-Terminado.
-Sconn sonrió mientras salía del panel de acceso en el suelo del caminante.
Kalieva
bostezó, haciendo un gesto para señalar las primeras luces del amanecer y
frunció el ceño.
-Y justo
a tiempo.
Sconn abrió
unos ojos como platos mientras se lanzaba de nuevo a la estación del piloto.
-¿Por qué
no me dijiste qué hora era?
-¡Estaba
dormida!
-Genial...
simplemente genial -murmuró Sconn mientras ponía el AT-AT en movimiento-. Te lo
juro, si salgo de esta, nunca volveré a robar nada.
-Qué
lástima. Un chip de aumento de inteligencia te vendría realmente bien.
-Nada.
Especialmente princesas lenguaraces...
Se hizo
el silencio mientras maniobraba el caminante a través de la inmensa ciudad
capital de Ryell hasta que Kalieva finalmente habló.
-¿De
verdad crees que lo lograremos?
Sconn
miró su cronómetro.
-Si
podemos llegar a la región de las afueras antes de las 11:00 horas, lo lograremos.
-¿Qué
pasa después de eso?
-El
capitán al que pagué por adelantado despegará en su transporte, con mi dinero,
pero sin nosotros.
-Date
prisa.
-¿Qué
crees que estoy haciendo?
Sconn
maniobró airadamente el AT-AT para doblar una esquina, y el caminante se encontró
justo en medio de un gran desfile imperial.
Hubo un
momento de silencio en el puente de mando, y Kalieva se volvió lentamente para
mirar a Sconn.
-Conseguir
que nos maten -dijo secamente.
Los lados
de las calles estaban llenos de plataformas repulsoras elevadas que contenían
lo que parecía ser todos los ciudadanos de la ciudad. El caminante de Sconn se
introdujo directamente en la formación junto a otros cuatro, que conformaban la
retaguardia de la gran procesión Imperial. Al frente del desfile iba una legión
de soldados de asalto, varios vehículos repulsores, y una falange de unidades
AT-ST.
Era un
espectáculo impresionante, y la multitud reunida empezó a aplaudir y a lanzar oohs
y ahhs de asombro ante el poder imperial allí reunido. Niños en equilibrio
sobre los hombros de sus padres señalaban con entusiasmo al ver a los enormes
caminantes AT-AT, que se movían con el mismo andar torpe de las bestias rythii
nativas que habían visto en los Zoológicos Reales.
En
marcado contraste con el resto de la alta tecnología, el palco real era una
reliquia de otra época. Construido con un armazón de madera, la tribuna del rey
se alzaba por encima de todo excepto los rascaestrellas que les rodeaban.
Cuando las tropas imperiales visibles pasaron junto al palco real, saludaron a
sus ocupantes, que incluían al rey, al Moff Caerbellak y a Variise.
El rey
K'ntarr miró el asiento vacío a su lado y frunció el ceño con disgusto.
-Mi hija
pagará caro haber faltado a este evento. Me está haciendo quedar mal.
Caerbellak
miró por el rabillo del ojo al hombre, con su ligero sobrepeso y su vanidoso
conjunto multicolor.
-No
puedo imaginarme cómo podría empeorar -dijo el Moff con una sonrisa sardónica.
***
-Bueno,
al menos las cosas no pueden ir peor.
Sconn se
volvió hacia Kalieva y frunció el ceño.
-Nunca, jamás
digas eso. Las cosas siempre pueden...
Una voz
crepitó por el comunicador del caminante.
-Ya era
hora de que se uniera a nosotros, Unidad 718-A. Si Caerbellak descubre que
llegaste tarde, va a pedir tu cabeza.
Sconn
miró a la princesa, que se encogió de hombros, mientras alcanzaba el comunicador.
-Entonces
tal vez no tenga que saberlo... Yo, eh, todavía tengo una caja entera de brandy
savareen en los barracones, ¿sabes?
A
continuación hubo un insoportable momento de silencio y Kalieva echó una mirada
a. El ladrón se encogió de hombros.
