lunes, 10 de junio de 2013

Créditos fáciles (II)


-¡Nunca debí haber confiado en ti! -gruñó Kalieva, luchando contra sus ataduras mientras Sconn la colocaba en el interior del armario de suministros-. ¡Eres un ladrón y un mentiroso!
Sconn sostuvo el cinturón de seda, listo para amordazarla, y se encogió de hombros.
-Mira, te agradezco tu ayuda. En serio... Pero todo esto es demasiado peligroso para ti.
-Oh, no te atrevas a intentar calmarme. No soy tonta. No te preocupa nada, excepto tu paga. Podría ser devorada por un rancor, pero siempre y cuando consiguieras robar el prototipo y escapar, todo te daría lo mismo.
-Mira, no tengo tiempo para discutir esto, y dado que no veo ningún rancor por aquí... -Comenzó a acercarse a su boca, preparándose para colocarle la mordaza alrededor.
-¿Por qué tuve que confiar en la palabra de un ladrón? Debería haber sabido que la gente como tú nunca cumple sus promesas.
Sconn se detuvo en seco.
-Yo... volveré a por ti. Una vez que me haya ocupado de todo lo demás, quiero decir.
-¿A quién estás tratando de convencer? ¿A mí? ¿O a la culpa que sientes en lo que sea que tengas que se hace pasar por tu conciencia?
El ladrón entrecerró los ojos, erizado ante ese comentario, y luego ató rápidamente la mordaza alrededor de su boca. Kalieva continuó luchando furiosa y ofreciendo groseros comentarios sobre la ascendencia de Sconn que fueron misericordiosamente distorsionados por la mordaza.
Sconn se detuvo en la puerta, comprobando sus ataduras una vez más, y luego asintió con satisfacción.
-Volveré a verte, princesa. Y eso es una promesa...
Kalieva murmuró algo que el ladrón agradeció no poder entender. Hizo una teatral reverencia, presionó el panel de control con una mano, y la puerta se cerró.

***

El último soldado de asalto cayó pesadamente, con la ayuda de la punta crepitante del bastón aturdidor de Sconn. El ladrón arrastró los tres cuerpos acorazados entre dos grandes contenedores de carga. Las sombras los ocultarían el tiempo suficiente para poder escapar.
El ladrón se detuvo un momento para secarse el sudor de la frente y se apartó de los ojos unos mechones de cabello empapado. Hasta ahora estaba siendo extraordinariamente afortunado. Con suerte duraría un poco más.
Sconn maniobró el trineo repulsor por la rampa de carga del AT-AT, mirando por encima del hombro para asegurarse de que no le estaban siguiendo.
-Hasta ahora, todo bien -dijo en voz baja-. Lo que significa que algo está a punto de salir mal en cualquier momento.
Deslizó la cápsula de contención del prototipo en la cubierta de tropas del caminante, observando el interior modificado: los bancos de tropas se habían retirado para permitir el transporte de carga y un par de motos deslizadoras estaban apartadas en una esquina. El equipo para transportar y sujetar la carga, incluyendo garfios de fijación magnética, estaban esparcidos al azar sobre las motos y el suelo. Sconn chasqueó la lengua con desdén ante el estado del otrora poderoso Imperio, que por lo general mantenía sus vehículos en perfecto estado, tanto por fuera como por dentro.
Bueno, él sacaría provecho de sus problemas, pensó el ladrón mientras utilizaba el equipo disperso para asegurar el prototipo. Cuando hubo terminado, Sconn se tomó un momento para mirar a la cápsula de contención -una esfera de un metro de diámetro de armadura de duracero blindada anti-explosiones-, preguntándose qué era lo que había en su interior que pudiera tener un valor de 100.000 créditos. Satisfecho con la certeza de que la posesión, no su contenido, era su única preocupación, el ladrón dejó escapar un suspiro de alivio y se dirigió a la cubierta de mando del andador. Fue entonces cuando oyó los pasos detrás de él.
Sconn se dio la vuelta, apuntando con su láser de muñeca...
La princesa Kalieva estaba de pie en la escotilla de embarque, sonriendo y levantando sus manos para indicar que no era una amenaza.
-Sólo soy yo.
Sconn estaba muy sorprendido al verla, pero no bajó el arma.
-Lo sé... pero todavía no me has dado una razón por la que no debería disparar.
-Me prometiste que me verías pronto. Simplemente es un poco antes de lo que esperabas.
-¿Cómo has escapado?
-No sé qué tal eres como ladrón, pero con los nudos que haces, habrías sido un navegante pésimo. -Ella dio un paso adelante-. Por favor, Sconn... Llévame contigo.
-¿Sabes?, realmente das miedo... No te he dicho mi nombre.
Tímidamente. Kalieva le entregó su tarjeta de identificación.
-Te la robé antes en la habitación.
Enojado, Sconn se la arrebató de las manos.
-Parece que no soy el único ladrón por aquí.
-Te lo ruego... Tengo que salir de este planeta. Realmente no puedo soportarlo más.
El ladrón rió burlonamente.
-Oh, sí... La vida brutal de una princesa. Personas esperando a tus pies, sin tener que trabajar un solo día de tu vida, y más dinero del que eres capaz de gastar... ¿Cómo puedes soportar esa tortura?
-No es así. Quiero decir, haces que parezca que mi vida es perfecta.
-¿No es así?
-No. -Kalieva sentó, con sus brillantes ojos azules llorosos. El efecto era similar a ver cómo comenzaban a formarse lentamente dos remolinos-. Lo odio. Todo el mundo me trata como si fuera frágil... Como si aún fuera una niña pequeña. Nadie me toma en serio. Sólo soy una cosita bonita sin cerebro. Cuando mi padre está discutiendo de política con cualquier delegación importante que se encuentre de visita en nuestro planeta, ¿sabes cuál es mi trabajo en la cena?
Sconn negó con la cabeza.
-Mantener silencio y sonreír mucho. ¿Puedes creerlo?
-Eso es ridículo... -sonrió Sconn-. No te he visto mantener la boca cerrada durante cinco minutos, no digamos nada de toda una comida.
Kalieva entrecerró los ojos.
-¡Adelante, sigue con tus bromas estúpidas! -Se puso de pie, colocando sus manos en sus estrechas caderas-. ¿Cómo pude haber sido tan tonta como para pensar que lo entenderías...? Debería haber sabido que un ladrón estaría demasiado ocupado cuidando de sí mismo como para tener suficiente espacio para nadie más. –Los remolinos se desbordaron y las lágrimas corrieron por su rostro. Sin embargo, Sconn sólo pudo verlos brevemente, ya que ella se dio la vuelta y corrió hacia la salida.
-Kalieva...
Ella se detuvo a mitad de la rampa y Sconn tuvo una mejor visión de las gotas que se derramaban cuando ella se dio la vuelta para mirarlo.
-Yo... yo... -la voz de Sconn comenzó a desvanecerse.
El labio inferior de la princesa temblaba como herido por un temblor.
-Sé que me voy a arrepentir de esto... -Después de un largo suspiro, Sconn señaló con el pulgar hacia la cubierta de mando del AT-AT-. Vamos... El Expreso Caminante Imperial va a partir de inmediato. Próxima parada... fuera de aquí.
El rostro de Kalieva se iluminó como un amanecer kurdawiano. Corrió hacia Sconn, echándole los brazos al cuello.
-Oh, gracias. Muchas Gracias. Te lo prometo. No te arrepentirás de esto. No voy a ser ningún problema en absoluto. Ni siquiera sabrás que estoy aquí.

