Nadra suspiró de alivio cuando cruzaron la puerta.
Estaban en marcha. Se volvió para sonreír a su madre, pero la sonrisa murió
abruptamente.
-¡Denel! –gritó-. ¡Hay soldados de asalto corriendo
hacia las puertas!
Justo entonces los dos guardias de la puerta
abrieron fuego.
-¡Agachaos! –exclamó Denel mientras los disparos
láser rojos pasaban de largo.
Varios disparos golpearon el compartimento del
motor de su vehículo, y su velocidad disminuyó abruptamente.
Denel condujo el deslizador tras un grupo de
grandes árboles a unos treinta metros de distancia de la puerta.
-Toma. Conduce tú. –Saltó fuera mientras empujaba a
Nadra al asiento del conductor.
-¡Pero no sé cómo se hace!
-No discutas. Pisa el acelerador con el pie,
controla la dirección con esto. –Le colocó las manos sobre el volante-. Llévate
a tu madre y sal de aquí. Os cubriré. –Sacó dos rifles bláster de debajo del
asiento del pasajero.
-¿Cómo ha llegado eso...?
-No hay tiempo para explicaciones. –Denel le puso
un pequeño cilindro en la mano-. Esto es un comunicador. Llama al Refugiado, os recogerán. –Le mostró cómo
encenderlo y la besó con fuerza-. ¡Ahora, vete!
-¡Pero, Denel!
-¡Vete! –gritó por encima del hombro mientras
comenzaba a devolver el fuego, manteniendo a los soldados de asalto sin salir
de la puerta.
Nadra se volvió, pisó el acelerador, y salió a toda
velocidad.
***
-¡Están activando los cañones grandes! ¡No tenemos
mucho tiempo! –gritó Artis Moonrunner a su marido desde el atiento del copiloto
del Refugiado al escuchar la
frecuencia de mando del general Yrros.
-Será mejor que contactes con Denel ahora, antes de
que entremos en rango visual. –Lorn estaba concentrado en pilotar el yate
modificado. El Refugiado nunca había
sido puesto a prueba en batalla, y habían pasado años desde la última vez que
él luchó.
Artis cambió de frecuencia.
-¿Denel? Hijo, ¿puedes oírme?
***
El deslizador terrestre avanzaba con dificultad a
media velocidad cuando Nadra entró en la ciudad. Zigzagueó por un laberinto de
calles y callejones, tratando de despistar a cualquier perseguidor. Aceleró
hacia los límites de la ciudad antes de introducirse en un establo abandonado.
Saltó fuera del vehículo y cerró la gran puerta tras ellas.
En ese momento, el pequeño dispositivo en su mano
trinó. Nadra hizo girar sus dos mitades hasta que el sonido se detuvo.
-¿Hola? –dijo a uno de sus extremos-. ¿Hola?
¿Alguien puede oírme?
-¡Nadra! ¿Eres tú? ¿Dónde está Denel?
Nadra se sorprendió al escuchar a Artis Moonrunner.
-Denel está atrapado en un grupo de árboles, justo
fuera de la puerta de la guarnición –exclamó al pequeño cilindro-. ¡Tenéis que
rescatarle!
-¿Pero dónde estás tú, querida? Describe tu
ubicación.
La preocupación de Artis la conmovió, pero en ese
momento Nadra estaba más preocupada por salvar a Denel.
-Id primero a por Denel. Madre y yo estamos a salvo
por ahora. –Apagó el comunicador para evitar más protestas.
***
-¡Nos ha cortado la comunicación! –jadeó Artis,
incrédula-. ¡No puedo localizarla sin una señal!
Supongo que tendremos que recoger primero a Denel
–respondió Lorn-. ¿Cuánto falta para que los turboláseres de la base estén
listos para disparar? –El Refugiado
voló a ras de los últimos árboles y se acercó a baja altura a la ciudad. Podía
ver disparos bláster volando entre la puerta de la guarnición y un grupo de
árboles cercano. Denel debía de seguir con vida.
Artis se presionó el auricular sobre la oreja,
escuchando cómo el general Yrros gritaba sus órdenes.
-Otros dos minutos hasta que estén a plena potencia.
