pie-. ¡Cómo te echo de menos! -añadió, apretando los dientes.
Padme, Cliegg, Owen, Beru, y C-3PO estaban reunidos tras Anakin. Mientras se alejaba de la tumba, R2-D2 se acercó rodando al grupo y emitió una serie de pitidos y silbidos.
-¿R2? -dijo Padme, sorprendida de que hubiera abandonado su nave-. ¿Qué haces aquí?
R2-D2 pitó y silbó de nuevo.
-Al parecer -dijo C-3PO, aprovechando la oportunidad de actuar como traductor-, tiene un mensaje de alguien llamado Obi-Wan Kenobi. Amo Anakin, ¿significa algo ese nombre para usted?
Los dos droides siguieron a Anakin y a Padme a la nave.


Obi-Wan había rastreado al cazarrecompensas -un hombre llamado Jango Fett- hasta las fundiciones de droides en el planeta Geonosis, donde había descubierto que Nute Gunray, el virrey de la Federación de Comercio, estaba detrás de los intentos de asesinato de Padme. Obi-Wan también había descubierto que la Federación de Comercio tenía previsto abastecerse de un ejército de droides de fabricación geonosiana, y que varias facciones del comercio interestelar se habían aliado con el movimiento separatista del conde Dooku. Aunque Obi-Wan había logrado transmitir su información desde Geonosis, su grabación holográfica terminaba con él tratando de eludir una salva de fuego láser de los droides enemigos.
Anakin y Padme vieron el mensaje pregrabado en la cabina de su nave, en Tatooine, mientras que el Consejo Jedi y el Canciller Palpatine veían el mensaje retransmitido en Coruscant. Cuando el mensaje de Obi-Wan terminó, el Maestro Jedi Mace Windu ordenó a Anakin que se quedase donde estaba con la sanadora Amidala mientras el Consejo Jedi trataba con el conde Dooku.
-Protege a la senadora a toda costa -dijo Mace Windu por la transmisión holográfica-. Esa es tu máxima prioridad.
-Entendido, Maestro -respondió Anakin. Primero pierdo a mi madre, ahora... a Obi-Wan.
-No llegarán a tiempo para salvarle -dijo Padme mientras el holograma de Mace Windu se desvanecía-. Tienen que cruzar media galaxia. -Hizo girar su asiento para examinar las coordenadas en la consola del ordenador de navegación-. Mira, Geonosis está a menos de un parsec de aquí.
-Si aún sigue con vida -dijo sombríamente Anakin.
-Ani, ¿te quedarás sentado dejándole morir? Es tu amigo, tu mentor. Es...
-¡Es como mi padre! -saltó Anakin. El padre que nunca tuve-. Pero el Maestro Windu me ha ordenado rigurosamente que me quede aquí.
-La orden que te ha dado es la de protegerme -dijo Padme, mientras pulsaba una serie de interruptores y activaba los motores de la nave-, y yo voy a ayudar a Obi-Wan. Si pretendes protegerme, tendrás que venir conmigo.
Anakin sonrío.
Mientras la nave despegaba, alejando a Anakin, Padme y los dos droides de Tatooine, Anakin recordó que ni siquiera se había despedido de Cliegg, Owen o Beru. Tampoco tenía mucho que decirles, de todas formas, pensó. Miró a C-3PO, quien había sujetado con arneses de seguridad su cuerpo metálico gastado por la arena a un asiento detrás de Anakin, y por un instante sintió que había logrado algo.
Al menos he rescatado de Tatooine a alguien que me importaba.


Aunque Obi-Wan Kenobi resultó estar más que vivo, la misión no autorizada de Anakin a Geonosis casi fue un desastre. Él y Padme fueron capturados por los insectoides geonosianos antes de que pudieran rescatar a Obi-Wan, y luego el traicionero conde Dooku y los geonosianos los condenaron a muerte.
Y pese a todo, todo eso resulto ser sólo casi un desastre, porque hubo un momento brillante y significativo para él y Padme. Tras haber sido capturados y encadenados, y cuando estaban a punto de ser conducidos a un gigantesco estadio de ejecución, Padme le miró a la cara.
-No tengo miedo a morir -dijo-. No he dejado de morir día desde que volviste a mi vida.
¿Morir?
