-¡Sconn!
¡Tenemos un problema!
Kalieva echó
una rápida mirada por encima de su hombro mientras luchaba sin éxito con los
controles del caminante.
-¿Dónde
está? -murmuró en voz baja.
Sconn entró
tropezando en la cubierta de mando justo cuando el AT-AT se tambaleó hacia
delante de nuevo, ganando velocidad.
-¿Dónde
has estado? -exigió saber Kalieva.
-Me dejé
llevar por lo que podríamos llamar una discusión explosiva con Variise. Las cosas
se calentaron y al final ella reventó. -Sconn cayó en el asiento del piloto mientras
el caminante se sacudía violentamente-. ¿Es cosa mía o se supone que estas
cosas no deberían moverse tan rápido?
-Eso es
lo que he estado tratando de decirte... ¡esto está fuera de control!
-Define
fuera de control...
-Lo que
hiciste allí atrás debe haber causado daños graves en los motores impulsores de
esta cosa. No puedo aminorar y no puedo maniobrar.
-Bueno,
eso definitivamente puede calificarse como fuera de control.
Una
repentina explosión hizo temblar el caminante. Sconn sacudió la cabeza.
-¿Y
ahora qué?
Kalieva
comprobó las redes de sensores.
-Los
otros caminantes están abriendo fuego. Afortunadamente, a esta velocidad no nos
pueden coger."
-Oh,
tonto de mí. Y yo que pensaba que estar fuera de control era una experiencia
totalmente negativa.
La
princesa le lanzó una mirada asesina.
-Las
cosas ya no pueden ponerse peor que esto.
-¿No te dije
que nunca dijeras eso?
-¿Por
qué no habría de hacerlo?
Sconn
miró por la ventana y lanzó un suspiro de sufrimiento.
-Porque
ahora acaban de empeorar. -Se habían desviado del curso desfile y se dirigían a
una de las tribunas repulsoras. Sus ocupantes parecieron darse cuenta de que eso
no era parte del espectáculo, y comenzaron a salir tan rápido como pudieron.
El
ladrón trasteó con el comunicador externo.
-Uhh, puede
que les interese apartarse... -Más gente empezó a huir, pero algunos parecían
aturdidos.
Sconn lo
intentó de nuevo, esta vez en un volumen más alto.
-¡Caminante
fuera de control! ¡Todo el mundo fuera del camino!
Los
ciudadanos restantes se retiraron de las tribunas repulsoras tan rápido como pudieron.
El
ladrón exhaló con alivio cuando la tribuna repulsora quedó vacía justo cuando
el caminante se estrelló contra ella, reduciéndola a chatarra. Sconn se dejó
caer en el asiento del piloto al ver a las multitudes corriendo y gritando por
las calles. En realidad, el caos masivo estaba ayudando a su fuga, retrasando
la persecución de los otros caminantes.
-Bueno,
eso estuvo cerca...
-Pero
eso está aún más cerca -gritó Kalieva mientras tiraba del brazo de Sconn.
El
ladrón alzó la vista e inmediatamente deseó no haberlo hecho cuando vio un gran
rascaestrellas directamente en su camino.
-¿Qué
has hecho? ¿Has vuelto a decir que las cosas no podían empeorar?
-No.
¿Debería?
-¡No! -El
ladrón se mordió el labio inferior y consideró sus opciones-. ¿Qué edificio es ese,
de todos modos?
-El Consulado
Imperial Rydonniano.
Sonriendo,
Sconn agarró a Kalieva del brazo, levantándola de su asiento.
-Está
bien, entonces... Hora de abandonar el caminante.
***
Kalieva
miró por la escotilla abierta y tragó saliva mientras medía la distancia hasta
el suelo.
-¿Cómo
vamos a salir de esta cosa?
El
ladrón estaba ocupado registrando la cubierta de tropas.
-¿Saltando?
La
princesa entrecerró los ojos.
-Quiero
decir, ¿cómo salimos vivos de esto...?
Sconn
empezó a apartar equipos de encima de una de las motos deslizadoras. Echando un
vistazo por encima del hombro, Kalieva la vio y sonrió.
-Salgamos
de aquí.
Sconn negó
con el dedo.
-No sin
ese prototipo.
El
caminante se vio sacudido por otra ronda de disparos láser.
-¡No
tenemos tiempo para esto, Sconn! Estamos hablando de nuestras vidas. ¡Además,
no podemos sacarlo de aquí, así que olvídate del estúpido prototipo y vámonos!
