Disipándose en la atmósfera superior, la última
capa delgada de niebla y humo se evaporó sobre los cielos nocturnos de Omman. A
doce kilómetros del puerto estelar principal, en los terrenos de una
instalación de reparaciones abandonada, treinta o más plataformas de vuelo
exteriores estaban dispersas al azar entre hangares en ruinas, casetas
exteriores y los restos desgarrados y corroídos de naves estelares antiguas
dejadas en los muelles para chatarra. Por encima de los muelles de atraque
vacíos y las plataformas fantasmales, las cinco lunas hermanas de Omman
proyectaban un extraño brillo azul sobre los fantasmas encantados de la
chatarrería y el casco del Inquebrantable.
Padija miró con desánimo las lejanas luces de la
capital y frunció el ceño. Desde lo alto del Inquebrantable tenían una clara vista de las estructuras más
elevadas de la ciudad, incluyendo el puerto estelar. Un frenesí de actividad
abarcaba los cielos nocturnos sobre el puerto y la Estación de Potencia Meril
adosada.
-¿Alguna vez has visto algo como esto? –preguntó
con aire distraído.
-¿Como qué?
-Las lunas, tonto –respondió ella, mirando el
deslumbrante brillo del puerto y el telón de fondo de las lunas de Omman en la
distancia.
Tumbado contra el disco de comunicaciones, Drake se
estiró en toda su estatura.
-Nada parecido en cien o más años luz a la redonda.
Padija tomó una profunda bocanada de aire y la
soltó lentamente.
-¿Crees que los imperiales vendrán a buscarnos
aquí?
-Dudo que lleguen tan lejos. El Imperio es conocido
por su cerrazón de miras. Concentrarán sus tropas y naves en el puerto estelar,
esperando que tratemos de colarnos de vuelta a la ciudad y luego al puerto.
–Drake siguió la mirada de la joven hacia las luces de la capital de Omman,
sintiendo su ansiedad y su necesidad de distracción-. ¿Qué tal está el viejo?
-Ahora duerme plácidamente. Nikaede se ha ofrecido
para cuidar de él en mi lugar. –Volvió la cabeza ligeramente tratando de
ocultar la lágrima que se deslizaba por su mejilla-. Necesitaba tomar un poco
de aire fresco.
Después de un momento, esbozó una ligera sonrisa.
-Auh –susurró, notando la decoloración alrededor
del ojo del socorrano-. ¿Te hiciste eso al caer de la moto deslizadora? Te dije
que esas cosas eran peligrosas. Deja que te mire eso. –Tomó la vara luminosa
del cinturón de Drake y cubrió la luz con su mano para evitar ser descubiertos.
Entrecerrando los ojos por el súbito resplandor,
Drake se encogió de dolor bajo el suave tanteo de sus dedos. Casi una cabeza
más alto que ella, inclinó la barbilla hacia arriba en protesta al examen, y
toleró su impaciente mirada con una sonrisa traviesa.
-¡Estate quieto! –insistió ella, observando el
moratón que se hinchaba en su sien y alrededor de su ojo izquierdo-. Eso va a
hincharse más en la próxima hora. ¿Tienes paquetes de frío?
-En el medikit. –Señaló la pequeña mochila que
yacía junto a la torreta láser. A su lado había tiradas un montón de vendas
antisépticas ensangrentadas, en el lugar donde se había limpiado los cortes
superficiales sufridos en la caída de la moto deslizadora. Hizo una mueca de
dolor cuando ella recorrió la magulladura con la punta de sus dedos.
Padija tomó el paquete de frío y le dio una fuerte
sacudida. El movimiento y un golpe contra su muslo activaron la solución
refrigerante del interior.
-Dime una cosa, Drake Paulsen. –Presionó el paquete
suavemente contra el rostro del socorrano y lo mantuvo allí-. ¿Cómo conocías
ese sistema de túneles y este puerto de reparaciones abandonado? Feyodor dijo
que eras un talento especial. Pero nunca sospeché que nadie pudiera ser tan
bueno.
Drake se rió, y soltó un agudo jadeo de dolor al
sentir el tirón en el pequeño corte que tenía en el borde de la boca.
-Cuando era un niño, mi padre solía llevarme con él
en sus viajes de contrabando. Excursiones educativas, solía llamarlo. Me enseñó
todo lo que sé, incluyendo no atracar tu nave en el puerto estelar principal.
–El socorrano la miró sonriendo-. Especialmente si no quieres ser contratado
para un trabajo.
Su humor era contagioso, e hizo que Padija se
uniera a él soltando una risita.
-Tu padre debe estar orgulloso.