-Media
caja y trato hecho.
-Hecho. -Sconn
apagó el comunicador y exhaló-. Menos mal que el Imperio no es lo que solía
ser.
-¿Y
ahora qué?
-Ahora,
desfilamos pasando la multitud, seguimos adelante saliendo de la ciudad, y nos
dirigimos a las afueras a nuestra cita con el transporte.
Por
primera vez, Sconn sonrió a su cronómetro.
-Y todo
con tiempo de sobra...
***
Celomar,
asesor del Moff Imperial, susurró al oído de Caerbellak, y luego se apartó
rápidamente cuando el Moff se puso en pie de un salto.
-¿Qué
quieres decir con que el prototipo ha desaparecido?
Celomar
pareció encogerse físicamente bajo la mirada fulminante de Caerbellak.
-Creemos
que ha sido robado, señor.
-Qué
deducción tan ingeniosa... yo habría pensado que sólo lo habíamos dejado en
otro sitio. ¡Por supuesto que ha sido robado, idiota! La única pregunta es: ¿quién
lo hizo?
El rey
se quedó pasmado, elevando su voz una octava.
-¡Robado!
Caerbellak
se dio la vuelta para enfrentarse a K'ntarr. La voz del Moff se convirtió en un
susurro peligroso.
-Baja la
voz, idiota. Este pequeño contratiempo va a permanecer en secreto aunque tenga
que cortar lenguas personalmente. Bajo ninguna circunstancia voy a permitir que
esta situación se convierta en otro incidente embarazoso para el Imperio.
Si el
rey lo oyó, no dio ninguna muestra de ello ya que simplemente siguió hablando.
-Pero...
pero, esto no puede ser. Nuestra seguridad...
-Fue a
todas luces insuficiente. Sabía que debería haber exigido protección imperial
en Laboratorios Rythani.
-Pero...
-Pero, erróneamente,
le creí cuando me dijo que el prototipo estaría a salvo hasta su presentación.
El rey
se puso en pie rápidamente, con una mirada de ira justa en sus ojos.
-Van a
rodar cabezas por esto. ¡Se lo aseguro!
-Esa es
la primera afirmación correcta que he oído salir de sus labios. -Caerbellak
agarró el cuello de las ropas rey, atrayéndolo hacia sí-. Escuche, ese
prototipo debe encontrarse en el acto y en silencio por cualquier medio
necesario. Mataré a cada ser vivo de este planeta si es necesario, pero lo
encontraré junto con las personas responsables de su robo.
-¡¿Cómo
se atreve?! ¡Exijo que me libere de inmediato!
-Usted no
está en condiciones de exigir nada. A partir de este momento, impongo la ley
marcial en este planeta.
-¡Guardias!
Los dos
guardias rythani acorazados avanzaron, cogiendo sus armas, y entonces ambos
hombres cayeron al suelo del palco, con humeantes agujeros de bláster en la
espalda.
Variise
se detuvo sobre sus cuerpos, mirando fríamente el rey sorprendido por encima de
las dos armas de bolsillo que sostenía.
-Me temo
que no le pueden ayudar -sonrió Caerbellak-. Pero usted puede ayudarse a sí
mismo si me proporciona algunos sospechosos.
-¡Pero
no tengo ni idea!
-Puedo
soportar muchos de los defectos de un tonto, buen rey, pero no puedo perdonar la
inutilidad. -Caerbellak sacó su bláster, deslizando la punta bajo la nariz del
rey-. Usted será el primero en morir... aunque sin duda no será el último.
***
En ese
momento, el caminante de Sconn pasaba junto al palco real. Al ver a Caerbellak apuntando
su bláster a la cabeza de su padre, Kalieva se inclinó hacia adelante en su
asiento y gritó.
-¡Padre!
¡No!
Sconn apartó
su mirada de Caerbellak y el rey para mirar a Kalieva, viendo cómo las lágrimas
corrían por el rostro de la chica. El ladrón ponderó su elección... Si no hacía
nada, su padre moriría. Si actuaba, su oportunidad de escapar se reduciría casi
a cero y los matarían a todos.
