Claramente, el carguero YT-1300 Facetado había sido altamente modificado
a lo largo de su vida. Equipamiento de aspecto precario cubría el exterior gris,
algunos de ellos reconocibles como armas o sistemas sensores, y otros que
Carmesí no pudo ni empezar a identificar. Demasiado agotada para preguntar por
ello, siguió a la mujer alta al interior. Contrastando con el caótico exterior,
el interior de la nave estaba inmaculado, excesivamente para tratarse de una
nave propiedad de un carroñero. O de un contrabandista, pensó Carmesí, recordando
lo “relajado” que Kaj y ella tendían a dejar el interior del Kajme.
Para sorpresa de Carmesí, Thune soltó una risita.
-Sí, esa es la reacción de casi todo el mundo...
aunque no mucha gente llega a ver el interior de esta nave. Por suerte, tengo
ayuda.
Como si eso hubiera sido una señal, un droide de
tonalidad verdosa entró en el pasillo desde popa. Una variación del modelo estándar
3PO de relaciones cibernéticas-humanas, el droide era ligeramente más
corpulento que su predecesor pero tenía la misma expresión de perplejidad perpetua
que había divertido o fastidiado a tantos propietarios a lo largo de los años.
El droide alzó sus brazos metálicos.
-¡Oh, que los dioses me asistan! ¡Ama Thune, no
tenía ni idea de que iba a traer visita! ¡Habría puesto orden! Oh, este
desorden es completamente terrible. Realmente debería haberme informado de...
Thune interrumpió al droide.
-Uthre, esta es Carmesí. Va a volver al
espaciopuerto con nosotros.
-¿Volver al espaciopuerto, ama Thune? Pero yo creía
que...
-Cállate, Uthre, y ve a comprobar los amortiguadores
aluviales.
-Pero yo...
-Ve.
Molesto, el droide obedeció, y su voz siguió escuchándose
cada vez más amortiguada mientras se dirigía a la cabina.
-Cielos, realmente no sé cómo se espera que pueda
trabajar eficientemente con tantos cambios de planes. Vaya, yo...
Thune meneó la cabeza mientras se quitaba la
chaqueta y la funda del arma.
-A veces esa maldita máquina puede ser increíblemente
molesta. Uno de estos días, voy a abandonarlo sin más en alguna parte.
Carmesí, que había conocido varios droides de
protocolo en su vida, no pudo evitar reírse.
-Te compadezco. Yo nunca quise tener uno.
-Bueno, pese a ser un quejica, U-THR es un valioso
recurso; tiene una asombrosa capacidad de almacenamiento de archivos y puede
encontrar cualquier dato que necesite en un instante. Resulta útil en mi
trabajo.
-¿Tu trabajo? Creí que eras una carroñ... quiero
decir... –La tez de Carmesí se aproximó al color de su cabello-. Bueno, no
pretendía ofender.
-No me ofende. Me dedico a veces al carroñeo, pero
mi línea de trabajo principal es la distribución de bienes sin los impedimentos
de ciertas partes interesadas, si entiendes a qué me refiero.
Carmesí parpadeó. Una contrabandista. Al igual que
ella, Thune era una contrabandista.
-Sí... creo que sé a qué te refieres.
Thune la miró a los ojos.
-Tenía el presentimiento de que lo harías.
Carmesí mantuvo su mirada, calculando cuánto
contarle a esta mujer que acababa de conocer.
-¿Qué buscaban?
La pregunta directa de Thune la pilló con la
guardia baja, y de pronto sintió una tremendamente fuerte necesidad de contarle
a alguien –a quien fuese- lo que les había ocurrido a Kaj y a ella. Durante
casi un cuarto de hora, le explicó su situación.
-Me da la impresión de que vuestro amigo Bwahl no
compartía la visión de tu amigo de la situación –señaló Thune cuando Carmesí
hubo terminado.
Suspirando, Carmesí recordó la discusión que habían
dejado a medias acerca de traficar armas para los rebeldes.
