martes, 4 de junio de 2013

Luna de Combate (y III)


El crucero que seguía en el aire continuó rodeando la zona, formando un perímetro, cuando la puerta del vehículo parado se abrió. Seis soldados de asalto salieron. Luego el comandante Glave. Luego Andos.
-¡Armas! -bramó Glave.
Mika, Leda y Sh'shak arrojaron sus blásters a un lado. Manteniendo la distancia, los soldados los recogieron.
-¡Todas! -rugió el comando.
Mika desató su cuchillo Ibarsi y Sh'shak desenganchó su pica de energía de su cuerpo herido. Leda levantó las manos para indicar que ella estaba ahora sin armas.
-¡Bien, bien! -dijo Glave. Una sonrisa arrugó aún más su cara llena de cicatrices-. ¡Nos habéis hecho perseguiros demasiado, y habéis convertido una misión sencilla en una pérdida de mi tiempo!
-¡Llegáis demasiado tarde! -gritó Mika-. ¡Ya hemos enviado una señal a S'krrr! ¡Estarán aquí antes de que podáis ocultar las pruebas!
Glave negó con la cabeza.
-Ninguna señal ha salido de este planeta. Grita todo lo que quieras... No hay nadie escuchando.
Mientras hablaba, el suelo comenzó a temblar. Un rugido salió de detrás de él, y Glave se volvió para ver la entrada de la cueva parpadeando con luz, como si un dragón se ocultara en su interior. El ruido y la luz crecieron, y una ráfaga de aire caliente los golpeó. Con un grito triunfal, un dragón que no era ningún dragón salió de la cueva y se arrojó hacia el cielo.
Un caza Ala-X.
La nave se convirtió en un punto de luz alzándose hacia el cielo azul, luego se volvió con imposible agilidad de vuelta hacia la superficie.
El crucero que estaba en el aire se volvió lentamente para dirigirse a su encuentro. Ambas naves dispararon a medida que pasaban en sentidos opuestos. El crucero falló. El Ala-X no lo hizo. Cuatro rayos de luz atravesaron los escudos de la otra nave y el crucero de bolsillo desapareció en una bola de fuego.
Sobre el terreno, ambos bandos observaban con total asombro. El comandante Glave fue el primero en reaccionar. Dio una palmada en la espalda del soldado de asalto más cercano.
-¡El puesto de avanzada rebelde! -gritó-. ¡Estaba todo el tiempo delante de nuestras narices! ¡Entrad y llamad al Coacción!
El soldado corrió hacia el crucero.
No consiguió llegar. Un disparo láser perforó su armadura en la débil unión del cuello y cayó como un muñeco de trapo.
Sh'shak había aprovechado la oportunidad para sacar su bláster oculto. Su disparo fue respondido por otros... no de las tropas de asalto, sino procedentes de la cueva. Sanna y los dos bothanos atacaron. Confundidos por el fuego bláster desde dos direcciones cuando no lo esperaban desde ningún sitio, los soldados se lanzaron al suelo buscando cobertura en el terreno desigual.
Haciendo caso omiso de la nueva amenaza, el comandante Glave disparó a Sh'shak mientras el s'krrr le apuntaba. Distraído por el arma del s'krrr, Glave disparó directamente a ella: el disparo arrancó el pequeño bláster de la mano de Sh'shak.
Esta vez, Glave apuntó con más cuidado.
-¡No! -gritaron Mika y Leda al unísono.
Mika lanzó su cuchillo Ibarsi. En un solo movimiento rodó hacia delante y agarró el arma. A continuación lo desenvainó suavemente y lo lanzó hacia adelante. El arma cortó el aire, luego pasó limpiamente a través del brazo del comando justo encima de la muñeca.
Demasiado lento.
Glave ya había disparado. Mika se volvió y vio que el disparo de bláster había impactado...
En Leda.

***

Mientras Mika atacaba, Leda se había arrojado entre el Imperial y el s'krrr herido.
-¡No! -gritó Mika. Se lanzó hacia adelante con lágrimas en los ojos.
No vio a Glave, que ignorando su propia herida seguía con la mirada al Ala-X que regresaba para otro ataque. No oyó al imperial gritar ordenando retirada, y luego subir al crucero de bolsillo que esperaba, con Andos a la zaga.
-¡Leda! -Se dejó caer de rodillas a su lado-. ¡Leda!
Ella se sorprendió cuando el disparo de bláster la golpeó y no sintió dolor. Pero su mandíbula ya no funcionaba. Miró a Mika, tratando de invertir en esa mirada toda su confianza en sus acciones, su devoción a su causa, y la mayoría de todas sus palabras de amor por él. Entonces pareció caer por segunda vez. Una luz blanca atravesó su cuerpo, y dos manos suaves la cogieron mientras caía. Cerró los ojos, y nunca los volvió a abrir.
Mika soltó un penetrante gemido sin palabras.
Junto a él, el rostro de Sh'shak era impasible. No había palabras de despedida en su lengua, sólo el suave aleteo de las alas de la memoria.

