Algo sobre lo que meditar
Morrie Mullins
Las vi por primera vez cuando
entramos en la atmósfera superior de Genarius. Pensé que eran alguna especie de
lejana tormenta de radiación, y casi desvié el rumbo, pero algo atrajo mi
atención. Los colores; no eran los adecuados para una tormenta de radiación.
Las propias nubes, una mezcla arremolinada de naranja y azul, parecían lanzar
chispas rosas y violetas, aunque las “chispas”, como las llamé al principio,
eran demasiado suaves. Era como ver la electricidad desplazándose en un arco
perfecto entre dos polos, una curva tan sutil y elegante que, desde la
distancia, era fácil verlo como una chispa. Pero los destellos de color, los
toques de intensidad entre las nubes, me atrajeron. Esa fue la primera vez que
vi un banco de cochleras.
Generalmente, hay entre treinta
y cincuenta de estas cosas en un banco. Se deslizan por las nubes, tomando los
gases, procesándolos, y parpadeando con tonos rosas, violetas y blancos. Si
nunca los habéis visto, es casi imposible describirlos, pero supongo que haré
lo que pueda.
De cerca, son realmente bastante
desagradables. De una forma hermosa, supongo. Sus cuerpos superiores son sacos
globulares claros, llenos de un fluido turbio de donde entran y salen los
brillantes arcos de energía. Su carne –si se le puede llamar así- parece
flexible, y sus cuerpos cambian de forma conforme varían las corrientes de las
nubes, retorciendo las criaturas en direcciones imposibles. Cada una de las
clochleras tiene media docena de largos apéndices, cada uno de entre tres y
veinte metros de largo, aunque curiosamente el tamaño de los cuerpos no cambia
considerablemente, sólo la longitud de los apéndices. No estoy seguro de poder
llamarlos tentáculos, porque eso siempre ha implicado (al menos para mí) que
puedan tener algún tipo de utilidad. Nunca he visto una cochlera usando esos
miembros colgantes, así que he llegado a pensar en ellos como seudópodos, y si
algún xenobiólogo quiere venir y echar un vistazo y decirle al universo qué son
en realidad, bueno, por mí perfecto.
Es muy parecido a ver un saco de
mocos con seis largas colas viscosas tras él. Pero el modo en que cambia la
piel hace que parezca que los gases se deslizan sobre ella y reaccionan con
algo del interior –cosa que supongo que realmente ocurre-, y el movimiento de
los seudópodos es casi hipnótico. Merece la pena observar esos momentos en que
algo en su interior cambia y aparecen los arcos de colores, y cuando te
concentras en ver lo que ocurre en su interior, en lugar de prestar atención al
aspecto que tienen en la superficie, es difícil apartar la mirada.
Si alguna vez estáis en Cularin,
esas criaturas son todo un espectáculo. Nunca me he cruzado en la galaxia con
otra cosa como ellas. Lo dice JB, echadles un vistazo.
-fragmento
de El gigante gaseoso Genarius, cuaderno de viaje de Jaan Bluum
Las cochleras son una especie de
criatura que sólo se encuentran en las nubes de Genarius. Flotan en las
corrientes presentes en los gases, viajando en agrupaciones dispersas conocidas como “bancos”. Hay cierta
especulación en cuanto a la relación que existe entre las criaturas que conforman
un banco de cochleras, pero su fisiología hace que la separación por familias –tal
y como las conocemos- sea bastante difícil.
Las cochleras se reproducen
dividiéndose por sí mismas en dos piezas idénticas. Aunque continúa vigente la
especulación acerca de cuál es detonante de la división de una criatura en dos,
deben existir ciertas condiciones para que ocurra la fisión. Primero, la
cochlera debe encontrarse cerca de una bolsa de beskio pesado. Dado que ese no
es uno de los gases que las criaturas usan para nutrirse, no está claro por qué
ese gas es necesario, pero nunca se ha registrado un caso de reproducción de
cochleras en ausencia del beskio.
