-¡Nunca
debí haber confiado en ti! -gruñó Kalieva, luchando contra sus ataduras mientras
Sconn la colocaba en el interior del armario de suministros-. ¡Eres un ladrón y
un mentiroso!
Sconn sostuvo
el cinturón de seda, listo para amordazarla, y se encogió de hombros.
-Mira,
te agradezco tu ayuda. En serio... Pero todo esto es demasiado peligroso para
ti.
-Oh, no
te atrevas a intentar calmarme. No soy tonta. No te preocupa nada, excepto tu
paga. Podría ser devorada por un rancor, pero siempre y cuando consiguieras robar
el prototipo y escapar, todo te daría lo mismo.
-Mira,
no tengo tiempo para discutir esto, y dado que no veo ningún rancor por aquí...
-Comenzó a acercarse a su boca, preparándose para colocarle la mordaza
alrededor.
-¿Por
qué tuve que confiar en la palabra de un ladrón? Debería haber sabido que la
gente como tú nunca cumple sus promesas.
Sconn se
detuvo en seco.
-Yo... volveré
a por ti. Una vez que me haya ocupado de todo lo demás, quiero decir.
-¿A quién
estás tratando de convencer? ¿A mí? ¿O a la culpa que sientes en lo que sea que
tengas que se hace pasar por tu conciencia?
El
ladrón entrecerró los ojos, erizado ante ese comentario, y luego ató rápidamente
la mordaza alrededor de su boca. Kalieva continuó luchando furiosa y ofreciendo
groseros comentarios sobre la ascendencia de Sconn que fueron
misericordiosamente distorsionados por la mordaza.
Sconn se
detuvo en la puerta, comprobando sus ataduras una vez más, y luego asintió con
satisfacción.
-Volveré
a verte, princesa. Y eso es una promesa...
Kalieva
murmuró algo que el ladrón agradeció no poder entender. Hizo una teatral reverencia,
presionó el panel de control con una mano, y la puerta se cerró.
***
El
último soldado de asalto cayó pesadamente, con la ayuda de la punta crepitante
del bastón aturdidor de Sconn. El ladrón arrastró los tres cuerpos acorazados
entre dos grandes contenedores de carga. Las sombras los ocultarían el tiempo
suficiente para poder escapar.
El
ladrón se detuvo un momento para secarse el sudor de la frente y se apartó de los
ojos unos mechones de cabello empapado. Hasta ahora estaba siendo
extraordinariamente afortunado. Con suerte duraría un poco más.
Sconn
maniobró el trineo repulsor por la rampa de carga del AT-AT, mirando por encima
del hombro para asegurarse de que no le estaban siguiendo.
-Hasta ahora,
todo bien -dijo en voz baja-. Lo que significa que algo está a punto de salir
mal en cualquier momento.
Deslizó la
cápsula de contención del prototipo en la cubierta de tropas del caminante,
observando el interior modificado: los bancos de tropas se habían retirado para
permitir el transporte de carga y un par de motos deslizadoras estaban
apartadas en una esquina. El equipo para transportar y sujetar la carga,
incluyendo garfios de fijación magnética, estaban esparcidos al azar sobre las motos
y el suelo. Sconn chasqueó la lengua con desdén ante el estado del otrora
poderoso Imperio, que por lo general mantenía sus vehículos en perfecto estado,
tanto por fuera como por dentro.
Bueno, él
sacaría provecho de sus problemas, pensó el ladrón mientras utilizaba el equipo
disperso para asegurar el prototipo. Cuando hubo terminado, Sconn se tomó un
momento para mirar a la cápsula de contención -una esfera de un metro de
diámetro de armadura de duracero blindada anti-explosiones-, preguntándose qué
era lo que había en su interior que pudiera tener un valor de 100.000 créditos.
Satisfecho con la certeza de que la posesión, no su contenido, era su única
preocupación, el ladrón dejó escapar un suspiro de alivio y se dirigió a la
cubierta de mando del andador. Fue entonces cuando oyó los pasos detrás de él.
Sconn se
dio la vuelta, apuntando con su láser de muñeca...
La
princesa Kalieva estaba de pie en la escotilla de embarque, sonriendo y levantando
sus manos para indicar que no era una amenaza.
-Sólo
soy yo.
Sconn
estaba muy sorprendido al verla, pero no bajó el arma.
-Lo sé...
pero todavía no me has dado una razón por la que no debería disparar.
-Me
prometiste que me verías pronto. Simplemente es un poco antes de lo que
esperabas.
-¿Cómo has
escapado?
-No sé qué
tal eres como ladrón, pero con los nudos que haces, habrías sido un navegante
pésimo. -Ella dio un paso adelante-. Por favor, Sconn... Llévame contigo.
-¿Sabes?,
realmente das miedo... No te he dicho mi nombre.
Tímidamente.
Kalieva le entregó su tarjeta de identificación.
-Te la
robé antes en la habitación.
Enojado,
Sconn se la arrebató de las manos.
-Parece
que no soy el único ladrón por aquí.
-Te lo
ruego... Tengo que salir de este planeta. Realmente no puedo soportarlo más.