–Escuchó un poco más-. ¡Nos han visto! ¡Van a lanzar los cazas!
-Espero que Cuatrobé pueda completar su misión
–murmuró Lorn-. No aguantaremos mucho contra un escuadrón de cazas TIE.
Lanzó al Refugiado
en picado sobre las puertas, haciendo que los soldados de asalto se arrojaran
al suelo cuan largos eran.
-Voy a posarnos justo entre Denel y esa puerta
–exclamó Lorn-. Prepárate para abrir la escotilla mientras los mantengo
ocupados con el cañón láser. –Mientras el Refugiado
giraba para aterrizar, Lorn abrió fuego con todo lo que tenía la nave. Ni
siquiera trató de apuntar. Mantener en el suelo a esos soldados era todo lo que
importaba. Si tan sólo pudiera contener su creciente número...
***
Cuando el general Yrros entró en la cubierta del
hangar, advirtió que tres cazas TIE ya estaban siendo elevados a la cubierta de
vuelo en la parte superior de la guarnición.
-Que esos ascensores se muevan más rápido –gritó al
oficial de cubierta-. ¡Necesitamos esos cazas en el aire ya!
Los tres ascensores desaparecieron en el techo de
la cubierta del hangar, donde los cazas se prepararían para el despegue. El
general caminó con grandes zancadas al centro de control de vuelo.
-¿Están preparados los rayos tractores para la
secuencia de lanzamiento? –gruñó al capitán que estaba allí sentado.
-Sí, señor –respondió el oficial-. Los pilotos
están encendiendo las máquinas ahora. Listos para el despegue.
-Lancen cazas. –El general Yrros observó tres
puntos aparecer en la pantalla cuando los cazas TIE despegaron. Los ascensores
comenzaron a descender para otra carga. Caminó a la entrada de la estación de
control-. ¡Dense prisa! –gritó a las tropas que manejaban los pequeños rayos
tractores para conducir los cazas por los reíles del techo a los ascensores.
Justo entonces, algo chocó contra su pierna
izquierda. Yrros miró hacia abajo.
-¿Qué está haciendo aquí esta unidad R2? –Se volvió
a un soldado sentado cerca-. Cabo. Baje este droide a mantenimiento. Obviamente
tiene un problema de funcionamiento.
-Sí, señor. –El cabo examinó al droide-. R2-4B,
sígueme. –El pequeño droide no respondió. Chocó de nuevo contra el general.
-Tiene un perno de contención. Ve a buscar un
controlador –le dijo el general Yrros. Observó cómo tres cazas más eran
elevados a la cubierta de vuelo.
El cabo regresó rápidamente con el controlador en
la mano. Apuntó con él al perno de restricción del droide y pulsó el
interruptor de encendido. Pero, en lugar de desactivar el droide, una pequeña
luz indicadora roja en el perno de restricción comenzó a parpadear rápidamente.
-¿Qué es esto? –El general se inclinó para
examinarlo más de cerca-. Esto no es un perno de restricción estándar. Es...
¡es un detonador!
***
Denel vio cómo el Refugiado barría las puertas con fuego láser. Su escotilla se abrió
antes de que la nave aterrizase del todo. Corrió al pie de la rampa y la subió
corriendo, dejando atrás los rifles bláster.
En cuestión de segundos estaban en el aire y Denel
se dirigió a la cabina.
-Justo a tiempo, papá –dijo, jadeando-. Un par de
aeroexploradores estaban saliendo del hangar de vehículos.
-Los he visto –dijo su padre mientras volaban
volviendo a la ciudad.
-Tenemos que localizar a Nadra –añadió Denel-.
¿Puedes comunicarte con ella?
-Lo intentaré. –Su madre volvió a ponerse los
auriculares de comunicaciones.
En ese momento, tres cazas TIE aparecieron en su
camino, sacudiendo la nave de lado a lado.
-¡Escudos arriba! –gritó Lorn-. ¡Denel, ocúpate del
cañón láser!
Denel corrió a la torreta artillera trasera. Se
ajustó sobre los oídos los auriculares del intercomunicador de la nave, y
comenzó a seguir a uno de los cazas con la mira del arma.