Además, debe haber otras
cochleras cerca. La fisión nunca se realiza de forma aislada a un banco, y de
hecho, una cochlera que entra en contacto con beskio pesado sin al menos media
docena de otros miembros de su especie cerca, se limitará a hincharse,
haciéndose cada vez mayor hasta que finalmente estalla. Eso ha conducido a
algunos xenobiólogos a especular que puede que las cochleras liberen en la
atmósfera de Genarius productos químicos que permitan que otras se dividan y
creen más de su especie. De ser así, eso significa que las criaturas no son tan
similares a las amebas como podría pensarse inicialmente, al menos al ver su
actividad reproductiva. Por desgracia, los investigadores nunca han sido
capaces de acercarse lo suficiente a una cochlera en estado de fisión para
obtener muestras atmosféricas que puedan ayudarles a determinar qué (si es que
hay algo) puede haber sido liberado por el resto del banco mientras la criatura
se dividía para crear una nueva vida.
Una condición final que debe
cumplirse para que la cochlera se reproduzca es que el propio Genarius debe
estar experimentando fuertes tormentas cerca de su núcleo. Aunque esto no es
especialmente inusual, hay momentos de calma, en los que las tormentas se
vuelven mucho menos intensas. Durante esos momentos, la tasa de mortalidad
entre las cochleras se incrementa dramáticamente. Si las criaturas no pueden
dividirse, con el tiempo se hinchan hasta el punto que el gas del interior de
sus cuerpos las revienta, literalmente.
Debido a la ubicación de Cularin,
y debido a la falta de interés en las cochleras, no hay disponibles más
detalles acerca de las capacidades reproductoras de las criaturas. Realmente
son una hermosa adición al paisaje nuboso de Genarius, y siguen siendo un misterio.
La razón por las que las cochleras
no han sido estudiadas con más detalle es que ciertos grupos poderosos están entorpeciendo
los esfuerzos al respecto. Con el fin de mantener el interés y la investigación
al mínimo, se ha difundido desinformación, incluyendo rumores acerca de toxinas
segregadas por las criaturas cuando se les acercan seres vivos, su tendencia a
usar sus seudópodos para ionizar los motores de las naves cercanas, y cosas por
el estilo.
En realidad, las cochleras son
pacíficas y dóciles, y se contentan con mantenerse lejos de cualquier cosa que
pudiera causarles daño. Son muy buenas advirtiendo los cambios en el flujo de
las corrientes de gases que les rodean, y si algo demasiado grande está
desplazando lo gases, las cochleras generalmente se dirigen a otra región del
planeta. Carecen de defensas naturales para defenderse adecuadamente de
depredadores, pero por suerte no existen depredadores naturales en Genarius.
Sin embargo, recientemente las
cochleras se han convertido en objeto de cacerías. Si una cochlera es capturada
viva, los fluidos de su saco corporal pueden drenarse y filtrarse para extraer
un pálido icor blanco. Este icor, al ser ingerido, proporciona inmunidad
limitada ante algunas habilidades relacionadas con la Fuerza. Los poseedores de
este conocimiento se han esforzado mucho por mantenerlo fuera del dominio
público. Siguen existiendo algunos rumores, pero sólo un puñado de individuos
tienen acceso al conocimiento y el equipo necesarios para realizar la, sin
duda, dolorosa extracción de los fluidos de las criaturas.
La mayoría de las veces, el icor
se dispone en una cápsula de gel para su ingesta por vía oral. El sabor es más
que repugnante, y muchos de los que tratan de tragar una cápsula con el icor en
su interior terminan vomitando dolorosamente durante un buen tiempo. Muchos no
obtienen ningún beneficio de la cápsula, pero otros desarrollan una inmunidad temporal
al control mental mediante la Fuerza, aunque se vuelven incapaces de usar esa
misma habilidad. Ninguna otra habilidad de la Fuerza se ve afectada por la
ingesta de la cápsula.
Las cochleras tratarán de
defenderse contra intrusos agitando sus seis seudópodos. Cuando entran en
contacto con un objeto con energía, sus seudópodos sueltan una descarga con efecto
equivalente a un rifle iónico. Como criaturas nativas de las nubes de gas, las cochleras
pueden fundirse con los remolinos de colores si sienten peligro. El cuerpo de
las cochleras requiere ser capaz de moverse y actuar para seguir funcionando.
Por tanto, los efectos del aturdimiento pueden ser devastadores para estas
criaturas.
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