-Lo estaría, si estuviera vivo.
El rostro de Padija se ensombreció de repente.
-Drake, lo siento mucho. No pretendía entrometerme
en tu vida.
Drake ensanchó su sonrisa y meneó la cabeza para
que ella olvidase sus preocupaciones. Le tomó suavemente la mano en la suya y
sintió una cálida sensación recorriendo su cuerpo cuando ella no la retiró.
-No tienes que lamentar nada –susurró-. La gente
responsable; esos son quienes deberían lamentarlo.
-¿Por eso hay un precio puesto por tu cabeza?
–Padija tembló cuando un viento nocturno sopló por la parte superior del
carguero. Aprovechó ese momento para acercarse más al contrabandista, rodeando
su estrecha cintura con sus brazos.
-¿Cómo sabes eso?
-Te lo dije –dijo ella con una risita-, pagué una
buena cantidad de dinero para encontrar un talento especial. Feyodor me ofreció
esa información. Creo que estaba tratando de asustarme.
-Obviamente no funcionó. –Drake se rió, mientras
aspiraba el dulce aroma que ascendía desde los rizados cabellos de Padija-.
Bueno –suspiró, pensando en una explicación-. Resulta que me tropecé con una de
las personas responsables de la muerte de mi padre. Y digamos simplemente que
los edictos de castigo socorranos son bastante estrictos sobre ese tipo de
cosas.
-Gylif fho ihn gylif.
-Una vida por una vida. Lo has dicho muy bien,
¿dónde lo aprendiste?
-Tomé Corelliano Antiguo como asignatura optativa
en la universidad de Issori. Pero mi profesor –meneó la cabeza mostrando su
duda- nunca podría haberme preparado para esta pequeña aventura. Le habría dado
un infarto con sólo poner un pie en este planeta, y no digamos si hubiera
experimentado nuestra fuga de la ciudad. Esto es auténtica historia, Drake, y
no lo que puedes leer en esas descoloridas grabaciones históricas.
-¿Y qué pasó con tus estudios?
-El profesor Arner dijo que yo tenía un futuro si
dejaba todas mis clases principales y le seguía por la galaxia para hacer
investigación de campo. –Apoyando la cabeza sobre el hombro de Drake, suspiró-.
Lo rechacé porque sonaba demasiado peligroso. Mírame ahora. No estoy mucho
mejor. –Padija soltó una leve risa-. En las últimas tres semanas he tenido
suficientes emociones como para que me duren tres vidas. Pero se acabó, voy a
volver a Issor tan pronto como se acabe todo este asunto, a dejar mis clases y
a buscarme un marido rico.
Drake sonrió, acariciándole el pelo.
-¿Qué hay de tu trabajo en el museo?
-¿Qué pasa con él? –respondió ella bruscamente-.
Nunca me ha gustado ensuciarme las manos. Y no quiero volver a ver otro cadáver
mientras viva. No me importa que tenga 5.000 años de antigüedad.
Ajustándose el paquete de frío, Drake inclinó su
cabeza sobre la frente de Padija y rió.
-¿Cómo sabrás que has encontrado al hombre
adecuado? Quiero decir, ¿quién sabe? Podría estar esperándote en alguna
excavación exótica en el Borde Exterior. Y estoy seguro de que si es uno de
esos antropólogos, no tendrá una gran pila de dinero. Podría ser simplemente un
contrabandista...
Padija le puso suavemente el índice sobre los
labios, haciéndole callar.
-Aanor ishiia zals. Eso es lo que el profesor Arner
solía decir siempre: el amor lo conquista todo.
Mirándole a los ojos, Padija pensó en el niño
pequeño oculto en la chatarrería de Omman con su padre contrabandista. Ahora,
convertido él mismo en un contrabandista, la sostenía en sus brazos bajo cinco
lunas llenas.
Padija se puso de puntillas y le rozó los labios
con los suyos, besándole suavemente primero, y luego con creciente pasión. Al
separarse, Padija apoyó su cálido cuerpo contra el suyo.
-Háblame de Socorro, Drake. ¿Cómo es?
Drake cerró los ojos, recuperándose del contacto
íntimo. Dudo antes de responder, escuchando el suave susurro de la respiración
de Padija.
-Caliente.
-¿Cómo de caliente?
-Muy, muy caliente.
-¿Y qué hacéis allí... para escapar del calor?
-Oh, tenemos nuestros métodos –susurró Drake con
voz ronca- para mantener el frío.