-No, y no estoy segura de que yo lo hiciera
tampoco, la mitad de las veces. No logro entender cómo me dejé convencer por
ese cabeza de ronto para seguir adelante con su plan.
-Te das cuenta de que los cazarrecompensas lo han
capturado, ¿verdad?
Carmesí apartó la mirada.
-Sí, eso supuse. Bwahl dijo que pronto tendríamos
su respuesta... supongo que ya la hemos recibido. –Apoyó la cabeza en sus
manos. Kaj... pedazo de idiota.
-Puedo ayudarte a recuperarle.
Eso hizo que la cabeza de Carmesí se levantase de
golpe.
-¿Cómo? No hay forma de saber quién lo tiene, o a
dónde lo han llevado.
-Ya te he hablado de mi valioso recurso. –Thune pulsó
un interruptor de intercomunicador-. Uthre, te necesito aquí.
-Ya voy, ama Thune, yo... –La alegre voz del droide
quedó interrumpida cuando ella cortó el contacto.
-No puedo pagarte. Te he dado mis últimos créditos.
Thune simplemente meneó la cabeza.
-No te preocupes por eso... pareces bastante
mañosa. Puedes trabajar para pagarlo.
Sin ninguna otra opción, Carmesí aceptó los
términos.
Un momento después, el droide entró.
-¿Cómo puedo ayudarle?
-Uthre, parece que el socio de nuestra amiga ha
sido capturado por cazarrecompensas...
-Oh, cielos, eso es atroz, es...
-Silencio. Necesito que accedas a nuestra base de
datos y busques cazarrecompensas conocidos por trabajar en este sector. –Se volvió
hacia Carmesí-. A través de varios contactos, hemos sido capaces de rastrear
los esfuerzos de varios buscadores de recompensas, pero no de todos ellos.
Puede que esto no nos diga nada, pero merece la pena intentarlo.
-Gracias. –Carmesí escuchó cuando el droide comenzó
inmediatamente a recitar los datos.
-Skorr, Gribbet, Giles Durane, Valance, Cypher
Bos...
-Uthre. La mayoría de ellos están muertos. ¿De qué
me sirve una lista de cazarrecompensas muertos?
-Oh, lo lamento terriblemente, ama. Por supuesto,
limitaré mis parámetros de búsqueda a aquellos que sigan en activo buscando recompensas.
-Gracias –respondió Thune con aire cansado.
-Oh, de nada, ama –respondió complacido el droide,
y luego procedió a enumerar otros diecisiete nombres, ninguno de los cuales
había sido visto cerca de Ord Mantell en el último mes.
Carmesí se hundía cada vez más en su asiento con
cada nombre que era descartado.
-Bueno, eso no ha sido de mucha ayuda.
Thune se volvió hacia ella y alzó una ceja.
-Al contrario, nos ha permitido descartar muchos de
los jugadores más importantes: Fett, Nataz, Goa, Dengar. Ahora que sabemos
quién no es, es hora de descubrir quién es.
***
Carmesí examinó a su oponente, entrecerrando sus
ojos verde esmeralda.
-Tú mueves.
U-THR estudió el holotablero de juego, inclinando
la cabeza de un lado a otro, con la mano bajo su barbilla metálica, recorriendo
su “mandíbula” con el pulgar; si Carmesí no supiera que no era así, casi habría
imaginado que el droide era más humano que mecánico.
-Debo decir, ama Carmesí, que es una jugadora de lo
más hábil. No he tenido la oportunidad de jugar contra nadie de su talla desde
antes que la ama Thune me adquiriera.
-¿Thune no juega a holojuegos? –preguntó Carmesí.
-Oh, no. La ama Thune prefiere el sabacc.
Carmesí soltó una risita.
-Se llevaría bien con Kaj.
-¿Quién se llevaría bien con Kaj? –preguntó Thune,
entrando a la cabina central del Facetado.
-Estábamos hablando de ti y el sabacc.
Thune frunció los labios, pensativa. Por un
momento, Carmesí habría jurado poder detectar un atisbo de preocupación, o tal
vez empatía.
-¿Tú y Kaj estabais muy unidos?
Carmesí bajó la mirada al tablero de juego. No
estaba segura de lo que sentía por Kaj. Desde luego, ahí había algo, no podía
negarlo. ¿Estaba dispuesta a admitir que puede que lo viera como algo más que
un simple socio de negocios? Él le gustaba... probablemente más de lo que
debiera. Pero sus planes eran descabellados. Y su última idea de trabajar para
la Alianza... ¿cómo podía arriesgarse a perder a alguien a quien amaba? Alzó la
mirada, convirtiendo su rostro en una máscara de piedra.
-Llevamos... trabajando juntos mucho tiempo.
-No se preocupe, ama Carmesí –intervino U-THR-. La
ama Thune es experta en rastrear gente; estoy seguro de que encontraremos a su
amigo.
-¿Experta? –preguntó Carmesí, pasando la mirada del
droide a Thune y luego de vuelta al droide.
-Desde luego –respondió Uthre-. Así es como llegué
a estar a su servicio. Mi anterior amo, antes de su muerte a manos de...
-Uthre... ¡cállate! –gruñó Thune.
Carmesí sonrió. Típica contrabandista, poco
dispuesta a dejar su pasado a la vista para que cualquiera pudiera verlo,
especialmente cuando había negocios cuestionables involucrados. Lo entendía
porque había sido su propio credo esos últimos dos años. Había tantas cosas que
aún no había compartido con Kaj...
Thune miró con desdén al droide, y luego se volvió
hacia Carmesí.
-Lamento interrumpir tu holojuego, pero tenemos un
ligero cambio de planes. Nos dirigimos a Ord Simres.
-¿Has escuchado algo? –preguntó Carmesí.
-He estado hablando por el comunicador con un
traficante de información colega mío en Ord Mantell. Hay una oportunidad de que
tu socio haya sido capturado por un cazarrecompensas llamado Treytis Prash.
-Pero, ama Thune, Prash trabaja para...
-Silencio, Uthre –ladró Thune con voz desagradable.
Volvió a mirar a Carmesí-. Prash fue visto por última vez en el SalvaCartas, un
pub de moda en Ord Simres. Estaba fanfarroneando acerca de una recompensa que
iba a obtener de vuestro colega Bwahl.
-¿Prash? ¡Tiene que ser el que se llevó a Kaj! –dijo
Carmesí, esperanzada por primera vez en horas de poder volver a verle con vida.
-¿Querrías venir conmigo a la cabina?
-Claro –respondió Carmesí. Poniéndose en pie,
estiró las piernas-. Uthre, tal vez podamos terminar esta partida más tarde.
-Eso sería ciertamente de lo más agradable, ama
Carmesí.
-Thune, tal vez deba retirar lo que dije sobre los
droides de protocolo. Uthre es un competidor bastante bueno. Hacía eones que no
jugaba una partida de B’shingh tan entretenida.
-Vaya, gracias, ama Carmesí. He sido programado
para varios niveles...
-Sí, muy bien –interrumpió Thune-. Uthre, comprueba
los proyectores del escudo deflector trasero. Me están dando algunas lecturas
extrañas.
-No lo entiendo –dijo Uthre. Caminando hacia la parte
trasera de la nave, continuó murmurando para sí mismo-. Efectué una
comprobación completa de sistemas después de corregir el problema con los
amortiguadores aluviales. Parecían estar perfectamente en orden...
Thune puso los ojos en blanco.
-No es una unidad 3PO tan mala, Thune –dijo Carmesí
mientras seguía a la otra mujer hasta la cabina-. Deberías tratarle con más...
humanidad.
-Es sólo un droide, Carmesí, una herramienta. Yo
soy la jefa. Él sólo hace lo que yo digo. No me gusta la cháchara inútil, y le
hago callar cuando quiero.
-De acuerdo. –Carmesí se encogió de hombros y se
sentó en el asiento del copiloto. Por el rabillo del ojo, vio las manos
expertas de Thune manipular una docena de controles distintos en rápida
sucesión. Buena piloto, pensó, casi tan buena como yo.
***
Cuarenta minutos después, las dos mujeres vigilaban
el SalvaCartas en Ord Simres. ¿De moda? Carmesí rio entre dientes. Si esta era
la idea de Thune de un local de moda, le encantaría ver qué es lo que
consideraba cutre. Pero Carmesí tenía que admitir que el SalvaCartas tenía
cuatro veces mejor aspecto que los demás
establecimientos que habían pasado de largo en su camino desde el cercano
espaciopuerto.
-Thune –dijo Carmesí-, quiero volver a darte las
gracias por ayudarme.
-Mis servicios no son gratuitos, ¿recuerdas?
Accediste a trabajar para pagarme.
-Sí, lo sé. Pero...
-Ese es –dijo Thune-. Ese es Prash.
Carmesí estudió al caballero elegante que caminaba
hacia la entrada de la cantina. Era un humano bien vestido, alto, de cabello
negro y una buena planta musculosa... en absoluto el cazarrecompensas típico
que hubiera visto o del que hubiera oído hablar. Sus dos compañeros tenían
aspecto de guardaespaldas. Los ojos del rodiano capturaban cada movimiento que
hubiera en las calles, con la mano posada ligeramente por encima de la
empuñadura de su bláster enfundado, mientras que el krish era más obvio,
blandiendo un rifle BlasTech Sharpshooter V totalmente ilegal con un amplio
movimiento de barrido.
Prash y sus amigos desaparecieron en el interior
del pub.
-Vamos –dijo Thune.
-¿Estás segura de querer hacer esto? –preguntó Carmesí
cuando Thune comenzó a cruzar la calle.
-Sí, estoy segura –respondió Thune en ese tono
impaciente que usaba tan a menudo con U-THR.
Meneando la cabeza, Carmesí dio varias largas
zancadas por la escasamente iluminada avenida y la alcanzó.
-Supongo que no podremos solucionar esto hablando –dijo
mientras aminoraban su paso a una tranquila marcha.
-Me temo que tendrá que ser rápido y sucio –respondió
Thune en voz baja-. Esos dos guardaespaldas no serán muy dados a hablar.
Ocupémonos de ellos primero, y luego podremos hablar amablemente con Prash.
Carmesí asintió con aire sombrío mientras entraban
en el pub. Todos los ojos del lugar estaban clavados en el escenario, donde una
curvilínea mujer y sus coristas cantaban melódicamente. Thune encendió su
comunicador tratando de no hacer ruido, susurró algunas palabas en él, y luego
lo apagó. Sacó su bláster, señalando con la cabeza hacia una mesa cerca del fondo
de la sala. Carmesí agarró con fuerza su propio DL-44 y caminó junto a Thune.
El krish las vio primero. Mientras levantaba su
rifle bláster, Thune abrió fuego, matándolo en el acto. El disparo de Carmesí
medio segundo después abatió al rodiano. Prash se quedó mirando fijamente a las
dos mujeres, con una mezcla de rabia y sorpresa en su rostro. Era demasiado
listo como para intentar sacar su propia arma.
-¿Dónde está Kaj? –dijo Carmesí casi gritando.
Prash frunció el ceño.
-¿Quién? –dijo.
-Kaj Nedmak, el piloto que tus cazarrecompensas capturaron.
-No sé de qué me estás hablando –dijo Prash,
mostrando más indignación en su voz con cada palabra-. Nunca he oído hablar de
nadie llamado Kaj. No tengo ningún cazarrecompensas. Y si alguien está hoy de
caza, ¡diría que sois vosotras!
-¡Silencio! –ladró Thune-. Comprueba la sala,
Carmesí. Yo vigilaré a este.
De pronto, Prash se lanzó contra Carmesí, haciendo
que el bláster se le cayera de las manos. Sonó un disparo. Prash se derrumbó en
el suelo a los pies de Carmesí. Carmesí miró fijamente a Thune.
-¿Por qué lo has matado? ¡Ahora nunca encontraremos
a Kaj!
Thune meneó la cabeza y se rio.
-Eres demasiado ingenua para ser contrabandista,
Roja –dijo, inclinándose para recoger el bláster de Carmesí-. Además, no está
muerto.
-¿Qué? –gritó Carmesí, confusa y enfurecida por la
actitud de Thune.
-Agarra al tipo este por los brazos y ayúdame a
llevarlo fuera –dijo Thune. Su tono no era nada amable. Su comentario era una
orden, lisa y llanamente-. Uthre ya debe de haber llegado con el deslizador.
-¿Qué está pasando, Thune? –preguntó Carmesí, con
el corazón latiéndole con fuerza cuando vio su bláster desaparecer en los
pliegues de la chaqueta de Thune.
-Acabas de ayudarme a capturar a uno de los
principales traficantes de armas para la Alianza Rebelde. Hay tantas
recompensas imperiales por la cabeza de Prash que podría vivir como el propio Emperador
y no volver a trabajar un solo día de mi vida.
-Espera un momento. ¿Eres una cazarrecompensas?
¿Prash decía la verdad?
-Ya empiezas a entenderlo, Roja –gruñó Thune
mientras cruzaban la puerta.
Fuera, dejaron caer el cuerpo de Prash y miraron la
calle con impaciencia hasta que apareció U-THR en un OP-5 alquilado.
El droide salió rápidamente del deslizador
terrestre.
-No he sido programado para este tipo de trabajo,
ama Thune –se quejó Uthre mientras ayudaba a Carmesí a subir el cuerpo de Prash
al vehículo-. Mi función primaria es...
-Tu función primaria será quedarte aquí en un
montón de chatarra dentro de un instante, Uthre. Simplemente haz lo que te digo
para que no acabes en pedazos.
-Por supuesto, ama Thune. No me estaba quejando por
el trabajo, simplemente explicaba...
-¡Uthre!
-¿Sí?
-¡Hazlo y punto!
Carmesí trepó al deslizador junto al cuerpo inerte
de Prash. Thune se sentó junto a U-THR, con la espalda pegada a la puerta. Su
cuerpo estaba medio retorcido, y miraba a la parte trasera del vehículo,
apuntando con su bláster a la cabeza de Carmesí.
-¿Por qué me apuntas con esa cosa?
-Porque sé algo sobre ti también. Algo sobre una
antigua navegante de crucero que conspiró para liberar a un colaborador rebelde
y atacó salvajemente a un oficial imperial. Oh, sí. Tú también tienes una
bonita recompensa por tu cabeza, amiga mía.
-¿Lo supiste todo el tiempo?
Thune respondió con una carcajada.
-¿A dónde vamos? –preguntó Carmesí.
-Después de encontrarnos con mis hombres, voy a
hacer una entrega a Bwahl el hutt.
-¿Vas a entregarme a Bwahl? –La mente de Carmesí
pensaba a toda velocidad. Hacer un trato con Bwahl podría resultar más fácil
que escapar de una prisión imperial-. No sabía que fuera tan popular –añadió con
una sonrisa.
-No te des tanta importancia, Roja –escupió Thune-.
A Bwahl no podrías importarle menos, pero estará bastante complacido de ver a
tu amigo Kaj.
-¿Kaj? –Los ojos de Carmesí se iluminaron pese a la
gravedad de su propia situación-. ¿Tienes a Kaj?
-Por supuesto. Algunos de mis “empleados” me lo han
estado guardando. Sí, un viaje bastante provechoso para mí; obtengo la
recompensa de Bwahl por Kaj, y luego os entrego a ti y a Prash al Imperio.
Cuando el deslizador terrestre se detuvo junto al Facetado, Prash gimió. Carmesí se
preguntó si él se sentía tan mal como ella. ¿Cómo podía haber estado tan ciega?
¿Por qué había confiado en Thune tan rápidamente? ¿Para ayudar a un amigo?
Amistad... eso es lo que había causado todos estos problemas desde el
principio. Su vida entera había sido puesta del revés por culpa de la amistad.
Sin embargo, puestos a pensar en ello, no cambiaría
nada.
De algún modo, de alguna manera, iba a rescatar a
Kaj. O moriría en el intento.
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