Pensándolo
bien, se dio cuenta Sconn, en realidad no había elección posible...
***
-¡Caerbellak!
La voz
amplificada sorprendió momentáneamente al Moff. Volvió lentamente su mirada,
hasta que vio que uno de los caminantes del desfile se había detenido, con la
cabeza girada a un lado para ponerse frente a él.
-¿Qué? -Impactado
por lo que estaba viendo, Caerbellak apenas pudo pronunciar la palabra.
-Hay
algo que debería saber, señor -fue la atronadora respuesta.
-¿Qué?
-repitió el Moff, inseguro de poder articular una palabra diferente.
-Usted
es un auténtico gusano espacial.
El
rostro de Caerbellak pasó por tres tonos distintos de rojo.
-¿Quién
eres?
-El tipo
que tiene su prototipo. Así que sea bueno...
El Moff
se quedó boquiabierto.
La voz
de Kalieva resonó desde el caminante.
-¡Papá!
El rey
se sorprendió.
-¿Kalieva?
-¡Alguien
va a morir! -rugió el Moff, agitando su pistola amenazadoramente.
-Vaya,
qué genio. Supongo que por eso es usted el Moff...
Y esas
fueron las últimas palabras antes de cañones de la barbilla del caminante cobraran
vida con un rugido...
Sconn
sonrió mientras la mitad de los soportes de anclaje de la tribuna real cedían,
haciendo que se sacudiera violentamente. Caerbellak, Variise y el rey cayeron al
suelo del palco al perder el apoyo sólido. Toda la estructura parecía gemir,
pero aguantó.
Kalieva se
giró para mirarle.
-¿Estás
loco?
-Eso me
han dicho -respondió el ladrón encogiéndose de hombros.
-¡Podrías
haber matado a mi padre!
-Pero no
lo he hecho. Y si tiene algo de sentido común, saldrá huyendo de inmediato. -Sconn
puso el AT-AT en movimiento, haciendo que Kalieva cayera de nuevo sobre su
asiento-. Y nosotros también...
***
-¿Está
herido, mi señor?
Caerbellak
apartó bruscamente a su guardaespaldas mistryl.
-Estoy
bien -gruñó el Moff mientras se sacudía el polvo del uniforme ceremonial y señalaba
al caminante fugitivo-. ¡Detenlos!
Variise
asintió.
-¿Y la
princesa?
-¡No me
importa! ¡Mátalos a ambos si así lo deseas, pero tráeme ese prototipo de
vuelta!
Variise
sonrió, y en un movimiento fluido se dio la vuelta, dio unos pasos corriendo y
saltó del oscilante palco, aterrizando sin problemas en la parte trasera del caminante.
Olvidando
su peligro, el rey se lanzó hacia delante.
-¡No! ¡No
puedes matar a mi hija! ¡Es un rehén inocente!
El palco
comenzó a crujir y agitarse, haciendo que el rey cayera tropezando en los
brazos del Moff. Caerbellak recuperó el control sobre el rey, clavando su bláster
en el estómago del hombre.
-Haré lo
que me parezca... y eso incluye ordenar cualquier muerte que desee. Así que, si
quiere seguir viviendo, hará lo que yo diga. -El Moff empujó el rey hacia
delante-. Ahora empiece a moverse, su alteza, antes de que los dos seamos
derribados por las circunstancias...
***
Sconn se
volvió hacia Kalieva.
-¿Has
oído algo?
La
princesa asintió con la cabeza, señalando la parte trasera del caminante.
-Sonaba
como si viniera de allí...
-Yo lo
comprobaré. Tú toma los controles.
-Pero no
sé lo que tengo que hacer -dijo Kalieva.
-Entonces
estarás en tu salsa.
Molesta,
Kalieva tomó los controles mientras Sconn se levantaba y entraba en el tubo de
acceso contenida en el cuello del caminante, retrocediendo hacia la cubierta de
tropas.