El
ladrón no se dejaba convencer tan fácilmente.
-He
pasado por demasiados problemas como para ahora dejar que se me escape entre
los dedos... vamos, Sconn, piensa... -Su mirada vagó de la moto a la esfera
duracero que contenía el prototipo y al trineo repulsor sobre el que todavía
estaba montado. Sconn sonrió-. Ya lo tengo.
-¿Qué? ¿Un
deseo de morir?
-No lo
creo. Mira, en vez de perder toda esa energía que pareces tener haciendo
preguntas tontas, ¿por qué no haces algo útil y buscar algunos garfios de
fijación magnética? Estoy seguro de haberlos visto por aquí antes...
-¿Para qué
los necesitas?
Sconn
simplemente le lanzó una mirada asesina. Suspirando fuertemente, ella se volvió
y comenzó a buscar.
-Está
bien...
***
-¿Estás seguro
de esto? -preguntó Kalieva mientras se agarraba fuerte a la cintura de Sconn.
-Sí -respondió
en un áspero susurro-. Pero sería mucho más fácil si me dejaras respirar...
-Lo
siento -dijo ella, aflojando ligeramente su agarre.
Sconn
asintió con la cabeza, comprobando los controles de la moto deslizadora sobre
la que estaban montados. Satisfecho, se volvió para comprobar los garfios de
fijación magnética que sujetaban el cableado de duracero entre la parte trasera
de la moto y el trineo repulsor que contenía
el prototipo. Tomando una respiración profunda, el ladrón miró por la escotilla
de la rampa de asalto abierta y lanzó la moto hacia adelante.
La moto,
y el trineo repulsor adjunto, saltaron aullando de la escotilla abierta del
caminante sólo segundos antes de que la cabeza de la gran máquina golpease el
costado del rascaestrellas como un antiguo ariete. El cuerpo pronto la siguió,
trasladando hacia adelante su enorme peso, atravesando el edificio.
El AT-AT
caído dio una gran sacudida, y luego explotó rápidamente. Casi todos los
paneles de la fachada de transplastoide del edificio por debajo del piso
treinta estallaron al unísono, haciéndose añicos como cristal fino y cayendo
como una lluvia en las calles de abajo.
Las
multitudes seguían abandonando las tribunas repulsoras y corriendo por las
calles, gritando de terror. La gente corrió a esconderse o simplemente se tiró
al suelo y se cubrió la cabeza mientras los escombros llovían desde arriba.
***
Caerbellak
vio la explosión distante y poco a poco bajó su bláster de la cabeza del rey.
El Moff hizo un gesto a Celomar, que se adelantó para informar.
-Hemos avisado
a un escuadrón de cazas TIE, señor. Llegarán en cualquier momento.
-Diles
que esperen...
-¿Señor?
-¡Digo
que les digas que no ataquen!
-Pero...
-¿Estás
cuestionando mis órdenes, Celomar?
El
ayudante dio un paso atrás.
-Por
supuesto que no...
-Entonces
informarás a nuestras fuerzas que sólo deben hacer ver que tratan de
detenerlos. Al final, sin embargo, deberán dejarlos escapar.
El rey
se quedó mirando al Moff.
-Está usted
loco.
-No -respondió
Caerbellak con una sonrisa-. Sólo soy creativo.
***
-No
puedo creer que lo lográsemos -dijo Kalieva mientras contemplaba la belleza
natural de los densos bosques de las afueras.
-No me
gusta decir "te lo dije", pero te lo dije... -Sconn sonrió mientras bajaba
de la moto, que todavía estaba humeante por los agujeros de bláster adquiridos
después de su encuentro con las fuerzas imperiales. El ladrón miró alegremente
mientras la tripulación de la nave de transporte cargaba la esfera de duracero
en las entrañas del carguero Ghtroc fuertemente modificado que llevaba el
nombre Trueno Corelliano.
La
princesa sacudió la cabeza.
-Casi
fue demasiado fácil...
-¿Fácil?
¿Estás loca? Después de todo lo que he pasado en este asqueroso planeta, tengo
suerte de seguir vivo. Y tú también...
-Supongo...
El
capitán del Trueno, un corelliano
delgado llamado Davrin, indicó a Sconn que estaban listos para el despegue.
-Vamos,
entonces... ¡no perdamos tiempo!
-Mi
dinero, mi tiempo, así que tómatelo con calma -dijo Sconn y se volvió hacia
Kalieva.
