Rog y Gundruk huyeron del Hogar Bolgoink al día
siguiente, en lugar de enfrentarse al desafío de Kufbrug para combatir en
venganza del asesinato de su marido. Tras haber visto pelear a Kufbrug,
Callista no les culpaba lo más mínimo por hacerlo. Ya que el desafío era legal,
la pareja también abandonó sus posesiones de Nudskutch, que fueron tomadas por
otra de las hijas de Kufbrug.
-Y supongo –dijo Callista a Jos y Sebastin, quienes
habían sido invitados al banquete de bodas de Guth y Kufbrug- que tendrán que
abandonar el planeta por completo en cuando comience de nuevo el comercio.
-Es una lástima que la rivalidad les haya llevado a
esos extremos –dijo Jos.
Había sido encadenado al Alto Abrevadero –una
posición de honor, para un esclavo- entre los otros dos extranjeros, pero
Callista había hecho un duplicado de la llave y le soltó en cuanto pensó que
Ugmush y sus maridos estaban demasiado borrachos para darse cuenta, lo que
ocurrió en un plazo bastante breve. Guth, Ugmush y Kufbrug se estaban abrazando
alegremente y embadurnándose unos a otros con hongos de pared especiados y
crema de moho del Alto Abrevadero –un comportamiento perfectamente apropiado, y
todos los demás del gigantesco comedor estaban haciendo más o menos lo mismo-,
y cantando. Los gamorreanos son igual de vehementes en sus celebraciones de
felicidad y amistad como lo son para la agresión.
-¿Pero qué esperaban ganar Rog y Gundruk?
-Gundruk –dijo Callista-. Rog era sólo su peón.
Dudo que él supiera siquiera por qué ella le había enviado a recoger esa nota
que hiciste, y a comprar el kheilwar.
Sospeché de ella desde el principio; muy pocos jabalís habrían tenido el
cerebro para tramar un asesinato. Todo lo que tuvo que hacer era asegurarse de
que la carta le fuera entregada a Vrokk por la noche, ya que la luz del sol
daña los órganos sensoriales de los kheilwars.
Como hija de Kufbrug, tenía muchas probabilidades de ascender a la posición de
matriarca de clan.
-¿Matriarca de clan? –preguntó Sebastin, confuso-.
Pero...
En el otro extremo del Alto Abrevadero, Kufbrug
había metido a Guth dentro del abrevadero con ella para un desordenado
forcejeo, ante la alborotada aprobación de los demás invitados.
-La gente no cree que los gamorreanos sean dados a
la depresión –dijo en voz baja-. Pero es bastante común, especialmente en el
deshielo. Y la mayoría de la gente no cree que los gamorreanos sean capaces de
amor apasionado; la clase de amor que casi no puede sobrevivir si el amado
desaparece.
El rostro de Luke Skywalker regresó a su mente, y
apartó la imagen a un lado, como se había obligado a aprender a hacerlo.
-Pero Gundruk lo sabía –continuó en voz baja-.
Gundruk sabía que Kufbrug es depresiva, y Gundruk sabía que aunque casi con
toda seguridad Vrokk mataría a Guth, había una posibilidad de que optase por
cancelar el combate en el último minuto y simplemente permanecer en el hogar
como verraco. Pero si Guth no tuviera opciones de supervivencia, si fuera
acusado de asesinato, sería fácil hacer pasar por suicidio la subsiguiente
muerte de Kufbrug. Y no estaría Vrokk para entorpecer el ascenso de Rog y
Gundruk al poder de clan.
Abajo, en la parte principal del comedor, había
estallado una batalla de comida entre los guardias de Lugh y varios de los
yernos de Kufbrug. Gruñendo con deleite, los veteranos y los niños se unieron,
y en cuestión de instantes todo el lugar fue una feliz y aullante pelea.
-Creo que es el momento de un paseo para bajar la
cena –dijo Sebastin, esquivando medio brognig asado.
-Creo que tienes razón.
Jos, Sebastin y Callista se abrieron camino con
cuidado por el borde exterior de la sala y subieron los escalones que conducían
a la puerta entre un torbellino de puños, pan, cuerpos empujados y pringue
lanzado por el aire. Desde la puerta, Callista volvió la vista para ver a
Ugmush y su tripulación saltar alegremente al fragor de la lucha. Arriba, en el
Alto Abrevadero, ajenos a todo ello, Kufbrug y Guth estaban enlazados en un
poderoso abrazo.
Es bonito, pensó Callista, olvidar por un instante
que eres gweek, que eres la madre
fuente y origen de fortaleza. Encontrar a alguien que te ayude a pasar el
deshielo. Alguien a quien amar.
Reconfortaba también darse cuenta de que aunque a
veces el lado oscuro de la Fuerza parecía impregnar el propio tejido del
universo, incluso entre sujetos tan poco atractivos como los porcinos
gamorreanos podía encontrarse cariño, y amor, y luz.
Un proyectil de moho empapado de crema pasó a
escasos centímetros de su cabeza y se espachurró en la pared. Untó el índice en
él y lo probó. Estaba sorprendentemente bueno.
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