El
ladrón rió burlonamente.
-Oh, sí...
La vida brutal de una princesa. Personas esperando a tus pies, sin tener que
trabajar un solo día de tu vida, y más dinero del que eres capaz de gastar...
¿Cómo puedes soportar esa tortura?
-No es
así. Quiero decir, haces que parezca que mi vida es perfecta.
-¿No es
así?
-No. -Kalieva
sentó, con sus brillantes ojos azules llorosos. El efecto era similar a ver cómo
comenzaban a formarse lentamente dos remolinos-. Lo odio. Todo el mundo me
trata como si fuera frágil... Como si aún fuera una niña pequeña. Nadie me toma
en serio. Sólo soy una cosita bonita sin cerebro. Cuando mi padre está
discutiendo de política con cualquier delegación importante que se encuentre de
visita en nuestro planeta, ¿sabes cuál es mi trabajo en la cena?
Sconn
negó con la cabeza.
-Mantener
silencio y sonreír mucho. ¿Puedes creerlo?
-Eso es
ridículo... -sonrió Sconn-. No te he visto mantener la boca cerrada durante
cinco minutos, no digamos nada de toda una comida.
Kalieva
entrecerró los ojos.
-¡Adelante,
sigue con tus bromas estúpidas! -Se puso de pie, colocando sus manos en sus estrechas
caderas-. ¿Cómo pude haber sido tan tonta como para pensar que lo entenderías...?
Debería haber sabido que un ladrón estaría demasiado ocupado cuidando de sí
mismo como para tener suficiente espacio para nadie más. –Los remolinos se desbordaron
y las lágrimas corrieron por su rostro. Sin embargo, Sconn sólo pudo verlos
brevemente, ya que ella se dio la vuelta y corrió hacia la salida.
-Kalieva...
Ella se
detuvo a mitad de la rampa y Sconn tuvo una mejor visión de las gotas que se
derramaban cuando ella se dio la vuelta para mirarlo.
-Yo...
yo... -la voz de Sconn comenzó a desvanecerse.
El labio
inferior de la princesa temblaba como herido por un temblor.
-Sé que
me voy a arrepentir de esto... -Después de un largo suspiro, Sconn señaló con
el pulgar hacia la cubierta de mando del AT-AT-. Vamos... El Expreso Caminante
Imperial va a partir de inmediato. Próxima parada... fuera de aquí.
El
rostro de Kalieva se iluminó como un amanecer kurdawiano. Corrió hacia Sconn,
echándole los brazos al cuello.
-Oh,
gracias. Muchas Gracias. Te lo prometo. No te arrepentirás de esto. No voy a
ser ningún problema en absoluto. Ni siquiera sabrás que estoy aquí.
***
Sconn apartó
de un golpe la mano de Kalieva cuando esta estaba a punto de tocar un mando.
-¡No
toques eso!
-¿Por
qué? -Kalieva sonrió, con los ojos brillando con malicia-. ¿Es peligroso?
-¿Cómo
voy a saberlo? -Sconn frunció el ceño ante el conjunto de controles que lo rodeaban,
mirándolos como si fueran una especie de alienígenas hostiles y no tuviera ni
idea de cómo comunicarse con ellos-. Todavía estoy tratando de averiguar cómo
encender esta cosa...
Ella
trató de alcanzar otro mando.
-Bueno.
Entonces puedo ayudar...
Él
volvió a agarrarla del brazo.
-No, no
puedes.
-Nunca
me dejan hacer nada. -Kalieva se recostó en el asiento del copiloto, cruzando
los brazos y haciendo pucheros-. Eres igual que mi padre, ¿sabes? Un tirano.
Siempre tiene que estar controlando cada situación. Nunca escucha las ideas de
nadie. No importa que puedan ser de ayuda.
-Vale, vale...
¿Sabes qué puedes hacer que realmente me ayudaría?
Sus ojos
se iluminaron de emoción.
-¿Qué?
-Bueno -comenzó
con voz tranquila-, siempre puedes... -Su cara se enrojeció mientras terminaba
la frase en un grito-... ¡Callarte!
-Está
bien. Pero ya veremos si vuelvo a ofrecerte mi ayuda en el futuro.
-No
necesito ninguna "ayuda". Las cosas van muy bien y así es como quiero
que sigan. -Sconn sonrió cuando el AT-AT atravesó la salida del arsenal-. ¿Ves?
Sin problema.
Una voz
crepitó en el comunicador.
-Atención,
Unidad 718-A... Al habla el mando imperial. Responda de inmediato.
Kalieva se
cruzó de brazos y se hundió de nuevo en su silla con aire de suficiencia.
-¿Qué
decías?
-No te
olvides, princesa... -dijo Sconn señalándola con el dedo-. Si me pillan, te
pillan.
Ella se
enderezó en su asiento y comenzó a examinar el panel de control.
-¿Dónde
están las armas?
-Ojalá
lo supiera... -Sconn suspiró. Tomó el comunicador y puso en su voz la mejor
inflexión imperial que pudo lograr-. Unidad 718-A respondiendo... –El tono
autoritario del ladrón se tambaleó ligeramente-. Uh... ¿En qué puedo ayudarles?