-¡Allá va! –gritó. Cegadores disparos láser
impactaron de lleno en el caza. La andanada hizo estallar el TIE en pedazos,
pero al desvanecerse la explosión aparecieron más cazas.
-¡Tres más, papá! –gritó Denel.
En la cabina, una luz indicadora cobró vida en el
panel de control.
-¡Cuatrobé ha sido activado! –gritó Lorn. Inclinó
la nave hacia un lado e hizo un viraje cerrado de vuelta a la base-. Esta vez
el tiempo va a ser muy justo. -Voló bajo sobre la parte superior de la
guarnición, con los cazas TIE siguiéndole muy de cerca a su estela. Los
turboláseres de la base estaban siguiendo la trayectoria del Refugiado, pero con los cazas tan cerca
no podían arriesgarse a disparar. La nave pasó sobre la base ilesa.
De pronto, un géiser de llamas y humo negro estalló
por los aires, desintegrando los niveles superiores de la base de la
guarnición. Un caza TIE quedó atrapado en la explosión y desapareció.
Lorn luchó por mantener el control de la nave
cuando lo alcanzó la onda de choque.
-¡Cuatrobé lo ha conseguido! –aulló Denel por el
intercomunicador.
Lorn trató de quitarse de encima los cazas TIE
restantes, pero podían maniobrar más rápido que el Refugiado. Se preguntó cuánto aguantarían las modificaciones de sus
escudos.
Artis hacía lo que podía con el enlace de
comunicaciones.
-¡Nadra! Adelante, Nadra. ¡Si puedes oírme, por
favor, responde!
***
Desde la puerta del establo, Nadra apuntó el
deslizador terrestre en dirección a la base imperial.
-Aparta, madre. Voy a dejarlo marchar. –Configuró
los controles en lo que esperaba que fuera el piloto automático, pulsó el
arranque y saltó. Las dos observaron cómo volaba en línea recta por varios
segundos y luego chocaba contra un almacén abandonado, explotando en una gran
bola de fuego-. Espero que eso convenza a los imperiales para no buscarnos
–murmuró Nadra.
Al volver a encender el comunicador, Nadra escuchó
los sonidos de una batalla por el pequeño altavoz. De pronto, una gran
explosión sacudió el viejo establo de lado a lado, arrojando polvo sobre sus
cabezas.
-¡Oh, no! –gimió Nadra.
La voz desesperada de Artis se escuchó cuando se
apagaron los ecos de la explosión.
-Nadra, ¿puedes oírme?
La esperanza corrió por las venas de Nadra.
-Os oímos, Refugiado.
De momento estamos a salvo.
De pronto, la voz de Denel irrumpió.
-Nadra, danos vuestra ubicación. ¡Trataremos de
recogeros!
-Denel, tienes que olvidarte de nosotras –dijo ella
con firmeza-. Es a ti y a tu familia a quien quiere el Imperio. –Los ojos de
Nadra se llenaron de lágrimas-. Sólo vete. ¡Marchaos de aquí!
No hubo respuesta por unos segundos, pero Nadra
pudo escuchar los cañones de la nave disparando a los cazas imperiales. El
establo tembló y se sacudió cuando el Refugiado
pasó volando justo por encima, con los cazas TIE pisándole los talones.
-Nadra, no voy a abandonaros. Danos un minuto para
localizar tu señal. –Podía oír la desesperación en la voz de Denel.
-Estaremos bien. Sé de un lugar para escondernos
–respondió ella-. Dejadnos y marchaos a un lugar seguro.
-¡Nadra, por favor!
-No discutas conmigo, Denel –insistió ella,
apretando con fuerza el comunicador-. No hay tiempo. No voy a decirte dónde
estamos. ¡Simplemente marchaos!
-Nadra. –La voz de Denel tembló de emoción-.
Quédate con Cazador y cualquier otra cosa que necesites. Es todo tuyo.
-Cuida de ti y de tu familia. –Nadra se limpió las
lágrimas que corrían por sus mejillas.
-Volveré, Nadra. Volveré cuando pueda...
Nadra apagó el comunicador y lo arrojó al sucio
suelo. Con un rápido pisotón, lo aplastó con el talón.
Las dos mujeres se quedaron mirándose mutuamente
unos instantes.
-Vamos, madre.
***
Denel se recostó contra el asiento del artillero en
la torreta trasera. Todas sus frustraciones salieron hirviendo a la superficie.
Soltó un feroz grito de batalla al atrapar otro caza TIE en su visor y
dispararle. Consiguió arrancarle su panel solar de babor, haciendo que saliera
girando sin control.
El Refugiado
recibió un impacto directo.
-¡No podemos saltar a la velocidad luz a tiempo!
–gritó Artis-. ¡Nos habrán derribado los escudos antes de que podamos
marcharnos!
-Tengo un truco más en la manga –respondió a voces
Lorn-. Toma el control de la nave. Necesito el sistema de comunicaciones para
esto. –Artis tomó los controles mientras Lorn pulsaba interruptores
frenéticamente-. Si tan sólo pudiera...
Otro impacto sacudió la nave.
-¡Los escudos están cayendo! –aulló Artis.
Lorn consiguió emitir otra señal. De pronto el
sonido de los llameantes cañones láser cesó. Sólo podía escucharse el aullido
de los motores.
-¡Papá! ¡Los cañones no disparan! –gritó Denel por
el intercomunicador.
-No pasa nada, hijo –respondió Lorn-. Ellos tampoco
pueden dispararnos a nosotros. –Volvió a tomar el control de la nave-. El
ordenador de navegación tiene las coordenadas. Salgamos de aquí. ¿Listos para
el hiperespacio? –Lorn empujó las palancas del hipermotor, y el Refugiado desapareció en un destello de
luz.
***
Mientras se alejaban lentamente de Argona, Nadra
vio cuatro oscuras manchas alzándose rápidamente en el cielo. Cuando eran casi
demasiado pequeñas para poder verse, la mancha que iba en cabeza brilló y
desapareció. Los cazas TIE derrotados regresaron hacia la base.
-Han escapado, madre –dijo con respiración
agitada-. Puedo sentirlo. Han escapado.
***
-¿Cómo has hecho eso? –preguntó Denel al entrar en
la cabina.
Su padre rió y se dio golpecitos en la frente.
-Un pequeño programa que estaba desarrollando hace
unos años, usando señales de comunicaciones como sistema de guía remoto para
cazas TIE.
Lorn hizo girar los hombros y se estiró para
liberar la tensión.
-Me llevé el programa conmigo cuando abandoné el
Imperio. Alguien fue lo bastante listo para borrar la subrutina de
reconocimiento del núcleo de memoria a los controles de los cazas, pero nadie
sabía que había programado una secuencia para desactivar los sistemas de armas.
Bastante efectivo. –Lorn miró sonriendo a su familia.
-Lástima que no podamos usarlo de nuevo –dijo
Denel-. No tardarán nada en descubrir lo que ha pasado.
-Cierto –convino Lorn-. Me sorprende que aún sigan
usando los mismos códigos de control de disparo.
-Y como las armas del Refugiado son de estándares imperiales, también se desactivaron.
-Correcto otra vez, hijo. –Quedaron unos instantes
en silencio.
-¿Papá?
-Sí, Denel.
-Volveremos, cuando podamos. ¿Verdad?
Lorn se volvió para mirarle.
-Haremos todo lo que podamos, hijo. Te lo prometo.
***
Charis Enasteri miró al exterior por la ventana de
la cabaña, al cercado más allá del patio. Sonrió al ver a Nadra alimentando al
gorset negro con puñados de hierba fresca. Tras su breve experiencia con los
imperiales, Nadra había mostrado signos de fortaleza y sabiduría. Va a ser igual que su padre, después de todo,
pensó Charis.
Pensó en ese hecho mientras observaba a su hija. De
algún modo, Nadra sabía que esta cabaña abandonada, a sólo dos días de camino
desde Argona, era un lugar en el que los imperiales nunca las buscarían.
Las últimas semanas habían sido muy tranquilas.
Charis sentía que finalmente podía relajarse. Sus terroríficos sueños se habían
detenido. Su salud había mejorado, aunque sabía que sólo era algo temporal.
Eran felices allí y Charis sintió que regresaba la esperanza. Tal vez Nadra
encontraría a su padre algún día.
-Neth –susurró al aire-, tu hija te necesita.
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