-¿De qué estás hablando? -preguntó Anakin.
-Te quiero.
-¿Me quieres? -dijo Anakin con incredulidad-. Creí que habíamos acordado que no nos enamoraríamos, que si no nos veríamos obligados a vivir una mentira, y que eso destruiría nuestras vidas.
-Creo que las van a destruir de todos modos -dijo Padme tristemente-. Te quiero de verdad, profundamente, y quería decírtelo antes de que muramos.
Entonces se besaron, y en ese momento, Anakin pensó que tenía más razones que nunca para seguir viviendo.
Los monstruos casi matan a Anakin, Padme y Obi-Wan en un gigantesco estadio de ejecuciones. Afortunadamente, sus muertes fueron impedidas por la llegada de varios Jedi armados con sables de luz, entre ellos Mace Windu y Yoda, y un inesperado ejército de soldados clon. Aunque Mace Windu fue capaz de acabar con Jango Fett, quien había servido como modelo genético para los clones, muchos Jedi perecieron en la batalla contra los droides de factura geonosiana.
El conde Dooku huyó del estadio de ejecuciones, y Obi-Wan y Anakin le persiguieron a una fábrica de armas abandonada en una alta torre de piedra que Dooku había convertido en hangar para su nave estelar particular, un velero solar personalizado. Con sus sables de luz ya activados, Obi-Wan y Anakin entraron al oscuro hangar para encontrar al antiguo Jedi, elegantemente vestido y de cabellos plateados, cuando se preparaba para escapar de Geonosis. Girándose para enfrentarse a sus perseguidores, Dooku dirigió un a expresión de ligero fastidio a la pareja que le observaba desde el otro lado del hangar.
Incluso aunque Dooku había renunciado a la orden Jedi hacía diez años, Anakin observó que el hombre llevaba un sable de luz de empuñadura curva enganchado en su cinturón.
-Pagarás por todos los Jedi que has matado hoy, Dooku -exclamó Anakin.
Conociendo la reputación de Dooku como espadachín, Obi-Wan mantuvo la vista fija en Dooku mientras se acercaba a Anakin.
-Ataquemos juntos -dijo en voz baja-. Entra despacio por la izquierda.
Pero a Anakin se le había agotado la paciencia.
-¡Yo ataco ya! -gritó mientras ignoraba las protestas de Obi-Wan, y cargó contra Dooku. Apenas había recorrido la mitad del camino sobre el mosaico del suelo cuando Dooku, en lugar de alcanzar su sable de luz, alzó su mano derecha y la apuntó en dirección a Anakin.
Anakin gritó y cerró involuntariamente los ojos cuando azules relámpagos de energía envolvieron súbitamente su cuerpo. Superado por el intenso dolor, ni siquiera podía hacerse una idea de cómo Dooku estaba controlando y dirigiendo los relámpagos hacia él. Anakin sintió que sus pies se despegaban del suelo, y entonces fue lanzado cruzando la cámara y golpeando contra el muro. Gritó de nuevo cuando aterrizó contra el duro duelo, sintiendo aún el flujo de energía oscura que Dooku había desencadenado sobre él. Sentía como si hubieran abrasado su cuerpo, y mientras se incorporaba en el suelo descubrió que surgía humo de su túnica.
Lucho por mantenerse consciente. Tratando de bloquear el dolor, sólo fue consciente a medias de que Obi-Wan había comenzado una lucha de sables de luz con Dooku. ¡Debería haber escuchado a Obi-Wan! Pensó en Padme. ¡No puedo morir así!
Mientras Anakin yacía en el suelo y luchaba por recuperarse, intentó abrir los ojos y sintió más agonía. Era como si la descarga eléctrica aún estuviera lamiendo sus globos oculares. Por un instante, se preguntó si se había quedado ciego por el relámpago.
¡Tengo que concentrarme! Se concentró, tratando de controlar su respiración. Un instante después, su vista volvió, permitiéndole ver incapaz de evitarlo como el sable de luz de hoja de Dooku golpeaba el brazo y la pierna izquierdos de Obi-Wan. Obi-Wan dejó caer su sable de luz al caer al suelo.
Aún salía humo de las ropas de Anakin. Observó con creciente horror cómo Dooku alzaba su sable de luz y se preparaba para rematar al indefenso Obi-Wan.
