de Russel DeMaria
2 años después de la batalla de Yavin…
Ya no existe la Antigua República. La Galaxia sufre bajo el yugo de un malvado Imperio, gobernado por una criatura del Lado Oscuro de la Fuerza. Solamente una pequeña pero creciente rebelión puede detener la expansión del terror y la tiranía. Unos pocos luchadores consagrados a lograr la libertad viajan a través de la galaxia, reuniendo los distintos grupos de Resistencia planetaria en una única Alianza. Esta es la historia de un período crítico en la historia de la Alianza.
El Discurso de Mon Mothma
A bordo del crucero rebelde Independencia. De camino a Agamar en el Sector Lahara
-¿Desea un poco de este refrescante té de bayas de Dagobah, señora?
El droide de protocolo permaneció inmóvil, ligeramente inclinado sobre su cintura, como los camareros de los lujosos restaurantes de Celanon. Sus grandes ojos redondos permanecían fijos y perpetuamente optimistas. Llevaba una bandeja, sobre la cual humeaba una pequeña taza de plasticore.
-No, gracias, Deséis -respondió Mon Mothma, Jefe de Estado de la Alianza Rebelde.
En otro tiempo senadora de la Antigua República, había jugado un papel crucial en la unificación de las fuerzas dispersas que aún resistían al Imperio. Como jefa suprema de la Alianza, su poder era inmenso. Pero, en ese instante, descansaba en su despacho privado, con los pies sobre la mesa. Estaba notablemente cansada. Todos esos años de interminables viajes para reunir nuevas fuerzas en la Alianza Rebelde la habían agotado. Le costó un terrible esfuerzo incorporarse.
-Aún me esperan muchas horas de trabajo.
-Como desee, señora -dijo el droide. Con pasos rígidos, se dirigió a la unidad recicladora y depositó allí la taza-. Si me lo permite, señora, me pondré a media potencia.
La Jefe de Estado asintió con un gesto y se concentró en la pantalla del terminal de su escritorio.
Durante una hora, Mon Mothma trabajó en silencio en varios comunicados recientes. El receptor del terminal sintetizaba lentamente su voz, y de cuando en cuando ella se inclinaba sobre un acoplador de seguridad para validar los mensajes, con la ayuda de un escáner de retina y de su autorización vocal. El droide no se movió en todo el rato. Parecía una estatua, erguido, con la cabeza inclinada ligeramente hacia delante, como si se hubiera quedado dormido de pie.
-¿Deséis?
El droide cobró vida inmediatamente.
—¿Señora?
-¿No me dijiste antes que tenía que preparar un discurso para mañana?
-En efecto, señora. Lo tengo por aquí, en algún sitio. ¡Oh, cielos! ¿Dónde lo habré puesto? -el droide comenzó a dar vueltas por la habitación, meneando frenéticamente la cabeza a un lado y a otro. Finalmente se detuvo ante un armario y abrió uno de los cajones-. ¡Aquí está! -anunció, mostrando un pequeño holodisco.
Entretanto, Mon Mothma descubrió que tenía dos mensajes más en la red. Accedió al primero de ellos:
Levantó bruscamente la cabeza. Deséis estaba a punto de depositar el holodisco sobre el escritorio.
-¿Pasa algo malo, señora? -preguntó. Ella negó con la mano y tomó el holodisco.
-No, Deséis, todo va bien. Puedes descansar. Aún tengo para un buen rato.
-Como desee, señora -respondió, colocándose automáticamente en posición de reposo.
Mon Mothma introdujo el holodisco en el lector y comenzó a leer el discurso. De cuando en cuando, hizo algunas correcciones en el texto y escribió algunas anotaciones con su lápiz óptico. El mensaje de Lazlo se le había quedado perfectamente grabado en la memoria. Debía partir hacia el planeta Mon Calamari inmediatamente después de pronunciar su discurso en Agamar.
¡Seres de la Galaxia, uníos! ¡Deshaceos del yugo de la opresión Imperial!
Os agradezco vuestra presencia hoy aquí. Es un placer estar de nuevo en el hermoso planeta de Agamar. Ante todo, quiero que sepan que esta zona está fuertemente protegida por nuestras fuerzas. Tenemos un crucero de combate en órbita y hemos desplegado droides de seguridad. En otras palabras, no corremos el riesgo de un ataque por sorpresa de los imperiales. Con nosotros están a salvo... Por el momento.
¿Sabían…
...que la Antigua República fue una unión democrática de mundos, gobernada por un senado elegido legalmente? ¿Que representaba las necesidades de todos los seres de la Galaxia, sin importar raza, especie ni sector de origen?
¿Que el Emperador Palpatine fue en otra época un senador, que alcanzó el poder, robó nuestras libertades, disolvió el senado y reprimió severamente cualquier desacuerdo?
¿Que el actual Imperio está en proceso de esclavizar o destruir todas las especies, salvo la humana?
¿Que aún queda esperanza?
¡Permaneced conmigo un momento ahora, amigos míos, y descubriréis el mayor peligro al que se haya enfrentado jamás nuestra galaxia! Hay esperanza. Pero sólo si sabéis por qué estáis luchando. ¿Sabéis quiénes son vuestros aliados? ¿Conocéis a vuestro enemigo?
El droide de protocolo permaneció inmóvil, ligeramente inclinado sobre su cintura, como los camareros de los lujosos restaurantes de Celanon. Sus grandes ojos redondos permanecían fijos y perpetuamente optimistas. Llevaba una bandeja, sobre la cual humeaba una pequeña taza de plasticore.
