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Compruebas el ordenador de seguimiento del arma;
todo sigue despejado. Te vuelves para mirar por la ventanilla... ¡y ves un rostro
monstruosamente feo que te devuelve la mirada desde fuera! Tiene grandes colmillos,
ojos bulbosos y hocico de jabalí. Gritas, y el rostro desaparece.
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