***

Sconn apartó de un golpe la mano de Kalieva cuando esta estaba a punto de tocar un mando.
-¡No toques eso!
-¿Por qué? -Kalieva sonrió, con los ojos brillando con malicia-. ¿Es peligroso?
-¿Cómo voy a saberlo? -Sconn frunció el ceño ante el conjunto de controles que lo rodeaban, mirándolos como si fueran una especie de alienígenas hostiles y no tuviera ni idea de cómo comunicarse con ellos-. Todavía estoy tratando de averiguar cómo encender esta cosa...
Ella trató de alcanzar otro mando.
-Bueno. Entonces puedo ayudar...
Él volvió a agarrarla del brazo.
-No, no puedes.
-Nunca me dejan hacer nada. -Kalieva se recostó en el asiento del copiloto, cruzando los brazos y haciendo pucheros-. Eres igual que mi padre, ¿sabes? Un tirano. Siempre tiene que estar controlando cada situación. Nunca escucha las ideas de nadie. No importa que puedan ser de ayuda.
-Vale, vale... ¿Sabes qué puedes hacer que realmente me ayudaría?
Sus ojos se iluminaron de emoción.
-¿Qué?
-Bueno -comenzó con voz tranquila-, siempre puedes... -Su cara se enrojeció mientras terminaba la frase en un grito-... ¡Callarte!
-Está bien. Pero ya veremos si vuelvo a ofrecerte mi ayuda en el futuro.
-No necesito ninguna "ayuda". Las cosas van muy bien y así es como quiero que sigan. -Sconn sonrió cuando el AT-AT atravesó la salida del arsenal-. ¿Ves? Sin problema.
Una voz crepitó en el comunicador.
-Atención, Unidad 718-A... Al habla el mando imperial. Responda de inmediato.
Kalieva se cruzó de brazos y se hundió de nuevo en su silla con aire de suficiencia.
-¿Qué decías?
-No te olvides, princesa... -dijo Sconn señalándola con el dedo-. Si me pillan, te pillan.
Ella se enderezó en su asiento y comenzó a examinar el panel de control.
-¿Dónde están las armas?
-Ojalá lo supiera... -Sconn suspiró. Tomó el comunicador y puso en su voz la mejor inflexión imperial que pudo lograr-. Unidad 718-A respondiendo... –El tono autoritario del ladrón se tambaleó ligeramente-. Uh... ¿En qué puedo ayudarles?
-No está programado que salga de patrulla en este momento. Explique sus acciones.
Sconn se mordió el labio inferior, pensando rápidamente.
-Ha habido, eh, algunos problemas con esta unidad... Sólo nos la llevamos para dar una vuelta con ella y comprobar su rendimiento. Desde luego, no queremos que falle en mitad del desfile del Moff, ¿verdad?
Hubo una pausa y Sconn cruzó los dedos. El comunicador emitió un estallido de estática.
-No se me ha notificado tal operación.
-Puede que no esté en el registro, aún... ha sido algo bastante apresurado en los últimos minutos.
-Bueno, tendré que aclararlo con mis superiores. Regrese al arsenal hasta entonces.
-Mire, sólo somos un equipo de mantenimiento, denos un respiro, ¿quiere? Quiero decir, para cuando su supervisor se levante de la cama, ya será media mañana. Las reparaciones podrían tardar un poco, y ya andamos bastante justos de tiempo.
-Pero el procedimiento estándar...
-Muy bien. Volveré a la base... y cuando mi supervisor me pida explicaciones por todos los civiles aplastados, le diré que hable con usted.
Hubo una larga pausa. Sconn contuvo un suspiro ansioso entre los dientes.
-Muy bien, Unidad 718-A, puede continuar con su evaluación de mantenimiento, pero espero un informe completo a su regreso. ¿Está claro?
-Perfectamente.
Sconn exhaló aliviado cuando apagó el comunicador. Kalieva le miró fijamente, obviamente impresionada.
-Eso ha sido increíble.
-No. Eso ha sido suerte. Mantenerse vivo consiste en conocer la diferencia.