***

El Ala-X levantó polvo al posarse sobre el colchón de sus elevadores de repulsión, con sus motores iónicos gruñendo impacientes. El piloto de rostro anguloso saltó de la cabina y en pocos segundos había cubierto la distancia hasta el pequeño grupo de dolientes.
Mika sostenía el cuerpo de Leda en sus brazos. Miró al recién llegado como si esperara que el piloto pudiera salvarle por segunda vez.
El piloto se atragantó.
-Ella... era muy valiente.
Mika sollozó.
-Era un guerrero rabaanita.
El piloto se volvió a Sanna.
-Tenemos que evacuar el lugar. -La nave imperial se había puesto en marcha en cuanto su gente estuvo a bordo. Le había dado persecución, pero el comandante imperial había sido demasiado listo como para enfrentarse a él. Desactivando sus armas y desviando toda la energía a sus escudos, el crucero de bolsillo había resistido el asalto abrasador de los láseres de su Ala-X mientras huía hacia el espacio. Con el destructor estelar acechando en algún lugar ahí fuera, sólo se había atrevido a perseguirlos hasta cierto punto.
-Los bothanos están interfiriendo sus comunicaciones -explicó a Sanna-. Pero estarán fuera de rango en cuestión de segundos. Se acabó esta base.
Sanna sonrió con tristeza.
-Nunca pensé que cederías.
El piloto se encogió de hombros. Miró a Sh'shak, luego a Leda.
-Ella tenía razón. Esto es lo que se supone que debemos combatir. Vamos.
Un momento después los rebeldes habían vuelto a su cueva y estaban transportando sus equipos a un pequeño carguero. Después de unos minutos, Mika y Sh'shak aparecieron.
El piloto rebelde detuvo lo que estaba haciendo.
-La hemos enterrado -dijo Mika-. Pensé que lo mejor era dejarla atrás.
-Lo siento.
El rostro de Mika se endureció.
-¿Dices que el Imperio no tardará en llegar?
-En cualquier momento.
-Quiero dejar atrás una cosa más.

***

Una hora más tarde, un enjambre de bombarderos TIE gritó a través del fino cielo de la luna mientras los AT-AT pulverizaban el suelo por debajo, dando cobertura al equipo de asalto que entró en la cueva subterránea.
No encontraron nada, salvo una caverna abierta con un suelo de duracero brillante, y una pequeña alcoba vacía.
El gobernador Klime entró en la caverna con el comandante Glave y Andos a sus talones. Donde antes había estado la mano derecha del comandante, había ahora en su lugar una bio-cápsula cromada, manteniendo la herida en estasis hasta que le pudieran preparar una mano biónica. El dolor debía de haber sido enorme, pero Glave lo ignoró.
La voz de Klime resonó con fuerza en todos los rincones de la caverna.
-¿Nada?
-Nada, señor -gruñó Glave-. Debía de haber sido una operación pequeña para que pudieran marcharse tan rápido. Asumo la responsabilidad de su huida, señor.
El gobernador Klime abrió las amplias palmas de sus manos.
-No se preocupe, comandante. Debemos permanecer serenos y flexibles. Nuestro plan original ha sido frustrado, pero haremos ajustes. Ya no podemos causar una guerra entre S'krrr y Rabaan. Pero utilizaremos esta base rebelde como excusa para establecer una guarnición en el sistema. –Klime se volvió hacia Andos-. Tú anunciarás públicamente tu aprobación de la presencia del Imperio. -No era una pregunta-. Por tu apoyo, serás recompensado con un alto cargo en el gobierno reorganizado.
Andos mostró una tensa sonrisa e hizo una leve reverencia.
-Sí, señor.
Klime apretó ambos puños.
-Señores, el objetivo final era conseguir un control más estricto de este sistema sin que esos nativos idiotas nos plantasen cara. Ese objetivo se logrará pese a todo.
-¡Señor, hemos encontrado algo! -exclamó un soldado de asalto desde la alcoba cercana.
Un técnico examinó el objeto y se lo llevó al gobernador Klime. Era un pequeño dispositivo formado por dos piezas. Una pequeña luz en el panel de control indicaba que había sido activado. El técnico tragó saliva.
-Es un enlace de red de comunicaciones, señor. Ha sido activado y... creo que está transmitiendo en dos frecuencias.
El gobernador Klime apretó los labios.
-¿Me está diciendo...?
-Sí, señor -respondió el técnico-. Alguien ha estado escuchando cada palabra que hemos dicho.

***

En algún lugar de las extensiones vacías del espacio, un anodino carguero y un caza ala-X solitario atravesaron una barrera invisible y regresaron al espacio real.
Mika rara vez había estado en las estrellas, y nunca había estado fuera del sistema. Pero él ignoraba el maravilloso vacío a su alrededor. A través de una ventana, podía ver el Ala-X colgando en el vacío, mientras él y Sh'shak escuchaban en un auricular.
-Tendremos que esperar un rato -estaba diciendo el piloto del ala-X-, pero es probable que podamos volver a dejaros en vuestros planetas de origen sin demasiados problemas. A partir de ahí, estáis por vuestra cuenta.
-Yo no voy volver a casa -dijo secamente Mika.
El altavoz crujió.
-Eres bienvenido a unirte a la Rebelión...
-Me uniré a vosotros -dijo Mika-. Pero primero necesito que se haga justicia. Necesito encontrar Andos, y a ese comando imperial. -En el cristal de la ventana, su reflejo se endureció-. Y eso es algo que tengo que hacer solo.
-Solo no. –Las alas de Sh'shak crujieron-. Te debo mi vida. Y se la debo a ella. Iré contigo, si me aceptas.
Mika asintió.
-Entonces os llevaremos a nuestro punto de encuentro, y os prepararemos transporte hasta el puerto más cercano. -El piloto se dirigió al timonel del carguero-. Está bien, Sanna, vamos.
Ambas naves apartaron sus proas de la nada, apuntando hacia el resplandor de las distantes estrellas. Conforme trazaban un grácil arco fuera de la oscuridad, parecieron dejar a su paso un suspiro de dolor, y el susurro silencioso de las alas.

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