-No, gracias, Deséis -respondió Mon Mothma, Jefe de Estado de la Alianza Rebelde.
En otro tiempo senadora de la Antigua República, había jugado un papel crucial en la unificación de las fuerzas dispersas que aún resistían al Imperio. Como jefa suprema de la Alianza, su poder era inmenso. Pero, en ese instante, descansaba en su despacho privado, con los pies sobre la mesa. Estaba notablemente cansada. Todos esos años de interminables viajes para reunir nuevas fuerzas en la Alianza Rebelde la habían agotado. Le costó un terrible esfuerzo incorporarse.
-Aún me esperan muchas horas de trabajo.
-Como desee, señora -dijo el droide. Con pasos rígidos, se dirigió a la unidad recicladora y depositó allí la taza-. Si me lo permite, señora, me pondré a media potencia.
La Jefe de Estado asintió con un gesto y se concentró en la pantalla del terminal de su escritorio.
Durante una hora, Mon Mothma trabajó en silencio en varios comunicados recientes. El receptor del terminal sintetizaba lentamente su voz, y de cuando en cuando ella se inclinaba sobre un acoplador de seguridad para validar los mensajes, con la ayuda de un escáner de retina y de su autorización vocal. El droide no se movió en todo el rato. Parecía una estatua, erguido, con la cabeza inclinada ligeramente hacia delante, como si se hubiera quedado dormido de pie.
-¿Deséis?
El droide cobró vida inmediatamente.
—¿Señora?
-¿No me dijiste antes que tenía que preparar un discurso para mañana?
-En efecto, señora. Lo tengo por aquí, en algún sitio. ¡Oh, cielos! ¿Dónde lo habré puesto? -el droide comenzó a dar vueltas por la habitación, meneando frenéticamente la cabeza a un lado y a otro. Finalmente se detuvo ante un armario y abrió uno de los cajones-. ¡Aquí está! -anunció, mostrando un pequeño holodisco.
Entretanto, Mon Mothma descubrió que tenía dos mensajes más en la red. Accedió al primero de ellos:
De: Arhul HextrophonEl segundo mensaje decía:
A: Mon Mothma
Nivel de seguridad: Alto Secreto
Asunto: Nuevo discurso de reclutamiento Mon Mothma:
Le he dado a su droide D6-L5 un nuevo borrador del discurso que usted escribió. Sea tan amable de examinarlo y enviarme sus comentarios a mi oficina. Como ya sabe, debe pronunciar este discurso mañana en Agamar. Se ha localizado en este planeta un fuerte movimiento de resistencia, pero aún no forma parte de la Alianza. Este nuevo discurso debería motivarlos, al igual que los nuevos panfletos y hologramas que examinó la semana pasada.
Estaré disponible en cualquier momento si necesita contactar conmigo.
Respetuosamente, Arhul Hextrophon
De: LazloNo había firma. Mon Mothma frunció el ceño y borró inmediatamente ese mensaje aparentemente insignificante. Estaba escrito con un código privado ultra-secreto. Lo había descifrado automáticamente. Lazlo era el nombre en clave del General Madine. Debéis encontraros con un nuevo embajador era una frase codificada que significaba que la Alianza Rebelde la necesitaba para planificar una misión contra algún objetivo imperial de gran importancia estratégica. Y, en ese contexto, dos semanas correspondían a dos días.
A: Mon Mothma
Debéis encontraros con un nuevo embajador en dos semanas.
Levantó bruscamente la cabeza. Deséis estaba a punto de depositar el holodisco sobre el escritorio.
-¿Pasa algo malo, señora? -preguntó. Ella negó con la mano y tomó el holodisco.
-No, Deséis, todo va bien. Puedes descansar. Aún tengo para un buen rato.
-Como desee, señora -respondió, colocándose automáticamente en posición de reposo.
Mon Mothma introdujo el holodisco en el lector y comenzó a leer el discurso. De cuando en cuando, hizo algunas correcciones en el texto y escribió algunas anotaciones con su lápiz óptico. El mensaje de Lazlo se le había quedado perfectamente grabado en la memoria. Debía partir hacia el planeta Mon Calamari inmediatamente después de pronunciar su discurso en Agamar.
Una llamada a la razón
(Discurso para ser leído en primer lugar en Agamar)
¡Seres de la Galaxia, uníos! ¡Deshaceos del yugo de la opresión Imperial!
Os agradezco vuestra presencia hoy aquí. Es un placer estar de nuevo en el hermoso planeta de Agamar. Ante todo, quiero que sepan que esta zona está fuertemente protegida por nuestras fuerzas. Tenemos un crucero de combate en órbita y hemos desplegado droides de seguridad. En otras palabras, no corremos el riesgo de un ataque por sorpresa de los imperiales. Con nosotros están a salvo... Por el momento.
¿Sabían…
...que la Antigua República fue una unión democrática de mundos, gobernada por un senado elegido legalmente? ¿Que representaba las necesidades de todos los seres de la Galaxia, sin importar raza, especie ni sector de origen?
¿Que el Emperador Palpatine fue en otra época un senador, que alcanzó el poder, robó nuestras libertades, disolvió el senado y reprimió severamente cualquier desacuerdo?
¿Que el actual Imperio está en proceso de esclavizar o destruir todas las especies, salvo la humana?
¿Que aún queda esperanza?
¡Permaneced conmigo un momento ahora, amigos míos, y descubriréis el mayor peligro al que se haya enfrentado jamás nuestra galaxia! Hay esperanza. Pero sólo si sabéis por qué estáis luchando. ¿Sabéis quiénes son vuestros aliados? ¿Conocéis a vuestro enemigo?
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