La voz de Nikaede rompió súbitamente la descarga de
emociones entre ambos. La wookiee comenzó a trepar por la escotilla de acceso,
y luego vio a los dos humanos muy juntos, de pie a la luz de las lunas. Se
detuvo sorprendida, se calló, y rápidamente regresó a las sombras del interior
de la nave, murmurando para sí.
-¿Qué es lo que ha dicho? –preguntó Padija, con su
cabeza aún acurrucada contra Drake.
El socorrano agitó la cabeza, obligando a sus
rodillas a permanecer firmes bajo él.
-No estaba escuchando. –Inclinó su cabeza sobre la
de Padija, y luego se separó lentamente de ella-. Tengo la sensación de que
está ansiosa por marcharse, y estoy de acuerdo con ella. Será mejor que no nos
quedemos aquí parados más tiempo del necesario. Vamos, veamos qué está pasando
sobre el puerto estelar.
Tomando a Padija de una mano, bajó por el túnel de
acceso del Inquebrantable, ayudándola
a descender la escalera y conduciéndola al pasillo inferior. La imponente
sombra de Nikaede esperaba en un lateral. La wookiee meneó la cabeza con aire
dubitativo, pasando la mirada de Drake a Padija, y luego entregó el sable de
luz a su sonrojado capitán. Ladró un abrupto insulto que sólo Drake podría
entender y luego regresó a su puesto en el puente.
Mirando fijamente la peculiar arma, Drake preguntó:
-¿Renz es de verdad? ¿Un Jedi como los de esos
holo-tebeos baratos? –Le tendió a ella el sable de luz, esquivando su hombro
cuando ella trató de castigarle por el imprudente comentario.
-¡Por supuesto que es de verdad! Antes de que el
canciller1 Palpatine declarase a todos los Jedi traidores al Nuevo Orden, los Caballeros
Jedi eran las personas más reverenciadas de la sociedad. –Siguió al
contrabandista por el pasillo, sujetando su mano mientras él le conducía
gentilmente por los pasajes oscuros-. Mi padre luchó en las Guerras Clon,
¿sabes? Era un héroe. Así obtuvo su rango.
-¿Padre? –exclamó Drake, volviéndose hacia ella-.
¿Renz es tu padre? Pero tu apellido...
-En la tradición alderaaniana, no es extraño que
una hija única tome el apellido de soltera de su madre. Por respeto a la rama
materna de la familia. –Hizo una pausa cuando vio que él la estaba mirando
atónito-. ¡¿Qué?! ¿Por qué me miras de esa forma?
-Parece que estás llena de sorpresas, ¿no? –se
burló él, avanzando por el pasillo.
Padija mostró una sonrisa pícara.
-Ayuda a mantener a raya a los tipos que me rondan.
–Guiñó un ojo con aire malicioso y a continuación avanzó al final del pasillo.
En la cubierta de vuelo, Drake se detuvo ante el
sistema de navegación, activando el ordenador de astrogación.
-¿Dónde necesitáis ir?
-A Derora. Es una pequeña luna en el sistema
Birjis.
-A Derora entonces. –Tecleó las coordenadas-. El
ordenador tardará un rato en calcular una ruta precisa a ese sistema. Nunca
hemos estado allí antes y queremos asegurarnos, ¿verdad? –Drake le guiñó un
ojo. Viéndola sonreír, se sentó en su silla de aceleración-. Bueno, háblame de
ese objeto que os agenciasteis. ¿Por qué el Imperio está tan interesado en
recuperarlo?
Nikaede ladró sus propias preguntas de curiosidad
acerca del ídolo. Reseteando su panel de control para las preparaciones previas
al despegue, giró el cuello para mirar fijamente a Padija y al petate de lienzo
que descansaba bajo su silla.
-Nikaede también quiere saberlo. Pregunta si
tenerlo ha merecido la vida de vuestro compañero y los problemas que hemos
pasado. –Mirando a la Wookiee, la señaló con un dedo amenazante-. Sé amable
–gruñó en socorrano.
-Ha merecido mucho la pena, Nikaede, y por razones
que seguro que apreciarás –dijo Padija-. Si el Dr. Maa’cabe estuviera aquí
ahora, te diría lo mismo. El ídolo pertenece a un clan militarista muy
primitivo y muy antiguo del pueblo twi’lek. Habitan en la región más oscura del
planeta, viviendo de forma muy similar a como lo hacían hace 3.000 años.
Supuestamente –Padija se encogió de hombros, añadiendo sus propias dudas a la
afirmación-, las cenizas milenarias de un antiguo héroe twi’lek se
cristalizaron y el propio cristal fue esculpido a su semejanza para honrarle.
