Todos los
extras
Peter
Schweighofer
Dash Rendar descendió la rampa de acceso al Escolta saliendo a la inmensa bahía de
reparaciones en las profundidades de la Torre 214 del Puerto Estelar de Byblos.
Por todas las paredes del hangar había apiladas piezas sueltas de naves
estelares, y mecánicos de todas las especies y descripciones corrían de un lado
a otro, clasificando equipo o reparando el carguero pesado que se encontraba en
el hangar técnico adyacente.
Una diminuta sullustana se acercó, con las gafas de
protección subidas en la frente y herramientas asomando de cada bolsillo de su
mono de trabajo.
-Rendar –saludó con voz chillona-. Te estaba
esperando.
-Sí, Bolabo, acabo de adquirir esta nueva nave estelar,
y me preguntaba si podrías reacondicionarla.
-Es una belleza –dijo Bolabo, caminando alrededor
del Escolta con el ojo experto de un
técnico profesional-. Uno de esos nuevos YT-2400 corellianos, ¿verdad? Había
oído hablar de ellos, pero nunca había visto uno en persona. Debes haber pagado
una suma bastante considerable por esto. Y en perfecto estado, además.
-Digamos que tengo un viejo y generoso tío twi’lek que
aprecia mis servicios de transporte –dijo Rendar-. Espero que tengas algunos sistemas
calentitos para instalarle.
-Claro, Rendar, los estaba guardando para ti –dijo Bolabo-.
Te hemos estado siguiendo la pista. Sabía que volverías por aquí en cuanto supe
que este YT-2400 había caído en tus manos. Así que tengo algunos componentes
adecuadamente “calentitos” que podemos instalarle. Primero desmontaremos los
generadores de escudo, instalaremos algunos capacitores del bucle de energía y
reconstruiremos todo el conjunto del sistema. Entonces sacaremos el hipermotor
barato que los corellianos le hayan instalado y te equiparemos con algunos de
los nuevos motivadores de hipermotor que mis amigos de Sullust han conseguido
pasarme de contrabando. Por supuesto, retiraremos esos cañones bláster
debiluchos y pondremos en las torretas algo con un poco más de pegada,
añadiremos un sistema de misiles de conmoción bajo la cabina, y luego lo
conectaremos todo a uno de esos nuevos y elegantes ordenadores de combate que nos
hemos agenciado en la torre de investigación de Sistemas de Flota Sienar, aquí
en Byblos. Ni te imaginas lo laxa que es su seguridad. Entonces recubriremos
todo el casco con este aerosol negro cromado deflector de sensores que alguien
encontró en un almacén imperial de alto secreto. Parece funcionar bien en
cargueros ligeros, aunque no me queda mucho. Y finalmente, destriparemos los
motores iónicos y reajustaremos las abrazaderas con esos tres motores de iones
KonGar KGDefender de grado militar. Mis... eh... “agentes de compras” los
trajeron del departamento de ingeniería avanzada de la Academia de Corulag. Muy
rápidos. Muy ilegales. Con toda esa chatarra instalada, harás la Carrera de
Kessel en tiempo record.
-Suena genial –dijo Rendar, con un gesto receloso
en la mirada-. ¿Cuánto va a costarme?
-No intentarás regatear conmigo, ¿verdad, Rendar? –le
reprendió Bolabo-. Como te he dicho, hemos estado siguiendo la pista de un
piloto de primera como tú. Tengo entendido que batiste el record tomando el
Atajo Sevari. Saliste con la bahía de carga llena de especia carsunum. En los
mercados adecuados se paga una buena cantidad de créditos por ese material.
-Y yo conozco los mercados adecuados –presumió Dash.
-De eso se trata: obtuviste el mejor trato por tu
cargamento, estoy segura. –Bolabo extrajo una gastada tableta de datos de un
bolsillo de su mono y comenzó a teclear cifras-. Digamos que te doy la mejora
completa por... esta cantidad.
Tendió la tableta de datos a Rendar, y este soltó un
jadeo de sorpresa.
-¡Has debido perder esa pequeña cabeza sullustana
tuya!
-Sí, claro –dijo Bolabo, volviendo a teclear los
números en la tableta de datos-. Siempre puedo encontrar otro cliente para esos
motores iónicos KGDefender ilegales. Robar uno de esos no es como recoger
bayas, ¿sabes? No te preocupes. Tengo entendido que el viejo Tru’eb está
pensando en reemplazar esa lamentable excusa de sistema de impulsión que lleva
en el Estrella Luudriana...
-Vale, vale –aceptó Rendar-. Pagaré. –Bolabo estaba
pidiendo prácticamente todos los créditos que había ganado con la especia
carsunum. Pero merecía la pena. El Escolta
estaría tan cargado de extras que incluso Han Solo se pondría celoso-. ¿Dónde
tengo que firmar?
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