Sconn avanzó
a través de la oscura cubierta de tropas, agarrando fuertemente el mango de su
bastón aturdidor. Maniobró a través del compartimiento con la intención de comprobar
que la esfera duracero estaba bien sujeta. Vio que lo estaba y sonrió,
aliviado. El ladrón le dio una palmadita tranquilizadora.
-No te
preocupes... todo va bien.
Fue
entonces cuando el látigo de acero rodeó su garganta. Sconn gorgoteó, dejando
caer el bastón aturdidor al retroceder y perder el equilibrio. El ladrón cayó
de espaldas y se encontró mirando a Variise, que tenía el otro extremo del
látigo en su mano. Sonrió al ladrón caído, y luego cambió la expresión a una
mueca mientras pulsaba un botón en el mango.
Sconn
dejó escapar un grito espeluznante cuando el látigo cobró vida rodeado de
energía crepitante.
-Creo
que voy a disfrutar viéndote morir, retorciéndote como el pequeño y miserable gusano
askariano que eres...
Luchando
contra el insoportable dolor, Sconn levantó el brazo ligeramente, dejando caer
su manga para revelar su láser de muñeca. Gruñendo, encendió el haz, apuntando
con él para cortar el látigo más o menos por la mitad. Separada de su fuente de
alimentación, la espiral de acero alrededor del cuello de Sconn volvió a la
normalidad. La punta cortada chisporroteó violentamente, enviando un pulso de
energía retroalimentada de vuelta por el mango, a Variise.
La mistryl
gritó cuando fue alcanzada por la crepitante energía, con una sacudida lo bastante
potente como para lanzar su cuerpo contra la pared. El mango humeante cayó de
sus dedos temblorosos mientras se deslizaba hasta el suelo. Haces de energía
cargada continuaban recorriendo su cuerpo.
Sconn aprovechó
la oportunidad para quitarse rápidamente el látigo de su cuello. Tropezó al
tratar de ponerse en pie mientras los últimos coletazos conmoción hacían mella
en su cuerpo. El ladrón logró agarrarse a la pared para no caer de nuevo al
suelo e hizo una pausa para recuperar el aliento.
-Tengo
que decirte... que estoy conmocionado al ver que una mujer tan hermosa pueda
ser tan cruel. -Sconn vio la carga residual que aún parpadeaba alrededor del
cuerpo de ella y sonrió-. Hmm. Supongo que sabes lo que se siente.
Sconn localizó
su bastón aturdidor y trató de alcanzarlo, sólo para gritar cuando un largo
cuchillo fino como una aguja golpeó contra su brazo. Retirándolo, se dio la
vuelta a tiempo para ver a Variise cargando contra él. El ladrón cayó sobre su
espalda al mismo tiempo que levantaba las piernas. El ladrón dirigió sus pies al
estómago de la mistryl que se lanzaba sobre él, dejándola sin aliento y
aprovechándose de su impulso... Haciendo palanca con sus piernas, Sconn lanzó a
Variise volando por encima de él. La mistryl se estrelló en la pared lateral,
golpeando con su cuerpo el panel sensor que controlaba la rampa de asalto...
Variise
rodó hacia delante, asegurándose de mantenerse lejos de la rampa, que iba
bajando hacia el espacio vacío fuera del vehículo. Al otro lado, Sconn se estaba
poniendo lentamente en pie, todavía un poco débil por el látigo de conmoción.
Al ver que, por su parte, su oponente todavía estaba tratando ponerse en pie,
el ladrón aprovechó la oportunidad para empujarla. Desafortunadamente, Variise
estaba más que preparada para eso.
Antes de
que la alcanzara, Variise se inclinó hacia adelante, haciendo que las piernas de
Sconn tropezasen con ella. Ella utilizó inmediatamente la oportunidad para
tratar de clavarle sus uñas afiladas en la garganta. Sconn la agarró por los brazos,
tratando de evitar que le rasgase algo vital en el cuello.
