jueves, 13 de junio de 2013

Resistencia en el Paso Bhir'khi

Resistencia en el Paso Bhir’khi
Timothy O’Brien

El comandante de la Nueva República escaneó el horizonte que se acercaba a toda velocidad hacia él. En algún lugar al otro lado de ese risco, un gigante de metal avanzaba lentamente para pisotear la vida de este planeta. El viento frío de la montaña silbaba a su paso, aguijoneando sus mejillas.
Debería haber sido poeta, pensó. O tal vez guionista de holovídeos.
-¡Señor! –La atiplada voz de un técnico de sensores chasqueó en su oído-. Nuevos datos de sensor...
-Espera un momento –le cortó el comandante. Luego se introdujo en el aire ligeramente más templado del pesado vehículo de mando de reconocimiento, cerrando y asegurando la escotilla tras él. Se abrió paso hasta la estación de sensores y se inclinó sobre la pantalla omnisonda.
-Nuevos datos, señor. Definitivamente un AT-AT, sigue habiendo sólo un rastro que muestra las típicas pisadas. Hay algo más, y esto son los nuevos datos: dos sombras de vehículo repulsoelevador. Huellas de sensor ovales. Se mueven mucho alrededor. No las detectamos antes debido a la vibración de fondo del caminante. La velocidad media de los nuevos rastros es de unos 120 kilómetros por hora. Yo diría que son...
-Tanques repulsores de clase Imperial. –El comandante se volvió al técnico de comunicaciones-. Informe a los comandantes de los vehículos: dos tanques repulsores defendiendo el objetivo principal.
El comandante se frotó la cabeza. Iba a ser un día muy corto.

***

La cubierta del AT-AT osciló ligeramente bajo los pies del comandante. El horizonte se hundía y se alzaba ligeramente con cada paso que daba su caminante. Varios cientos de metros por delante del caminante, un tanque prácticamente se detuvo mientras giraba para volver hacia atrás y continuar su órbita alrededor del AT-AT, más lento. El gemelo del tanque, detrás del AT-AT, probablemente estaba haciendo exactamente lo mismo. No había ninguna razón en particular para rodear el AT-AT a una velocidad tan elevada; las tripulaciones de los tanques simplemente estaban presumiendo de su velocidad y maniobrabilidad.
Bichos, pensó el comandante. Podría pisar uno de vuestros preciosos tanquecitos y aplastarlo. Si alguno de sus hombres hubiera expresado en voz alta tal pensamiento, le habría puesto bajo arresto, pero él tampoco podía soportar esas malditas cositas flotadoras. Le recordaban demasiado a los tanques repulsores rebeldes.
Están ahí fuera, en alguna parte. Agazapados a la espera. Listos para lanzar una de sus típicas emboscadas cobardes.
-¡Señor! ¡Transmisión desde el cuartel general del regimiento! –ladró el copiloto.
El comandante escaneó el mensaje y sus labios se apretaron formando una final línea.
-Cabo, solicite a nuestros escoltas que se coloquen en formación y se preparen para el enfrentamiento.
El comandante sonrió. Todo indicaba que iba a ser un día muy corto.

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