viernes, 25 de septiembre de 2015

La Ofensiva Kenobi y el Ajuste Ackbar

La Ofensiva Kenobi y el Ajuste Ackbar
Eric S. Trautmann

Fragmento de Tácticas de Flota y Metodología de Combate, por Ackbar de Calamari.

La historia de la Ofensiva Kenobi es bien conocida: el legendario Caballero Jedi, el general Obi-Wan Kenobi, desarrolló hace mucho tiempo un plan de ataque flexible diseñado para que una fuerza de ataque pequeña y maniobrable se enfrentara al bloqueo de un oponente mayor y mejor armado.
El plan de la Ofensiva Kenobi propone una serie de pequeños ataques para conseguir sacar de la formación a parte de la fuerza mayor. En el supuesto de que la fuerza atacante consiga mantenerse alejada de los arcos de fuego del grueso de los defensores (lo que habitualmente se consigue reposicionando las naves casi constantemente), a menudo es posible destruir al menos una de las naves defensoras. En ese momento las naves atacantes pueden atravesar ese hueco en el perímetro defensivo y comenzar a atacar el bloqueo desde el interior. En teoría, las naves defensoras tendrán problemas para disparar a los atacantes debido a la proximidad de naves amigas; demasiados disparos dentro de su propio perímetro defensivo podrían conducir a daños por fuego amigo.
Aunque esta es una explicación simplificada de la Ofensiva Kenobi, la teoría básica es actualmente una doctrina común para la Alianza Rebelde: descoloca a tu oponente moviéndote donde menos lo esperen, y atácales desde el interior.
Sin embargo, podría resultar útil un nuevo enfoque de esta táctica, particularmente contra el poderío de la Armada Imperial. Los imperiales tienen mayor coordinación y comunicación entre naves, y en consecuencia operan conjuntamente con mayor facilidad que la flota de la Alianza. Es necesario un método para mejorar la comunicación entre naves de la Alianza; dado que la Alianza está enfrentándose a una campaña defensiva, los ataques y retiradas coordinados están aumentando su importancia.
Reduciendo la capacidad de comunicación de los imperiales –posiblemente inundando la región inmediata a una zona de combate con material radioactivo o emisor de partículas-, la Alianza Rebelde puede eliminar esa ventaja en particular del arsenal del Imperio. Por supuesto, si se lleva a cabo tal acción, dejará inoperativas las comunicaciones en ambos mandos. Obviamente, eliminar las comunicaciones en ambos bandos de una acción militar reduciría la batalla a una simple ecuación: aquel que tenga más potencia de fuego ganará. Dado que la Alianza Rebelde tiende a tener menos potencia de fuego durante esas batallas, esta ecuación es inaceptable.
En mi opinión, es posible inundar una región con emisores de partículas prefabricados (o, de ser necesario, organizar de antemano las condiciones de la batalla entablándola cerca de una estrella, cuásar u otro fenómeno similar) que limitarán –pero no eliminarán- las comunicaciones. Además, creo que desarrollando un sistema que nos permita una comunicación más rápida entre naves durante tal disrupción, la Alianza puede tener una ligera ventaja en enfrentamientos a gran escala. Mientras exista un sistema para pasar mensajes por la flota, las comunicaciones quedarán ralentizadas, pero no detenidas. Este sistema, si se efectúa adecuadamente, nos permitirá una ventaja de un 20 a un 50 por ciento en la velocidad de comunicaciones nave a nave, frente a un oponente que no esté preparado; no es una ventaja tremenda, pero una fuerza preparada a menudo puede ganar una batalla aprovechando al máximo cualquier oportunidad.
Asignando a cada nave de la flota una palabra clave, pueden pasarse mensajes de nave a nave y que alcancen su destinatario previsto, en el supuesto de que cada nave permanezca al alcance de las comunicaciones de al menos otra nave. Enlazando los sistemas de comunicaciones con los ordenadores de combate a bordo de las naves de la Alianza, los mensajes pueden pasarse de nave a nave hasta que las instrucciones de mando alcancen el destinatario previsto. Una analogía apropiada para el proceso sería decir que es como hacer saltar una piedra sobre la superficie de una masa de agua. El mensaje rebota de nave en nave, hasta que alcanza el otro lado: el receptor previsto.
Los oficiales de comunicaciones de la Flota de la Alianza ya están siendo entrenados en este sistema, y el ordenador de comunicaciones de cada nave ha sido programado para ayudar al equipo de comunicaciones. La Armada Imperial no tiene instaurado ningún sistema similar, ya que el Imperio no tiene que enfrentarse regularmente a disrupciones de comunicaciones. Se cree que una disrupción momentánea de las comunicaciones imperiales permitirá el éxito de más ataques rebeldes.

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