De acuerdo con la investigación del Dr. Maa’cabe, existen otras dos; y cada
cráneo se usa para presidir ciertas ceremonias de la vida del clan: el
Jasshi’rr, la Waala y la Keysshi.
-Matrimonio, Ley e Historia –tradujo Drake.
La sonrisa de Padija se ensanchó.
-¿Y ahora quién está lleno de sorpresas? En
cualquier caso, Waala es lo más importante, al ser la ley. Cada decisión
política importante es debatida, aprobada y promulgada... sólo en presencia del
cráneo.
-¿Por qué eso haría al ídolo tan importante para el
Imperio?
-No sólo para el Imperio, sino más bien para el
propio Emperador. Había rumores de que la Alianza Rebelde estaba negociando una
alianza con los twi’leks. De algún modo el Imperio escuchó hablar de ello y
tomó medidas para impedir que esa alianza tuviera lugar.
-Si el Imperio quisiera reprimir cualquier posible
disensión, podría haber enviado una flota de Destructores Estelares a Ryloth y
diezmar a toda la población twi’lek.
-Pero Ryloth es una de las principales fuentes de
mano de obra esclava del Imperio, incluso aunque sus informes de inteligencia
lo nieguen. ¿Por qué saquear el mejor de los rebaños cuando todavía hay trabajo
que hacer? El Emperador buscaba desunir los clanes, causar malestar civil, no
destruirlos.
-Por desgracia, eso no es difícil de conseguir con
los twi’leks.
-Pero sin el ídolo, el clan Nercathi estaría
indefenso, incapaz de actuar o llegar a acuerdos entre ellos o con sus vecinos.
A sus parientes más industrializados no les preocupa. Cuando el Imperio, o más
probablemente los hutts, lleguen en busca de esclavos, los Nercathi son la
opción lógica porque no tienen una guía o un liderazgo para defenderse.
-¿Entonces qué ocurrió?
-Bueno, hace seis meses la Alianza Rebelde comenzó
a mantener reuniones secretas con la delegación twi’lek con la esperanza de
revivir las opciones de una alianza. Los negociadores de la Alianza estaban
desesperados y dispuestos a hacer cualquier cosa para ganarse a los twi’leks,
aunque eso significase encontrar este ídolo y robárselo al Imperio.
-¿Y entonces te contrataron?
-Y al Dr. Maa’cabe y a mi padre. El Emperador
sospechaba que la Alianza podría realizar un movimiento para recuperar el
ídolo, sellando el contrato entre los twi’leks y las facciones rebeldes. Fueron
creadas varias falsificaciones para despistar a cualquier agente. Sólo un
arqueólogo entrenado conocería la diferencia, de modo que enviaron a un
arqueólogo entrenado, a tres de hecho, incluyéndome a mí.
-La Alianza Rebelde, ¿eh?
El rostro de Padija palideció bajo la luz
parpadeante de los instrumentos del módulo de mando.
-¿Olvidé mencionar eso, verdad? –Se encogió de
hombros, como pidiendo perdón.
Encendiendo los motores del Inquebrantable, Drake pulsó los interruptores de vuelo e hizo que
la nave se elevase de la plataforma de aterrizaje. Vigilando atentamente los
sensores, preparó el ordenador de astrogación mientras el carguero aceleraba
por la atmósfera superior de Omman. El socorrano meneó la cabeza con
resignación. ¿Alianza Rebelde? Él y su primera oficial tenían suerte de seguir
siguiera con vida.
-Entonces, dime, ¿hay alguna otra sorpresa que
debería conocer?
Padija le besó rápidamente en la mejilla y luego
regresó a su asiento para abrocharse el arnés.
-Aún no, pero si se me ocurre alguna, te lo haré
saber.1 Senador en el original. Parece que aquí la autora quería indicar el cargo de Palpatine inmediatamente anterior a su nombramiento como Emperador, es decir, el que ostentaba durante las Guerras Clon y al final de las mismas, cuando se proclamó el Nuevo Orden y se inició la Purga Jedi. En este y otros relatos escritos anteriormente a la realización a la trilogía de precuelas, ese periodo no estaba claro para los autores y muchas obras de esos años contienen fallos de continuidad similares. En muchos casos, estos errores se justifican basándose en que en la época de la Rebelión el oscurantismo y desinformación imperial habían hecho que mucha gente, especialmente los jóvenes, conocieran versiones incompletas, sesgadas y/o puramente falsas de los hechos históricos, o los desconocieran por completo. Esto no se sostiene en este caso, ya que, al ser Padija hija de un Jedi de las Guerras Clon, debe conocer la historia verdadera de primera mano. Por eso he optado por corregir el error. (N. del T.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario