Felanil Baaks, artesano Jedi
Morrie Mullins
Felanil Baaks nació para ser un
Jedi. Desde los primeros días de su vida en el sistema Duro hasta su
entrenamiento en Coruscant, pasando por su trabajo en el refinamiento de la
creación de sables de luz, ha demostrado bastante profusamente que hay tantas
formas de ser Jedi como Jedi hay en la galaxia. Ahora, con la guerra amenazando
con hacer añicos la República, Baaks ha venido a Cularin. Las lecciones que
puede enseñar son de menos utilidad en Coruscant, donde gran parte de la
actividad diaria de los Jedi se centra en la defensa de la República.
A pesar de todo su
entrenamiento, Baaks no es realmente un guerrero, ni tampoco un diplomático. Si
se viera obligado a describirse a sí mismo, las primeras palabras que usaría
(aparte de “Jedi”, por supuesto) probablemente serían “artista” y “profesor”.
El medio de su arte es el sable de luz; no tanto su uso como su diseño y
construcción. Felanil Baaks es un artesano Jedi, uno de entre un puñado en la
galaxia, y ha venido a Cularin en busca de lo que cree que puede ser su última
clase de pupilos. El siguiente texto son sus propias palabras, pronunciadas en
un discurso de presentación en Almas.
Saludos, Padawans. Saludos,
Caballeros. Saludos, Maestros Lanius y Devan. Me llamo Felanil Baaks. Soy
fabricante de sables de luz.
No soy una persona dada a hablar
mucho de mí mismo. De hecho, ¡me considero uno de los temas menos interesantes
posibles! Sin embargo, el Maestro Lanius me ha pedido que hable de quién soy,
de dónde vengo, por qué estoy aquí, y qué tengo que ofreceros en esta época de
grandes conflictos en toda la galaxia. Me siento en gran deuda con él por
permitirme que venga a vuestra maravillosa academia y transmitir los escasos
conocimientos que he obtenido en mi tiempo como miembro de la Orden Jedi. Así
que hablaré, pero me esforzaré por hacerlo breve. Aquellos de vosotros que
trabajáis conmigo descubriréis que no hablo mucho. En breve hablaré más al
respecto.
Ya os he dicho quién soy en
nombre y en oficio. Para ser más exacto, soy lo que podríais denominar un
artesano Jedi. Desde hace tiempo he tratado de comprender la naturaleza de la
Fuerza. A todos se nos enseña que la Fuerza es un campo de energía creado por
todos los seres vivos. Cuando examinamos el sable de luz –un arma, una
herramienta, un objeto inanimado en el que reside la Fuerza-, nos enfrentamos entonces
a un dilema. ¿Cómo comprendemos esta manifestación de la Fuerza? Ciertamente,
la Fuerza mantiene unidas todas las cosas de la galaxia, sean orgánicas o
inorgánicas. Pero un sable de luz es algo más. Es un objeto, una cosa
inorgánica, en la que canalizamos nuestra esencia, nuestra conexión esencial con
la Fuerza. Si antes existía un lazo entre la Fuerza y esa carcasa, esos
interruptores, esos cristales, era tan pequeño que era prácticamente
insignificante. Sin embargo, cuando terminamos, hemos creado un objeto de
inigualable belleza y elegancia, capaz de arrebatar vidas y de protegerlas.
Pensamientos como ese me
condujeron a explorar la creación de sables de luz con más detenimiento del que
la mayoría de nosotros suele dedicar. Para la mayoría de los Jedi, la creación
del sable de luz es un rito de paso, una señal de que están listos para dejar
de ser Padawans y convertirse en protectores de la galaxia en la que todos nos
esforzamos por existir, cada uno a su manera. Para algunos de nosotros, la
creación de ese primer sable de luz es sólo el comienzo. Cuando completé mi
primer sable de luz –cuelga ahora mismo de mi cintura, aunque ha cambiado
mucho, y nada al mismo tiempo, desde la primera vez que infundí la Fuerza a los
cristales de su interior- lo observé y pensé que podría ser mejor. Vi que la
conexión creada entre yo mismo y el sable de luz era una representación
imperfecta de mi propia conexión con la Fuerza. Eso me hizo desear saber más,
comprender más. Estoy aquí ahora debido a esos deseos, y debido a la imperativa
responsabilidad de compartir lo que he aprendido.
Eso es quién soy y lo que soy.
En cuanto a de dónde vengo, nací en el sistema Duro. Los detalles nunca han sido
importantes para mí, ya que mi familia me entregó a los Jedi a una edad muy
temprana. Reconocieron que mis dones me permitirían contribuir a la galaxia de
un modo que no implicaba hipermotores o la Carrera Kessel. Considero que mi
infancia comenzó en Coruscant, donde recibí entrenamiento con el sable de luz
de manos del Maestro Yoda, entre otros.
Yo me describiría como un alumno
corriente. No sobresalí en las formas de combate. El Maestro Yoda una vez
bromeó diciendo que yo era un maestro de la Forma Cero: blandir el sable de luz
sin llegar a encenderlo. Por favor, podéis reíros con libertado, porque hubo
algunas risas cuando el Maestro lo dijo. Pero debéis recordar –nos dijo esto a
todos, y yo os lo digo ahora a vosotros- que la Forma Cero es la forma más
auténtica de blandir un sable de luz. Si no podéis blandir un sable de luz sin
encenderlo, entonces deberíais cuestionaros si sois dignos de blandirlo en cualquier
caso. No dudo que haya muchos entre los presentes –incluidos algunos Padawans-
que me derrotarían con facilidad si nos enfrentáramos en un combate de práctica
con sables de luz. Sin embargo, ser capaz de derrotar a otro ser es
insignificante a menos que seas capaz de comprender a ese ser, y aceptar que si
la situación fuera diferente, él tendría la misma justificación para matarte
que la que tú sientes para matarle a él. Debes comprender cuándo encender y
cuándo ignorar. Esa es la Forma Cero.
De donde vengo, entonces, es de
los Jedi. Creo en lo que hacemos. Es justo proteger a aquellos que no pueden
protegerse a sí mismos. Estoy orgulloso de ser un Jedi. Estoy orgulloso de
entrenar a otros Jedi.
Estoy aquí, en Cularin, para transmitir
y registrar lo que sé acerca de la creación de sables de luz. Tomaré pupilos
mientras estoy aquí; tal vez algunos de vosotros. Pero no tomaré un Padawan.
Nunca he tomado un Padawan, y nunca lo haré. Ofreceré lo que podríais
considerar como entrenamiento avanzado en el arte y el oficio del diseño y la
construcción de sables de luz. Sólo aquellos que ya han fabricado sus propios
sables de luz pueden expresar su interés. Si no habéis demostrado al menos esta
habilidad en el hecho de la creación, entonces no estáis preparados para
lecciones más avanzadas.
Me han dicho que un sable de luz
que fabriqué hace algún tiempo ha llegado a Almas, como regalo del Maestro
Windu a uno de vosotros. Si es el sable de luz que recuerdo, quedé complacido
con el trabajo, y me alegra saber que está en manos que lo usarán sabiamente.
Esa es la naturaleza de lo que hago: creo, y luego libero. Si vais a trabajar
conmigo, también debéis daros cuenta de que esa es la naturaleza de la
creación. No nos aferramos a las cosas que traemos al mundo. Al igual que mis
padres no se aferraron a mí cuando supieron que tenía un destino distinto al
que ellos pudieran haberme ofrecido, y al igual que yo mismo no me he aferrado
a la docena larga de sables de luz de alta calidad que he creado con carcasas
de cristal, madera o piedra –o, en un caso que presentó el mayor desafío de
ingeniería, una matriz líquida suspendida en un tubo de gravedad comprimida-, vosotros
también observaréis que a menudo el fruto de vuestros actos creativos no es “vuestro”.
La creación es un producto de la
Fuerza. La Fuerza siempre dispondrá a su antojo de aquello que ayuda a crear.
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