Encontrando en su interior una inesperada reserva, Anakin rugió, encendiendo su sable de luz y saltando por el hangar para bloquear el golpe mortal de Dooku.
-Muy valiente, muchacho -dijo Dooku, mirando a Anakin, mientras el cuerpo inmóvil de Obi-Wan yacía bajo los sables de luz cruzados-. Pero creí que habrías aprendido la lección
-Aprendo despacio -dijo Anakin mientras obligaba a Dooku a apartarse del cuerpo de Obi-Wan.
-¡Anakin! -gritó Obi-Wan. Usó la Fuerza para recuperar su sable de luz caído, y consiguió lanzárselo a su padawan. Anakin lo atrapó y lo activó, de modo que ahora estaba usando dos sables de luz contra su oponente. Pero sólo varios contactos rápidos después, la hoja de Dooku se abrió paso a través del arma de Obi-Wan, destrozando la empuñadura y casi cortando las puntas de los dedos de Anakin. Anakin aún sostenía su propia arma en la otra mano, y el duelo continuó por el hangar.
Tratando de suprimir su ira, Anakin recurrió a la Fuerza y sus ojos se concentraron en Dooku. Sus sables de luz eran borrones en el límite de su visión, y creyó que la Fuerza le guiaría para vencer a Dooku. Pero conforme seguía enfrentándose a la mirada condescendiente de Dooku, sintió que su rabia comenzaba a crecer de nuevo.
Y entonces Dooku hizo su movimiento, deslizando su hoja a través del brazo de la espada de Anakin, justo por encima del codo. Anakin gritó y sintió que se le escapaba el aliento cuando Dooku usó la Fuerza para lanzarlo hacia atrás por el aire. Entonces todo se volvió oscuro.
Anakin no supo cuantos minutos habían pasado cuando comenzó a volver en sí. Sintió que algo se movía bajo su cabeza y descubrió que estaba apoyado en las piernas de Obi-Wan. Obi-Wan Se puso en pie sobre el suelo del hangar, y luego ayudó a Anakin a alzarse. Anakin vio a Yoda de pie en mitad del hangar, Trozos del techo se habían desprendido, y había escombros por todo el suelo.
¿Qué había ocurrido?
Entonces Anakin se dio cuenta de que el velero solar de Dooku había desaparecido.
-¡Anakin! -gritó Padme. Había llegado al hangar con un escuadrón de soldados clon, y le dolió ver su expresión angustiada al correr hacia él, viendo lo que quedaba de su brazo derecho. Ella le rodeó cuidadosamente con sus brazos.
Al menos estás a salvo, pensó, rodeándola con su brazo izquierdo y atrayéndola hacia él. No le importaba que Obi-Wan o Yoda estuvieran mirando. Estaba aturdido y mutilado, y temía que si dejaba ir a Padme, sus rodillas se doblarían y se desvanecería de nuevo. De modo que siguió así, abrazándola.
Al final, ni siquiera el Maestro Yoda había sido capaz de evitar que el conde Dooku huyera al espacio, o de detener que los mundos de la República entrasen en una guerra civil. Las Guerras Clon habían comenzado.
Para empeorar las cosas, el conde Dooku le había dicho a Obi-Wan que cientos de senadores estaban bajo el control de un Señor del Sith llamado Darth Sidious. Aunque los Jedi no consideraban a Dooku una fuente digna de confianza, convinieron en mantener vigilado de cerca el Senado.
A continuación de su duelo con Dooku, proporcionaron a Anakin un brazo cibernético, y escoltó a Padme de vuelta a Naboo. Allí, en la misma terraza junto al lago donde intercambiaron su primer beso indeciso, organizaron un encuentro secreto con un sacerdote de Naboo. Padme estaba vestida con una túnica blanca con encaje de flores, y Anakin llevaba su túnica oficial de Jedi. Con C-3PO y R2-D2 como únicos testigos, se casaron.
Anakin no tenía ni idea de cuanto tiempo podrían mantener su matrimonio en secreto, pero no le importaba. Es mía. Por fin, mi amada Padme es mía. Realmente era un sueño hecho realidad. Y en el día de su boda, era fácil para él creer que había dejado atrás sus mayores problemas.
Nunca habría imaginado las pesadillas que aún estaban por llegar.

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