***

El caminante robado avanzaba pesadamente por las inmensas calles de Ryell, con el tráfico de vehículos repulsores zumbando por encima y a su alrededor como un enjambre de insectos enojados. Sconn miró por la ventana, mirando con asombro a los rascaestrellas de la capital de Rydonni Prime.
El ladrón sacudió la cabeza con tristeza.
-Nunca pensé que alguna vez estaría sentado dentro de un AT-AT y aún habría algo que me intimidase. Pensándolo bien, nunca pensé que estaría sentado en un AT-AT. -Sconn sonrió-. Bueno, no en la parte delantera al menos...
Miró a Kalieva, pero la princesa estaba aparentemente perdida en sus pensamientos privados.
-Me pregunto qué aspecto tienen esas cosas por arriba...
-Sólo se puede ver desde el espacio... -dijo ella con nostalgia, y se volvió para mirarlo-. ¿No te fijaste?
-No aterricé aquí. Tomé tierra en Berast.
-Hay una buena caminata desde allí...
-No pasa nada. Voy a obtener un buen montón de dinero.
Kalieva rió y tomó una respiración profunda.
-¿Te lo estás pensando mejor?
-No... Bueno, sí. –La princesa estiró el cuello para mirar el cielo nocturno. Las estrellas apenas eran visibles a través de las arremolinadas nubes sobre ellos-. Quiero decir, hay tantas cosas ahí fuera. ¿Por dónde empezar?
Ahora fue Sconn quien se rió.
-Esa es una pregunta que puede que sea tan antigua como las estrellas.
-Entonces, ¿cuál es la respuesta?
-En realidad, no la hay... supongo que por eso la pregunta lleva existiendo tanto tiempo.
-Siempre he soñado con ello, desde que era una niña. Me lo imaginé como una interminable extensión de bosques, esperando allí para ser explorados. Creo que estoy lista... para explorar, quiero decir. -Hizo una pausa para disfrutar de las vistas sobre sus cabezas-. Dime, Sconn -dijo, haciendo un gesto hacia las estrellas-. Dime lo que me está esperando ahí fuera.
El ladrón hizo una pausa antes de responder.
-Todo lo que siempre imaginaste. Y todo lo demás que ni siquiera sabías que existía.
Kalieva le sonrió.
-¿Qué? –preguntó él, levantando una ceja.
-No actúas como un ladrón. O como nadie que haya conocido, ya puestos.
Sconn sonrió de oreja a oreja.
-Eso es porque soy único en mi especie.
Ella no pudo contener la risa.
-Probablemente porque uno como tú es todo lo que la galaxia podía soportar...
-¿Qué se supone que significa eso?
Kalieva sonrió.
-Adivínalo...
Sconn la apuntó con un dedo.
-No te olvides de quién nos va a salir de aquí, princesa. Si no fuera por mí, todavía estarías atrapada...
Se escuchó un fuerte y chirriante sonido mecánico y el caminante se detuvo repentinamente.
-...en este asqueroso planeta -terminó con los dientes apretados.
Kalieva luchó por mantener una cara seria.
El ladrón comenzó a registrar el puente de mando en busca de un conjunto de hidro-llaves.
-Desde luego -dijo con un suspiro de resignación-, hoy no es mi día...

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