A medida
que se retorcían en el suelo, el viento comenzó a entrar violentamente por la
escotilla abierta, abofeteándolos a ambos. Sconn utilizó su fuerza para hacer
que Variise rodase sobre él, dejándola boca arriba justo al borde de la
escotilla.
Sconn
comenzó a empujarla fuera con una sonrisa.
-Creo
que es hora de que desembarques... Por favor, cuidado con el escalón.
En
respuesta, Variise asestó un rodillazo bien colocado que convirtió la visión de
Sconn en un salto al hiperespacio con estrellas y todo.
-Ups. Se
me ha resbalado la pierna... -Con todas sus fuerzas, Variise imitó el
movimiento del ladrón e hizo que el aturdido Sconn rodase sobre ella... directamente
fuera de la escotilla, a las garras del viento.
Sconn
arañó el aire mientras caía, y sus dedos se agarraron del borde inferior de la
rampa, la cual, sin tierra en la que posarse, estaba abierta en el aire.
Apretando su agarre para sujetarse contra las fuertes rachas de viento, el
ladrón se atrevió a mirar hacia abajo, tragando saliva al calcular la altura.
La caída de 10 metros
al suelo duro de abajo definitivamente le mataría.
Variise
miró a Sconn, que estaba atrapado en una situación extremadamente precaria.
-Te lo
advertí, ladrón... -La mujer sonrió y le apuntó con un bláster de mano-. Sólo perdono
una vez. Y ya tuviste tu oportunidad.
-Está
bien... Realmente no lo lamento -dijo Sconn, afianzando su precario agarre
mientras arqueaba su muñeca derecha.
Un
momento antes de que Variise apretase el gatillo, Sconn disparó su láser de
muñeca, dirigiendo el haz para realizar un corte en la mano con la que ella
sostenía el arma. La mistryl gritó de dolor, dejando caer el bláster. Sconn
extendió su mano, cogiendo el arma, y abrió fuego rápidamente.
La mistryl
se refugió en el interior mientras los disparos de bláster explotaban a su
alrededor, y uno de los tiros le rozó hombro. Sconn arrojó el arma y metió la
mano en uno de sus bolsillos, sacando uno de sus explosivos térmicos especiales
de media esfera. El ladrón lo adhirió rápidamente en la rampa, lo más arriba
que pudo llegar, y luego lo utilizó como asidero para trepar de vuelta al
interior del caminante. Cuando asomó la parte superior del cuerpo a la cubierta
de tropas, un bláster de mano estaba allí esperándole para darle la bienvenida.
Variise
esbozó una sonrisa cruel mientras sostenía el cañón del arma apuntándole a la
cara.
-Creo
que es hora de que desembarques...
Sin
previo aviso, Sconn la agarró de repente del brazo y tiró hacia adelante. El
arma disparó y el disparo salió a toda velocidad por la escotilla sin causar
daños, seguido rápidamente por Variise. En el último segundo, la mistryl se agarró
de la parte inferior de la rampa.
Sconn se
puso de pie y se volvió para mirar hacia abajo a Variise.
-Me
encanta la ironía, ¿a ti no?
Ella
gruñó al ladrón mientras este sacaba un pequeño dispositivo plateado y
acariciaba uno de sus botones. Sus ojos se abrieron como platos al pasar su
mirada desde el dispositivo a la media esfera colocada entre ella y Sconn.
-No irás
a...
-Por
supuesto que no –dijo él, y luego pulsó el botón-. Ups. Se me ha resbalado el
dedo...
El
aparato emitió un pitido y la semiesfera dio un tono de respuesta. Sconn saltó
al interior cuando la explosión que siguió sacudió todo el caminante. Un
momento después, el ladrón se asomó con cautela por la escotilla. Tanto la
rampa como Variise habían desaparecido.
El
ladrón asintió con satisfacción.
-Parece
que mi suerte está cambiando por fin.
Tan
pronto como las palabras salieron de sus labios, todo el caminante se sacudió
de nuevo hacia delante, enviando a Sconn dando tumbos al suelo de la cubierta
de tropas.
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