-Claro, "tómatelo
con calma", dice. Bueno, no va a ser él quien tenga que esquivar esos
Destructores Estelares que orbitan sobre nosotros... -Davrin continuó murmurando
para sí mismo mientras subía la rampa de su nave.
Sconn meneó
la cabeza.
-Necesito
nuevos amigos...
-Ya has
hecho uno -respondió Kalieva.
El
ladrón sonrió, frotándose tímidamente la nuca.
-Entonces,
¿lista para marchar?
La
princesa se detuvo.
-No
puedo...
-¿Qué
quieres decir?
-Quiero
decir que no puedo. Siempre quise aventuras, Sconn... y eso es lo que me has
hecho probar. El problema es que no me había dado cuenta del mucho peligro que viene
con ellas. Después de lo que acabo de pasar, la aburrida seguridad de Rydonni ya
no parece tan mala. Además, mi padre todavía puede estar en peligro. Y hay
tantas cosas por hacer aquí...
-¿Sabes
una cosa, princesa? Creo que has madurado un poco con esta aventura. Y también
creo que un día, arrancarás este lugar de las garras del Moff.
Ella
sonrió.
-¿Tal y
como hice contigo?
Sconn
levantó las manos.
-Eh, espera
un momento. Creo que has entendido un poco al revés quién salvó a quién...
-Digamos
que fue un empate. Y será mejor que os pongáis en marcha, antes de que
Caerbellak llame a toda una flota para perseguiros.
-Cuídate,
princesa...
-Tú
también, misterioso ladrón... y no olvides tu promesa. Quiero que vuelvas a
verme otra vez.
Los dos
se abrazaron con fuerza, y cuando empezaron a separarse, Kalieva se inclinó
para darle un beso. Después de un momento, ella se apartó del abrazo, leyendo
en sus ojos.
-Hay
alguien más, ¿no es así?
-Sí -respondió
Sconn, pensando en Shandria L'hnnar-, más o menos. Aunque no estoy seguro de si
los dos lo sabemos todavía.
-Bueno,
es una mujer afortunada, sea quien sea. Sin duda eres único en tu especie...
-Lo sé -sonrió,
subiendo la rampa del carguero.
Davrin
estaba esperando impaciente en la entrada, con los brazos cruzados. Cuando el
ladrón se acercó, se inclinó sobre él para hablarle en voz baja.
-Sabe
que no es precisamente una idea brillante hacer esperar a un hutt.
Especialmente cuando todo su cuerpo de babosa está babeando por algo.
-No te
preocupes. -Sconn dio unas palmaditas en la espalda del capitán mientras
caminaban juntos al interior. El ladrón echó un último vistazo a Kalieva a
través de la rampa que se cerraba detrás de él, y luego devolvió su atención al
prototipo que estaba siendo asegurado en la bahía de carga del Trueno-. Draskha va a ser un hutt muy feliz cuando vea lo que le traigo.
***
-El
carguero Ghtroc ha escapado a nuestra persecución y ha realizado con éxito el
salto al hiperespacio...
Caerbellak
esperó a que la voz filtrada terminase en un estallido de estática, y luego se
llevó el comunicador a los labios.
-Entendido.
Excelente trabajo.
El Moff
guardó el comunicador y sonrió a las estrellas.
-Esto
está funcionando mejor de lo que jamás hubiera previsto. La fortuna me ha sido
realmente benigna, pero en realidad debería haber pensado en esto por mí mismo.
-No termino
de entender su lógica, Caerbellak. -La voz femenina vino de detrás de él, pero
el Moff no se volvió para mirar-. ¿Por qué le está dejando escapar con el
prototipo?
-Porque,
querida, una vez que abran esa esfera, su contenido se moverá a través de la
Nueva República, pasará a manos de algunas de sus células, y casi con toda
seguridad acabará en alguna clase de laboratorio de pruebas de armas. Y como la
ubicación de cada segmento de esa cadena de clandestinidad me será
retransmitida directamente, cortaré cada eslabón personalmente.
-Eres un
ser verdaderamente retorcido, Caerbellak...
El Moff
se sonrojó, se acercó al cadáver del rey K'ntarr, y extendió el brazo a la
mujer que se encontraba detrás de él.
-El rey
ha muerto...
La princesa
Kalieva tomó su mano y dejó que la estrechase entre sus brazos.
-Larga
vida a la nueva reina.
Y su risa
resonó en el cielo nocturno...
No hay comentarios:
Publicar un comentario