-No está
programado que salga de patrulla en este momento. Explique sus acciones.
Sconn se
mordió el labio inferior, pensando rápidamente.
-Ha
habido, eh, algunos problemas con esta unidad... Sólo nos la llevamos para dar
una vuelta con ella y comprobar su rendimiento. Desde luego, no queremos que
falle en mitad del desfile del Moff, ¿verdad?
Hubo una
pausa y Sconn cruzó los dedos. El comunicador emitió un estallido de estática.
-No se
me ha notificado tal operación.
-Puede
que no esté en el registro, aún... ha sido algo bastante apresurado en los
últimos minutos.
-Bueno,
tendré que aclararlo con mis superiores. Regrese al arsenal hasta entonces.
-Mire, sólo
somos un equipo de mantenimiento, denos un respiro, ¿quiere? Quiero decir, para
cuando su supervisor se levante de la cama, ya será media mañana. Las
reparaciones podrían tardar un poco, y ya andamos bastante justos de tiempo.
-Pero el
procedimiento estándar...
-Muy
bien. Volveré a la base... y cuando mi supervisor me pida explicaciones por
todos los civiles aplastados, le diré que hable con usted.
Hubo una
larga pausa. Sconn contuvo un suspiro ansioso entre los dientes.
-Muy
bien, Unidad 718-A, puede continuar con su evaluación de mantenimiento, pero
espero un informe completo a su regreso. ¿Está claro?
-Perfectamente.
Sconn
exhaló aliviado cuando apagó el comunicador. Kalieva le miró fijamente,
obviamente impresionada.
-Eso ha
sido increíble.
-No. Eso
ha sido suerte. Mantenerse vivo consiste en conocer la diferencia.
***
El caminante
robado avanzaba pesadamente por las inmensas calles de Ryell, con el tráfico de
vehículos repulsores zumbando por encima y a su alrededor como un enjambre de
insectos enojados. Sconn miró por la ventana, mirando con asombro a los rascaestrellas
de la capital de Rydonni Prime.
El
ladrón sacudió la cabeza con tristeza.
-Nunca
pensé que alguna vez estaría sentado dentro de un AT-AT y aún habría algo que
me intimidase. Pensándolo bien, nunca pensé que estaría sentado en un AT-AT. -Sconn
sonrió-. Bueno, no en la parte delantera al menos...
Miró a
Kalieva, pero la princesa estaba aparentemente perdida en sus pensamientos
privados.
-Me
pregunto qué aspecto tienen esas cosas por arriba...
-Sólo se
puede ver desde el espacio... -dijo ella con nostalgia, y se volvió para
mirarlo-. ¿No te fijaste?
-No
aterricé aquí. Tomé tierra en Berast.
-Hay una
buena caminata desde allí...
-No pasa
nada. Voy a obtener un buen montón de dinero.
Kalieva
rió y tomó una respiración profunda.
-¿Te lo
estás pensando mejor?
-No...
Bueno, sí. –La princesa estiró el cuello para mirar el cielo nocturno. Las estrellas
apenas eran visibles a través de las arremolinadas nubes sobre ellos-. Quiero
decir, hay tantas cosas ahí fuera. ¿Por dónde empezar?
Ahora
fue Sconn quien se rió.
-Esa es
una pregunta que puede que sea tan antigua como las estrellas.
-Entonces,
¿cuál es la respuesta?
-En
realidad, no la hay... supongo que por eso la pregunta lleva existiendo tanto
tiempo.
-Siempre
he soñado con ello, desde que era una niña. Me lo imaginé como una interminable
extensión de bosques, esperando allí para ser explorados. Creo que estoy lista...
para explorar, quiero decir. -Hizo una pausa para disfrutar de las vistas sobre
sus cabezas-. Dime, Sconn -dijo, haciendo un gesto hacia las estrellas-. Dime
lo que me está esperando ahí fuera.
El
ladrón hizo una pausa antes de responder.
-Todo lo
que siempre imaginaste. Y todo lo demás que ni siquiera sabías que existía.
Kalieva
le sonrió.
-¿Qué? –preguntó
él, levantando una ceja.
-No
actúas como un ladrón. O como nadie que haya conocido, ya puestos.
Sconn sonrió
de oreja a oreja.
-Eso es
porque soy único en mi especie.
Ella no
pudo contener la risa.
-Probablemente
porque uno como tú es todo lo que la galaxia podía soportar...
-¿Qué se
supone que significa eso?
Kalieva
sonrió.
-Adivínalo...
Sconn la
apuntó con un dedo.
-No te
olvides de quién nos va a salir de aquí, princesa. Si no fuera por mí, todavía
estarías atrapada...
Se
escuchó un fuerte y chirriante sonido mecánico y el caminante se detuvo
repentinamente.
-...en
este asqueroso planeta -terminó con los dientes apretados.
Kalieva
luchó por mantener una cara seria.
El
ladrón comenzó a registrar el puente de mando en busca de un conjunto de
hidro-llaves.
-Desde
luego -dijo con un suspiro de resignación-, hoy no es mi día...
No hay comentarios:
Publicar un comentario